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CAPÍTULO IV


Liam caminaba resonando sus botas por el piso encerado, de milagro gracias a los guantes, no podía mordisquear sus uñas.

Llevaban diez minutos afuera del gran salón, esperando a que Kéven saliera por ellos, primero iba a hablar con los reyes para llegar a los acuerdos correspondientes entre la guardia y los entrenamientos.

Estaban un poco dudosos de que el rey aceptara, pero a juzgar por los aproximados veinte minutos que ya llevaba adentro el jefe de los mosqueteros, todo indicaba que estaban concluyendo de manera satisfactoria y en unos minutos saldría por ellos.

"Para, Payne. Me estás mareando." Louis seguía con la mirada a Liam, tenía miedo de que los nervios de su amigo le ganaran al momento, o incluso, se los transmitiera y el también terminara vomitando o llorando frente a sus gobernantes.

"Amigo, ¿no entiendes esto? Estás a punto de entrar al gran salón, con el rey y la reina, y no siendo suficiente, también los príncipes." El ojimiel estaba al borde del colapso, tapó su rostro con ambas manos, implorando desaparecer en ese instante. "Vale, me voy."

Liam quiso empezar a caminar hacía la salida del pasillo, pero la mano de Zayn lo detuvo de la casaca, jalándolo hacía atrás.

"Deja de estar haciendo drama, ya estamos aquí, no va a pasar nada malo."

"Es que Zee, entiende, estoy pensando en que si me piden que mate algún animal que se meta al castillo, ¡no sé! Una rata, una serpiente, hasta una araña, preferiré que me mate a mi primero antes de yo acercarme, sabes que les tengo pavor."

Zayn rodó los ojos y pasó su brazo por los hombros del castaño, intentando darle seguridad.

"En caso de que te pidan eso, lo haré por ti." Sonrío de una forma reconfortante, haciendo que Liam se relajara bajo su brazo. "Pero tranquilo, todo va a estar bien."

Liam sonrío, y ambos se acercaron a Louis, quien únicamente golpeaba su pie repetidas veces en el suelo. Los otros tres mosqueteros, los observaban de lejos con extrañez, nunca los habían visto en el entrenamiento, y también sospechaban que no tenían ni idea de lo que hacían ahí. Sin embargo, no dijeron nada, ni siquiera cruzaron palabra, los tres estaban perfectamente erguidos, alineados, esperando a que la puerta fuese abierta.

"Oye Lou, ¿crees que estas armaduras tengan entes malignos dentro que despiertan en la madrugada y caminan por ahí a altas horas de la noche? Para no salir ni al baño." Nuevamente, Liam miraba el metal del que estaban hechas las armaduras que adornaban el vestíbulo, eran grandes y muy brillantes.

"Liam, ¿de dónde sacas tanta tontería?"

"¿Qué? ¡Puede pasar! Mira que enormes son."

"No te van a comer ni te harán daño, quítate de ahí ya."

"¿¡Pero y si en la noche me persiguen!?"

"Liam, ¡ya! ¡Aléjate de ahí!"

Y ocurrió lo que se temían.

Al girarse para ir con sus amigos, Liam golpeó con la funda de su espada la pierna de la armadura. El sonido llenó el lugar cuando en menos de 2 segundos, la armadura se encontraba desplomada en el piso.

"¡Ay, dios mío!"

"¡Liam!"

"¡Maldición!"

De repente, todos se quedaron callados al ver la gran puerta abrirse un poco, mostrando el rostro de Kéven lo más enojado que lo habían visto en su vida. Observó la armadura en el piso, y a los tres mosqueteros parados firmemente frente a la puerta; después, su mirada se posó en Liam, Louis y Zayn, quienes se observaban entre ellos, bajando la vista con arrepentimiento.

Kéven suspiró y cerró los ojos por un momento, la torpeza de esos tres no acabaría con su autoridad, así que, sin más, ordenó pasar primero a la tercia de mosqueteros formada impecablemente afuera. Pierre los llevó adentro, y la puerta se volvió a cerrar, dejando a Kév con los chicos.

"¿Qué diablos están haciendo?" preguntó, entre dientes usando el tono de voz más profundo que logró salir de su boca.

"Eh, nosotros, bueno, es gracioso... sabes, ¿hay fantasmas aquí?"

Y su jefe estaba a punto de tomar a Liam de los hombros y zarandearlo, su paciencia se estaba acabando.

"Escuchen bien, trío de inútiles, el rey y la reina están allá adentro con sus hijos, y están esperando que los seis magníficos y honorables mosqueteros que los van a proteger entren por la puerta." Con su dedo índice, la señaló. "Así que van a entrar, van a poner su mejor cara, y escucharán todo lo que el rey tiene que decir." El hombre miró de reojo la armadura en el piso. "No aceptaré más errores como esos, ¿entendieron?"

Los tres asintieron rápidamente y tragaron saliva con dificultad.

Kév respiró profundamente, y se dedicó esperar con ellos afuera alrededor de veinte minutos, dándoles las últimas indicaciones; luego de eso, la puerta se abrió nuevamente, dejando salir a Paul, Maxime y Bennet. Pierre se asomó, y les indicó que ya podían pasar. Kév chasqueó sus dedos, comenzando a caminar al acceso principal del gran salón, seguido de Louis, Zayn y Liam.

Los tres alzaron la vista al postrarse en la entrada principal, enderezaron sus espaldas, y tomaron todo el aire que sus pulmones les permitieron.

El primero en la fila era Zayn, seguido de Liam, y al último, Louis.

Cuando Kéven dio la orden, avanzaron con la firmeza y porte que pudieron, sus corazones latían con fuerza, y el de Louis en serio amenazaba con salir de su pecho.

Al llegar frente al trono, levantaron la vista y se desformaron, ahora colocándose uno a lado del otro, llevaron su vista al frente, y vieron a tres de las cuatro autoridades más grandes del país frente a sus ojos.

Louis paseó su mirada por el trono. El rey Desmond los veía con frialdad, su rostro no reflejaba nada y eso lo puso aún más nervioso. La reina, por el contrario, emanaba tranquilidad, sonreía sutilmente, con sus manos entrelazadas sobre su regazo. Y a un lado de ambos sillones esculpidos en oro, había otros dos un poco menos altos. Del lado de la reina, se encontraba la princesa Gemma, y ella los observaba con seriedad, era bien sabido que era un poco difícil de tratar, o eso habían oído por parte de los trabajadores del castillo. El último trono que supuso le correspondía al príncipe, se hallaba vacío.

"Su majestad, mi señor y señora, les presento a los siguientes tres mosqueteros que servirán a ustedes y a su familia." Kéven se había posado frente a ellos, comenzando a señalarlos uno por uno.

"Él es Zayn Malik, es muy inteligente, maneja muy bien el orden y es sumamente analítico. Él, es Liam Payne, el más fuerte y rápido, también es muy eficiente. Y el último, es Louis; él es sumamente perseverante y valiente, justo lo que necesita." finalizó la presentación, y los ahora mosqueteros, retiraron su sombrero para poder dar un paso hacia adelante, en reverencia.

"Su majestad, estamos para servir a usted y a la familia real." habló Louis, tragándose los nervios que lo estaban consumiendo por dentro.

"Ustedes están aquí para cuidar y dar la vida si es necesario por mi esposa e hijos." Desmond se colocó de pie frente a su trono. "Lo más importante para mí, aparte del reino, son la reina Anne, la princesa Gemma y el príncipe Harry."

Louis suspiró, se preguntaba si sus amigos se sentían igual de ansiosos o solo era él.

"Así que no importa qué, tendrán que demostrar que son capaces de cumplir con esto, se convertirán en la sombra de mi familia, y si algo les pasa, será su responsabilidad. Por lealtad a sus gobernantes, tienen que defender y dar la vida si es necesario. ¿Entendieron?" Louis, Zayn y Liam, respondieron un "si" a unísono.

"El único acuerdo que tenemos con el rey para dejar el palacio, es cuando es el horario de entrenamiento a medio día, el resto del día permanecerán aquí, con ellos." Kéven solo rogaba internamente porque ninguno hiciese algo imprudente. "Se les indicarán nuevos horarios de comida y de aseo. Si sus majestades así lo quisiesen, les permitirán ir a dormir a sus alcobas, en caso contrario, permanecerán donde ellos los necesiten." Finalizó, observando a los tres muchachos que asintieron una sola vez con la cabeza.

"Bueno, mi nombre es Anne, y estaré muy agradecida de tenerlos trabajando para nosotros. Significa mucho que se encuentren aquí dispuestos a cubrir con la demanda." La voz de la reina transmitía mucha tranquilidad y paz. Su mirada se posó en Louis, al cual, le dedicó una diminuta sonrisa.

"Yo soy Gemma. Lo único que les pediré es que no me asfixien." Y fue todo lo que la princesa dijo, bajo la mirada desconcertada de sus padres.

"De acuerdo, a mi esposo ya lo conocen, se llama Desmond Styles. Y mi hijo..."

"Aquí estoy, madre."

Una voz se escuchó a espaldas de la tercia de mosqueteros, los cuales no se permitieron voltear. Detrás de ellos resonaron los pasos del príncipe, dedujeron que venía entrando por el portón del salón. La reina sonrío, antes de extender una mano al frente en espera de su hijo.

"Ven cariño, te quiero presentar a los mosqueteros."

Harry se apresuró, pasando a un lado de ellos. En ese momento, visualizaron su espalda, y un cabello rizado color chocolate que le llegaba poco más arriba de los hombros. Su corona yacía sobre su cabeza, estando un tanto desacomodada por la prisa al entrar.

"Harry, te he dicho mil veces que no me gusta que llegues tarde. No es momento para esto."

"Lo siento, padre. Intentaré que no vuelva a ocurrir, me entretuve con Niall recogiendo un par de flores en el jardín."

Harry al fin había tomado la mano de su madre, la cual llevó las suyas a la cabeza del ojiverde, y acomodó su corona, dejándola en la posición correcta.

"Bueno, no seas mal educado. Preséntate."

"Sí, madre."

Harry prácticamente corrió a su trono, sentándose en él. Suspiró, llevando una de sus manos a su cabello, retirando los tirabuzones rebeldes de su frente y finalmente levantó la vista, encontrándose con tres personas vestidas igual, frente a sus ojos.

Recorrió con rapidez los rostros de los tres mosqueteros, y fue ahí cuando sintió su mundo detenerse.

Sus orbes conectaron con los de cierto chico ojiazul frente a él.

Su pulso se aceleró, su mente se nubló, y por un momento, olvidó su nombre.

No entendía que era lo que estaba sintiendo, sus manos habían comenzado a sudar.

Mariposas.

Podía jurar que tenía unas veinte familias de mariposas revoloteando en su estómago, a sus oídos estaba llegando una melodía, casi tan hermosa como el joven parado frente a él. El color de crema de las paredes comenzó a desaparecer, llenándose de un aura color rosado.

Es él.

¿Así se sentía el amor?

"Y yo soy Harry, un gusto a los tres." finalmente, el rizado logró formular la oración, bajo la intensa mirada que también estaba recibiendo por parte del ojiazul.

Y Louis, tampoco estaba del todo bien.

Cuando por fin el príncipe levantó su rostro, fue como si un balde de agua fría se vaciara por todo su cuerpo, se preguntó en ese momento si podía existir alguien con una belleza tan irreal. Era todo un ángel.

Sintió una fuerte conexión cuando el rizado le sostuvo la mirada, tragando saliva con dificultad al no poder descifrar lo que los ojos ajenos le estaban intentando decir.

Al escucharle hablar, el castaño creyó que nunca en su vida había escuchado una voz tan profunda y ronca, tan lenta, era como música para sus oídos y sintió su piel erizarse bajo la ropa que llevaba puesta.

¿Qué estaba ocurriendo?

"Bien, ahora, les diré quienes cuidarán de cada miembro de la corte real. Cuando se dirijan a nosotros, deberá ser por su majestad, su alteza, mi señora, o en su caso, mi señor. Ustedes, acérquense." El rey, sin darse cuenta, rompió la burbuja que se había formado entre su hijo y el mosquetero, sacando a ambos de sus pensamientos.

Enseguida, tanto Louis como Harry corrieron sus miradas, para enfocarse a lo que el rey tenía que decir.

Paul, Bennet y Maxime, quienes se habían mantenido en la parte lateral del salón, pasando desapercibidos por Harry, se acercaron a los tres amigos. Aún tenían sus dudas sobre el trio de chicos a lado suyo, pero ellos solo estaban ahí para salvaguardar a sus majestades.

"Ustedes dos." El rey señaló a Paul y Bennet. Los mencionados dieron un paso al frente. "Cuidarán de mi hija, de la princesa, pero en tanto me entere que alguno de ustedes quiso hacerle daño, la muerte será la consecuencia. Deben cuidarla, pero de igual forma, así como ella lo pidió, deberán respetar su privacidad." Ambos asintieron con la cabeza, y regresaron a su antigua posición.

"Ahora tú y tú." Los siguientes mencionados fueron Liam y Maxime. Imitaron la acción, dando un paso al frente con determinación. "Serán los encargados de mi hijo, el príncipe. Y los dos sobrantes, estarán conmigo y con la reina."

Está de más decir que Louis se sintió mareado, iba a proteger al mismo rey, la vida de su rey estaba en sus manos, y no podía sentirse más responsable. Aunque también, cierta sensación de decepción invadió su pecho, no tenía una explicación para ello.

"Des, creo que lo más conveniente es que Liam y Maxime vayan con nosotros." Interrumpió la reina. "Zayn y Louis deberían ir con Harry, lo más prudente en realidad."

Anne no era tonta, había estado observando la mirada que Maxime le otorgó al príncipe desde lejos cuando éste entró, y no le había gustado para nada la forma en la que su rostro y facciones se habían transformado en cuanto lo vio. No iba a proteger a su hijo de un riesgo, para ponerlo en otro.

"Mujer, ¿estás segura de eso?"

"Definitivamente."

"Bien, no me opondré a tu mandato. Entonces ustedes dos, irán con el príncipe." declaró finalmente Desmond Styles.

Harry no pudo evitar sonreír con sutileza, sus mejillas se habían comenzado a tornar un poco rojizas, y para desviar la atención de ello, fingió toser, girando su rostro a un lado de la silla.

Niall lo había estado observando desde el acceso del gran salón, y se había dado cuenta de que su príncipe estaba actuando un tanto extraño, lo cual comprobó ante la muy mal fingida tos.

"Ahora, retírense, después del almuerzo los quiero en el comedor real para que ahí, cada uno se vaya a sus respectivos puestos."

Y ante la firme decisión, los seis mosqueteros dieron su última reverencia, formaron una fila, y salieron uno detrás de otro del salón. Kéven de igual forma se despidió de sus reyes, y salió detrás de ellos, con una sonrisa en sus labios. Al parecer todo estaba e iría muy bien.


"Niall, debiste haberlo visto, es muy hermoso". El rizado no podía parar de hablar del mosquetero ojiazul que su padre había llamado Louis.

¿Cómo es que nunca lo había visto en el patio?

¿En el jardín?

¿En el comedor?

¿Cómo es que una persona tan bella podía pasar desapercibida?

"Su majestad, es un mosquetero."

"Harry, por dios Niall." murmuró el ojiverde de mala gana, lanzándole un almohadón a su amigo, pero fallando en el intento de golpearlo. "Si es un mosquetero, muy valiente, fuerte y hermoso mosquetero."

"Harry, tómalo con calma, ¿sí?" Niall levanto el almohadón del suelo, y se acercó a la cama, sentándose al borde de esta. "No lo conoces, no sabes si es una buena persona, técnicamente no sabes ni de dónde viene. Yo ni siquiera lo había visto por aquí en realidad, me preocupa eso."

Harry formó un puchero con sus labios, el rubio tenía razón.

"Ni, te juro que escuché el canto de los ángeles, todo se esfumó, por un momento en el salón solo existíamos él y yo... las mariposas aparecieron... Niall, es él."

El rubio llevó una de sus manos a los rizos de su príncipe, y los acomodó detrás de su oreja sonriendo con nostalgia. No quería que Harry sufriera, pero tampoco quería que fuese miserable toda su vida.

"Con calma, ¿sí? ¿Cuándo lo tendremos aquí?"

"Después de la comida, y vendrá un mosquetero más, serán dos los que estén a mi guardia, se llama Zack, o algo así."

"De acuerdo, entonces, creo que hoy si bajaras a comer, ¿no es así?"

Harry le sonrió resplandeciente, respondiendo con ello su pregunta.

N/A:

¡Buenas noches!
Lamento la demora con el capítulo, pero aquí lo tienen. ♡

¡Ya sé conocieron L y H! ¡¡Que emoción!!

Solo para darles las gracias por seguir votando y leyendo, en serio no saben como se los agradezco y como me motiva, me hace sentir muy feliz. ♡

Nos vemos mañana, quizá... se viene la primer conversación entre Lou y Harry.

Un besito, les amo mucho.

-María Tommo.

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