❪⛤❫ 𝖈𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖈𝖚𝖆𝖙𝖗𝖔
La luna en lo alto era una luna creciente de un blanco brillante y el cielo estaba despejado. Cassie y Melissa estaban de pie junto al puesto de boletos de Sally, ayudándola a recibir a las nuevas personas que visitaban el pueblo, y ella se sentía radiante con el camisón rosa clavel que había pertenecido una vez a su madre. Lo había encontrado en una vieja caja en el ático temprano esa mañana, y se sentía bien al usarlo.
Melissa, por su parte, vestía gasa verde, y se había brindado a ayudarlas debido a que no encontraba nada mejor que hacer por sí sola. A pocos metros de ellas, su padre y su madrastra tenían un puesto de inscripciones para la rifa, desde donde ambas podían ver a la abuela de Diana saludándolos de forma agradable.
-¿Has visto a Faye? -preguntó segundos después a Cassie, cuando ambas habían vendido ya todos los boletos.
Ella se encogió de hombros, pero una voz conocida fue la que respondió:
-Está buscando al chico nuevo.
Era Diana. Quien había venido acompañando a su abuela, pero esta se quedó conversando con viejos amigos más atrás. Sus mechones de cabello castaño chocolate le caían divinamente por la espalda, lizos como la tela de su discreta túnica de seda color marfil, y el brillo singular que desprendían sus ojos esa noche se debía a la suave capa de maquillaje que había usado para hacerlos resaltar.
Cassie le sonrió, pero Diana solo le devolvió el gesto a medias, y fue a posicionarse al lado de Melissa. Tal parecía ser que estaba evadiendo cualquier tipo de contacto con ella más allá del debido.
-¿Estás segura? -preguntó la de apellido Glaser.
-La ví hace un momento.
-¿Ella aún no se ha rendido con Max? Ha estado evadiéndola toda la semana -habló Sally.
Mel negó con la cabeza.
-Al parecer, ni una oportunidad -dijo-. Faye nunca retrocede tan fácilmente.
-¿Qué hay de Adam? -preguntó Cassie con tono esperanzador- ¿Lo has visto?
-No creo que venga.
-¿Por qué no?
-Porque está trabajando en el Boathouse con el señor Conant -Diana trató de mirar a Cassie hacia abajo, pero ella la ignoró.
Si quería que las cosas fueran así, pues de esa forma continuarían siendo. No obstante, ella no sabía que su media hermana lo estaba haciendo más por proteger al chico que por otra cosa.
Mel frunció el ceño de una manera que reveló que simpatizaba con la rubia.
-Adam puede aparecer -dijo- Si ese chico es algo, es impredecible.
Hubo un momento de silencio mientras Cassie dejaba que sus ojos vagaran por el puerto, alrededor del concurrido festival. Admiró las guirnaldas y cintas multicolores que caían desde su vértice. Las personas que caminaban de aquí para allá luciendo sus mejores galas. Todo era extremadamente precioso.
Entonces Sally dijo:
-Oigan, ¿No es esa la chica nueva?
Cassie pudo notar a Scarlett a lo lejos, la joven que el pasado lunes la había llevado a la escuela en su bonito auto. Ella la vió también y se fue abriendo paso entre la multitud en dirección a su lugar en el puesto de boletos.
Llevaba un vestido de muñeca amarillo limón, y su largo cabello castaño estaba metido debajo de un bombín de fieltro marrón. Las saludó con una mano en el aire cuando sus ojos se encontraron con los de la apellidada Blake, y luego aceleró el paso al trote.
-¿Quién es esa? -preguntó Diana con una pizca de desdeñosa curiosidad en su voz.
Melissa soltó un Wow muy bajito. Ella siempre apreciaba a una chica lo suficientemente elegante como para llevar con éxito una prenda de vestir masculina.
-Esas botas son asesinas -dijo.
Fue Cassie quien se adelantó para recibirla antes que las demás, sujetándola por los brazos para que no se cayera sobre sus propios zapatos.
-¡Estás divina hoy, Blake! -exclamó la castaña, obligándola a dar una vuelta en el lugar.
-Tu tampoco te alejas mucho.
-¿Lo dices por estos trapos? -se señaló- Son cosas viejas, pero que todavía me quedan.
Ambas rieron con notable confianza, al igual que si se conocieran de toda la vida. Esto hizo bufar a Diana. Pero contrario a como había pensado, Scarlett era todo sonrisas cuando la rubia la presentó. Sus ojos oscuros pasaron sobre cada una de las chicas individualmente, y las saludó con el mismo cariño de una vieja amiga. Cassie notó que no era solo el sentido de la moda de Scarlett lo que cautivaba, era su naturaleza, y toda ella era bonita. La lengua de los chicos que pasaron por su lado estaba prácticamente colgando de sus bocas cuando la miraron.
Scarlett estrechó la mano de Sally y Mel con una sonrisa, luego se volvió hacia Diana.
-Estoy muy contenta de al fin conocer a más personas en la ciudad. Mucho más si sois amigas de Cassandra. Podéis buscarme cada vez que lo necesiten.
-Ujum -respondió la hija de Charles Meade, de una manera que hizo que Cassie se estremeciera. Pero Scarlett le dio una sonrisa blanca que mostró que se negaba a tomar en serio la indiferencia de Diana.
-¡El concurso de calabazas está a punto de comenzar!-exclamó Sally emocionada- Deberíamos ir a animar.
Sin embargo, Scarlett examinó los numerosos puestos y camiones de comida.
-En realidad -dijo- Estoy hambrienta. Y me muero por una de esas brochetas de chorizo.
-Iré contigo -saltó Cassie. Estaba ansiosa por saber más sobre ella y, ahora que lo pensaba, también estaba bastante hambrienta.
El grupo se dividió entonces. Sally se dirigió al jardín de calabazas, Melissa fue hacia el Boathouse para ayudar a Adam con los clientes, y Diana, como se encontró repentinamente sola, se alejó hacia ningún lugar en específico.
Cassie y Scarlett compraron cada una un pincho, y lucharon por no hablar con la boca llena mientras caminaban por el perímetro del festival.
-¿Así que te vas a quedar aquí por tiempo indefinido?-preguntó lo más inocentemente posible.
La castaña asintió, masticó y luego tragó.
-¿Dónde están tus padres?
-Mi mamá falleció -reveló Scarlett abruptamente, como si quisiera sacar esa información lo más rápido posible.
-Oh lo siento.
-Ella creció aquí -continuó- Por eso quería venir a Chance Harbour, para volver a conectarme con ella y con mi pasado. Mi hermano y yo, de hecho. Su nombre es Samuel, pero no le gustan mucho este tipo de fiestas, así que no quiso acompañarme.
Entonces miró hacia otro lado, quizás temiendo estar compartiendo demasiado. Rápidamente Cassie buscó en su mente algo que decir:
-Creo que estamos iguales.
-¿Tu madre también murió?
-Si, en un incendio -suspiró- luego fue mi abuela, y ahora estoy sola.
-Vaya. Lo siento muchísimo, Blake.
Ella se encogió de hombros. Estaba pensando en su madre y su abuela, y en lo mucho que las echaba de menos. Por ese lado, ambas sabían cómo era experimentar la pérdida de alguien a quien amas demasiado.
Scarlett asintió.
-Da igual. Supongo que solo estamos buscando un nuevo comienzo.
-Sé lo que quieres decir -dijo Cassie, sorprendiéndose cuando su nueva amiga exclamó de pronto:
-Dime algo más sobre ti.
La mente de la joven bruja se aceleró. Quería cambiar el tema a algo menos pesado, pero se le ocurrió que todo lo bueno y emocionante que quería contar también involucraba al Círculo, por lo que se quedó sin palabras. Por primera vez desde que se mudó a Chance Harbor, entendió por qué ser amiga de una persona corriente podía ser un desafío.
-Bueno -dijo- No hay mucho que decir la verdad. Oh mira, ese es el Boathouse donde trabajan mis amigos.
Pero cuando señaló, sus ojos se encontraron con la mirada tormentosa y atractiva de Adam a lo lejos. Él estaba tomando órdenes con la ayuda de Melissa, vestido completamente de negro bajo las luces amarillas, y cuando este reparó en ella, su rostro pareció iluminarse súbitamente.
Varias chicas estaban coqueteando con él mientras las atendía, pero este solo tenía ojos para Cassie, pues no la perdía de vista ni un segundo mientras hacía su trabajo. No obstante, ella sintió que se le encogía el estómago. Pero ¿Por qué? No lo supo, simplemente correspondió a su saludo con una tímida sonrisa y continuó mostrándole a su nueva amiga todo alrededor.
Mientras tanto, Diana se había perdido por entre las atracciones y los puestos, sin encontrar a su abuela por ninguna parte. Tanto tiempo había pasado sola que ya comenzaba a exasperarse. Las personas pasaban por su lado sin apenas reparar en ella, y sus tacones comenzaban a dolerle demasiado, a tal punto que se vió a sí misma deteniéndose en medio del camino.
Inevitablemente, no pudo dejar de fijarse en el puesto donde vendían hot dogs, puesto que una niña esperaba ansiosamente porque su padre terminara de comprar. El hombre le dió una ella y juntos se sentaron en una de las bancas para comérselos tranquilamente mientras reían por algo que ella le contaba, probablemente del colegio.
Tiempo atrás esos habían sido su padre y ella. Diana recordó con nostalgia, apenas percatándose de lo mucho que lo extrañaba.
Aunque en esos momentos no quisiera verlo, aún se preguntaba dónde estaría, o por qué se había ido sin decir adiós.
-¿Te has perdido, linda? -oyó una voz que la hizo voltearse rápidamente, asustada.
Diana pudo sentir como la mirada azul del joven desconocido la escaneaba con fijeza, y a pesar de que no había ningún tipo de descaro en ella, este parecía amenazarla con solo eso.
Era guapo, no lo iba a negar. Pero ese atractivo era terrorífico.
-No gracias, solo buscaba a mi abuela -se excusó ella, intentando ser lo más amable posible. Pero cuando se dió la vuelta para seguir caminando, otra figura se interpuso delante.
Este era mucho más alto que el anterior, con un cabello rubio trigo brillante y el mentón pronunciado. Llevaba puesto un gran chal negro, similar a los que usan los hombres adultos, aunque él claramente no lo era.
-En ese caso podemos ayudarte a encontrarla -le dijo, provocando que su piel se crispara y una energía incontrolable comenzara a picarle por entre los dedos.
-No hace falta, yo puedo sola.
-Pero una chica tan bonita como tú no debería andar sola por un lugar tan grande -apuntó el de ojos azules- cualquiera podría aprovecharse de eso.
-Oh Daniel, no seas así. Ya la has asustado -bromeó el segundo, regresando su atención a ella- ¿Te damos miedo, querida?
Diana se puso derecha, intentando aparentar seguridad, aunque por dentro se encontraba aterrada.
-En lo absoluto. Y gracias por su ofrecimiento, pero ya debo irme.
Ella intentó salir de aquel espacio lo más rápido posible, pero entonces uno de ellos la detuvo sujetándola con fuerza por una de sus muñecas.
-No tan rápido -le dijo-. Ni siquiera nos has dado tiempo de presentarnos como es debido. Eso es muy descortés ¿No te parece?
-Lo que me parece es que ya esto no me está gustando. Ahora suéltame.
Ambos chicos intercambiaron una mirada entre ellos, riendo silenciosamente.
-Eres toda una luchadora, Diana -resaltó el rubio, y ella habría tirado de su brazo con brusquedad de no ser porque estaba petrificada en su lugar. Obligándose a tragar grueso mientras el agarre alrededor de su brazo comenzaba a lastimarle.
No recordaba haberles dicho nunca cual era su nombre.
-La señorita ha dicho que la sueltes ahora.
La castaña se volteó justo cuando el desconocido que estaba cumpliendo con el papel de su salvador se interpuso entre ella y los dos matones. Tenía puesta una chaqueta de motorista de mezclilla, y desde su lugar vagamente alcanzó a ver su corto cabello negro y la piel aceitunada de su cuello.
Este se mantuvo siendo su escudo por un rato, desafiando con la mirada a los dos chicos que, aún, continuaban riendo como si todo fuera una mala broma.
-¿No habéis oído? Dejen ya de perturbarla y largaos de aquí -volvió a espetar.
-Tranquilo, niño bonito. No era nuestra intención molestarla. Solo estábamos teniendo una divertida conversación ¿No es así, Zach?
-Totalmente -contestó Daniel.
-Pues eso no fue lo que me pareció a mí cuando los ví hace un rato. Así que no lo repetiré otra vez. Marchaos.
Diana continuó escondida en la espalda del chico, sin intenciones de agregar nada, ni mirar a ninguno de ellos.
Finalmente, cuando el nombrado Zach le hizo una seña a su compañero para salir de allí, la castaña pudo liberar un suspiro de alivio y separarse para ver el rostro de la persona que la ayudó.
Este era joven, probablemente de su misma edad, y sus rasgos eran latinos, pero muy atractivos.
-Gracias -murmuró- No sé qué habría pasado si tu no hubieras intervenido. Salieron de la nada.
-No fue nada. Detesto cuando hacen ese tipo de cosas -él asintió, observando que alrededor de la mano donde la habían tenido sujeta comenzaba a notarse un moretón- ¿Tu te encuentras bien? ¿No te hicieron daño?
-Afortundamente no, pero estuvo cerca. Aunque mi muñeca duele.
Ella levantó de a poco sus ojos, hasta encontrarse con la mirada café y sencilla del chico. Descubriendo la facilidad con la que podría perderse en ella.
-Soy Max -dijo este, extendiendo su mano, la cual ella aceptó.
-Diana.
-Te vi en la clase de Historia Universal del viernes -dijo-. Fuiste la única que prestó atención al aburrido discurso de mi padre.
Diana rió con nerviosismo.
-¿Me viste? -dijo con asombro, y luego agregó- Oye no fue aburrido.
-¿No? ¿Estás segura? -Max la miró con una mueca, hasta que ella aceptó:
-Está bien, tal vez solo un poco.
-Gracias por tu honestidad -Max tomó la mano de Diana y la apretó entre sus gruesos dedos-. Ahora podemos ser amigos.
La castaña se echó a reír, al mismo tiempo que él lo hacía, sin poder apartar la atención el uno del otro.
Entonces, ella se percató de que alguien venía por encima del hombro de Max.
Faye se acercaba desde la dirección opuesta. Llevaba un vestido negro transparente que le quedaba como un corsé. Casi pudo escuchar que el hijo del Profesor Boylan murmuraba un "No puede ser".
Él y Diana dejaron de sonreír y recuperaron el control de su situación una vez que notaron que la apellidada Chamberlain se dirigía hacia ellos.
-Max, cariño. Te me has escapado entre la multitud sin que me diera cuenta -exclamó, apoyándose en su hombro con total confianza.
-Hola de nuevo, Faye.
-Se nota que estás feliz de volver a verme -luego esta se volvió hacia la otra miembro de su círculo, y la miró con extrañeza- Diana ¿Qué haces por aquí?
La aludida se sonrojó y Faye notó que Max se movía incómodo.
-Mi abuela está aquí en alguna parte, pero no logro encontrarla -dijo- Quizás debería ir a reunirme con los demás en el Boathouse.
-Yo haré eso dentro de un rato -dijo Faye- Pero primero quería mostrarle a Max mi atracción favorita del festival. Justo detrás de los puestos rodantes. Donde todo está muy oscuro.
Max tragó grueso, apresurándose en decir:
-Yo... creo que debería ir a buscar a mi papá. Tú puedes acompañarla.
-Pero...
Él la detuvo:
-Te veré más tarde.
Luego de decir esto, se giró hacia Diana y le dedicó un "Gusto en conocerte" antes de alejarse por el lado opuesto de dónde Faye había llegado
Ella, que había estado en un silencio sepulcral hasta ahora, tenía una expresión de agrado en su rostro.
-Bueno, eso fue raro -suspiró Faye.
-No es eso -la regañó Diana-. Solo estaba tratando de escapar porque lo tienes aterrorizado con tu incontrolable acoso sexual.
-Por favor. Cualquiera estaría encantado de tener un poco de esto -se señaló- Max solo se está haciendo el difícil, pero pronto caerá.
-Si tú lo dices -dijo tras un suspiro, escuchando un súbito timbre en su bolsillo derecho.
Cuando sacó el móvil, se dió cuenta de que esto era un mensaje de Adam.
-Dice que vayamos al Boathouse ahora... algo le ha pasado a Melissa.
●●●
Cuando ambas llegaron, sus amigos estaban todos en el sótano que pertenecía al local del Sr. Conant. Adam estaba sentado junto a una inquietante Melissa, cuyo hombro estaba siendo revisado por Jake, quien había llegado apenas diez minutos después de que lo hubieran llamado.
Cassie estaba delante de ellos, esperando.
Había tenido que despedirse de Scarlett más pronto de lo que habría querido, pero luego se recibir la llamada por parte de sus amigos le fue imposible quedarse a pasar más tiempo con ella. Por lo que al final prometió que se verían por ahí.
-¿Qué sucedió? -preguntó Faye, tomando asiento al lado de su mejor amiga.
-Algo extraño pasó... -dijo esta- Estábamos sirviendo las mesas cuando Adam se dió cuenta.
-Al principio bromeé porque creí que se trataba de un nuevo tatuaje. Pero luego Melissa me dijo que no era posible, y entonces me preocupé.
Diana se acercó para ver la marca que ahora pintaba de negro el hombro derecho de Mel.
-¿Qué es?
-Un símbolo -dijo Cassie- parece algo primordial. Como dos formas de U dobladas dentro de un hexágono.
-No es sólo eso -interrumpió Jake, su voz apenas audible.
Todos notaron la mirada de alarma que cruzó por el rostro del mayor de los Armstrong, preocupándose porque eso no podía significar nada bueno.
Melissa habló miedosa:
-Entonces.
Él negó con la cabeza.
-No son dos U -dijo- Es una W.
Cassie no entendió lo que estaba escuchando.
-W, como en Witch -continuó diciendo el rubio- Es una marca de reconocimiento que no se puede revertir con cualquier hechizo. Pero solo hay un tipo de persona que puede hacerla.
-¿Pero quien? -preguntó Cassie con insistencia- ¿Qué tipo de persona?
Jake se volteó hacia ellos, todos expectantes por su respuesta:
-Un cazador de brujas.
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