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7.

Bella

Aún recuerdo la primera vez que vi a Finn, fue en mi primer día de instituto, Sarah estaba enferma y no había ido ese día a clase y Alex estaba con otros amigos, así que estuve sola en el recreo, dibujé en el cuaderno que siempre llevaba encima hasta que un chico de pelo castaño y profundos ojos negros se sentó a mi lado.

¿Por qué estás tan sola?

Tragué saliva, un chico guapísimo se sienta a hablarme y yo solo me quedo mirándolo como tonta, incapaz de recordar mi propio nombre siquiera, espabilaaa, di algo, lo que sea.

Mi mejor amiga no pudo venir hoy y el resto de mis amigos están con otros amigos con los que no me apetece estar, así que no me queda otra que estar sola. Genial, le he contado mi situación de la forma más triste posible, simplemente genial.

Él me mira con pena, odio esa mirada.

Yo soy Finn, mis amigos son idiotas y me he peleado con ellos, ¿te importa si me quedo contigo? Me mira con ojos de cachorrito, ¿cómo puedo negarme a eso?—. Tampoco quiero estar solo.

Soy Bella, puedes quedarte siempre y cuando no te rías de mis dibujos.

Nunca haría eso.

¿Lo prometes? pregunto ofreciéndole el meñique.

Lo prometocontesta y cruzamos nuestros meñiques, haciendo el Pinky promise, la promesa más sagrada.

De eso hacen ya casi 5 años, nos volvimos inseparables durante unas semanas, pero luego él volvió con sus amigos y me olvidó.
O eso pensaba yo, hasta que la semana pasada me atreví a hablarle, tengo su número desde hace mucho tiempo pero nunca le había hablado, pensé que ni siquiera me recordaría, pero lo hizo, hemos estado hablando y ha ido mejor de lo que creía.

Hemos quedado en vernos en apenas una hora en una cafetería del centro, tengo una mezcla de emociones, estoy feliz, confundida y nerviosa al mismo tiempo.

Decido empezar a prepararme porque si no, no me va a dar tiempo. Pongo a Britney Spears de fondo y entro en mi gran armario para buscar el outfit perfecto. Varios intentos más tarde, lo consigo, consiste en unos pantalones de cuero con un top rojo que tiene la espalda descubierta, me pongo rimel para descartar mis ojos azules y pintalabios rojo a juego con el top, voy justa de tiempo así que me hago una coleta despeinada y cojo mi bolso para salir de mi casa.

—Voy a salir. —Anuncio cuando paso por el salón, donde se encuentran Ethan y Noah jugando a videojuegos.

—¡Espera! – Grita el último y se acerca a mi—. Bella quiero acabar con este mal rollo que hay entre nosotros, sabes que...

—Ahora no, Noah— lo corto al hablar—. Tengo prisa, ya lo hablaremos en otro momento.

Trato de abrir la puerta para salir, pero la cierra de un portazo a lo que le lanzo una mirada asesina

—Pero esto es importante para mí, eres mi prima, te quiero y también quiero que nos llevemos bien, además tanto tú como yo nos preocupamos por Sarah, sabes que no le voy a hacer daño, vamos, perdóname y termina con esta guerra fría en la que estamos.

—Como ya te he dicho, Noah, ahora tengo prisa, hablamos en otro momento.

—Bueno, al menos piénsatelo, ¿vale?

—Lo haré—al oír las palabras sonríe y me abraza, le devuelvo el abrazo durante un par de segundos—. Ahora me tengo que ir.

Y dicho esto, salgo finalmente de mi casa, camino un par de minutos hasta que llego a la cafetería donde he quedado con Finn, me paro un segundo fuera, estoy muy nerviosa. Respiro un par de veces, me mentalizo y entro.

No tardo en encontrarlo, es como si su presencia me llamase, esos ojos son inconfundibles y su sonrisa, más, estoy segura de que podría encontrarlo fácilmente en una multitud.

Me acerco a la mesa que ha escogido, se encuentra cerca de la ventana y está mirando por ella, me paro a observarlo, está muy guapo, lleva unos vaqueros claros, una camiseta blanca y una chaqueta de cuero que le da el toque de chico malo.

Como no, tenía que elegir ese momento para girar la cabeza, me sonrojo porque me ha pillado mirándolo y como respuesta, él sonríe y me hace un gesto para indicarme que me siente.

—Cuánto tiempo, ¿eh? —Digo para romper el hielo.

—Si, creo que no nos veíamos desde... —mira pensativo— el comienzo del instituto, ¿no?

—Si, desde esos primeros días en lo que nos hicimos buenos amigos.

—Buenos tiempos aquellos, has cambiado, ya no te ves como esa niña de doce años que se sentaba bajo la sombra de un árbol a dibujar.

—Créeme, en mi interior lo sigo siendo— contesto con una sonrisa cómplice—. Tú no te ves nada mal, si ya eras guapo antes, después del glow up de la adolescencia estás...

—Ajá, ¿dime, cómo estoy? —Pregunta provocándome cuando ve que no voy a terminar la frase—. Siento una gran curiosidad por saber cómo me ven tus ojos, querida Bella.

Respondo a esto dándole un empujón amistoso en el hombro.

—Anda, eres guapo y lo sabes, no actúes como si no te dieras cuenta del efecto que provocas en las chicas.

—¿Qué efecto provoco en ellas?— Pregunta visiblemente anonadado.

—Ya sabes, a todas se les cae la baba cuando pasas por su lado, una pequeña charla, una sonrisa y ya las tienes— explico dramáticamente—. Podrías tener a cualquier chica.

—No a cualquiera, parece ser que la chica que me gusta es inmune a mis encantos.— Replica mirándome con esos preciosos ojos negros.

Me sonrojo porque entiendo que se refiere a mi, desde luego que no soy inmune, pero nunca lo admitiré en voz alta. Carraspeo y decido cambiar de tema.

—Así que ¿qué se siente al terminar finalmente el instituto?— Se graduó el mes pasado y ya va a ir a la universidad.

Me hace un gesto de se-qué-estás-cambiando-de-tema-pero-voy-a-dejarlo-pasar y yo suspiro de alivio.

—Liberador, ya no tendré que volver a estudiar algo que no me gusta, ahora podré tomar las riendas de mi vida.

En ese momento viene la camarera, Finn pide un zumo de naranja y un sándwich de jamón y queso, yo un capuchino y un croissant.

—¿Al final vas a ir a la universidad de Gold Coast?— Recuerdo que una vez me dijo que era su sueño ir allí, pero no sé qué habrá sido de ese sueño.

—¿No lo sabías? –pregunta sorprendido y suspira—. Me rechazaron, ahora voy a quedarme por aquí y ayudar a mi padre con el centro.

Hago memoria, su familia tiene un centro de buceo que también alquila equipamiento, siempre me dijo que no quería trabajar ahí y soñaba con salir fuera y explorar el mundo. Dejo de divagar y recuerdo que todavía no me he contestado.

—Oh. —Es todo lo que consigo decir.

—Bueno es lo que hay, no quiero amargarte con mis problemas, cuéntame, ¿qué hay de ti y tus dibujos?

En ese momento nos traen lo que pedimos, le agradecemos a la camarera y le cuento.

—Me sigue encantando dibujar en general, tanto con lápices cómo con pintura, ahora se me da mucho mejor que antes y tengo claro que quiero estudiar bellas artes.— Me sorprende escucharme a mí misma decir esto último, lo había pensado, pero no se lo he dicho a nadie, hasta ahora—. Sé que es un mundo difícil, pero me apasiona y es a lo que me gustaría dedicarme.

Él me hace preguntas durante la próxima hora y yo le contesto ilusionada, me siento de nuevo como cuando teníamos doce y trece años, puede que el tiempo pase, pero cuando hablamos, es como si todo a nuestro alrededor se congelase y solo existiéramos nosotros dos.

—Acompáñame, te tengo una sorpresa.— Me da la mano, salimos juntos de la cafetería y niego al ver su moto aparcada.

—Oh, no, no, no– niego con la cabeza—. No hay forma de que me convenzas de subirme a ese vehículo de la muerte contigo.

—Primero de todo, cuidado con lo que dices, no es un vehículo de la muerte, se llama Brenda y tiene sentimientos. —Niego la cabeza, divertida, por la seriedad con la que lo dice—. Y segundo, estás conmigo, no te va a pasar nada.

—¿Brenda? ¿Enserio? —Es lo único a lo que le voy a responder—. ¿Qué estamos, en Scary Movie?

—En mi defensa diré que era el mejor personaje de la saga— contesta, a lo que yo me rio—. ¿Ahora vas a subirte a la moto? El lugar al que te quiero llevar está muy lejos cómo para ir andando.

—No sé, Finn.

—Vamos Bella, no dejaré que te pase nada malo.

—¿Lo prometes?

A modo de contestación me ofrece su meñique, lo cruzo con el mío y sonrío al darme cuenta de que lo recuerda.

Me agarro fuertemente a su espalda durante el trayecto y cierro los ojos porque si voy a morir en este trasto, al menos prefiero no verlo.

—Ya hemos llegado— anuncia—. ¿Qué? ¿Bella? ¿Acaso llevas todo el rato con los ojos cerrados?

—Claro que sí, si tengo que morir al menos prefiero no tener que verlo.

Se ríe antes mi respuesta.

—Bueno, ya llegamos, ya no estás en peligro así que puedes abrir los ojos.

Abro los ojos y veo... ¿una tienda de pintura?

—¡Sorpresa! —Grita Finn, pero yo todavía lo estoy asimilando—. Es de un amigo mío, le hablé sobre ti y me dijo que le encantaría conocerte y regalarte lo que necesitases.

Sigo en shock, Finn ha hecho todo esto, ¿por mi?

—Perdón si no te ha gustado que no te lo contase antes, pensé que te gustaban las sorpresas y...

—¿Es una broma? —Pregunto cortándolo—. ¡Me encanta! Gracias, gracias, gracias— Grito como una loca abrazándolo.

—Me alegro que te guste, Bella— Responde entre risas—. ¿Entramos?

—Si, vamos. —Respondo y entramos cogidos de la mano.

—¡David! —Saluda Finn al que imagino que debe de ser su amigo y el dueño de la tienda.

—Hombre, Finn ¿qué tal estás? —mientras ellos se saludan me fijo en David, es un chico fuerte, debe de tener unos veintipocos, es rubio y tiene ojos marrones—. Y tú debes de ser la famosa Bella.— Afirma al acercarse a mi.

—La misma —respondo y le saludo con dos besos.

—Finn me ha hablado maravillas de ti, ¡estaba deseando conocerte!

—Te aseguro que exagera— respondo tratando de quitarle hierro al asunto.

—Oh, no, no— interviene Finn—. Podré exagerar muchas cosas, pero nunca el talento de Bella, es una verdadera artista y estoy seguro de que si vieras alguno de sus trabajos, opinarías lo mismo que yo.

—¡Me encantaría ver alguno de tus trabajos, Bella! —dice David—. ¿Por casualidad tienes alguno aquí?

—Bueno si, tengo algunas fotos en el móvil.

Insiste en verlas y yo me pongo a buscarlas para enseñarselas, cuando ve alguno de mis trabajos más recientes exclama.

—¡Maravilloso! Tienes muchísimo potencial, creo que podrías llegar a ser una gran artista.

—¿De verdad? —Pregunto ya algo incómoda, no me gusta ser el centro de atención durante tanto tiempo.

Finn nota mi incomodidad y le hace un gesto a David, supongo que para que deje el tema.

—Por supuesto que sí, bueno ya hemos hablado mucho tiempo, podemos continuar con la conversación otro día, ahora por favor mirad la tienda y Bella, si te gusta algo, no dudes en llevártelo como regalo.

—Muchas gracias.— Respondo.

Damos una vuelta por la tienda, es inmensa y tiene todo lo que podría imaginar, cojo unos pinceles finos que me hacen falta y un rotulador dorado de Faber-Castell que uso para firmar. Nos despedimos de David y salimos de la tienda ya de noche.

—¿Te ha gustado? —Pregunta Finn, noto una ligera inseguridad en su voz y le contesto la verdad para tranquilizarlo.

—Me ha encantado Finn, lo he pasado muy bien, muchas gracias de verdad.

Sonríe ante mi respuesta.

—¿Me puedes llevar a casa? —Pregunto—. Ya es algo tarde, mis padres me van a matar.

—Claro— contesta—. Y toma mi chaqueta, seguro que tienes frío.

Me la ofrece y lo primero que hago al ponérmela cuando no me ve, es olerla, huele a su perfume, ¡me encanta!

Volvemos hablando y cuando llegamos enfrente de mi casa, me doy cuenta que estaba tan concentrada en él durante el viaje de vuelta, que no he cerrado los ojos.

—Me lo he pasado muy bien contigo hoy Finn—le digo al bajarme de la moto—. Gracias por todo.

—¿Tanto cómo para dejar que te bese?—Pregunta con una sonrisa ladeada.

A modo de respuesta uno nuestros labios en un beso tímido, él me corresponde enseguida y siento las famosas mariposas en el estómago, todo es ... perfecto.

Me separo antes de que el beso pase a algo más y me despido con la mano antes de entrar a mi casa, tengo las mejillas sonrojadas y los labios hinchados por los suyos.

—Vaya, vaya— dice Noah sorprendiéndome—. Parece que alguien ha tenido una buena noche.

—Ha sido tan buena que ni tú podrías estropearla primito—contesto.

Es entonces que me doy cuenta de que la forma en que me siento yo con Finn, es posiblemente la misma en que él se siente con Sarah y es inútil seguir enfadada con él por algo que pasó hace ya mucho tiempo.

—Y Noah—digo cuando se empieza a alejar—. Ya no hay mal rollo entre nosotros, te perdono por aquello y te dejo vía libre para intentar estar con Sarah.

No contesta, en su lugar me sonríe y puedo ver en sus ojos que me lo agradece.

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