❪⛤❫ 𝖈𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖊𝖘
Diana se miró una última vez delante del espejo, terminando de bajar su blusa color rojo hasta la cintura de sus pantalones. La habitación estaba vacía, con la tenue luz de una lámpara junto a la cama para iluminarla. Ya el Sol se estaba ocultando, y todo parecía más oscuro con las cortinas cerradas.
Ella dejó su abundante melena suelta como un estandarte, y recogió su celular de la cama para ver el mensaje que Melissa le había dejado en su buzón, avisándole sobre la reunión del círculo en la casa abandonada donde solían practicar sus hechizos.
Los últimos recuerdos de Diana en ese lugar habían sido los peores, y tener que regresar, le resultaba algo difícil. Ya bastante complicado había sido volver a la ciudad, solo para terminar llorando en el regazo de su abuela Kate debido a su conflictivo verano.
No le dijo nada a Cassie ni a ninguno de sus amigos. Su regreso continuó siendo un secreto hasta el primer día de clases, donde únicamente se cruzó con Melissa en los pasillos, tratando de huir todo el tiempo.
Habría deseado que los problemas hubieran desaparecido durante aquellos dos meses, pero en lugar de eso, estos se incrementaron.
Las pesadillas no la dejaban dormir tranquila en las noches. Sus intentos por hacer que su relación con Grant funcionara se fueron todos al carajo. Extrañaba a su padre, a pesar de que intentaba odiarlo por todo lo que hizo. Y la sola idea de pensar que llevaba sangre Balcoin en sus venas la hacía repudiarse a sí misma como nunca antes.
Ella pensó, que si pudiera pedir un deseo, ese sería nunca haber descubierto que era una bruja.
Prefería vivir como una chica normal, que cargar con todo el peso emocional que ahora la estaba destrozando internamente. Pieza a pieza. Lágrima tras lágrima.
Ya no quería esa vida. Ella solo quería que todo volviera a ser como antes.
-¿Diana? -su abuela abrió la puerta sin tocar antes- ¿A dónde vas? La cena ya está lista.
-Necesito salir ahora.
-¿Vas a ir con el Círculo?
Que Kate Meade supiera todo en cuanto al coven hacía mucho más sencillo para ella el hecho de dejar de ocultarle secretos. Sin embargo, pensó que tras lo sucedido, su abuela sería un poco más dura con ella a la hora de tocar temas relacionados con la magia. Pero no era así, y Diana no podía estar más deprimida por ello.
-Supongo -respondió, encogiéndose de hombros.
Kate la observó colocarse su chaqueta con desgano, y debido a su expresión triste y silenciosa, la detuvo antes de que pudiera salir.
-Oye, -ella acarició sus hombros con cariño- no hay nada malo en tí, cariño. Espero que sepas eso.
La castaña asintió con resignación, sin poder contrariarla a pesar de que no estaba de acuerdo con lo que decía.
-El ADN no define la clase de persona que eres -continuó su abuela, asegurándose de que ella la estuviese mirando-. Tú eres de los chicos buenos. Siempre lo has sido y siempre lo vas a ser.
Finalizó esto dejando un suave beso en su frente, y Diana no pudo evitar abrazarla después porque realmente lo necesitaba.
-Tengo que irme -dijo cuando se separaron, recibiendo una sonrisa tranquilizadora en respuesta.
Mientras caminaba por las calles en soledad, Diana quiso proponerse que lo que sea que hablaran esa noche en la vieja casa, esto no la afectaría. Que intentaría usar sus poderes lo menos posible ahora que los tenían en solitario, y solo se presentaría en las reuniones cuando fuera estrictamente necesario.
Abrió la puerta de la casa abandonada y entró.
Con un zumbido casi inaudible, el enfoque del Círculo se centró en su entrada grandiosa y tardía. Inmediatamente supo que los había hecho esperar demasiado tiempo.
Los ojos generalmente fríos de Jake contenían una impaciencia acalorada, y Melissa sonrió abiertamente cuando la vió pasar. Adam, sentado en el borde del polvoriento mueble en la esquina, parecía listo para saludarla cuando Faye se le adelantó diciendo:
-¿Llegando tarde el primer día, doña Perfecta? No parece muy propio de tí.
-Hola de nuevo, Faye -entornó los ojos- ¿Cómo has estado?
-De maravilla ahora que tengo mi magia de vuelta.
«Por supuesto, eso eso único que le importa» pensó, aunque ya estaba acostumbrada a la personalidad egoísta de la joven Chamberlain. No era nada nuevo saber que estaba feliz de poder usar sus poderes por su cuenta en lugar de en equipo.
Adam fue el primero que se acercó a abrazarla, y ella sintió tanta paz al volver a ver sus enigmáticos ojos azules, que dejó caer la cabeza en su hombro al igual que un bebé. Gesto que el hijo de Ethan Conant no pasó por alto.
-¿Estás bien? -le preguntó en apenas un susurro, solo para que ella lo escuchara.
Diana asintió, todavía sin separarse. Antes había creído que una amistad no sería posible tratándose de ellos dos, pero se equivocó grandemente. Él seguía siendo uno de sus mejores amigos, y a veces el único en quien podía confiar para revelar ciertas cosas.
La marca en su mano derecha por ejemplo.
Después, Melissa se acercó con sus pupilas brillantes y curiosas por saber qué había estado haciendo en sus viajes. Pero la castaña se apartó un segundo para recibir un beso en la mejilla por parte de Jake, solo dándose cuenta de que alguien más faltaba.
-¿Dónde está Cassie? -cuestionó, y el apellidado Armstrong intercambió una mirada con Adam.
-Se suponía que debía estar aquí antes que nosotros.
-Según sé, tenía algo importante de lo que hablarnos.
-Pareciera que no la conocen -rió Melissa, y su cabello corto se movió cuando lo hizo- Cassie siempre llega tarde, incluso siendo la líder eso no ha cambiado.
-¿Y quién quiere de líder a alguien que se atrasa tanto? Yo no -silbó Faye, mirando despreocupadamente sus uñas rojas- Además, se está volviendo demasiado aburrido estar aquí ¡Tengo un deportista que conquistar, por el amor de Dios!
Automáticamente, el entrecejo de la apellidada Meade se arrugó al escucharla hablar, y su vista se posó de vuelta en Jake. Quien solo alzó ambas manos:
-No me mires a mí. No fui yo quien cortó con ella.
-Tienes razón, yo lo hice. Porque mi horóscopo dice que soy muy joven para estar complicando mi vida con relaciones serias -saltó Faye.
Su mejor amiga la miró extrañada:
-Hace poco dijiste que era un invento de los adivinos para lavarle el cerebro a las personas.
-Haré de cuenta como que no te he escuchado, querida Mel -la interrumpió, volteándose de vuelta hacia el grupo- Muy bien ¿Hasta cuándo tendremos que estar aquí esperando por la hija favorita del Señor Oscuro?
-Puedes dejar de quejarte, Faye. -se escuchó una voz, y cuando todos buscaron su procedencia, reconocieron a Cassie parada bajo el umbral que daba al salón. Su silueta estaba siendo iluminada por la plateada luz de la luna que entraba por una ventana, proyectando su sombra sobre el piso cuya madera chirrió al pasar- Hola a todo el mundo.
Automáticamente, una sonrisa bobalicona se coló por entre los labios de Adam al verla colocarse en el centro del círculo como una reina bárbara, al igual que si reclamara su lugar como toda una líder nata sin siquiera pretenderlo.
La mirada de Cassie chocó con la suya, y fue como si dos cometas colisionaran en medio del espacio, transmitiendo una intensidad que todos allí pudieron notar.
Fue Melissa quien, con una risita tímida, pareció hacerlos reaccionar. Y luego Jake bromeó:
-Creímos que te habías caído en una zanja por el camino.
-No exactamente, tenía que pensar bien sobre lo que venía a decirles -Cassie negó.
-¿Y eso es?
La observaron tomar un profundo suspiro e intentando controlar sus manos temblorosas. Había venido corriendo todo el camino, y ahora tanto sus extremidades como su respiración le dolían.
-Nuestros familiares... -sus ojos se fijaron directamente en Diana- Están aquí en Chance Harbor.
La castaña abrió los ojos con miedo, dando un paso hacia atrás.
-¿Qué?
-Encontré esta nota pegada en la puerta cuando llegué esta tarde. Querían anunciar su llegada -Cassie sacó un trozo de papel de su bolso, el cual Faye le arrebató antes de que pudiera tendérselo.
Ella lo fue pasando por cada uno de los miembros del Círculo, quienes leyeron las palabras que alguien había escrito con tinta negra dirigidas a Cassie con un "Gusto en conocerte, hermana".
Por un momento nadie habló. Todos estaban demasiado sorprendidos por esta revelación. Entonces Melissa rompió el silencio:
-¿Qué se supone que hagamos ahora? Son todos descendientes Balcoin contra nosotros.
-Calma ya, Mel ¿Se te olvida que tenemos a dos de ellas de nuestro lado?
-Sigue sin ser suficiente, Faye -habló Jake, reprendiéndola- Si su magia es tan poderosa como aseguran, fácilmente podrían poner a Diana y Cassie de su parte usándola contra ellas.
-¿Se puede? -cuestionó Diana.
-Estamos hablando de magia oscura. De la más antigua existente.
-Jake tiene razón -dijo Cassie, captando toda la atención otra vez- En mis vacaciones hice una pequeña visita a una ciudad cercana a Cape Cod. Allí conocí a varias personas, amigos de mi abuela, descendientes de las brujas que no fueron asesinadas en los juicios de Salem y huyeron con el objetivo de crear su propio pueblo donde pudieran usar la magia sin ser juzgados: New Salem.
» Ellos me hablaron de los ancestros de mi padre -continuó- Nuestro antepasado, Jeremy Balcoin, fue un hombre que traicionó a su aquelarre asesinando a todos sus miembros para obtener el poder que la magia negra podía proporcionarle. Se dejó consumir por el lado oscuro, e intentó crear su propio ejército de brujas que compartieran al igual que él la sangre del demonio dentro de sí. Solo que los cazadores de brujas no lo dejaron continuar con sus planes, e hicieron un encantamiento a base de runas para destruirlo y ocultar todo su poder dentro de "La Calavera de Cristal". La misma calavera de cristal que tenemos.
De repente, el ambiente dentro de la vieja casa se volvió silencioso y apagado. Solo era posible percibir el sonido del techo ante los golpes del salvaje viento del exterior, profundizando sus dudas.
-¿Qué crees que deberíamos hacer, Cassie? -preguntó Jake, masajeando la parte de atrás de su cuello.
-Creo que tenemos que destruir el Cráneo de Cristal de alguna forma.
Inmediatamente, la voz de Faye Chamberlain se alzó por encima de las demás, agitando las pulseras de su muñeca derecha por la brusquedad con la que las movió:
-Tienes que estarme jodiendo. Tenemos una de las herramientas más poderosas ¿¡Y tú quieres destruirla!?
-Lo sé -dijo Cassie, intentando ser razonable- Pero después de todo lo que hemos pasado, y ahora que hemos derrotado a Blackwell, siento que tanto poder no puede ser bueno para nosotros ni para nadie. Especialmente no el del Cráneo.
Adam parecía igual de desconcertado, pero se mantuvo callado. Al poco tiempo sintió que la atención del grupo se posaba sobre él, como si quisieran escuchar lo que pensaba al respecto. Después de todo, el cráneo de cristal estaba bajo su tutela, y quería expresar su opinión de manera abierta e inteligente. Pero, por supuesto, esta no iría en contra de Cassie porque ella tenía la razón.
-¿Qué te hizo cambiar de opinión? -él preguntó.
La rubia cruzó sus delgados brazos sobre su pecho.
-La gente cambia de opinión todo el tiempo.
-Bueno -dijo Faye, enfocándose en ella con sus ojos color miel- No estoy de acuerdo por completo. Sería un desperdicio. Como mínimo, deberíamos experimentar con ella ¿No lo crees, Diana?
Había cierta tensión en la expresión perdida de la hija de Charles Meade. Lo que la hizo lucir diferente, más suave de alguna manera, más vulnerable. En ese momento, quería apartar la vista, pero no podía. Al fin y al cabo, ella era tan importante como los demás.
-Yo estoy de acuerdo con Cassie.
Dicho esto, cada uno de los miembros del Círculo supo que no había forma de cambiar esta decisión.
-Entonces ¿Qué haremos? -preguntó Melissa segundos después, entrelazando sus manos por encima de la tela de su falda.
-Diana y yo la creamos. Por tanto, somos las únicas que podrán destruirla. Y debemos hacerlo antes de que los demás hijos de John Blackwell lleguen a ella -habló su líder, en un tono tranquilizador y musical- Intentaré buscar algún hechizo que nos ayude, pero hasta entonces, debemos mantener nuestros ojos muy abiertos y no cerrar el círculo.
-¿Por qué?
-Porque no sé qué clase de daño podríamos causarles ahora que nuestra magia negra ha despertado, y no pienso arriesgarme con ninguno de ustedes.
Todos se quedaron callados entonces, mientras reflexionaban sobre esta nueva posibilidad en su mente, y después de asentir, la mayoría comenzó a abandonar la vieja casa para volver a sus respectivas vidas.
-¿Quieres que te lleve a casa? -Adam se acercó a Cassie, y ella aceptó tras pensarlo por un corto tiempo. Pidiendo que esperara por ella solo unos minutos afuera.
Tenía algo que hacer todavía.
-Diana... ¿Crees que tengas un segundo?
La castaña se volteó sobre sus propios talones, deteniéndose antes de poder salir por la puerta como habían hecho los demás.
Su mirada café chocó contra la azul de u amiga, quien la miraba con añoranza. Su hermana de sangre.
-¿Pasa algo?
-Yo... te eché mucho de menos -dijo, en apenas un murmullo- Esperaba recibir un abrazo tuyo ¿Puedo?
Al principio, ella logró ver la duda y la incertidumbre adueñándose de las facciones de la castaña, quien a pesar de haber intentado mantenerse distante toda la noche, al final terminó cediendo y la envolvió en un caluroso abrazo que a ambas las hizo suspirar.
Después de descubrir que Blackwell también era el padre biológico de Diana, Cassie se había sentido, de alguna forma, feliz. Feliz de saber que la chica que la recibió como una amiga y a quien había admirado era nada más y nada menos que su media hermana. Sangre de su sangre.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que las dos sintieran que algo en sus manos las quemaba, hasta el punto de hacerlas separarse de golpe debido al creciente dolor.
-¡Auch! -Diana miró la espiral en su palma derecha, brillando con el mismo color del fuego.
Cassie se quedó sin aliento.
-¿Tú también la tienes?
Ella asintió, notablemente asustada. Acto seguido, las dos juntaron sus palmas poco a poco, percibiendo el mismo ardor de antes, creciendo al igual que una llamarada de fuego hasta obligarlas a separarse nuevamente.
Su desconcierto fue tanto, que Cassie tuvo que obligarse a tragar grueso pasados unos segundos:
-Esto no puede significar nada bueno.
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