Elegido
Espero que les guste~
Donald sabe de pequeño que todo el mundo ama a su hermana Della. Eso no sería tan molesto si no fuera porque a él lo dejan de lado, algunos porque no les gustaba escucharlo hablar y muchos otros asustados por los rumores respecto a sus arranques de ira. Es molesto pero se adapta a la soledad con relativa facilidad.
Es una rutina a estas alturas. Se despierta temprano, come algo y va a la escuela, escuchando a medias lo que le están explicando hasta que suena el timbre del recreo, que es el momento en el que agarra sus cosas y sale sin mirar atrás. Se esconde en uno de los juegos infantiles que hay en el patio, almuerza allí solo y mira videos en su teléfono sobre los acordes que quiere practicar en su guitarra cuando vuelva a la mansión hasta que suene el timbre de entrada, esperando con ancias en las siguientes horas a que la escuela termine. Cuando sale, camina con Della hacia la mansión, apenas prestando atención a lo que sea que ella le cuenta con emoción. Llega a casa para almorzar, caminando a su habitación apenas tío y sobrina empiezan a planear su siguiente aventura a la que no quiere participar, no después de lo mal que salio la última. Aveces pelea a gritos con su tío y otros días opta por esconderse en la ciudad hasta que sea la hora de volver. Todo es tranquilo y está bastante seguro que todo sera
Y entonces, dos caras nuevas llegan. Uno de ellos se llama José, Brasilero, con una sonrisa amable y tranquila en su rostro, de cabello verde y un obvio paraguas asomándose de uno de los bolsillos de su mochila. El otro, con un nombre realmente largo pero declarando que lo llamen Panchito, Mexicano, con una gran sonrisa y entusiasmo obvio, pelirrojo y con pistolas que todos esperan que sean de juguete en unas pistoleras colgadas de su cinturón, un gran sombrero de aspecto acolchado colocado sobre su cabeza. Todos en la clase están entusiasmados por los extranjeros, gritando preguntas de todo tipo hasta que la maestra los detenga para empezar las clases.
Donald, en su cabeza, afirma que no tardarán en conocer a Della y querer ser sus amigos.
Sale del salón ante el sonido del timbre, ignorando las voces de sus compañeros que deben estar acosando a los extranjeros y se dirige a su escondite. Sorbe su jugo y lo deja a un lado, sus ojos fijos en el video que se reproduce en su teléfono. Y entonces...
-¡Te dije que podía escuchar algo!- se sobresalto ante la repentina voz, abrazando su teléfono contra su pecho y alzando la vista, para encontrarse con los chicos nuevos en la entrada de su escondite, mirándolo fijamente.
-Ammm...¿Hola?- parpadea, sorprendido. Nadie se acercaba a su escondite, todos temeroso de él y de su ira, es extraño que nadie le haya dicho a esos dos.
-¡Lindo escondite tienes aqui, amigo!- rio Panchito, entrando sin invitación con el de cabello verde siguiéndolo de cerca.
-Muito fresco- asintió José, sonriendo ligeramente. Donald solo puede mirarlos con los ojos bien abiertos. Y así, de repente, tiene dos amigos, con quienes comía en el almuerzo y pasaba tiempo después de la escuela. Es extraño, de una buena manera.
Ambos son geniales, sin importarle sus problemas de habla e incluso, después de presenciar uno de sus ataques de ira, sólo lu iebdo preocupados en vez de asustados como los demás.
Teme que lo dejen por su hermana pero al verlos interactuar con ella, alejándose al verlo y sonriendo con entusiasmo ante su sola presencia, se da cuenta que ninguno de los dos tiene la intención de dejarlo y eso lo deja abrumado.
Así que los abraza con fuerza, sintiendo su confusión a pesar de corresponder el gesto sin dudar, y se aferra a ellos. Ser elegido por primera vez es simplemente increíble.
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