Quedé el sábado con mi hermoso príncipe blanco más pálido que Edward Cullen con brillo aumentado en la pantalla del televisor.

Estaba aun en shock. Y como mi mente creía que vivía dentro de un sueño me la pasé pegandome cachetadas. En casa, el trabajo (a escondidas) y por la calle.

Mi vida estaba siendo perfecta. Yoon Gi me citó en un lugar que desconocía.  No quiso llevarme porque según él, debía encontrar el camino por mi cuenta. Si lo hacía, recibiría un premio. Me encantaban los premios, por eso le dije que esperara por mí.

Después de una hora llegué. Era un edificio con pinta de fábrica. Creí que dentro no iba a haber nada, pero mis ojos se encontraron con la belleza de un gran centro de juegos y puestos. ¿Qué era ese lugar? Me pegué otra cachetada por las dudas.

—¿Podrías dejar de agredirte?

Oí su voz llamándome a mis espaldas. Me giré y lo abracé con fuerza.

—¡Hola Yoon Gi!—chillé como una niña.

—Hola, ¿estás listo para la diversión?

—¡Sí, carajo!

Me agarró la mano y corrimos por todos los juegos. Compramos los tickets y disfrutamos de cada uno de los puestos. Había un pequeño tren que era para niños, pero igual nos subimos. Me compré una máscara de iron man en un puesto y Yoon Gi una de Kumamon. Parecíamos unos estúpidos, pero la pasábamos bien.

Por último decidimos comer algo. Fuimos a un puesto de hamburguesas y comimos hasta reventar.

—Este fue el mejor día de mi vida—le sonreí ampliamente y terminé mi gaseosa.

—Me alegra que te hayas divertido —me devolvió su linda sonrisa y me tomó de la mano repentinamente —.Quiero que tengamos más citas así.

—¡Pues claro, yo también!

Después de nuestro momento tan cursi, Yoon Gi me llevó a otro lado. Era una pista de patinaje. Alquilamos unos y con tan poca experiencia en ese deporte, hicimos lo que pudimos. Yoon Gi se agarraba del bordillo, parecía un viejo. Yo, en cambio, me lancé solo a lo inexplorado y me caí de culo por idiota.

—¡Ah!—me quejé y traté de levantarme, pero me resbalaba.

Yoon Gi me vio y se rió. Se despegó del bordillo y fue a socorrerme como todo príncipe. Pero como era más torpe que yo se acabó por caer en cuanto agarró mi mano. Y como si fuera una película romántica, nuestras caras quedaron muy cerca. Nos miramos y sonreímos. Creo que me puse como un tomate y por ello agache mi cabeza.

—Llamaré a emergencias para que nos saquen de aquí, no creo que podamos solos —bromeó.

Tenia razón. Era vergonzoso que los instructores de patinaje fueran a rescatarnos. Hasta los niños pequeños se rieron de nosotros. Mocosos...

Siendo la hora de volver. Ambos estábamos frente a mi edificio. No supimos qué decir; estaba nervioso y creía estar a punto de vomitar, pero al acordarme de Jin se me pasó.

—Gracias por la cita, lo pasé muy bien.

—No hay de qué, yo también me divertí.

Nuestros ojos se miraban esperando ese momento. Yoon Gi se acercó a mi rostro y entonces me dio un leve beso en la comisura de los labios. Esperé algo más, pero fue suficiente.

—Que descanses.

Me regaló una dulce sonrisa y se despidió con un movimiento de cabeza. Observé su delgada figura marcharse, mientras que mis labios no podían dejar de sonreír. Estaba muy, pero muy feliz.

JJK:08/03/2017