26
Tzuyu POV
No podría creer lo que acabo de hacer. Acabo de rechazar una buena y placentera noche de sexo puro con Susan Kim. Dios, camine de un lado a otro en el corredor, pensando en la idea de regresar y tomar a esa mujer en mis brazos. Pero ¿y Sana? No importa cuánto enojo sienta esta noche no haría una traición como esa.
¿Sería traición? No tengo nada con Sana. ¿O si...? No lo sé.
Sacudí mi cabeza mientras salía del Imperium. El ruido de la sensual música se quedaba atrás, dejando solo el silencio de la noche. Necesitaba poner mis pensamientos en orden. Necesitaba entender que estaba pasando dentro de mí.
Entre a mi carro suspirando. Recargue mi cabeza en el volante tratando de callar mis pensamientos. Me iría a casa y trataría de dormir, esa sería la mejor opción. No importa que tanto quisiera estar con Susan, me gustaba Sana y era con ella con la que quiero estar.
Encendí el carro dejando ese lugar al que tal vez nunca regresaría. Maneje alrededor del centro de Seúl pensando en la idea de pasar por Sana. Seguro el problema con Jihyo ya se había resuelto, me tomo como una hora pasar en frente de su edificio.
Pasaba lento en el carro y pude ver dos mujeres que eran más que familiares. Una de ellas sabía que era Sana. La japonesa usaba el mismo vestido que uso hace unas horas en la cena. Y ¿a lado de ella?
Me acerqué un poco más con la ventana cerrada y no era posible. No lo quería creer.
Nayeon abrazando a Sana por un largo rato y ella le respondió de la misma forma. ¿Entonces ese era el problema con Jihyo?
Sentía una urgencia por bajar del auto y enfrentarlas, pero no podía hacer eso. Era mejor que eso. No importa cuánto enojo sintiera, por el momento no diría nada. Me quede unos minutos más mirando la escena hasta que Sana soltó a Nayeon y miro hacia mi auto. Maldición. Se dio cuenta.
Aceleré el vehículo saliendo de ese lugar sin mirar atrás. Estaba enojada, me sentía como una tonta. Era por este tipo de cosas que odiaba enamorarme.
¿Estaba enamorada?
No. No. No.
Estaba enojada conmigo misma por ser lo suficientemente estúpida para negarme a una noche con Susan. Mi voluntad era regresar al club y cogerla hasta que no pueda más. Pero no lo haría. Solo trataría a Sana fría y cortante como ella se merecía.
Mal humor, enojo y paciencia.
Esas tres palabras definieron ese día. Tomé un sorbo del whiskey más fuerte como desayuno y partí a Industrias Chou. El tráfico estaba del demonio como mi estado de ánimo. Cerré mis ojos y las imágenes de Nayeon y Sana se hicieron presentes, como en las horas que no pude dormir esa noche.
Mierda.
Toque la bocina una, dos, tres veces para el carro oxidado que estaba enfrente. Si no tenía dinero para comprar un carro mejor se hubiera quedado fuera de las calles.
Minutos después me estacioné en mi lugar presidencial y fui hacia el elevador. Los empleados corrieron hacia sus respectivos lugares como siempre. Caminé entre ellos con una mirada fuerte. Entre al elevador y en el piso 10 entro vi a Jihyo y ella entró.
──Buenos días señora ──La mujer me saludo pero no le contesté.
Y después de unos pisos el beep del elevador me avisó que ya había llegado a donde yo quería.
Salgo del elevador y mire a la japonesa que estaba sentada en su escritorio. Pase a lado de ella sin hablar.
Entre a mi oficina azotando la puerta, después de unos minutos Sana entró mirándome fija y curiosamente con algo de miedo.
──Buenos días... señora.
Me giré hacia la mujer viéndola con enojo.
──Buenos días señorita Minatozaki.── Dije sarcástica.
Sana miró al suelo y luego a mí.
──Quería hablar contigo.
──¿Sobre qué? ── Pregunté mientras acomodaba unos papeles sobre mi escritorio.
──Sobre ayer, lo siento.
──Jihyo mejoró, ¿no? La vi hace unos minutos, parecía estar perfectamente bien.
──Si, ella mejoró.
──Me imagino.── Hablé fríamente.
¿Cómo podía seguir mintiendo? Dios.
──¿Seguirás enojada conmigo?
Quería decirle todo, decirle que la vi en los brazos de Nayeon. Pero no podía, no podía exponerme al ridículo de esa manera.
──¡Hola perra!
Nayeon entro con una enorme sonrisa aumentando mi enojo de esa mañana.
──Buen día Sana.
──Buen día Nay.
Mire a ambas mujeres, temblando de enojo era lo único que podía sentir. Amaba a Nay pero no soportaba la idea de que ella tuviera a Sana. No, no Sana.
──¿Necesita algo señora?
──Quiero estar sola.
Nayeon y Sana me miraron si entender.
──Bien, quiero hablar contigo, Chou. ── Dijo Nayeon sentándose. ── Y no me iré hasta que lo haga.
Sana trago saliva y se fue.
──¿Qué quieres? ── Pregunté fríamente y tome un trago de mi whiskey.
──Primero quiero saber porque estás de malas.
Miré a Nayeon y por unos segundos tenía la necesidad de matarla.
──No es de tu incumbencia.
──Dios, la rudeza se atoró y se quedó.
──Me alegra que lo notes. ¿Qué haces aquí Im? Soy una persona muy ocupada.
──¿Cuál es tu problema mujer? ── Nayeon preguntó levantando su voz.
──¿En este momento? ¡Tú! ── Casi lo grito, golpeando con mis palmas el escritorio con algo de enojo.
──¿Qué te hice?
──No te hagas la santa Nayeon, porque de eso tú no tienes nada.
──¿Y tú sí? ── Habló desafiante.
──Al menos yo no ando detrás de lo que es tuyo.
──¿Qué? De qué hablas? ── La mujer preguntó confundida.
Negué con mi cabeza y empecé a caminar de un lado a otro. Nayeon se paró y me siguió.
──¡Habla ahora!
──¿Qué quieres?
──Quiero que hables, ¿cómo puedo estar detrás de lo que es tuyo?
─Sana. ¿O crees que no las vi?
──Dios, ¿qué es lo que viste? ──Soltó ella.
──Eso no importa. ¡Cierra la boca y lárgate de aquí!
──¡No me iré de aquí hasta que me expliques eso Chou Tzuyu!
──¡No tengo que explicar nada! ¡Lárgate!
Dije eso mientras caminaba hacia la puerta.
──¡Ahora! ── Le grité, ella camino hacia mí sin quitar sus ojos de los míos.
──Te arrepentirás de haberme tratado así. ── Fueron sus últimas palabras antes de irse.
Vi la mirada de miedo que tenía Sana, desde el otro lado de la puerta. Después la cerré.
En unos minutos la puerta se abrió, dando paso a que entrara Lalisa. Dios está castigándome hoy, no había de otra.
──Hola bebé. ── Dijo Lisa sentándose en frente mío.
─Lalisa, por favor no es un buen día.
──¿Qué pasa, Yoda? Escuché tu pelea con Nay y fue muy fea.
──¿No te han dicho que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación?
──Cariño, para como estaban gritando fue imposible no escuchar. ──Dijo irónicamente.
Tenía que tener mucha fuerza para soportar tanto disturbio en mi vida.
──Como sea.
──Necesitas calmarte bebé. ──Dijo Lisa caminando hacia mí.
Sus manos fueron a mis hombros, masajeándolos de una forma delicada y relajante. Cerré mis ojos disfrutando lo mínimo que esta mujer podría ofrecerme.
──Te dije que esta mujer no era de buen carácter. Ellos solos quieren escalar en la vida sin importar de las demás personas. Me sorprende que Nayeon te esté haciendo este daño. ──Dijo Lalisa mientras masajeaba mis hombros.
No quería pensar en eso. Quería creer que no había pasado nada entre ellas, parecía que Nayeon no entendía por qué yo estaba enojada.
──Deberías confiar en las personas que ya conoces y no en las que acabas de conocer.
¿De qué estaba hablando Lalisa? ¿Y porque estaba hablando en plural?
Por un segundo pensé que Lisa sabía más de lo que debería. Abrí los ojos tan pronto Sana entró a la oficina, la mujer se me quedó viendo con cara de pocos amigos cuando vio a Lisa pegada a mí. Mierda.
──Necesito hablar con usted. ── Sana hablaba un ocio enojada.
Mire a Lalisa, la cual se alejó.
──Bien de todas maneras ya me iba, nos vemos luego bebé. Y recuerda, confía en mí. ──Dijo la mujer mientras salía de la oficina, dejándome sola con Sana.
──¿Que está pasando Tzuyu? ¿Qué pasó con Nayeon?
──¿Sientes lástima por ella? Pues ve detrás de ella. ──Dije algo enojada.
──No veo la razón por la que deba hacer eso.
──¿Ah no? ¿Sana, crees que soy una estúpida?
Sana entre cerró los ojos sin entender.
─¿Por qué?
─¡Se que Jihyo no tenía nada! Te vi...
Sana se paralizó, sin la más mínima reacción.
──Con Nayeon, en frente de tu edificio.
La mujer dejó salir su respiración.
──Tzuyu... ──Se acercó.
──¡No te me acerques!
─Me encontré a Nay por casualidad.
──Claro, te creo. ¿Recibiendo todas esas llamadas, no?
──Te lo juro. ¿Cómo puedes pensar que te dejaría ahí para ir con otra? En serio no me conoces.
Por un segundo me tambaleé. Mis mente se encargó de pensar que Sana no era ese tipo de mujer, ella no me haría esa mierda, pero ella estaba ahí con Nayeon las vi con mis propios ojos.
──¿No quiero saber, okay? ¡Las vi!
──¿Y qué es lo que viste? ¿Un abrazo?
Negué con mi cabeza alejándome de ella.
──¡Eso no importa tú me mentiste!
──¡Yo no te mentí Tzuyu, deja de ser tan infantil!
Resoplé.
──Déjame sola, si no quieres que las cosas se pongan peor.
──¡Tzuyu!
──Vete, Sana.
Sana me miró enojada, estaba el enojo en su mirada. La mujer salió de mi oficina enfurecida.
¡Mierda! Las mujeres son solo buenas para dar dolores de cabeza.
──Hey, hey, ¿qué humor es ese? ──Escuché a Daniel mientras entraba a mi oficina.
Hoy mi oficina estaría ocupada.
──¿Que pasó, Daniel?
──Venía a preguntarte qué estaba pasando. Me encontré a Nayeon en el elevador y parecía estar mal.
Rodé mis ojos.
──Ella debió pensarlo antes.
──¿A qué te refieres?
──¿Ayer saliste con Jihyo? ──Pregunté cómo si no me interesará saber.
──No, ella me canceló. Se sentía muy mal, problemas de mujeres, tú sabes.
──¿Seguro?
──¡Dios, claro que estoy seguro, Tzuyu! Hasta me pidió medicina. Parecía que estaba teniendo un bebé.
Solté una risita sin querer.
──Y ni siquiera lo quiero.
Por un momento mi enojo disminuyó, pero no del todo. Sana y Nayeon se habían abrazado, aún sabiendo que la situación de Jihyo fue real soy muy orgullosa para ir detrás de Sana para disculparme y ni hablemos de Nayeon.
El día continuó, Sana y yo no habíamos intercambiado ni una palabra. La mujer parecía estar realmente enojada por toda esta situación. Y su humor empeoró cuando me vio con Lisa, ¿podrían ser celos?
Sonríe sin querer, era gracioso. Sana y yo no teníamos una relación formal, pero el sentimiento de posesión estaba presente. Si cara de enojada durante el día me hacía reír, me estoy volviendo loca primero estoy enojada ¿y ahora me río? ¡Dios!
Al final del día todos se habían ido excepto Sana, fue de las últimas. Me quedé en mi oficina hasta que la japonesa entró, su rostro están serio.
──¿Necesita algo más señora?
Mire fijamente el cuerpo de Sana en la forma más evidente posible, haciendo que la mujer tragara difícilmente.
──No, por el momento no.
──Bueno, entonces me voy, permiso. ── Saba ni siquiera espero que le respondiera y se fue.
Sana POV
Maldita la hora en que Tzuyu me vio. Lo sabía, en el momento en el que vi el Mercedes negro del otro lado de la calle podía estar segura que era ella. Ahora todo encaja, su mall humor y su actitud. Tzuyu estaba celosa.
Por alguna razón me agradaba, pero su falta de confianza en mí me lastimaba. Sabía que no estaba siendo totalmente honesta con Tzuyu por mil razones que ella ni siquiera podía imaginarse. ¿Pero engañarla?, nunca. Mi relación con Nayeon es simplemente afectiva, ella nunca traicionaría a su amiga por ninguna mujer en este mundo. Y no creo que sea justa la forma tan grosera en que está siendo tratada.
Esa mañana no intercambiamos palabras después de lo que paso. Y para empeorar la situación, vi a su ex prometida pegada a su espalda como una víbora venenosa. Perra. Probablemente llenándole la cabeza a esa idiota en mi contra. Juro que todo el coraje que no sentí con la situación con Nayeon, emergió cuando las vi juntas. Lalisa masajeaba los hombros de Tzuyu como si aún fueran cercanas.
Sentí... desagrado.
Era increíble que cuando todo parecía estar bien, el destino se encargaba de arruinar todo. Pero era aún más increíble la mala suerte que me cargaba en la espalda.
Dejé la oficina de Tzuyu sin siquiera esperar una respuesta. Todavía tuvo la audacia de comerme con los ojos. Hija de perra.
Baje en el elevador hasta el estacionamiento para poder irme. Jihyo y Dahyun se habían ido antes, y como siempre, yo era la última en irse. Cruce la enorme extensión del estacionamiento, sintiendo la fría brisa erizarme todo el vello del cuerpo, cuando sentí que alguien me tomaba del brazo.
──¡Jesús! ──dije espantada.
──Cállate y ven conmigo. ──Dijo Tzuyu bruscamente, sosteniendo mi brazo fuertemente.
──¡No voy a ir contigo a ningún lado, suéltame! ──Traté de alejarme.
──¡Si lo hará, Señorita Minatozaki!
Dijo Tzuyu sin dejarme ir.
──¿Quién crees que eres para hacerme esto? ──gruñí mientras ella prácticamente me arrastraba hacia su auto.
──Podría demandarte, ¿lo sabes?
──¡Suéltame, me estas lastimando! ──dije tratando de apartar su mano de mi brazo.
Intento fallido.
──¡Entra al auto! ──Ordenó Tzuyu abriendo la puerta.
──¡No quiero! ──Contesté pisoteando con el pie.
──No tienes que querer nada, te estoy dando una orden. Entra ahora, Minatozaki. ──sus ojos eran feroces.
Resople entrando en el Mercedes negro. La mujer cerró la puerta rápidamente, y caminó al otro lado, entrando al auto.
──¿Qué quieres conmigo? ── Pregunté secamente.
Tzuyu me miro, y después regreso su atención al auto, dejamos el estacionamiento, dirigiéndonos a un lugar que yo no sabía. Las calles de Seúl se veían desiertas y oscuras. Dios, ¿Qué estaba pasando?
──¡Detén este auto y déjame salir ahora!
Ella permaneció en silencio, sin siquiera ponerme atención.
──¡Maldita sea! ¿Estás escuchando? ──prácticamente grite.
Tzuyu freno el auto bruscamente, lanzándonos hacia adelante. Mirándome furiosa.
──¡Voy a llevarte a casa, ¿puedes dejar de quejarte? Las calles están desiertas!
──¡No pedí esto, no quiero tu compañía! ──cruce los brazos. ──Abre los seguros y déjame salir.
──¿Y la compañía de quien quieres Sana? ¿La de Nayeon? ──Preguntó enojada.
──¡No empieces, ya te dije que no tengo nada con ella!
──¡Bueno no parecía eso cuando se estaban abrazando ayer!
──No todo es lo que parece, Tzuyu, eres una idiota arrogante que no puede esperar para enterarse de lo que en realidad sucedió antes de acusarme.
Peleamos una guerra de miradas fulminantes. Si tuviéramos el poder de destruirnos con las miradas, seguramente ambas estaríamos muertas. Tzuyu entrecerró los ojos, y volvió su atención al auto. Encendiendo el motor y estacionándose a lado del camino.
──¿Qué estás haciendo? Ya dije que quería irme.
──¡Cierra la boca, Sana! ──Esas fueron sus palabras mientras se quitaba el cinturón y se acercaba hacia mí para besarme.
──¡Ni siquiera lo pienses! ──Le dije furiosa.
──¿Por qué?
──¡Por qué no quiero besarte!
Tzuyu sonrió sarcásticamente.
──Quieres, siempre quieres, Sana.──su tono de voz era autoritario y presumido.
──¡Prepotente! ──gruñí
──Gruñona.
──¡Arrogante!
──Cínica.
──¡Perra!
Tzuyu sonrió y con agilidad presiono el botón liberando mi cinturón de seguridad, y jalándome hacia ella. Y en ese momento no pensé en nada mas, solo sentí los labios de Tzuyu estrellarse con los míos. Al principio no respondí, empujé a la mujer quien sostenía mi cuerpo firmemente, evitando que me alejara. Era una pelea sin victoria para mí, Tzuyu busco la más pequeña abertura para deslizar su lengua agresivamente sobre la mía. Jadeé en negación, pero ya había perdido.
──Suéltame, a..Ahora ──dije entre sus labios.
La mujer parecía divertirse en mi agonía, Tzuyu no se detenía por nada, descendió con besos de mis labios al cuello, provocándome sensaciones familiares.
──¡Dios! ──Dije casi en un gemido que me encargue de contener ──No tienes derecho...
──Si lo tengo, desde el momento en que eres mía.── susurró Tzuyu en mi oído.
Su cuerpo estaba prácticamente inclinado sobre el mío. Sentí mi cuerpo calentarse con la situación. Tzuyu movió su lengua aplicando la presión adecuada sobre mi pulso. Perra.
──N...no soy tuya. Ve por tu ex, ¿no era con ella con quien estabas pegada todo el día? ──Hablé empujando a la mujer.
Tzuyu se alejó con una sonrisa, aún en la oscuridad podía ver sus ojos ardiendo con deseo.
──¿Esta celosa, Señorita Minatozaki? ──preguntó como si estuviera retándome.
──¿Qué? ¡Por supuesto que no!
──Bueno a mí me parece que lo está, vi la furia en tu cara cuando la viste conmigo.──Tzuyu se acercó ──¿Sabías que incluso tus celos me excitan?
La mire con tanto coraje y deseo que Dios... ugh...
──Cállate, quien está muriendo de celos eres tú. ¿No confías en tu poder, Chou? ¿Crees que vas a perder ante tu mejor amiga?
Hable sin misericordia, si ella me molestaba, la molestaría también. Le demostraría a Tzuyu que no solo Susan tenía ese poder aquí. Tzuyu me miró, y por un momento sentí miedo.
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