23
POV Tzuyu
Lleve mis manos a la cuerda que ataba la bata, sin apartar los ojos de Sana, la dejo caer a nuestros pies. Sana miró profundamente a mis ojos, tan intensamente que podía sentirme débil. No sabía si estaba bien, acabo de hacer lo que realmente quería esa noche.
─ Si no es así, me detengo. ─Le dije inclinándome para aspirar lentamente el aroma de la piel de su cuello
Ella tenía una linda esencia, un dulce aroma mezclado con la frescura que acababa de salir de la ducha. Besé su cuello y lleve las manos a la cintura sacudiéndola con fuerza contra mí.
─¿Quieres esto, Sana? ─ Le susurré, ella cerró los ojos para sentir mis labios sobre su piel.─ Sé mía esta noche. Dime, ¿Quieres esto?
─Si quiero. ─ Sana susurró casi en un gemido.
Viaje por la línea de su columna vertebral, con una de mis manos hasta que llegue a su cuello, donde delicadamente enlazo mis dedos en sus cabellos oscuros tirando su cara hacia la mía. Tomé el cuerpo desnudo de Sana contra la pared fría, haciendo a la mujer jadear cuando sintió mi cuerpo presionado contra el suyo.
─ Yo sé que lo quieres, no es necesario decir nada más. Sólo siente. ─Susurré lenta y sensualmente en su oído.
Retirando un par hebras de cabello, dejando su cuello a merced de mi boca, que se movió en el dejando besos y prolongados chupetones. Su piel blanca era tan suave y sensible que el enrojecimiento se hizo más visible. Podía sentir los vellos de su cuerpo erizar justo en el momento exacto que mi lengua se deslizó sobre su pulso con un poco de presión.
Sana deslizó sus pequeñas manos por mi espalda, clavando las uñas en la tela húmeda de mi blusa. A medida que subía con los besos desde su cuello hasta el lóbulo de su oreja succionando con apuro. La japonesa se quedó sin aliento, dejando escapar un gemido que casi me dejó completamente mojada.
─¡Quítate eso ahora! ─ Susurró la mujer perdida en el deseo.
Solté una sonrisa maliciosa a Sana, que me miraba con esos ardientes ojos marrones tan familiares.
─ Por qué no me la quitas tú, Minatozaki.
Sana no se hizo del rogar, llevó las manos a los botones de mi blusa y los desabotonó de uno en uno, sin apartar su mirada en mí. Cuando ella terminó, la mujer llevo sus manos hasta mis hombros retirando lentamente la tela de mi cuerpo, admirando cada parte de mi cuerpo desnudo. Me sentía caliente, en fuego bajo su mirada sumergida en la lujuria.
Ágilmente toda la ropa estaba en el suelo, dejándonos completamente desnudas en esa habitación oscura. La penumbra de la noche la hacía ver tan atractiva, destacando sus sinuosas curvas bajo la poca luz que las lámparas ofrecieron.
Besé su boca intensamente, y Sana correspondió de la misma manera. Ella separó sus labios permitiendo el paso de mi lengua que se deslizó sobre ella con hambre. Estamos batallando por quien domina y yo gane. Maldita sea, ella era una buena besadora. Sus manos se movían arriba y abajo a toda prisa, presionando mi cuerpo contra el suyo. Rápidamente guie a la mujer conmigo a la cama pequeña que la habitación.
Tiré su cuerpo en la suave cama severamente. La mire ahí, pidiéndole a Dios que no fuera un sueño, porque si así fuera yo no quería despertar hasta hacer a esa mujer mía. Me arrastré sobre ella, encajando nuestros cuerpos de manera tan perfecta que no podía evitar el gemido ronco que escapó de mis labios.
Intercambiamos miradas intensas y calientes, que era increíble la conexión que llevamos a cabo a través de ellas. Besé sus tan delicados labios, y seguí desde su cuello hasta el valle de sus pechos turgentes. Sana jadeó cuando sintió mi boca alrededor de su pezón. Yo los succione con un abrumador deseo que hizo a la mujer gemir, apretando sus dedos en mi pelo en suplica.
─¡Oh cielos, Tzuyu! Por favor ─ Sana gimió, inclinándose hacia delante, ofreciéndome más de su cuerpo.
No dije nada, sólo seguí mi trabajo. Deslizando la lengua por su piel suave, succionando su pecho, mientras la otra mano masajeaba el otro con cierta agresividad que hizo que la japonesa se retorciera. Estaba hambrienta, hambrienta de su cuerpo que por tanto tiempo se escondía de mí. Deje los rojizos y extremadamente sensibles pechos de Sana, para bajar a su suave abdomen, distribuyendo besos y mordiscos en el.
─Eres tan maravillosa señorita Minatozaki. No voy a ser capaz de detenerme.─ Dije entre besos.
La mujer se retorcía casi en suplica por los besos que fueran hacia abajo, donde su placer sería más intenso. Pero que todavía no era el momento adecuado. Seguí con el mismo ritmo, no quería que ese momento fuera puro sexo. Por alguna razón desconocida, sentí que sería algo importante.
Lleve mis labios desde su vientre hasta alcanzar su húmedo centro. Sana tenía un buen olor, tan femenina. ¡Cielos! Me perdería mil veces en el cuerpo de esta mujer. Lentamente bese la parte interior de los muslos, deslizando mi lengua por su ingle. Sana se sentó sobre sus codos, mirándome casi enojada por dicho retraso. Sonreí bajo su mirada, saboreando divinamente su delicioso sabor.
─ ¡Oh Dios! ─ dijo la morena cuando de un solo golpe saboree su húmedo centro.
─Calma a Dios Sana, sólo te dejare ir cuando esté agotada.
La succione con toda la voluntad que me poseía. Sana se retorcía de una manera agradable, convirtiéndome de una manera extraordinaria. Sus uñas se clavaron por encima mi hombro hasta que encontró el cuero cabelludo el cual halo, causando un dolor agradable que simplemente me empujó a seguir. Me mantuve firme en sus muslos, dejando una mujer completamente abierta a mí, para luego tomar su clítoris entre mis labios. Sana arqueó su cuerpo, mirándome con una expresión de placer que me tenía loca. Deslicé mi lengua sobre su manojo de nervios y de manera constante. Sintiendo el buen olor que emana esa mujer.
─ Usted es deliciosa, señorita Minatozaki.
─ ¡Oh Tzuyu! Eso...─gimió.
Dejé ir uno de sus muslos, y deslice mis manos por su abdomen para llegar a uno de sus pechos, que cómodamente tome un pezón entre los dedos. La mujer gimió instantáneamente con mucho deseo, por lo que me sentí débil, que me podría correr con sólo escuchar sus gemidos tan sufridos, y a la vez tan agradable. Jesús, este era mi fin.
─ Nece... sito... más... ¡Por favor! ─ Dijo la japonesa en agonía. Sus manos, tarde o temprano se apretaron a la piel de mis hombros.
Con las yemas de mis dedos, separe los pequeños pliegues de su mojado centro. Lamiendo una vez, dos veces, tres veces su sexo lentamente, dando al mismo tiempo masajes a su clítoris sin prisas. Las manos de Sana descansaban sobre las sábanas blancas, sus mejillas rojas y caí en una corta y pesada respiración.
─¿Dime, quieres más? ─Le susurré.
Sana asintió rápidamente, sin decir absolutamente nada.
─¡Habla! Dime lo que quieres.
Ella me miró, sus ojos eran oscuros y ardientes. Por algunos instantes ella me recordaba a Susan. Pero yo no pensaría en ella ahora, Sana estaba allí.
─¡Dime! ─ Dejé escapar un pequeño soplo de aire en su palpitante sexo.
─¡Oh Dios, hazme tuya Tzuyu! Por favor...
Se me escapó una sonrisa involuntaria, al oír estas palabras de una boca tan dulce, era como entrar en caminos diferentes. Minatozaki Sana podría ser tan atractiva como Susan. Pasé los dedos, que se sumergen en el centro húmedo, para después ir a su clítoris hinchado donde masajee con un poco de presión, no sería suficiente para hacerla llegar. Vi su agonía, su desesperación por llegar a la cima, no la torturaría más. Metí mi dedo índice y medio dentro de esa mujer quien abrió la boca en una perfecta "O" cuando ella me sintió dentro de ella.
─¡Tzuyu! ─Ella susurró débilmente.
Sana se mordió los labios, trayendo sus manos que estaban en las sábanas hasta sus pechos. Ese sería la vista del paraíso, si hubiere uno. Mis dedos entraban y salían de ella a una velocidad constante, y para aumentar la intensidad de su orgasmo la chupe.
─Masajea tus pechos. ─ordené.
Sana no demoró en comenzar un masaje rápido y desesperado sobre sus pequeños y duros pechos, mientras me la follaba de dos maneras. Su cuerpo se movía sin control, en busca de contacto más fuerte.
─¡Oh si, joder!
Chupe el pequeño clítoris sin parar, mientras mis dedos entraban y salían a toda prisa. Su cuerpo de una forma rápida comenzó a estremecerse, ella estaba entrando en un orgasmo. Comencé a sentir mis dedos ser presionados en su interior, y la japonesa empezó a gemir más fuerte, su cuerpo se movía rápido y desesperado. Pero no me detuve, incluso cuando la hice llegar y sus jugos se escurrieron por mis dedos, los cuales lamí hasta la última gota.
Y eso no sería el final, me acosté sobre la mujer jadeante y bese su piel sudada hasta llegar a sus labios. Giré el cuerpo de Sana haciendo que la mujer se sentara sobre mí. Aquella era la vista más bonita que podía tener de esa mujer. Sana estaba completamente desnuda, su cabello estaba despeinado apenas acomodado para un lado, su rostro tenía una expresión atrevida. Podía ver en su cuello marcas rojas, cubiertas por algunas gotas de sudor corriendo por el valle de sus deliciosos pechos.
Me incliné hasta que pude ver sus misteriosos ojos. Y con una mano la tire por el pelo y tome su boca en un beso feroz. Nuestras lenguas casi luchaban por chupar todo una de otra. Descendí mis manos por su enorme culo y la moví de delante hacia atrás. Ella entendió mi intención, por el momento, empezó a rozar el cuerpo en mí lentamente causando una fricción intensa en mi sexo.
Di un grito ahogado, clavando las uñas en su espalda mientras que chupaba el lóbulo de mi oreja con devoción. Podía oír su respiración pesada y jadeante en mi oído, joder, yo estaba totalmente mojada. Y Sana a cada instante se movía con mayor velocidad, frotando su sexo en el mío con fuerza.
─¡Oh! ─solté sin querer.
Mi gemido fue suficiente para hacer que vaya más rápido. Su sexo estaba en contra del mío, esparciendo el líquido dulce que desprendía del mismo con una presión exquisita.
─Más rápido.─ Dije clavando las uñas en su culo.
Sana me empujó sobre la cama, haciéndome estar totalmente acostada. La japonesa osadamente levantó una de mis piernas, encajando en medio de ella, dejando nuestros sexos ahora totalmente unidos. Con una mano la mujer se apoyó en mi muslo que estaba suspendido y con la otra se apoyó en la cama. Comenzando un vaivén intenso sobre mí.
Sentía todas mis terminaciones nerviosas vibrar. Sana se frotaba en mi con tanta facilidad, causando me un placer intenso que jamás podría haber imaginado. Era divina, la morena iba rápida y constante, era enloquecedor.
─¡Oh mierda! ─Ella gimió.
Yo no iba a durar mucho tiempo, pero ella no paro. Podía ver su cuerpo sudar con el movimiento, mi mano apretaba con fuerza las sábanas de la cama, y la otra la piel suave de Sana.
─¡Cielos, Sa-sana eres jodidamente buena! Voy a llegar en cualquier momen-to...
Aquella habitación parecía ser pequeña, el aire era caliente y pesado. Una especie de frenesí llegó a mi cuerpo, mandando las vibraciones de mi sexo hasta los dedos de mis pies. Me retorcía, forzando contacto con el sexo empapado Sana que se frota en mi en medio de muchos gemidos.
─ Tzuyu .... me vengo. ¡Oh joder! ─Jadeó en la desesperación, haciéndome llegar violentamente.
Yo había perdido el control de mi cuerpo, ella se movía rápidamente en busca de saciar ese deseo devastador a mi lado. Apenas sentí el líquido caliente derramarse lentamente entre nosotras.
Sana se derrumbó sobre mí, su cuerpo estaba caliente y sudado. La mujer encajó su rostro en el hueco de mi cuello haciéndome sentir su aliento descompasado. Yo no estaba diferente, mi pecho subía y bajaba jadeante.
─ Usted es maravillosa señorita, Minatozaki... Dios...─ dije en susurro con la poca de fuerza que había en mi.
Ella debe estar sonriendo, Sana de forma mañosa dejó algunos besos en mi cuello. ¿será que esta mujer era insaciable?
─ Si me dices que quieres seguir, voy a creer que eres insaciable.
─ Quiero Tzuyu, y lo quiero ahora.─ Ella habló lentamente.
¿Será que ella podía ser más perfecta? Sana descendió con besos por mi cuello, donde dio pequeños mordiscos para después disponer de mis pechos. La japonesa con los ojos pegados a los míos, chupó con tanta devoción uno de mis pechos. Cerré los ojos, mordiéndose el labio. Guardando dentro de mí el deseo que tenía de gemir, para ver lo que hacía. Apreté los ojos y cuando los abrí vi a Susan.
¡Cielos! ¿Susan?
Cerré los ojos otra vez para ver a Sana degustando placenteramente de mí. Me estaba volviendo loca! Negué con la cabeza. No quería pensar en Susan, Sana era buena e incluso mejor que ella. De eso no tenía ninguna duda.
Lleve mis manos al cabello ligeramente ondulado de Sana, apretándolos con fuerza haciéndola que siguiera. Yo estaba tan sensible que podía correrme con solo eso. Pero ella había parado. La japonesa descendió con besos húmedos por mi abdomen, lamiendo cada centímetro con ganas, para parar en mi sexo. Donde apoyo delicadamente sus labios besándolo con cariño.
Sentí ganas de gritar cuando su lengua se movió por encima de mi clítoris hinchado, joder era una sensación tan buena. Ella lambía rápidamente y sin parar.
─¡Mmhh, si! Sana chupa, chúpame.
Gemí con facilidad. Como una drogadicta yo dependía de sus toques, de su boca y el placer que me proporcionaba. Con la punta de la lengua hacia movimientos circulares en mi sexo sin parar.
─Oh Dios, tú me quieres enloquecer.
Sentía que mi cuerpo débil, y aún quería más. Y como si supiera el momento adecuado Sana aumentó la presión de su lengua haciéndome inclinarme para verla. Con la punta de sus dedos abrió mis labios inferiores y me penetro con la punta de su lengua en un vai-ven constante, para luego regresar la lengua sobre donde sentía más placer.
─Usted es tan sabrosa señora Chou...─ Dijo provocativa.
Era demasiado para mí ver a Minatozaki Sana chupándome sensualmente era alucinante. ¿Y todavía me dice eso? Fue suficiente para que entrar en un orgasmo destructivo. Arqueé la cabeza hacia atrás sintiendo mi cuerpo convulsionar, y hambrienta me chupó con fuerza.
─ ¡Oh! ─ Dije y agarré sus mechones castaños, forzando a que dejara su cabeza en esa zona.
Y ella no se hizo del rogar, succionando hasta la última gota que escurría de mi orgasmo. Sana se inclinó, subiendo por mí, para después besar mis labios, haciéndome probar mis propios jugos de sus labios que se deslizaban lentamente sobre los míos. La japonesa terminó con el beso lento, mordiendo la punta de mi labio inferior y para después acurrucarse en mis brazos nuevamente.
Deslicé mis manos sobre su espalda en una caricia lento. No sabía qué decir en ese momento, y decidí que no iba a decir nada. Dejaría que suceda lo que estaba destinado para las dos.
─Si sigues haciendo eso me voy a dormir Tzuyu.─ Sana habló mañosa.
Solté una sonrisa débil y continué con la caricia en su espalda.
─Duerme SaTang. Voy a estar aquí cuando te despiertes.
─Buenas noches señora Chou.
─Buenas noches señorita, Minatozaki.─ Dije sonriendo.
Después de unos minutos la respiración de Sana se calmó, la habitación se quedó en completo silencio dejándome solo con la voz de mis pensamientos pidiendo respuestas.
¿Qué pasaría ahora?
Me quedé mirando a la chica que dormía con una expresión serena.
¿Dios mío, lo que había hecho? Yo estaba perdida. Con Sana las cosas se salían de mis dominios, todo acontecía sin yo al menos poder parar. Tal vez no quería parar, tal vez con ella me olvido de mis obligaciones, y que yo me había transformado. Ella tenía el poder de que yo vea la vida de otra forma, me roba sonrisas fáciles, me hace recordar lo que es realmente importante. Ella tiene el poder de romper la armadura que había puesto para protegerme. Me sentía frágil, y completa. ¿Tú puedes entender? ¿Cuándo te sientes segura y a la vez frágil? Entregarme a aquella mujer era como entrar en terrenos desconocidos, enfrentar la oscuridad a busca de un objetivo que ni yo misma sabía. ¿Por qué me sentía tan bien con ella? ¿Qué era lo que tenía para hacerme quedar así? sería su manera suave, su dulce voz, sus ojos misteriosos o su carácter. Estaba pensando en todo lo que me atrae de esta mujer a lo que acabo de llegar a una conclusión, pensándolo bien yo solo tenía una sola duda:
¿Sería amor?
POV Sana
Desperté sintiéndome un poco adolorida aquella mañana. El tiempo estaba frio, pero el sol ya invadía el cuarto por cada grieta que había de eso yo tenía la certeza aun a ciegas.
La luz molestaba mis ojos que me constaba abrirlos. Deslizo mi mano sobre el colchón blando y no siento a la mujer de mi lado, Dios, ¿no me había fantaseado todo?
─¿Tzuyu?─ Pregunté sentándome en la cama, al no obtener respuesta.─¿Estas ahí? ─pregunto de nuevo.
Todo estaba en silencio.
No era posible, yo estaba completamente desnuda, cubierta solo por la sábana blanda y delgada. Ella dijo que iba a estar aquí cuando despierte. Diablos Sana, ¿y si ella se había ido? ¿Y si se había arrepentido?
No... no era posible.
─¡Diablos como soy estúpida!─Exclamé casi desesperada
"Gracias, tenga un buen día"
Oí la voz de un muchacho en la dirección de la puerta. Me incline a buscar de donde venía aquella voz, pronto para ver a Tzuyu caminar hacia la cama con una pequeña bandeja. Confieso que cierto alivio me invadió al verla allí. Ella sonrió lindamente, estaba vestida con pantalones de color vino y una blusa de color negro con un cuello alto y manga larga.
─¿Puedo saber de dónde sacó esa ropa? ─ Interrogué con una mirada acusadora que la hizo reír.
─ Intercambie ropa con la mujer de la habitación de al lado.
─No serias capaz.─Hablé tirando una almohada en su dirección.
─Si está tratando de golpearme, me comeré su desayuno también.
Dijo sonriendo y poniendo la pequeña bandeja en la cama, empujándolo hacia mí.
─No es el mejor, hago un mejor desayuno, pero es lo que tienen aquí.
Tzuyu habló sentándose a mi lado.
─¿Todavía voy a descubrir sus habilidades culinarias? ─ Le pregunte mientras tomaba la pequeña taza con café caliente.
Tzuyu me miró con una sonrisa.
─ Por supuesto que si SaTang. Vas a ver que soy buena.
Me mordí los labios, sonriendo.
─Eso fue tan engreído
─¿Estoy equivocada Srta. Minatozaki? ¿O usted no piensa que soy buena en lo que hago?
Tzuyu preguntó sugerente. Haciéndome que suelte una sonrisa torpemente.
─ No voy a responder a eso. ─Dije tomando un sorbo del líquido caliente.
Tzuyu se aproximó más a mí, depositando un pequeño beso en mi hombro, y otro en mi cuello.
─¿Por qué?
¿Será que estaba soñando?
─Tzuyu...─ hablé avergonzada.
─Quiero saber, respóndeme. ¿Soy o no soy buena en lo que hago?
─¿Qué quieres decir? ¿Puedo saber?
─Qué quieres pensar Srta. Minatozaki.
"Buena jugadora".─ Pensé.
─Eres buena Tzuyu, eres muy buena en todo lo que haces.
Tzuyu dejó escapar una risa divertida acostándose a mi lado.
─Gracias, pero ya lo sabía.
─¡Idiota! ─Dije dándole un pequeño golpe en su pierna.
La mujer se rió, pero pronto se detuvo, dejándonos en un silencio total. Sentí una de sus manos lentamente deslizándose por mi espalda desnuda. Al igual que estaba dibujando con los dedos.
─Está lleno de marcas.─ Tzuyu susurró.
─No importa.
─¿No?
Negué con la cabeza.
─Dicen que cuando queda una marca es que se debe a que la otra persona estaba disfrutando lo suficiente.
Ella sonrió ampliamente.
─¿En serio? ─Confirmo. ─ La otra persona le gustó lo suficiente.
Tzuyu se sentó de nuevo, repartió besos en mi espalda hasta llegar a mi cuello. Cerré los ojos solo dejándome llevar por sus caricias. Por más que yo sintiera miedo del que sucedería al salir de aquí, yo no quería parar. Yo no quería interrumpir uno de los pocos momentos que la vida me había dejado respirar sin preocupación.
─¿Te gusto? ─Pregunté.
─ Mucho. ─Susurró la mujer en mi odio, haciendo que todos los cabellos de mi cuerpo se ericen.
Tzuyu era tan buena con las caricias, sus toques eran suaves y al mismo tiempo excitante. Me giré hacia ella que se me quedo mirando fijamente mirando mi cuerpo cubierto únicamente por la sabana. Su iris ya estaba tomando un tono más oscuro.
─Ni lo piense, tenemos que salir de aquí. Necesito ropa Tzuyu.
─¿Por qué, si estás bien sin ella?
─ ¿Enserio? Tal vez debería salir así a la calle. ¿Qué crees? ─ Pregunté levantándome de la cama aun envuelta con la sábana.
─Ni siquiera lo piense Srta. Minatozaki, su ropa esta sobre la cómoda.
─¿Cómo la consiguió?
─Tengo mis contactos.─ Ella habló convencida.
─ Misteriosa. ¿Me estas hechizando?─ Le preguntó en broma.
─ ¿Cómo te enteraste? ¿Sentiste la poción dentro del café?
Solté una risa divertida a ella. Tzuyu a veces era tan diferente de lo que parecía.
─ ¿Lo hice, no te diste cuenta? Sé más cuidadosa la próxima vez.
─¿O qué hará señorita Minatozaki?
─ Eso es un secreto.
Le sonreí y fui al baño. En unos minutos me di una ducha caliente, pensando en lo bien que estaba siendo estar aquí con ella. ¿Pero hasta cuándo duraría? Me había herido una vez Tzuyu, ¿va a volver a ocurrir?
No voy a pensar en ello... no creo, me dije varias veces, pero fue en vano. ¿Y si me iba, y ella dice que no quiere continuar con este juego? ¿Que la noche anterior se debe olvidar? Tal vez no podría soportar otra vez. Tal vez debería tomar la misma actitud que tarde o temprano podría pasar.
Me puse la ropa, seque mi cabello con la secadora simple que había ahí. He utilizado un ligero maquillaje que llevaba en la bolsa, y el dulce perfume. Todo debe volver a la normalidad, ¿verdad?
Tome una respiración profunda y salí afuera del estrecho cuarto de baño. Frente a mí una mujer hablando por celular sin parar.
"No es un inconveniente Songyu, yo ya estoy bajando"
"¿Por qué tan terco? Si usted se puede ir, déjame un coche"
"¿Entonces prefiere esperar?"
"Muy inteligente, gracias por tu aporte Songyu"
"Sana acaba de salir. Hablaremos más tarde, gracias por ayudarme".
Tzuyu desconecta, dicha llamada. Se explicó cómo había conseguido su ropa. Una vez que se me quedó mirando la mujer dejó escapar una sonrisa.
─¿Lista para ir a casa la señorita? Songyu está esperando por nosotras.
─ Si claro. Pero quería hablar con contigo antes de que nos vayamos.
─¿Tiene que ser ahora SaTang? Songyu ya está esperando por nosotras desde temprano.─ Dijo mientras ella llena la bolsa.
─Creo que sí.
─¿Hay algo mal? ─Tzuyu preguntó preocupada.
─Yo no sé.─Dije caminando hacia la ventana. ─Tzuyu, no vamos a pretender que todo es normal. Porque no lo es.
─ No estoy diciendo que lo es Sana.
─¿Esto está mal, que es o que dirá la gente? ─Pregunté con nerviosismo
─ Nadie tiene nada que ver con esto
─No hables como si no hubiera otros.
─ ¿Para mí no, y para ti? Si tú estás comprometida con alguien hubieras pensado en eso ayer.
─No estoy comprometida con nadie.
─ Entonces deja de preocuparte SaTang. Somos adultas y dueñas de nuestras vidas.
─¿Qué hacemos ahora?
Tzuyu se me quedó mirando durante unos segundos y luego se acercó, estando a unos centímetros de mí. Ella transmitió mucha seguridad en sus palabras, estaba perdida en sus ojos que me miraban con tanta intensidad.
─ Vamos a hacer lo que quieras hacer.
─ Sólo se puede estar...
─ O lo que quiero hacer─ me interrumpió, antes de besar mis labios.
Tzuyu me acercó lentamente tomando mi cintura, uniéndose a mi cuerpo con cariño. Deslizando una mano en mi costado, hasta el cuello, tirando de mí para unir sus labios con los míos. Ella me dio un beso lentamente, como si quisiera demostrar que ella estaría allí conmigo. Al cabo de unos segundos Tzuyu profundizó aún más el beso. Y así lo hice, pude sentir su lengua serpenteando por encima de la mía con agilidad. Degustando de todas las formas posibles en el beso, confieso que no quiero que termine. Sin embargo, ella misma estaba soltó mi cintura lentamente, parando el beso, dejando nuestras caras pegadas.
Lentamente abri mis ojos y pude ver sus ojos marrones mirando en mi dirección. Estaba demasiado débil para retirarme. La mujer con una simple mirada me hizo perder mi mente.
─ Me estoy volviendo loca, Tzuyu.
─ La locura es a veces el mejor remedio para un paciente normal.
Ella sonrió y me llevó de nuevo a su lado. Y así me fui, dejé que una vez me diera un beso. Para hacerme caer. No me importa el después. ¿Era peligroso? Totalmente. Pero la vida no había sido justa conmigo también. Una decepción más o menos no importaría, ¿verdad? Que tal que en uno de esos hacemos que funcione? La vida está hecha de decisiones diarias, tienes que tomar decisiones. Tener el valor de enfrentar tus miedos y obstáculos. ¿Cómo sería una vida sin riesgos? Una marea tranquila, en la que nada se movería, y que permanecería intacto y miserable. Con Tzuyu era como vivir en una mañana soleada y al mismo tiempo se sufre una fuerte tormenta. De repente todo podría colapsar y destruir los planes hechos, era todo tan incierto. ¿Pero que era correcto? ¿Quién puede decir lo que debe o no debe hacer?
Sólo tú.
Así que no pienses dos veces.
Hazlo.
Toma una oportunidad.
Vive.
La vida es demasiado corta para ser desperdiciada con el miedo o la timidez. No la dejes pasar delante de tus ojos. Busca lo que te hace bien.
Para mí, en ese momento, lo que me hace sentir bien tenía nombre y apellido:
Chou Tzuyu.
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