Monsieur Pigeon
Pregunta: ¿Queréis que haga el especial de Navidad en su tiempo cronológico real? Es decir, antes del episodio de San Valentín. ¿O lo hago al terminar la primera temporada? Os lo dejo a vuestra elección.
Colette despertó aquella mañana antes que su alarma, pues Silkk la despertó asustado afirmando que había un monstruo en la ventana de su cuarto y que debía transformarse. Colette se negó pues podría revelar su identidad si de la nada Spider-Lady aparecía desde la ventana de su habitación. Cuando convenció a su kwami de no transformarse se acercó lentamente pero con paso seguro a la ventana, armada con bate de béisbol en su mano sana.
Cogió la cortina con la mano rota y la apartó de sopetón, encontrándose de frente con el monstruo que atemorizaba a Silkk.
Un gato.
Un gato pequeñito y adorable de pelaje marrón oscuro y gris y de ojos azules. Era adorable. Pero parecía hambriento.
—Oh por dios, ¿te dan miedo los gatos?— Le dijo Colette a su kwami entre risas.
—¡Son unos monstruos!— Le gritó escondiéndose detrás de la almohada de la cama de su portadora.
—Eres un exagerado.— Se burló Colette mientras abría la ventana y cogía al gato.
El gato estaba temblando, estaba asustado y hambriento. Tenía el pelaje enmarañado y sucio. Ignorando los gritos de Silkk ordenándole que soltara y echara a la "temible y mugrienta criatura" a la cueva de dónde salió, fue a la cocina para darle de comer a aquél pequeño gatito.
Dejó al gatito, entre caricias y con palabras suaves para ganar su confianza, sobre la encimera de la cocina, buscó un bol pequeño y lo rellenó de leche, mientras el gato bebía de la leche como si se la fueran a robar fue a prepararle una buena comida.
Cogió de la nevera un huevo cocido que sobró de la noche anterior, lo troceó y lo puso en un plato, cogió un melocotón, lo peló y lo troceó y lo puso junto al huevo. En casa ya tuvieron algún animal y tenían por costumbre que por cada animal que tuvieran compraran uno o dos libros de veterinarios que hablaran detalladamente sobre los cuidados de dicho animal, y según el libro que tenían sobre los gatos, podía comer el huevo cocido y el melocotón sin problema alguno, de hecho le eran alimentos sanos y nutritivos.
Colette le puso el plato al lado del bol de leche, el gatito en cuanto lo vio lo olisqueó y empezó a comer con efusividad.
Mientras el gatito comía Colette escuchó a su padre hablar.
—Colette, tu alarma lleva sonando un rato, ¿por qué no la apagas?— Preguntó su padre al aire.
—¡Estoy en la cocina! ¡Apágala por mi porfa!— Pidió la menor de la casa.
Cuando su padre hizo lo pedido, fue a la cocina para encontrarse con su hija dándole mimos a un gato callejero, el cual comía muy feliz.
—Colette, ¿me explicas esto?
—Estaba en mi ventana esta mañana, no sé como ha llegado, es muy pequeñito. Pero al verlo tan solito y hambriento no he podido evitarlo y le he dado comida.— Explicó su hija sin quitar la mirada del gatito.
—¿Está herido?—Preguntó su padre acercándose a ver al tierno animal.
—No le he visto ninguna herida preocupante.— Le informó Colette, y aunque lo que decía era cierto, sí es verdad que también tenía pequeños arañazos y raspones.— Deberíamos llevarlo al veterinario.
—Colette, sé que eres una amante de los animales y sé que quieres quedártelo, pero hay que hablarlo con tu madre también y lo sabes.
—Pero no puedo dejarlo solito, es solo un cachorrito.— Murmuró Colette viendo cómo el gatito se había terminado toda la comida y se relamía los bigotes.
Su padre suspiró cansado, conocía muy bien a su hija y sabía por experiencia que si no la dejaban quedarse con el gato encontraría la forma de meterlo a escondidas en casa.
—Muy bien, de acuerdo, haremos esto.— Habló serio, llamando toda la atención de su hija.— Si yo me encargo de hablar con tu madre y convencerla de tener a este gato de mascota, tú, y solamente tú, te harás cargo de él, no va a ser una mascota familiar, va a ser la tuya, si tú no la cuidas nadie lo hará por ti, ¿lo entiendes?— Propuso su padre.
Colette no se lo pensó dos veces.
—¡Acepto! ¡Gracias papa!— Dijo mientras saltaba a abrazar a su padre.
—Sí, sí, sí, de nada, ahora ve a vestirte, porque como llegues tarde a clases entonces si que no habrá gato para nadie.
Colette se fue corriendo a su habitación a vestirse emocionada, pues hacía mucho que no habían animales en casa, aunque Silkk estaba aterrorizado por tener a ese "monstruo" permanentemente en casa. Salió corriendo de la habitación ya preparada, cogió una magdalena y se fue de casa despidiéndose del gatito.
Por otro lado el padre de Colette, Alain, buscaba entre los contactos de su teléfono a la veterinaria para pedir cita, a ser posibles para esa misma mañana.
Colette llegó emocionada al instituto mientras pensaba en un nombre para su futuro gatito.
En la entrada del instituto se encontró con Mylène y sin dudarlo fue a saludarla.
—¡Buenos días Myl!
—Buenos días Colette.— Le devolvió el saludo.— Pareces muy feliz, ¿te ha pasado algo?— Preguntó curiosa, pues su compañera de mesa parecía desprender brillos, purpurina y estrellitas por dónde iba.
—¡Sí! Esta mañana había un cachorrito de gato en mi ventana y he convencido a mi padre de quedárnoslo, ya me ha enviado un mensaje diciendo que iría al veterinario para que le revisen.— Comentó feliz.
—Vaya, que buena acción de tu parte Colette, ¿podrías enseñarme alguna foto?
—Oh, no le he hecho fotos esta mañana, pero cuando vuelva a casa le haré un montón y te las enviaré.
—*Risas* Vale Colette. ¡Oh! Me has recordado que este fin de semana Iván y yo iremos a una tienda de animales para convencer a las personas de que adopten y no compren, además de no abandonar. ¿Quieres apuntarte?— Invitó a su amiga.
—¿Este fin de semana? ¿Qué día?
—El sábado por la tarde.
Colette pensó en lo que tenía que hacer ese fin de semana, estaba solo a martes y ya tenía la agenda casi llena, se maldijo a si misma por ser tan social. Hoy había quedado con Kim para ir juntos a la piscina, lo cual cancelaría para comprar cosas a su nuevo gato, el miércoles quedó con Kim y Max para trabajar juntos en un proyecto personal de Max, el jueves quedó con Rose y Juleka para ir de compras y aprovechar para comprarse cuerdas nuevas para su guitarra, el viernes tenía que acompañar a su padre para una conferencia de su trabajo o algo así, el sábado por la mañana quedó con Adrien para... no se acordaba, pero habían quedado, y el domingo era el único día libre a la semana que tenía, pues nunca quedaba ni hacía planes los domingos ya sea para descansar de la ajetreada semana, o para poder transformarse en Spider-Lady sin tener que darle excusas a nadie.
—Mmmhhh... Creo que estoy libre el sábado por la tarde, pero ¿puedo confirmártelo mañana?— Le preguntó, pues los sábados por la tarde a veces salía con su madre.
—Sí claro, sin problema.— Le contestó Mylène comprensiva, pues sabía lo social que era su amiga y que siempre tenía planes.— Lo siento Colette, pero tengo que hablar de unas cosas con Iván, nos vemos en clase.— Se despidió la más bajita al ver a su novio.
—No te preocupes, nos vemos en clase.— Se despidió feliz.
Cuando vio que Mylène se iba con Iván, Colette se dirigió a las taquillas para organizar sus libros para el día de hoy. Allí se encontró con Alya, se saludaron y cada una volvió a sus asuntos.
Mientras Colette dejaba en la taquilla unos libros que no necesitaba Alya le habló.
—Oye Colette, sé que tú y yo no nos conocemos mucho, pero... ¿puedo hacerte una pregunta?— No sabía si era impresión suya o realmente lo estaba, pero Colette pensó que Alya se veía algo ansiosa.
—Claro, ¿qué pasa?—Le preguntó cerrando su taquilla y centrando en su compañera de clases toda su atención.
—Es... sobre... Adrien.—Dijo Alya.
—Vale... ¿Qué pasa con él?— Volvió a preguntar, cada vez más confusa por la actitud de Alya.
Alya intentaba buscar una manera de preguntarle sin parecer una entrometida o dar una mala impresión, pero no encontraba ninguna forma sutil de preguntar. Decidió ir directa al grano.
—¿A ti te gusta Adrien? Ya sabes, de forma romántica.— Le preguntó sin tapujos.
—¿Lo preguntas porque le gusta a Marinette?— Le devolvió la pregunta con una ligera sonrisa, pues ya entendía por dónde iban los tiros.
—¿Qué? ¡No!— Negó Alya, pero al ver la mirada de Colette, demostrando que no se creía ni una palabra, resopló.— Sí, es por Marinette. ¿Cómo sabes que le gusta Adrien?
—Alya, todas las chicas de la clase lo sabemos, los únicos que no tienen ni idea son los chicos, no son los mejores captando las "señales" que digamos.— Respondió risueña Colette.— Además, Marinette no es muy buena disimulando.
—Bien visto.— Alya le dio la razón a Colette.
—En todo caso Alya, tanto tú cómo Marinette deberíais preocuparos más por Adrien que por mi.
—¿Por qué lo dices?
—Pongamos que estoy enamorada de Adrien, cosa que no.— Aclaró Colette.— Marinette y yo estamos perdidamente enamoradas de Adrien, ¡oh! ¡Qué dilema!— Exageró con gestos graciosos.— Pero al final del asunto, es Adrien quien elige con quien estar, puede elegirme a mi o a Marinette, o ¿quién sabe? Tal vez a otra chica.— Al ver lo confusa que estaba Alya Colette aclaró.— A lo que voy es que pueden haber dos, cinco, diez, o cientos de chicas enamoradas de Adrien, pero siempre será Adrien quién elija con quien estar, no ninguna de las chicas enamoradas.
—Ya veo, bueno, siento haberte molestado Colette y gracias por ser tan comprensiva.— Agradeció un poco avergonzada Alya.
—No hay de qué Alya, nos vemos.— Se despidió yéndose a la clase.
—A ver ahora como convenzo a Marinette de que Colette no es una amenaza.— Susurró pensando en voz alta.
Al entrar a clases Colette vio a la Srta. Bustier y al director Damocles preparando el proyector del aula, aunque no tenía ni idea de para qué, por lo que de forma disimulada se sentó al lado de Max, aprovechando que Kim estaba vete a saber dónde, y le preguntó.
—Max, ¿sabes qué hace el director aquí?
—Al parecer van a darnos un anuncio, pero no tengo conocimiento sobre qué es el anuncio.
—Ya veo, gracias Max.— Agradeció para sentarse en su sitio.
Para cuando sonó el timbre, ya todos estaban sentados en sus sitios y la Srta. Bustier le estaba dando la palabra al director Damocles.
Empezó a explicar que se iba a realizar aquella tarde un concurso de diseño fuera del horario lectivo, participarían quienes quisieran.
—Tendréis un día para el diseño de la prenda y será un diseño propio. Dentro de 10 horas las presentaciones serán juzgadas ni más ni menos que por el gran diseñador Gabriel Agreste.— La Srta. Bustier puso una foto en el proyector del Sr. Agreste.— El padre de nuestro alumno Adrien Agreste.— Señaló a Adrien.
Colette pensó que quien no supiera eso definitivamente vivía debajo de una piedra.
—De hecho Adrien vestirá el diseño ganador en su próxima sesión de fotos. Y el tema de este año será ¡el bombín!— La Srta. Bustier puso una foto de un bombín básico en el proyector.— Podéis tener el resto de esta clase libre para empezar con vuestros diseños, pero solo esta clase.— Remarcó el director Damocles.— El resto de vuestro horario se cumplirá igual que siempre. Buena suerte a todos.
Ni uno solo de los alumnos dudó ni un segundo en recoger sus cosas y salir a la velocidad de la luz del aula.
Colette iba a ir a la cafetería para comprarse algo de beber cuando alguien la llamó.
—¡Lettie! ¡Espera!
Miró tras ella y vio a Adrien bajando las escaleras intentando alcanzarla por lo que le esperó. Una vez llegó a su lado se apoyó sobre sus rodillas mientras relajaba la respiración.
—Por dios, ¿cómo eres tan rápida? No te he visto correr en ningún momento.
La pelirrosa se rio de su mejor amigo.
—Vaya, no tenía idea de que el gran Adrien Agreste no puede correr un par de metros sin ahogarse.— Se burló.
—¡Claro que puedo!— La contradijo poniéndose recto.- Lo que me ha cansado es tener que perseguirte.— Le sacó la lengua como niño pequeño.
Colette solo rodó los ojos en respuesta.
—¿A dónde ibas?— Le preguntó Adrien.
—A ver que ofrecen de beber hoy en la cafetería. ¿Por qué?
—¿Puedo acompañarte?
—Claro, vamos.— Aprovechando que ambos estaban solos, Colette quiso preguntar algo que le rondó la mente desde que se enteró del concurso.— Oye Adri, ¿tú estás cómodo con el tema del concurso?— Preguntó a sabiendas de que casi siempre, por no decir siempre, el Sr. Agreste tomaba decisiones sin preguntar siquiera a su hijo.
— Sí claro, ¿por qué no estarlo? Quiero decir, podré llevar un diseño original de alguno de mis amigos.— Le respondió sonriente.— ¿Y tú Lettie?
—¿Yo qué?— Preguntó extrañada mientras compraba un par de briks, un zumo de piña y un Cacaolat.
—Que si participarás en el concurso de diseño.— Le aclaró.
—Ah, no, obviamente no.— Respondió sin importancia, saliendo de la cafetería y yendo hacia el patio.
—¿Qué? ¿Por qué no?— Preguntó desilusionado.
—Adrien, que mi padre sea diseñador no significa que yo sepa diseñar.— Obvió Colette.— Tal vez sí podría dibujar un bombín original, pero solo llego ahí, no paso del papel y lápiz.
—Vaya, me habría gustado llevar tu diseño.— Habló completamente desilusionado mientras su mejor amiga se terminaba su brik de Cacaolat sin importarle mucho el concurso.
Entonces una idea cruzó por la mente de Colette.
—¿Por qué no vas a hablar con Marinette?
—¿Marinette? ¿Por qué con ella?— Le preguntó extrañado viendo a Colette tirar el brik vacío a una papelera.
—Sois amigos, ¿no?— El rubio asintió.— Bien, tengo entendido que Marinette sí sabe diseñar y que es bastante buena, ve a verla.— Le sugirió.— De todos modos yo tengo que hablar con Kim.
—¿Con Kim? ¿Por qué?— Preguntó con curiosidad sintiendo una leve punzada en la boca del estómago, pero no supo porqué ¿se estaba enfermando? o tal vez... ¿tenía hambre?
—Habíamos quedado hoy para ir a la piscina, pero voy a tener que cancelarlo.
—¿Y eso?— Preguntó con mayor interés.
—¡Cierto! No te lo he contado.— Se reprochó a si misma extrañando a Adrien.— Esta mañana me he encontrado con un pequeño gatito en mi ventana, le he dado de comer y he convencido a mi padre de que nos lo quedemos, así que esta tarde iré a comprarle cosas.
—¿Y ya tienes pensado en ponerle un nombre?
—He pensado en Fígaro, como el gato de Gepetto de la película Pinocho.— Comentó emocionada.— No se parecen mucho pero de niña me encantaba ese gatito alegre y bailarín.— Dijo riéndose con la imagen mental de Fígaro bailando con Gepetto y Pinocho.— O tal vez Cheshire, como el gato de Alicia.— Pensó dubitativa.
Adrien sonrió por lo adorable que se veía su amiga pensando en que nombre de personajes de Disney elegir para su nuevo gatito.
—¿Podría acompañarte?—Le pidió sacándola de su elección de nombres.
—¿Ah? ¿Acompañarme?— Preguntó confusa.
—Sí, esta tarde, a comprar las cosas necesarias para tu gato.— Le aclaró.
—¿Pero no tienes que ir esta tarde con tu padre al concurso de diseño?— Preguntó extrañada.
—Si vamos pronto a comprar puedo volver a tiempo para el concurso.— La tranquilizó.
—¡Entonces vale!— Le sonrió contenta.— Te llamaré después de comer para decirte a qué hora nos vemos, ¿te parece bien?— Propuso Colette.
—Sin problema.— Iba a despedirse cuando una pregunta le cruzó la mente.— Por cierto Lettie, ¿cuándo te quitan las vendas?— Le preguntó señalando la mano herida de su mejor amiga.
—Oh, en menos de una semana, 6 días para ser exactos.— Le contestó feliz, pues estaba ya un poco cansada de la apretada venda y no poder lavarse como es debido la mano.
—Me alegro mucho por ti Lettie. Nos vemos esta tarde.— Se despidió Adrien dispuesto a buscar a Marinette.
—Hasta la tarde Adri.
Por otra parte, mientras todo esto sucedía, Marinette y Alya también tuvieron su propia conversación.
—Espera, ¿entonces estás diciendo que Colette no está enamorada de Adrien?— Preguntó, sin acabar de creérselo, por tercera vez.
—¡Sí Marinette! ¡Es exactamente lo que te he dicho!— Le gritó exhausta de tener que repetirse Alya.— ¡También te he dicho que dejes de obsesionarte con Colette y te centres en hacer que Adrien se fije en ti!
—No hace falta que me grites.
Alya suspiró y contó mentalmente hasta diez para no darle una buena colleja a su amiga, la quería pero a veces la sacaba de sus casillas.
—Marinette, escúchame, Colette tiene razón, esté ella o no enamorada de Adrien, al final será él quien elija con quien estar y eso ni tú ni nadie puede cambiarlo.
—Eso no quita que Colette esté todo el día pegada a Adrien.— Murmuró enfadada.
—¿Sabes qué? No pienso seguir discutiendo esto, al menos no por hoy, ¿por qué no piensas en tu bombín?
Y así empezó la desesperación de Marinette por no haber diseñado anteriormente un bombín. Alya la ayudó mirando sus diseños para demostrarle con alguno que no podía ser tan difícil, hasta que un cumplido la sorprendió.
—Vaya Alya.— Marinette si tira del banco.— Esos diseños son increíbles, no sabía que tenías tanto talento.— Alagó con sinceridad Adrien.
—Gracias Adrien, pero no son míos.— Corrigió Alya sorprendiendo a Adrien.— Estos diseños tan geniales son de Marinette.— La nombrada saluda escondida detrás del banco.— ¿A qué son buenos?
—Vaya Marinette, Colette tenía razón, eres increíble.— Dijo sorprendiendo a Marinette.— Creo que tienes posibilidades de ganar.
—Bueno, eh... sí... me gustan los diseños... que...— Marinette vio a Alya en busca de ayuda, malinterpretando sus señales de apoyo.— ¿Van hacía arriba?— Adrien no entendió lo que Marinette quiso decir y Alya solo le hizo más gestos lo que confundió más a la ojiazul.— Pero... no mucho, en fin... ¡aahhggg! ¡Gracias!— Logró decir sin problemas.
—De nada y suerte. Tal vez lleve tu bombín en la sesión de fotos de mi padre.— Le dijo Adrien despidiéndose de las chicas para buscar a Nino.
Después de clases Colette se fue corriendo a casa emocionada por tener oficialmente al gatito de mascota.
Cuando llegó a su casa abrió la puerta de sopetón y preguntó al aire.
—¿Dónde está mi preciosa bolita de pelo?
Su padre se rio y se acercó a su hija con una bolita blanca en brazos. El gatito levantó la cabeza marrón y al ver a la amable niña que le dio de comer aquella misma mañana maulló feliz.
Colette lo cogió encantada y empezó a acariciarle y darle mimos.
—¿Seguro que es el mismo gato? El de esta mañana no era blanco.
—Solo estaba sucio burra, en la veterinaria lo han bañado.— Aclaró su padre.— Calculan que tiene unos 6 meses, y es hembra por cierto.— Eso sorprendió a su hija.
—¡¿Hembra?! ¡Oh dios mío! ¡Eso es aún mejor! ¡Así no será necesario castrarla!— Habló emocionada mientras observaba mejor a la gatita.
Era mayormente de un color marrón claro, tenía toda la cola esponjosa blanca, una mancha que le ocupaba todo el lomo blanca también, y una más pequeña que le rodeaba su ojo derecho, era adorable.
—¿Ya tienes un nombre?— Le preguntó su padre mientras servía la comida para ambos en la mesa.
Colette se acercó a la mesa con la gatita en brazos, no quería soltarla, y por los felices ronroneos de la gatita pensó que ella tampoco quería soltarse.
—Bueno, había pensado en Fígaro o en Cheshire, pero ahora que sé que es hembra no lo sé.
—¿Sabes que no se parece en nada a ninguno de los dos?— Obvió su padre risueño.
—Sí, lo sé, pero esos gatos son increíbles.— Dijo orgullosa.— Papa, ¿me prestas dinero?
—¿Para qué?
—¿Para qué va a ser? Para comprarle cosas a esta preciosidad.— Le contestó mientras abrazaba a la gatita.
—De acuerdo.
Siguieron comiendo y hablando de la gatita, pensando en algún nombre para ella. Cuando acabaron de comer Colette se fue a su habitación para dejar allí su mochila y llamar a su amigo como prometió.
—No puedo creer que te vayas a quedar con esa cosa.— Habló ofendido Silkk antes de que Colette llamara a Adrien.
—Pues ya puedes ir acostumbrándote, porque esta preciosidad se queda conmigo.— Le respondió burlona mientras pulsaba el botón de llamar.
—Hola Lettie, ¿qué pasa?
—Hola Adri, ¿estás libre a las tres y media?
—Sí claro, ya he pedido permiso a mi padre. ¿Dónde nos vemos?
—¿Te parece en la Plaza de los Vosgos? Creo que cerca de ahí hay una tienda de animales.
—Vale, nos vemos allí.
—Hasta luego.— Y colgó
Mientras llegaba la hora acordada Colette se puso con su mesita de ordenador en su cama para hacer sus deberes. No quiso moverse de ahí pues la gatita se había dormido en su regazo y adoraba que le hubiera cogido confianza tan rápido.
Cuando faltaban unos veinte minutos para verse con su mejor amigo vació su mochila entera, metió a la gatita dentro con cuidado y cerró la cremallera lo suficiente como para que su cabecita pudiera salir, cogió su bolso, un par de briks de zumo para Silkk, quien no paró de quejarse, y se fue a la Plaza de los Vosgos.
Allí se encontró con Adrien, y a su guardaespaldas, esperándola en la fuente.
—¿Llevas mucho tiempo esperando?
—No, no, tranquila, es que yo he llegado pronto.— Le respondió rascándose la nuca un poco avergonzado.
—Quiero presentarte a alguien.— Le contó emocionada mientras se quitaba la mochila con cuidado de no balancearla y la ponía frente a ella.
—¿A quién?— Preguntó extrañado, pues allí no había nadie.
Colette abrió más su mochila y le mostró la gatita a Adrien.
—A esta preciosidad.— La mostró sonriente.
Adrien no pudo evitar derretirse de la ternura, aunque no sabía si era por la ternura de la gatita mirándolo fijamente o por la enorme y tierna sonrisa de su mejor amiga.
—Vaya, así que este es tu nuevo gatito, es adorable.— Le dijo Adrien mientras le rascaba la cabeza a la gatita.
—Es una hembra.— Le aclaró.
—¿En serio?— Colette asintió.— Entonces imagino que aún no tiene nombre.— La pelirrosa le negó.— Bueno no te preocupes, ya se te ocurrirá alguno.
—Pensaba en Duquesa o Marie, de Los Aristogatos, pero no acaban de convencerme ninguno de los dos.— Le comentó frustrada mientras cerraba de nuevo su mochila, dejando un espacio libre, y se la colocaba.
—Realmente eres fan de Disney si te sabes todos los nombres de sus animales.— Le comentó sorprendido empezando su camino hacia la tienda de animales.
—No me los sé todos.— Le contradijo.— Los cachorros de los 101 Dálmatas no me los sé.
Ese comentario hizo que ambos se rieran, ¿pues quién se sabía los nombres de los 101 Dálmatas al completo?
Cuando llegaron a la tienda de animales se fueron rápidamente a la sección de felinos y empezaron a buscar collares. Colette eligió dos, un collar azul con un pañuelo y un collar azul con un lacito.
Colette también cogió unos cepillos de dientes especiales para gatos, cepillos para su pelaje, cogió golosinas, comida, cuencos, juguetes de ratones y de plumas, un par de camas, rascadores... Adrien estaba sorprendido por todo lo que estaba comprando pero no comentó nada pues su amiga se veía realmente emocionada. A la hora de pagar Colette encargó que se lo trajeran todo por domicilio excepto las cosas más necesarias o que podía cargar, como la comida o los collares.
Antes de salir de la tienda le ofrecieron grabar en las placas de los collares el nombre de la gatita. Colette aceptó sin pensárselo.
𝓒𝓸𝓽𝓸𝓷 𝓑𝓵𝓪𝓷𝓬
Así se llamaba su gatita.
Al salir de la tienda vieron toda la calle infestada de palomas.
—¿Pero qué?— Preguntó Colette en voz alta.
En una pantalla publicitaria apareció Nadja Chamack con las noticias.
Les confirmamos que las palomas han invadido Paris. Las autoridades están preocupadas por los problemas que estas aves están causando.
Mientras Colette observaba impresionada las imágenes mostradas en las noticias Adrien no paraba de estornudar.
—¿Qué te pasa?— Le preguntó preocupada.
—Soy alérgico a las plu-¡¡ACHOOO!! *Sniff* a las plumas.— Dijo el rubio ya con la nariz roja del molesto picor.
—Vaya, que mala suerte.
Me comunican que de un momento a otro un tal Monsieur Pigeon va a dar un comunicado.— Al lado de Nadja se mostró un video con un... ¿hombre pájaro?
¡Un día sombrío parisinos! ROOO ROOO. Perdón por cortaros las alas. ¡Pero Paris es de las palomas! FLAP FLAP ROOOO ROOOO.
Vaya villano más patético. Pensó Colette sin pelos en la lengua.
—Debería irme a casa, no quiero que le pase nada a Coton.— Dijo apresurada Colette.
—Sí, sí cla-ACHOOO. Claro, nos vemos mañana en clases.— Se despidió entre estornudos el rubio.
Colette se fue corriendo a su casa sujetando entre sus brazos la mochila. Entró corriendo a su casa y se fue a su habitación, soltó a Coton Blanc en el suelo, dejó la bolsa de la compra en el suelo y se transformó.
—¡Silkk, a trepar!—Una vez transformada se fue a la ventana, pero antes de salir miró a Coton.— No se lo cuentes a nadie, ¿vale preciosa?— Y saltó.
Spider-Lady corría por los tejados buscando a sus compañeros pero el ver a cientos de palomas que formaban aviones de guerra la impresionó.
—Realmente parece un apocalipsis de palomas.— Comentó Ladybug, quien acababa de llegar, detrás de ella.
—Me alegra veros Mi Lady.— Le saludó Spider-Lady.
Chat Noir llamó la atención de ambas, quien estaba tumbado.
—Más vale pájaro en mano-AACHOOO— Cayó rodando por el tejado hasta parar a los pies de sus compañeras.
Chat Noir se levantó enseguida intentando recuperar la dignidad.
—Soy alérgico a las plumas AACHOOO.
Spider-Lady y Ladybug se apartaron de su estornudo.
—Menuda ayuda.— Le dijo irónica Spider-Lady.
—Dímelo a mi.— Le contestó cansado de su alergia.— A-A-A-A... Los pájaros no son el único problema. Los vigilantes de los parques están desapareciendo.
—¡¿Qué?!— Contestó sorprendida Ladybug.— Hay que pillar a Monsieur Pigeon cuanto antes.— Declaró.
—¿Dónde buscamos?— Preguntó Spider-Lady.
—No sé donde está, pero sé como nos puede encontrar.— Le respondió Ladybug.
—Me huele a un plan.— Comentó Spider-Lady.
El trío de héroes siguió a Ladybug a un parque, la vieron coger una gorra de policía del suelo y se la entregó a Chat Noir.
—Este es el plan.— Les dijo Ladybug.
Spider-Lady y Ladybug estaban escondidas detrás de los árboles mientras Chat Noir hacía de vigilante del parque.
—Sabes que ha sido cruel mandarlo a él hacer de cebo siendo alérgico, ¿verdad?— Le preguntó risueña Spider-Lady entre susurros a Ladybug para que su compañero no las escuchara.
—Es una pequeña venganza por llamarme siempre "Bichito" o "Mariquita-Bonita".— Le respondió Ladybug susurrando con una sonrisa un poquito malvada.
—*Risitas* Vaya Mi Lady, no conocía este lado "malvado" de vos.
Ver a Chat Noir bailando les llamó la atención.
—Sé natural, si no, no aparecerá.— Regañó Ladybug, ignorando las risas de su compañera por los bailes del gato.
—¿Qué dices? Pero si soy natural, además, a la Arañita le encanta.— Le respondió Chat Noir con una sonrisa que él creyó era seductora, pero Ladybug solo pensó que era tonta.
—¡Mueve esa sexy cola Gatito!— Le gritó Spider-Lady, a sabiendas y a conciencia de que esa frase podría malinterpretarse.
Chat Noir siguió bailando sin entender el doble sentido, solo riéndose por el "gracioso" comentario de Spider-Lady mientras, sin darse cuenta, una sonrojada Ladybug le daba golpecitos a Spider-Lady mientras la regañaba en susurros.
Chat Noir dejó el baile después de que Ladybug le ordenara que actuara natural pero como un vigilante y no como un payaso, pero ya llevaba un rato dando vueltas y "patrullando" el parque completamente vacío y allí no pasaba nada.
—¿Dónde está? ¿No debería haber llegado ya?— Preguntó confusa Spider-Lady.
—Sí, ya tendría que estar aquí.— Ladybug le dio la razón.
Un estornudo de Chat Noir y el sonido de los aleteos de las palomas llamaron su atención.
Decenas de palomas se juntaron formando una enorme "bola" de palomas y después fueron a por Chat Noir, llevándoselo a quien sabe dónde.
—¿Qué demonios es esa cosa?— Preguntó Spider-Lady refiriéndose a la "bola" de palomas.
—No hay tiempo. ¡Vamos! ¡Hay que seguirlas!— Gritó Ladybug columpiándose con su yo-yo, siguiendo a las palomas.
Spider-Lady y Ladybug fueron tras las palomas que tenían a Chat Noir columpiándose entre los edificios, corriendo y saltando por los tejados. Cuando Spider-Lady notó que la velocidad de las palomas disminuía detuvo a Ladybug.
—Espera.— La paró poniendo su mano vendada en el vientre de su compañera.
Ambas se escondieron tras una ventana que sobresalía de la estructura del tejado y observaron a las palomas dirigirse hacia el Le Grand Paris.
Cuando dejaron en la terraza a Chat Noir pero no vieron a Monsieur Pigeon por ningún lado, ambas fueron a reunirse con Chat Noir.
Toda la terraza estaba rodeada por palomas pero estas no hacían nada, y Monsieur Pigeon no aparecía.
—¿Dónde está ese pajarraco?— Preguntó Chat Noir.
—Dudo que esté lejos, si nos ha traído hasta aquí es por algo.— Le contestó Spider-Lady.
Las palomas, sin aviso alguno, empezaron a volar y a rodearlos. Fácilmente podrían ser cientos.
—Creo que vamos a ser alpiste para pájaros.—Dijo Ladybug asombrada.
—Pues a mi no me hace gracia.— Le respondió Spider-Lady.
Las palomas se acercaron más a los héroes rodeándolos e impidiendo que se movieran de su lugar.
—¿Algún plan brillante?— Preguntó Chat Noir mientras se cubría con los brazos.
—Tú eres el gato, ¿no suelen ser tu desayuno?— Le respondió irritada Spider-Lady, pues empezaba a odiar cómo las palomas se chocaban contra ella por no saber volar correctamente.
Antes de que se dieran cuenta estaban atrapados en una enorme jaula y fuera de esta estaban rodeados por todas las aves.
—Bueno, al menos ya no tengo a esos sacos de plumas encima.— Comentó irritada Spider-Lady.
Las palomas aterrizaron siguiendo la orden del villano.
—ROOO ROOO. ¡Feliz día! Soy tan despiadado.— Celebró Monsieur Pigeon sobre un grupo de palomas.— PRRU PRRU. ¡Vuestros prodigios o sentiréis la ira de mis amigas voladoras!— Tocó su silbato dando una orden a las palomas.
Los héroes vieron como encima de sus cabezas un grupo de palomas saltaba sobre el techo de la jaula, haciendo el espacio más pequeño con cada salto.
El resto de palomas que estaban en el suelo se dieron media vuelta y levantaron su retaguardia, amenazando con, literalmente, cagarse encima de los héroes.
—¡DA DA DI! ¡Contaré hasta tres y mis palomitas abrirán fuego!—Amenazó bajando del lomo de las palomas.— Si queréis salvaros solo tenéis que entregarme los prodigios. ¡Uno! ¡Dos!
—¡Chat Noir! ¡Los barrotes!
—¡Cataclysm!
Chat Noir destruyó la jaula sorprendiendo de sobremanera a Monsieur Pigeon. El trío de héroes se acercó a él, preparados para la batalla mientras Monsieur Pigeon retrocedía.
—Monsieur Pigeon en realidad es un gallina.— Comentó divertida Spider-Lady.
El villano saltó sobre la barandilla de cemento mientras agitaba sus brazos como si fueran alas.
—Ruuuu ruu ruuu. ¿Yo? No es una desbandada. Ahora mataré dos pájaros de un tiro. BROOO.—Monsieur Pigeon se tiró de espaldas de la barandilla.
Los héroes fueron corriendo para salvarlo de ser necesario, pero vieron asombrados como era elevado por las palomas de nuevo.
Mientras Monsieur Pigeon se iba de una forma... "única", un grupo de palomas se dirigió a gran velocidad hacia los héroes. Estos huyeron enseguida escondiéndose en las escaleras de emergencia y cerrando la puerta a tiempo. Las palomas se estrellaron con tal fuerza contra la puerta metálica que la abollaron al completo.
Cansados por la fuerza que ellos utilizaron para mantener la puerta cerrada, los héroes se sentaron en el suelo suspirando cansados y descansando unos segundos para recuperar el aliento.
Los héroes, tras recuperar el aliento, empezaron a bajar las escaleras corriendo.
El pitido del anillo de Chat Noir los detuvo.
—Tengo que irme antes de que se descubra mi identidad.
—Claro, no sea que descubramos que hay gato encerrado.— Bromeó Ladybug causándole carcajadas a Spider-Lady, aunque a Chat Noir no le hizo tanta gracia.
—Ja ja. Muy graciosa.
Cuando llegaron al vestíbulo del hotel el alcalde de Paris se les acercó eufórico.
—¡Ooohh! ¡Ladybug! ¡Chat Noir! ¡Spider-Lady!— Se acercó a los héroes corriendo.— Perderé mucho dinero si mis invitados abandonan Paris.— Mientras el alcalde hablaba el anillo de Chat Noir no paraba de sonar, lo que empezó a alterarle y ha hacer que se moviera efusivamente, buscando cómo huir de la escena mientras ambas de sus compañeras lo miraban divertidas.— Os desharéis de esas palomas ¿no?
—¡Claro! Pero antes tengo una urgencia.— Le comentó Chat Noir al alcalde dando a entender un mensaje un tanto distinto a lo que él necesitaba realmente.
—Aaahh... Usa la suite real.— En cuanto el alcalde chasqueó los dedos, un mayordomo apareció en el ascensor y Chat Noir fue corriendo al ascensor como si le estuvieran quemando la cola.— Habrá papel pero, ¿prefieres un poco de arena?— Le preguntó el alcalde intentando hacer una broma.
Chat Noir estaba confundido hasta que su cerebro hizo click.
—¿Eh? Ah, no, no. No hace falta, pero que tal... ¿Un poquito de camembert?— Preguntó justo antes de que se cerraran las puertas del ascensor.
El alcalde, confundido, miró a las heroínas en busca de respuestas pero Ladybug solo se encogió de hombros.
—¿Ya me puedo reír?— Preguntó risueña Spider-Lady.
—Sí, por favor.— Y no pasó ni un segundo para que ambas empezaran a reírse a carcajadas de las divertidas acciones de su compañero gatuno.
Después de que sus risas terminaran, el alcalde las invitó a ir al restaurante con grandes ventanales. Estas aceptaron encantadas pues tal vez desde allí podrían ver la situación sin problemas.
Subieron por el ascensor y cuando se abrió vieron los ventanales de los que les habló el alcalde.
—Vaya, desde aquí podemos ver el panorama mejor.— Comentó Ladybug acercándose a las ventanas.
—Parece que todas van en la misma dirección Mi Lady.— Observó Spider-Lady al lado de Ladybug.
—¡Las seguiremos!— Exclamaron a la vez mientras se miraban.
El timbre del ascensor llamó su atención.
—Cuando mis chicas favoritas deseen.— Dijo Chat Noir apoyado en la pared del ascensor.
Ambas superheroínas fueron corriendo y se subieron al ascensor con su compañero.
Salieron por la azotea del hotel y siguieron a las palomas hasta el Grand Palais, donde vieron a las palomas entrar en su interior.
Los héroes se asomaron por la entrada para observar el panorama sin ser vistos, pero las grandes columnas les impedían hacerlo.
—No veo nada.— Dijo frustrada Ladybug.— ¡Ya sé! Spider-Lady, ¿puedes usar tu poder?— Le preguntó Ladybug a su compañera.
—Sin problemas Mi Lady, pero no creo que funcione con las palomas.
—No te preocupes, con las personas nos basta.— Le aseguró Ladybug.
—Bien. ¡Aranea Sensu!
En cuanto Spider-Lady sintió y vio dónde estaban las personas empezó a informar a sus compañeros.
—Veo a varias personas juntas, por sus posturas y pulsos calmados diría que son los vigilantes de los parques que las palomas han secuestrado. Hay cinco.
—Así que aquí es donde los ha traído.— Comentó Chat Noir. Spider-Lady asintió.
—También veo a Monsieur Pigeon, está en lo alto, no sé exactamente sobre qué, pero sé que no es el suelo.
—Vale, tenemos a los vigilantes de los parques y a Monsieur Pigeon, ¿ves algo más Spidey?— Preguntó Ladybug.
—No, pero... Escucho algo.— Eso extrañó a sus compañeros.
—¿Qué escuchas?— Preguntó Chat Noir.
—No estoy segura, son como tambores... No paro de mirar a todos lados pero no hay más personas dentro...— Spider-Lady cerró un momento los ojos para centrarse en el sonido bajo la atenta mirada de sus compañeros, y entonces lo entendió.— ¡No son tambores! ¡Son latidos!
—¿Latidos?— Le preguntó Ladybug.
— Sí, pero no de personas, son de las palomas.— Informó sorprendiendo a sus compañeros.— Y son muchos, no sé decir dónde están pero hay que tener cuidado, Monsieur Pigeon tiene a todo un ejército de palomas.
—De acuerdo, vayamos por atrás, por dónde no nos esperen.— Ordenó Ladybug, guiando a sus compañeros a una entrada alternativa.
Los héroes subieron al tejado del Grand Palais buscando alguna entrada.
—Si destruimos ese reclamo de aves conseguiremos el akuma.— Dijo Ladybug corriendo hacia una ventana.
Mientras miraban a Monsieur Pigeon bajo ellos y Ladybug decía la parte del plan que le tocaba a cada uno, Spider-Lady desactivó su poder.
—Bien, Chat Noir tú abres la ventana, Spider-Lady con tus telarañas inmovilízalo y yo le arrancaré el reclamo.
—Bien, el que no corre vuela.— Bromeó Chat Noir antes de abrir la ventana.
Pero cuando la abrió las plumas se le acercaron y lo hicieron estornudar, asustando a Spider-Lady quien por accidente disparó una telaraña a la paloma que tenía Monsieur Pigeon sobre el brazo y la inmovilizó contra unos barrotes.
Monsieur Pigeon miró asustado a los héroes quienes estaban perplejos.
—Bueno, adiós al elemento sorpresa.— Se quejó Spider-Lady.
Los héroes saltaron y fueron directos a Monsieur Pigeon, pero igual que en el hotel saltó y fue atrapado por las palomas, quienes lo dejaron sano y salvo en el suelo. Los héroes saltaron de nuevo y corrieron hacia Monsieur Pigeon, pero este, negándose a perder, se dio media vuelta llamando a sus palomas.
—RUUU RURUURUU. ¡Pitas pitas! Acercaos... ¡por qué os pienso desplumar!
Con las palomas Monsieur Pigeon hizo dos enormes "bolas de demolición" en sus puños.
—¡Con mucho gusto!
Haciendo honor a lo que dijo, Monsieur Pigeon golpeó con sus palomas a Chat Noir, mandándolo hasta la jaula en la que los vigilantes estaban encerrados. Después hizo lo mismo con Ladybug y Spider-Lady sin previo aviso.
Mientras Monsieur Pigeon se acercaba a los héroes, dispuesto a seguir golpeándolos, Ladybug llamó a su poder.
—¡Lucky Charm!— Su poder le dio una moneda.— ¿Una moneda? ¿Y qué se supone que hago con esto?
—¡No puedes comprar tu libertad!
Monsieur Pigeon lanzó una de sus bolas de demolición directa a los héroes. Mientras que Chat Noir y Spider-Lady saltaban hacia un lado, Ladybug se deslizó por debajo de la bola y cuando la pasó se levantó corriendo, ató su yo-yo en un tobillo de Monsieur Pigeon, saltó a una viga rodeándola con la cuerda de su yo-yo y después se acercó corriendo a una maquina expendedora, de la que sacó una bolsa de comida.
—¡Chat Noir!— Gritó Ladybug lanzando la bolsa.
Chat Noir le lanzó el bastón atravesando y rompiendo la bolsa de palomitas, las cuales cayeron todas sobre Monsieur Pigeon. Cuando las palomas se acercaron hambrientas a Monsieur Pigeon Ladybug tiró con fuerza de su yo-yo, colgando a Monsieur Pigeon de la viga y provocando que se le cayera su reclamo.
—¡Spider-Lady!
—¡Voy!
Spider-Lady lanzó una telaraña al reclamo y lo atrajo hacia ella, destruyéndolo.
Ladybug soltó a Monsieur Pigeon, purificó al akuma y arregló todos los daños causados.
—¡Bien hecho!— Celebraron los superhéroes.
El pitido del broche de estrella de Spider-Lady provocó que Spider-Lady fuera la primera en irse.
—Nos vemos chicos. ¡Hasta la próxima patrulla!— Se despidió mientras salía del Grand Palais.
Ladybug se fijó en como Chat Noir no apartaba la vista de Spider-Lady, ni siquiera a pesar de que ya no se viera.
—Creo que hay un gatito enamoradooo...— Canturreó Ladybug para fastidiar a su compañero.
Chat Noir, sonrojado, empujó a Ladybug incitándola a irse.
—¡Anda mira! ¡Tus pendientes! ¡Tienes que irte antes de que te transformes! ¡Nos vemos!— Y aunque Chat Noir empujaba a Ladybug para que se fuera, él fue el primero en irse de la escena, provocando las risas de Ladybug.
Colette entró a su casa por la ventana de su habitación, saludó a su nueva mascota, Coton Blanc, le dio un zumo a su kwami y se fue a la habitación de invitados dispuesta a limpiarla al completo.
Esa sería la nueva habitación de su gatita, sí, una habitación solo para ella, la tenían de sobra en su casa y nunca tenían invitados, al menos no unos que se quedaran a dormir, lo más cercano a eso eran los amigos de Colette en alguna fiesta de pijamas, pero todos dormían o en el suelo del comedor o en el suelo de su habitación, con lo cual esa iba a ser la habitación de Coton Blanc.
Sin darse cuenta, se pasó toda la tarde limpiando y tirando cosas para dejar la habitación lista para el día siguiente, pues en la tienda le dijeron que las cosas le llegarían mañana.
Mientras limpiaba pensaba en si tendría que cancelar otra quedada, o tal vez podría convencer a Max de ir a su casa en vez de ella salir.
Ya hablaría con él más tarde.
Cuando por fin terminó de limpiar la habitación, con la ayuda que tuvo que suplicarle a Silkk, ya era la hora de la cena.
Colette fue a cenar con sus padres, antes de sentarse preparó los nuevos cuencos de su gatita, se los llenó de comida y agua y se los dio.
Y así Colette De Rune sobrevivió a otro ajetreado día de su vida.
Curiosidades del capítulo
"Coton Blanc" significa "Algodón Blanco" en francés.
Colette ha decidido llamar a su gatita así porque cuando la vio en brazos de su padre ya lavada pensó que era una adorable bolita de algodón blanco.
A Silkk le dan miedo los gatos porque a su primer/a portador/a lo/a mató un gran felino.
6967 Palabras
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