Porque todo me pasaba a mí, pues sí, me acabó ocurriendo lo que menos esperé aquella semana.

Tarde o temprano todo llegaba y fue ese día cuando me di cuenta de que Min Yoon Gi había leído todo lo que escribí sobre él.

Me decepcioné, pero no porque lo hubiera confesado tan tarde sino porque se tomó muchas cosas a broma como si en realidad mis sentimientos fueran un intento de comedia barata para un sketch con malos actores.

No le hablé por dos semanas, lo ignoré hasta que no me pidiese perdón cien veces. Aun le faltaban veinticinco.

Se arrodilló frente a la puerta de casa pidiéndome perdón y luego me abrazó. No, con eso no iba a perdonarlo tan fácil. Jung Kook no es fácil, no como las perras.

—Min Yoon Gi, esto es decepcionantemente decepcionante, estoy decepcionado y ya dije tanto decepcionar que suena raro. Decep... Cionar.

—Pero no te enojes, aprecio todo lo que escribiste. Es lindo, de verdad. Por favor, ya me salieron abdominales de tanto inclinarme para pedir perdón.

Me crucé de brazos e hice un puchero. La verdad es que estaba molesto aún, pero haciéndome esa cara de pena estaba a punto de ganarme.

Era hermoso y no podía hacer nada contra ello.

Lo perdoné, está bien... Soy un novio débil.

—¿En que momento lo hiciste?¿Por qué no me lo contaste?

—Fue cuando empezamos a salir. Recuerdo que fue uno de los días que te quedaste en casa y llevaste casi la mitad de tu armario... Encontré un cuaderno que se había caído y sí, lo siento... Me ganó la curiosidad.

—Está bien. Debo admitir que si tú tuvieses uno lo habría buscado como desesperado para saber qué es lo que escribirías, pero hay una parte muy importante en todo esto, Yoon Gi—lo señalé con el dedo—, una es que en la tapa ponía "No lo leas, es privado" y dos, yo quería ser quien te lo enseñara. Has arruinado mi sueño, gracias...

Pues claro, no todos tenemos los mismos sueños. Algunos quieren ser famosos y ricos y después las personas como yo tienen como meta enseñarle el diario personal a su pareja. Era algo especial, al menos me lo imaginé así. Yoon Gi no es que tuviese toda la culpa de las culpas culposas de la culpabilidad, pero... Su curiosidad más bien me sonaba a chusmerío.

—De verdad, lo siento, no sé cuantas veces decírtelo. ¿Qué quieres que haga para ganarme tu perdón?

—Nada—rodé los ojos—.Ya está hecho. Igual te sigo amando, aunque seas una vieja chusma.

Yoon Gi rió como un tonto y fue directamente a encerrarme entre sus brazos. Aun faltaban cosas por escribir en esas hojas; todos los días había algo nuevo para contar y eso era la gran magia del diario. Cada día que pasaba me sentía afortunado de tener a Yoon Gi como novio y, tenia ese presentimiento, de que dentro de poco avanzaríamos a algo más serio. Pero no, no hablo del matrimonio ( aunque seria genial) sino de vivir juntos.

Todo era perfecto, así que en algún momento debía pasar. El que leyera mi diario era una especie de señal del destino, estaba seguro.

—Te contaré un secreto—me dijo al oído, llamando mucho mi atención —.Yo también tengo un diario, pero no es como el tuyo.

—¿A qué te refieres?—lo miré intrigado.

—Bueno, tu escribías sobre tu día a día. Yo hace poco me dedico a escribir...

—Escribir... ¿escribir qué?

Yoon Gi arrugó su frente y se alejó de mí. No comprendí esa actitud, parecía que fuera a decir algo malo.

—Nada, olvidalo. Te vas a burlar de mí.

—¿Burlarme?¿Yo?—me sentí muy ofendido —¿Cómo crees? Anda, dímelo. ¿Acaso escribes cosas porno?¿fantasias? ¿Cositas raras de esas?

—¡No!—negó como acto reflejo — En realidad son letras de canciones. Ok, ya lo dije, adiós.

Se movió rápidamente hacia la puerta para huir. No pude detenerlo porque me había quedado de piedra. Después reaccioné y corrí para atraparlo. Aquello fue lo más cursi, sentimental y precioso que alguien nunca me dijo.

—No sabía que eras tan romántico... Que lindo.

—Bueno, yo tampoco lo sabía. Es tu culpa. Me la paso escribiendo cosas como "tus ojos son más brillantes que los diamantes, o dejame guardarlos como tesoros"

—Ah... Eso suena un poco psicópata, pero me gusta. Es adorable.

Más tarde, Yoon Gi me mostró el cuaderno. Efectivamente estaba repleto de letras hermosas. No supe cómo reaccionar, quería llorar, reír, morir... ¿Cómo este hombre podía ser tan asquerosamente cursi?

Cada día lo amaba más.

JJK:1/11/17