Abrí un ojo y me encontré con que estaba en el suelo. No sé en que momento habré caído, pero no era importante. Lo que sí lo era, era Yoon Gi. Lo observé. Estaba en bóxer, despeinado y frotando sus ojos con una mano, mientras que con la otra se tocaba la cabeza.

Fijé mi vista a sus ojos y lo saludé.

—Buenos días...

—¿Es de día? —preguntó más perdido que esquimal en el desierto—¡Agh, mi cabeza!

Me levanté del suelo y limpié la mesa donde estaban todas las latas de cerveza tiradas. Yoon Gi me miraba sin entender qué hacia en la sala de su casa. Seguramente olvidó todo.

—¿Por qué bebiste todo eso? Eres un alcohólico.

—¡Fuiste tú, tarado!—le grité sin querer.

—¡Mi cabeza, no grites!

Se agarró con las dos manos y se tiró al sillón, dejándome a la vista sus nalgitas planas. Me estaba muriendo...

Traté de no mirar allí, pero me era imposible. Cuando terminé de limpiar todo, me lave la cara y abrí y tomé de una botella un jugo. Tomé otra en la que había agua y me acerqué hasta esa cosa pálida que parecía un saco de harina.

—Eh...

—¿Qué pasó?—me miró con el ceño fruncido—Siento como si una estampida de toros me hubiese pasado por encima...

—Vaya, lo suponía —chasqueé mi lengua — .Es tan típico. Te emborrachas, haces cosas indebidas y luego lo olvidas.

Yoon Gi trató de sentarse y volvió a frotarse los ojos. Su imagen medio en pelotas me estaba desconcentrando de mi enojo. No podía no estarlo; me había confesado que le gustaba y, seguramente, si le preguntaba se haría el idiota.

—Oh...—me miró fijamente, con una rara expresión —Sí, recuerdo lo que pasó. Pero me preguntaba qué ocurrió después.

—¡¿Te acuerdas de eso y lo dices tan tranquilo?! —levanté mi tono de voz, muy enojado. No entendía su cara de indiferencia hablando de algo tan serio.

—Sí, sí lo recuerdo. Te dije que vinieras a casa y te dejé solo porque me fui a llorar como una perra a mi cuarto. Lo siento, no creí que me afectara tanto una ruptura. Pero que bueno que te quedaste aquí, te debo algo por soportarme—me rodeó con un brazo por mis hombros—¿Pero por qué estoy en calzones?

Me había equivocado, Yoon Gi estaba más pendejo que yo. Al final no recordaba el beso. Parecía que se había inventado eso para ocultar que realmente sabia lo que hizo. No era idiota, lo conocía. Ese tipo de cosas las hacía siempre que se veía metido en un lío. No le perdonaría que estuviera haciéndose el desentendido, porque en el momento en qué lloró por ella ya estaba borracho.

—¿No sabes por qué estás en calzones? Te lo diré—me acerqué para susurrarle—Porque lo hicimos.

Su cara se volvió más pálida de lo que era. Se apartó de mi y frunció el ceño otra vez.

—¡M-mentiroso!

—¡Ah, si sabes que es mentira!¡Eres un idiota!—abrí la botella de agua y se la eché en la cara —¡Acepta lo que dijiste y lo que hiciste! No seas cobarde y deja de fingir que ella te importaba. ¿O sólo querías usarme para pasar tu depresión?

Lo dejé sin palabras. Creo que la película que vi en mi casa me influenció mucho para acabar diciendo esas cosas.

Me levanté para largarme de allí cuanto antes, hasta que no aceptara lo que hizo y pidiera perdón por herir mi corazoncito no pensaba hablarle.

—Jung Kook, espera.

Me siguió hasta la puerta, pero se la cerré en la cara y corrí como el corre caminos hasta mi casa. Y otra vez me puse a llorar.

Eso era algo que odiaba de él, inventarse cosas para no aceptar que en realidad era más gay que yo.

JJK:2/03/2017