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Despair Bear

Arriba tenéis los outfits de todos para la fiesta de Chloé, solo ignorad la existencia de Ondine y de Lila XD
Y no le deis a la canción (si no os sale es «Photograph - Ed Sheeran»)

Si no comentan no subo más caps. Comenten >:(

—Vamos Lorito, tienes que despertar.— Le dijo por tercera vez la mayor de las dos.

—No quieroo...— Se quejó por tercera vez la menor.

—¿El qué no quieres?

—Despertarme.— Farfulló la pequeña.

—Ya estás despierta. Venga, levanta.

—Porfa tata, no me obligues a ir al cole...— Le suplicó sacando su cabeza de entre las mantas para hacerle ojitos a su, ahora, hermana mayor.

Colette se tapó los ojos en un rápido movimiento para evitar sucumbir a los encantos de la adorable Emma.

—No pienso caer otra vez.— Sobretodo porque si caigo la mama me regañará de nuevo.— Si no te levantas sola en menos de diez segundos te sacaré a rastras de la cama.— La amenazó tirándole la ropa a su cama sin verla.— Y no te lo recomiendo ahora que duermes tan alto.— Bromeó Colette, señalando la altura entre la cama de la más pequeña y el suelo.

—Vale vale, ya me levanto.— Aceptó a regañadientes Emilie.

Al escucharla Colette se atrevió por fin a mirarla, pero era una trampa. Emma le estaba haciendo ojitos y Colette cayó en sus encantos.

—Hazme sitio.— Le ordenó subiéndose veloz a la cama de su hermana para taparse con ella, sin importarle que estuviera vestida y escuchando las risitas de victoria de la más pequeña.— ¡Mama! ¡Emma y yo nos quedamos en casa! ¡Perdón!

Emilie dejó de reírse al escuchar a su hermana, ¿por qué tenía que avisar a su tía?

Dharani entró de un portazo a la habitación, observando muy fijamente a sus hijas de una forma... horriblemente aterradora.

—Las dos fuera de la cama. Ya.


—No quiero ir al cole.— Protestó malhumorada Emma, comiendo su desayuno con morritos.

—¿Por qué no?— Le preguntó Dharani centrada en su propio desayuno.

—No conozco a nadie, ¿y si no les caigo bien?

Colette acercó más su silla a la de Emma, quien estaba a su lado, para abrazarla por los hombros.

Ahora entendía porqué se había negado tanto en levantarse de la cama, pero era comprensible, era su primer día de clases, y por lo que había contado la más pequeña parecía que llevaba dos años sin ir al colegio.

—Eres una niña encantadora y asombrosa, además de muy guapa.— La alagó Colette haciéndole pequeñas cosquillas para sacarle una risa.— Estoy segura de que les caerás bien a todos.— Aseguró la pelirrosa.— Pero si no, entonces ellos son unos tontos.

—Pero... ¿y si no hago ni un amigo y me quedo sola?— Volvió a preguntar con temor la más pequeña.

—Sé tú misma y les caerás bien, ya lo verás.— Le aseguró su tía Dharani con una sonrisa.

A Colette se le ocurrió una idea.

—Oye, esta tarde salgo un poco antes que tú, ¿te parece si te recojo al colegio yo?— Emma no dudó en aceptar emocionada.— Vale vale, pero si te recojo tendrás que venirte con unas amigas, te las presentaré y verás que no es malo conocer a gente nueva.

—Colette...— Le llamó la atención su madre.

—Tranquila mama, solo iremos a casa de Marinette, quiere enseñarnos unos diseños que ha hecho para que nos los probemos.— Le explicó la pelirrosa.

—Bueno, de acuerdo, pero tened cuidado.

—¡Yeii! ¡Iré con la tata!


—¿Entonces no te importa?— Le preguntó por segunda vez Colette a Marinette, queriendo asegurarse de su respuesta, mientras ambas comían su almuerzo.

—Claro que no, además estoy acostumbrada a estar con niñas.— Volvió a asegurar Marinette.— De hecho tengo unas pulseras que son bastante pequeñas, tal vez le queden bien a tu hermana.

—Seguro que le encantan. Por cierto, ¿cómo es que tu padre no está ya por aquí? Normalmente suele rondar por la cafetería antes de sus clases.— Le preguntó curiosa Colette terminándose su propio almuerzo.

—Está terminando un pedido con mi madre en la panadería, se le ha atrasado un poco el tiempo pero llegará enseguida.— Le contestó Marinette levantándose de la mesa junto a la pelirrosa para recoger ambas sus bandejas.

—¡Colette!— Kim apareció desde las espaldas de la mencionada y la alzó en un abrazo sorpresivo.

—¡Waah! ¡Kim!— Gritó asustada la pelirrosa al no esperarse tal movimiento.— ¿Pero qué haces?

—¡Es que te he echado de menos!— Justificó el más alto sin soltar a su amiga.— ¡Vamos a comernos lo que cocinemos hoy!

Colette acababa de almorzar... pero debía admitir que esa idea le era muy tentadora. Era una glotona.

—Si me bajas acepto.— Kim no tardó en bajarla.

—Lo siento, le dije que te dejara tranquila.— Se disculpó Max por Kim.

—Tranquilo, en realidad ha sido divertido.— Le quitó importancia Colette con una sonrisa.

—¿Quieres repetir?— Ofreció emocionado Kim.

—Más tarde, ahora preferiría ir a clase antes de que suene el timbre.— Mencionó divertida.

Sus amigos le dejaron el paso libre hacia la clase y fueron juntos a la misma.

—¿Qué es eso de que me echáis de menos? Nos vemos siempre en clases.— Preguntó Colette extrañada.

—Últimamente has estado casi un 80% más ocupada que de costumbre y nuestras quedadas fuera del horario lectivo se han visto reducidas de forma abismal.— Le respondió Max con sus típicos cálculos.

—¿De verdad? Vaya, lo siento esa no era mi intención...— Se disculpó Colette.— Pero es que han estado ocurriendo todo tipo de cosas en mi vida y... estos últimos días la tengo un poco patas arriba.

—Tranquila, no te acusamos ni nada.— Aclaró Max.

—Sí, solo es que echamos de menos quedar contigo para jugar, competir o que me ayudéis los dos con los deberes.— Comentó Kim nostálgico.

Colette sonrió enternecida a los primeros amigos que hizo en ese instituto.

—Esta tarde estoy liada, pero me aseguraré de dejaros más de un hueco esta semana y nos pondremos al día, ¿qué os parece?— Les propuso con alegría Colette.

—¡Sí! ¡El grupo vuelve a unirse!— Celebró Kim.

—¡Perdonad por llegar tarde!— El padre de Marinette llegó atropelladamente a la clase con un delantal ya sucio y un montón de utensilios de cocina e ingredientes que dejó a lo loco en la mesa del profesor.— Bueno chicos, hoy haremos macarons.


—¡Kim, no te comas eso!— Lo regañó Colette desde su escritorio.— ¡Literalmente solo es harina y azúcar!

—¡Pero es dulce!— Objetó él con la mezcla en la boca y por toda la cara, como si fuera justificación suficiente.

—Kim, basta.— Le pidió Max a su lado.

—Vamos, ¿por qué no esperas a que te salga bien la masa como mínimo?— Preguntó Tom desde el escritorio del profesor con su propio bowl.

—Kim, por una vez piensa con el cerebro.— Le sugirió Alix burlona.

—¡Y tú deja de pensar con el tuyo!— Le gritó Kim en respuesta soltando harina y azúcar a montones desde su boca.

¿Acaba de decirle que no use el cerebro?

—A ver no os alborotéis, sigamos con la clase por favor.— Pidió Tom, decidiendo no hacer mucho caso a Kim, pues no era la primera vez que fuera a comerse su propia comida antes de siquiera ser comestible.— Después de añadir todos los ingredientes y removerlos bien, debe quedaros esta textura.— Dijo enseñando su bowl.

Y por si os lo preguntáis, sí, en realidad la clase estaba mucho más avanzada de lo que estaba Kim, pues si hubiera prestado más atención tendría una masa en vez de solo harina y azúcar.

—Bien, ahora sigamos con el chocolate, os contaré un secreto.— Les indicó Tom cogiendo otro bowl con otros ingredientes, siendo imitado por casi toda la clase.— Siempre añado nata al chocolate para suavizar la textura del ganache. Y luego lo dejo reposar un minuto.

—¿De verdad piensan que voy a ensuciar mis manos cocinando como una criada?— Preguntó Chloé al aire, mostrando como era Sabrina la que estaba haciendo todo el trabajo mientras que su lado del escritorio compartido estaba perfectamente limpio.— Si quiero un croissant se lo pido a mi mayordomo.

¿Y a ti quién coño te ha preguntado? Pensó Colette, irritada de tenerla en frente y poder escucharla, pero se mordió la lengua. No tenía ganas de pelearse.

—No estamos haciendo cruasanes Chloé.— La corrigió amablemente Adrien.— Son macarons.

—Hay que mover rápido la muñeca.— Indicó Tom, ignorando a Chloé, y siendo imitado por casi todos los alumnos.— Pero no demasiado o podríais salpicaros.

Por alguna razón Kim hizo lo que Tom indicaba... pero con la maldita harina y el maldito azúcar, provocando una especie de "explosión" de polvo blanco que le estalló en la cara.

—Kim, eres peor que un niño.— Lo regañó Colette sin dejar de remover su propio chocolate.

Kim, ignorando sus palabras, empezó a relamerse los labios de forma exagerada y con la boca abierta, como si quisiera pasarse la lengua por toda su cara.

—Kim, para ya.— Le pidió Max sin siquiera mirarlo.

Tiene que estar muy acostumbrado a las locuras de Kim para no reaccionar.

—¿Y ensuciar mis pantalones de Chenal? Será una broma.— Se quejó Chloé de nuevo.

—Fijáos en esta emulsión.— Tom enseñó su bowl a la clase, impresionando a los alumnos.

Fastidiada de ser ignorada y asqueada ante la suciedad de la clase, Chloé se escaqueó para hacer una llamada, siendo notada solo por Colette y Marinette.

—Ahora debe enfriar una media hora, ¿Marinette?— La llamó Tom.

—¿Sí papa?

—¿Puedes dejarlo en la nevera de la cafetería?— Le pidió dándole su bowl.— Mientras veamos como os está quedando a vosotros.— Le dijo al resto de la clase acercándose a cada uno por separado para ver sus mezclas mientras su hija salía del aula.— Vaya Colette, no te está quedando nada mal tu ganache.— La alagó Tom.— Pero intenta mover con más fuerza tu muñeca o no te quedará tan cremosa como podría.

Cuando Colette iba a agradecer el alago y el consejo la alarma antincendios empezó a sonar como loca por todo el instituto.

—De acuerdo, todo el mundo con calma, seguro que es un simulacro.— Tranquilizó el adulto a los adolescentes.— Salgamos con calma, seguro que el director nos indicará lo que ha ocurrido.


Más pronto que tarde todo el alumnado estaba reunido en el patio del instituto con todo el profesorado a un lado y el director junto al capitán de bomberos en una pequeña tarima.

—Algún listillo ha tenido la brillante idea de llamar a los bomberos.— Regañó el director Damocles a todo el alumnado con la intención de que el culpable se diera a conocer.— Y pensó que sería divertido hacerles perder su tiempo.

Mientras que el capitán de bomberos intentaba marcharse con educación ante el director y este se lo impedía, Colette se acercó a Alya y a Marinette, quienes de entre toda su clase eran las más avispadas.

—Creo que Chloé ha tenido algo que ver en todo esto.— Le escuchó decir a Marinette.— La vi hablando por teléfono antes de que sonara la alarma.

—Que la vieras hablando no es prueba suficiente.— Señaló Alya.

—Aunque odie admitirlo Alya tiene razón.— Comentó Colette metiéndose en la conversación.— Yo también la vi hablando por teléfono, pero conociéndola perfectamente podría estar pidiendo algún capricho.

—Sí, tal vez tengas razón...— Concordó Marinette pensativa y conociendo la caprichosa actitud de la rubia rica.

—¡Señor Damocles!— Hablando del demonio.

—¿Srta. Bourgeois?

—Vi a una alumna salir de clase antes de que sonara la alarma, tal vez fue ella.— "Sugirió" Chloé.

—¿A sí? ¿Y quién era?— Preguntó el director sin molestarse en pensar en las varias razones por las cuales literalmente cualquiera puede salir de clase.

Desde necesidades propias como el baño o la enfermería hasta por pedido del profesor.

—¿Algo que decir Marinette-Dupain-Cheng?— La acusó descaradamente remarcando su nombre completo como hacía siempre.

—Yo la mato.— Advirtió Colette entre dientes acercándose un paso a la rubia hasta que otro rubio se lo impidió.

—Espera, no te alteres.— Le pidió amablemente Adrien.

—Marinette, ¿tienes algo que decirle al capitán de bomberos?— Cuestionó el director enfadado.

Ni siquiera se molesta en preguntarle a Marinette porqué no estaba en clase, directamente la acusa de culpable y le exige una disculpa por algo que no ha hecho.

—Disculpe señor.— Intervino Adrien.— Pero no puede haber sido ella.— Dijo defendiendo a su amiga.— ¿Por qué iba a interrumpir la clase de su propio padre?

—Además.— Intervino Colette.— Marinette estaba fuera del aula ha petición de su padre, el profesor de la clase de repostería y pastelería.— Informó la pelirrosa.— Solo llevaba una mezcla de ganache a la nevera de la cafetería cuando sonó la alarma.

—Y sé con certeza que Marinette ni siquiera llevaba su móvil cuando salió de clase.— Intervino también Alya defendiendo a su mejor amiga.

El capitán de bomberos volvió a intentar irse pero el director se lo volvió a negar diciendo que estaban "cerca" de saber quien hizo la dichosa llamada.

—Desde luego no he sido yo.— Negó obvia Chloé.

—Adri, te lo suplico, déjame darle el guantazo que se merece.— Le suplicó Colette sin apartar su venenosa mirada de la rubia.

—No, quédate tranquila, ¿vale? Lo resolveremos.

—No podemos dejar que Chloé se salga con la suya.— Negó Marinette enfadada.— Voy a decir-

Adrien la interrumpió.

—Pero Marinette, no sabemos seguro si ha sido ella.— Le recordó el rubio.

—Cierto, sería ponerse a su nivel.— Concordó Alya.

—A mí no me importa ponerme a su nivel.— Comentó Colette levantando la mano y ofreciéndose voluntaria para acusar a la Bourgeois.

—Bien, ya que nadie da la cara todos seréis castigados.— Los sentenció el director injustamente.

—¡Oiga eso no es justo!— Se quejó Colette.

—¿Qué? No creo que mi padre vaya a tomarse muy bien que me castiguen sin ninguna prueba.— Amenazó Chloé llamando a su padre.

—Oh no hay porque molestar al alcalde.— Negó rápidamente nervioso el director Damocles, sabiendo que su trabajo dependía del gusto y capricho de esa mocosa.— Todos castigados menos la Srta. Bourgeois.

—No me lo puedo creer.— Dijo impresionada Colette.

—Así aprenderéis lo que pasa cuando se hace perder el tiempo a los bomberos.— Les "enseñó" el directo justo antes de dejar marchar por fin al capitán de bomberos.

Los profesores se acercaron a los alumnos para indicarles el castigo, perderían el resto de sus clases para limpiar entre todos el instituto entero de arriba a abajo, por lo que los alumnos no tardaron en dispersarse para empezar ya y acabar cuanto antes.

—¿Por qué me toca a mí el trapo y a vosotros las escobas?— Les preguntó Kim a Max y a Colette.

—Para que no se te ocurra hacer una pelea de espadas o una guerra interdimensional con armas de fuego súper avanzadas y súper imaginarias.— Respondió Colette sin mirarlo, centrada en barrer para olvidar las enormes ganas que tenía de atizarle con la escoba a cierta niña con coleta.

—¿Cómo sabías que quería hacer eso?— Cuestionó Kim completamente impresionado.

—Porque te conocemos Kim.— Se limitó a responder Max.

Colette dejó de barrer al notar que ya tenía un buen montón de polvo acumulado pero que no tenía ningún recogedor para, bueno, recogerlo.

Miró a su alrededor en busca de algún alumno que tuviera uno, preferiblemente uno que conociera, hasta que se topó con Adrien ayudando a Nino a limpiar su lado del patio.

—Ahora vengo, mirad que nadie pise lo que he barrido porfa.— Les pidió a sus amigos mientras se alejaba.

Colette se acercó a su mejor amigo rubio, viendo como Nino se iba hacia quien sabe donde poco antes de que ella llegara.

—Hola Lettie.— La saludó, aunque no tan alegre como acostumbraba.

—Hola Adri.— Le devolvió el saludo Colette, extrañada por la actitud del rubio.— ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?— Le preguntó preocupada.

—No, nada malo es solo... es por Chloé.— Le respondió mirando a su amiga de la infancia de reojo.

—¿Qué pasa con ella?

—He hablado con ella y me ha dicho que ha llamado a los bomberos solo para no hacer la clase del padre de Marinette.— Confesó Adrien avergonzado por su amiga.

—Si me disculpas me voy a partir un par de dientes.— Intentó despedirse Colette dando media vuelta.

Y digo intentó porque Adrien se lo impidió en cuanto dio un paso.

—¡Espera espera! ¡Por favor!— Le pidió interponiéndose en el camino.— Por favor, no te enfades con Chloé, o por lo menos no... no le hagas nada.— Le suplicó sin apartar la mirada de los ojos de la pelirrosa.

—De acuerdo...— Aceptó Colette.— Pero te advierto que esto no funcionará eternamente, tarde o temprano Chloé pagará por lo que hace.

—Lo sé lo sé, y sé que a veces realmente se lo tiene merecido pero... la conozco ¿vale? Y realmente ella puede ser buena si quiere.— Dijo Adrien recordando todos los buenos momentos que le hizo pasar Chloé.— De hecho, creo que la he convencido para que rectifique, por lo menos un poco.

—¿De qué hablas?

—Le he dicho a Chloé que no podía ser amigo de alguien que hace este tipo de cosas.— Le explicó el modelo.— Y que no es tan difícil ser amable con los demás, que probara a hacerlo.

—La has amenazado con romper vuestra amistad, vaya eso sí me gusta.— Comentó divertida Colette.

—No seas tan radical, no ha sido... tan así.— Intentó excusar el rubio.

—Bueno si te hace caso entonces te aseguro que controlaré mi ira con ella.— Prometió Colette.— De todas formas venía a pedirte el recogedor.— Señaló.

—Ah claro, toma.

—Gracias, nos vemos más tarde Adri.— Se despidió dispuesta a volver con sus amigos.

—Espera Lettie.— La llamó Adrien parándola.

—¿Qué pasa?

—¿Estás bien? Osea... ¿te ha... ocurrido algo últimamente o...?— Intentó preguntar, pero no lo había pensado muy bien, no podía soltar información que se suponía solo sabía Chat Noir.— Lo que quiero decir es que puedes contarme lo que quieras o no hacerlo, no pasa nada.— Se corrigió rápido intentando no presionar a su mejor amiga.— Solo... quiero que sepas que estaré ahí para ti en lo que quieras y en lo que necesites, ¿vale?

Colette se vio horriblemente conmovida por la ternura de su mejor amigo. El polluelo empezaba a crecer.

La pelirrosa le sonrió agradecida.

—Gracias Adri, lo tendré en cuenta, de verdad.— Le aseguró sincera.— Nos vemos después.

—Claro, adiós.


—¡Lo siento, tengo que irme!— Se despidió Colette velozmente de sus amigos, corriendo a la salida del instituto.

No iba tarde para recoger a Emma pero sí iba un poco justa por el maldito castigo, y si al profesor de su hermana le daba por salir antes o lo que sea... No quería dejar esperando a Emma, así que corrió tan rápido como pudo. Aunque por suerte no es como si el colegio de Emma estuviese en la otra punta.

Una vez llegó a la puerta del colegio se adentró entre los padres para que su hermana pudiera verla. Según le había contado su madre debía esperar a que Emma la viera para que su profesor o profesora le permitiera marcharse, así aseguraban que los niños no se fueran con desconocidos o que directamente fueran secuestrados.

No era mala idea pero... ¿qué diablos les pasaba a los padres? Se estaban empujando unos a otros como bestias feroces peleando y batallando por su territorio.

Colette intentó alejarse todo lo que pudo de los adultos, no quería tener nada que ver con ellos o que por accidente le dieran algún golpe con a saber qué parte del cuerpo.

—¡Emilie!— La llamó al verla con lo que intuía era su clase y su profesora.

Emilie, al ver a su hermana mayor, la señaló con euforia y se la indicó a su profesora, quien le dio permiso para marcharse en cuanto divisó la llamativa melena de Colette.

—¡Tata!— La llamó encantada corriendo a abrazarla.

—Hola Lorito, ¿qué tal el primer día?— Le preguntó con alegría devolviéndole el abrazo.

—¿Podemos irnos?— Preguntó cambiando de tema.

Colette obviamente notó como Emma no quiso mencionar su día evitando la pregunta, pero no iba a discutírselo estando ambas aún en el colegio.

—Sí, claro.— Aceptó Colette fingiendo que no notó el cambio de tema.— Espera ven.— En un rápido movimiento cogió a Emma de la cintura para subirla a sus brazos.— Pégate a mí, ¿vale?— Emma asintió.

Si alguien se atrevía a tocar a su Lorito iba a darle un buen rodillazo entre las piernas, sin importarle si era hombre o mujer.

Entre empujones y "disculpas" Colette consiguió abrirse paso entre la manada de padres y madres que recogían a sus hijos. Una vez alejadas ambas del gentío Colette dejó a Emma en el suelo y caminaron juntas a casa de la mano.

Primero dejarían sus mochilas y después se reunirían con Marinette en su casa.

—Bueno dime, ¿que has hecho hoy?— Le preguntó Colette a la menor.

—Emm... Hablar sobre animales...

—Eso está bien, ¿qué más?

—También he hecho ejercicios sobre los animales que hemos aprendido.

—¿Cómo qué?

—Teníamos que poner en una hoja cuales eran mamíferos y cuales aves.

—Vaya, ¿y qué tal te ha ido?— Le preguntó con curiosidad.

—Bien, no he fallado ninguna.— Comentó orgullosa Emma.— Aunque mis compañeros sí.

—¿Se han equivocado?

—Sí, en casi todas...— Colette notó como Emma ya no la miraba.

—¿Y qué tal con tus compañeros?

—Emmm... están bien, creo.

—¿Crees?

—Es que nadie a querido hablarme.— Comentó cabizbaja.

Colette dejó de caminar y se acuclilló para ponerse a la altura de Emma y la giró por los hombros para mirarla a la cara.

—Oye, no te preocupes, ¿vale? Solo es el primer día, ya verás que con el tiempo los niños y las niñas de tu clase querrán conocerte.— Le aseguró Colette.

—¿Segura?

—Claro que sí Lorito, y cuando lo hagan verán la maravillosa niña que yo veo.— Comentó pellizcándole los mofletes para hacerla reír.— Tú enséñales esa hermosa sonrisa y ya verás como querrán ser todos tus amigos.

—Vale.

—Venga, vamos a casa Lorito.— Le dio un beso en su moflete y otro en la frente antes de levantarse y retomar el camino.

—¿Y a ti que tal tu día en el cole?— Le preguntó Emma con curiosidad.

—Me han castigado.

—¿Castigado?— Colette asintió.— ¿Por qué? ¿Has hecho algo malo?

—No, pero una compañera mía sí.— Le contó la pelirrosa.— Pero los profesores no sabían quien causó problemas y nos han castigado a todos.

—Pero eso no es justo, ¿por qué no has dicho quien lo hizo?— Le preguntó curiosa Emma.

—Porque no tenía pruebas que lo demostraran.

—¿Pruebas?

—Es algo con lo que demuestras que alguien haya hecho o no alguna cosa.— Le explicó Colette.— No tenía nada con lo que enseñar que mi compañera era culpable, así que no podía decir nada porque no me creerían.

—Pero eso sigue sin ser justo.

—Lo sé, pero cuando se es tan "pequeña" como nosotras no puedes contradecir lo que dicen los adultos.

—¿Qué es contradecir?

—Es como llevar la contraria.

—¿Entonces solo podemos hacer caso a lo que dicen los mayores?— Preguntó Emilie.

—Siempre que sea una figura de autoridad como un policía, un profesor o una madre... Sí, tenemos que hacer caso.— Le afirmó Colette sacando sus llaves para abrir la portería de su edificio.— Venga pasa Lorito.

Ambas chicas subieron para dejar sus mochilas y luego bajaron para dirigirse a casa de Marinette.

—Tata tengo hambre, no hemos cogido merienda.— Se quejó Emma mientras Colette enviaba un mensaje a Marinette informándole de que ya iban a su casa.

—No te preocupes, mi amiga Marinette seguro que tiene algo para darnos.— Respondió con gracia.

—¿Cómo es tu amiga?

—Ella es amable y simpática, y es niñera de una niña un poco más pequeña que tú así que seguro que querrá jugar contigo.— Le describió Colette.

—¿Es la amiga con la que ibas a tomar un helado de amor?— Le preguntó con curiosidad.

—No iba a tomar un helado de amor con ella.— Le negó avergonzada Colette.— Marinette me invitó porque muchos de nuestros compañeros de clase iban, pero preferí no ir.

—Entonces... ¿puedo tomar un helado de amor?— Preguntó esperando un sí.

—No.— Le negó en rotundo.— Deja de pensar en helado anda, ya hemos llegado.— Le dijo señalando la panadería de los padres de Marinette.

—Pero eso es una tienda, no una casa.

—Lo sé, ven.— Disfrutando la divertida confusión de su hermana, Colette le cogió la mano y se adentraron en la panadería.— Hola Sabine.

—Colette, hola, ¿qué tal estás?— La saludó encantada la madre de Marinette tras la caja.

—Bien, gracias. Veníamos a comprarte alguna cosa para merendar antes de subir a ver a Marinette.

Fue entonces que Sabine se puso de puntillas para notar que al lado de Colette había una adorable niña pequeña.

—Anda, ¿y quién es esta preciosa niña?— Preguntó mirando enternecida a la pequeña.

—Vamos, preséntate.— La animó Colette.

—Me llamo Emilie, encantada.— Saludó tímidamente.

—Yo soy Sabine, encantada de conocerte Emilie. ¿Qué te gustaría merendar? Te invito yo.

—¿Segura?— Le preguntó Colette.

—Claro, no pasa nada. Elige lo que quieras Emilie.— La animó Sabine.

Emilie dio un vistazo a la panadería y en una de las cristaleras vio unos asombrosos cupcakes con una hermosa cobertura blanca, decorados con virutas con forma de estrellas de colores, orejas del mismo color que la cobertura y un cuerno justo en lo más alto de un color plateado. Parecían unicornios incluso sin tener cara.

—¿Puedo coger de esos?— Señaló encantada de probarlos.

—Claro, ¿cuántos quieres?— Le preguntó Sabine acercándose para darsélos.

—Dos, uno para mí y otro para Colette por favor.— Le pidió amablemente Emilie.

Sabine no dudó en consentirla y le dio lo pedido.

—Aquí tienes Emilie, disfruta.

—Muchas gracias Sabine.— Le agradeció la más joven.

—Gracias.— Agradeció igualmente Colette.— ¿Podemos subir para ver a Marinette?

—Claro id sin miedo, ya sabes el camino.— Le dijo Sabine.— La puerta está abierta, así que no te preocupes por picar.

—Gracias Sabine, que tenga buena tarde.— Se despidió Colette.

—Adiós Sabine.— Se despidió Emilie.

—Adiós chicas.

—¿Aquí vive Marinette?— Le preguntó Emilie una vez llegaron a las escaleras.

—Sí, vive encima de la panadería de sus padres.

—¿Sabine es su madre?

—Sí.— Volvió a afirmar risueña, divertida por la sorpresa de la pequeña.

—¿Puedo comerme el cupcake?

—Claro, ¿para qué lo quieres si no?

Con una sonrisa Emilie sacó de la cajita que le dio Sabine uno de los cupcakes, le dio la caja a Colette y probó la magdalena con la bonita decoración.

—¡Qué bueno está!

—Me alegro de que te guste, pero no hables con la boca llena.— La regañó divertida Colette.— Es aquí, le señaló la puerta antes de abrirla y dejarla pasar.

—Es bonita, pero un poco pequeña ¿no?— Le preguntó Emma mientras seguía comiendo, refiriéndose al tamaño de la casa de Marinette.

—Yo creo que está bien.— Opinó cerrando la puerta tras ella.— Ven, es por estas escaleras.— Le señaló.

Colette y Emilie subieron las escaleras hasta toparse con la puerta del cuarto de Marinette cerrada. Colette picó sus nudillos en esta.

—¡Marinette, soy Colette! ¿Puedo pasar?— Preguntó Colette.

En vez de recibir una respuesta unos acelerados pasos se escucharon justo antes de que Marinette abriera la puerta.

—Colette, hola, pasa pasa.— La animó Marinette dejándoles el paso, y cuando ambas hermanas estuvieron dentro Marinette volvió a cerrar la puerta.— Imagino que ella es tu hermana, ¿no?

—Me llamo Emilie.— Se presentó tras masticar el último bocado que le quedaba de cupcake.

—Encantada Emilie yo soy Marinette, compañera y amiga de Colette, espero que nos llevemos bien.— Se presentó amablemente Marinette.

—Colette dice que eres buena y amable... y que seguro que podemos jugar juntas.

—Emma, corazón, ese tipo de cosas te las digo en secreto.— Comentó avergonzada.

—Bueno, me alegro de que me consideres buena.— Dijo risueña Marinette.— Y estoy segura de que no te aburrirás hoy Emilie. Por cierto, ¿cómo es que has venido tan pronto?— Le preguntó directamente a Colette.

—Te dije esta mañana que vendría antes que las chicas para que Emilie no sintiera que está rodeada de desconocidas.— Le recordó.— Y te he enviado un mensaje avisando de que veníamos.

—No me has enviado...— Negó Marinette mirando su teléfono hasta que encontró el mensaje.— Ah, pues sí que me has enviado un mensaje.

Emilie se rió divertida junto a Colette.

—Tú habitación es muy rosa.— Observó Emilie la habitación.

—Puedes explorarla si quieres.— La invitó Marinette.

Emilie empezó a acercarse a todos los muebles para cotillearlos.

—Por cierto, ¿qué era eso que querías enseñar?— Le preguntó Colette sacando su cupcake para comérselo.

—Llevo un par de semanas diseñando distintos tipos de bisutería que puedes personalizar y también he hecho algunos sombreros.— Le explicó Marinette acercándose a su joyero.— Y Alya me dio la idea de que las chicas y tú los modelarais para empezar un blog de moda con mis diseños.

—Esa es una muy buena idea. Vaya son preciosos.— Alagó Colette sacando un collar del joyero.

—Gracias.

—¿Puedo ver?— Preguntó Emilie metiéndose entre las dos chicas.

—Claro, mira.— Le enseñó encantada Marinette.


—Eres muy bonita Emilie.— La alagó Rose sentada a su lado.

—Gracias, tú también.— Le devolvió el cumplido con una sonrisa.

—Tu hermana es encantadora.— Le dijo Mylène a Colette.

—Es una niña asombrosa.— Comentó Colette orgullosa.

—Empecemos ya con las fotos chicas.— Anunció Alya sacando su móvil.

Marinette se acercó con varios sombreros.

—Elegid el que más os guste.— Las animó.

Juleka y Rose fueron las primeras en coger uno para probárselo.

—¿Yo también puedo?— Preguntó Emilie al lado de su hermana.

—Los sombreros son un poco grandes...— Comentó pensativa Marinette.— Creo que tengo algo perfecto para ti.

Marinette dejó los sombreros en sus maniquíes para acercarse a su escritorio, rebuscó entre sus cosas para después acercarse de nuevo a Emilie y enseñarle varias diademas.

—Elige la que quieras Emilie.— La animó Marinette.

—¿Las has hecho tú?— Preguntó asombrada, recibiendo una afirmación.— Son todas muy bonitas.— Comentó Emilie impresionada.

—Muchas gracias.

—Venid chicas, que os hago unas fotos.— Las llamó Alya.

Alya les hizo fotos a Juleka, Rose y a Mylène.

—Alya, ¿me haces a mí por favor?— Le pidió amablemente Emilie luciendo una de las tantas diademas que le dio Marinette.

—Claro que sí Princesita, posa.— Alya le hizo unas cuantas fotos.

—También me gustaría que os probarais la bisutería.— Dijo Marinette desde su joyero.— Son joyas que diseño yo misma y que podéis personalizar.— Explicó dándole un bonito collar rosa a Rose.

—Alto, no te muevas.— Le pidió Alya a Rose.

—También tengo pulseras, anillos y pendientes.— Comentó Marinette mostrando su joyero entero.

—Mira Marinette.— Interrumpió Alya enseñándole las fotos.— Será una imágen perfecta para tu futuro blog, ¿verdad?— ¿Chloé?

—¿Qué quiere esa snob consentida?— Preguntó irritada Marinette alejándose del móvil de Alya.

—¿Qué pasa con ella?— Preguntó Colette.

—Me ha enviado un mensaje.— Explicó Alya.

—¿Quién es Chloé?— Le preguntó Emilie.

—Es la chica que ha conseguido que nos castiguen a todos.— Le respondió Colette.

—Pues Chloé me ha invitado a una fiesta.— Dijo Alya sorprendida.

Los teléfonos empezaron a sonar.

—Y a mí.— Comentó sorprendida Rose.

—Y a mí.— Dijo Juleka.

—Y a mí.— Habló Mylène.

—Es muy amable por su parte.— Comentó Rose encantada.

—¿Chloé y amable en la misma frase?— Preguntó sarcástica Colette.

—No puede ser.— Negó Marinette.

—Le habrán hackeado el móvil.— Dedujo Mylène.

—Eso sí que me cuadra más.— Concordó Colette.

Pero al ver que todas recibieron esa invitación, Marinette y Colette miraron su teléfono con curiosidad.

—No tengo ningún mensaje.— Dijo Marinette.

—Yo tampoco.

—Entonces sí que va a ser Chloé.— Habló risueña Alya.

—¿Tan mala es esa chica?— Le preguntó Emilie a su hermana.

—Chloé siempre intenta hacer cosas malas y hace daño a la gente.— Le explicó Colette.

—¿A ti te ha hecho daño?

—Claro que no Lorito, tu hermana es demasiado fuerte para esa niña malcriada.— Respondió segura, sacándole una risa a las demás.

El teléfono de Marinette sonó.

Marinette miró su teléfono y asqueada a la par que sorprendida alejó su móvil de ella.

—Me ha invitado.

—Pues a mí aún no me-— Su móvil sonó y miró el mensaje.— No he dicho nada.

—Que bien, va a ser muy divertido.— Comentó alegremente Rose.

—Pero chicas, ¿de verdad vais a ir?— Les cuestionó Marinette sorprendida.

—Yo sí.— Afirmó Colette sorprendiendo a sus amigas.— Vayamos a comernos toda su comida, dejemos el hotel hecho una porquería y dejemos a Chloé con la cuenta. Será divertido.

Las chicas miraron sorprendidas a Colette.

—Recuérdame que no te invite a una fiesta en mi casa.— Le pidió Alya.

—Pero a lo mejor Chloé quiere disculparse por lo de esta mañana.— Opinó Mylène cambiando de tema.

—Bueno no sé vosotras chicas pero yo sí iré.— Decidió Colette.— Me voy a casa para prepararme.

—¿Puedo ir yo también a la fiesta?— Le preguntó Emilie.

—Le preguntaremos a la tita.— Contestó para no tener que decirle no.

Que fuera su madre la mala.

—Nos vemos.— Se despidió Colette saliendo de la habitación.


—Mama, ¿me ayudas con mi pelo?— Le pidió Colette.— No consigo poner bien el lazo.

—Ya voy.

—¿Por qué no puedo ir?— Preguntó Emilie entrando en el baño junto a ambas mujeres.

—Porque mañana tienes clases.— Contestó Dharani.

—La tata también.

—Pero la tata no necesita tantas horas de sueño como tú.— Recordó su tía terminando de colocar bien el lazo en el pelo de la pelirrosa.— Ya está Estrellita.

—Gracias mama.— Le agradeció saliendo del baño.— No te enfades con la tita Lorito, cuando crezcas tú y yo iremos a todas las fiestas que quieras.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo si te vas ya a dormir.— Bromeó Colette.

—Vale.— Aceptó Emma corriendo a su habitación.

—Ten cuidado en esa fiesta.— Le dijo su madre en cuanto la más pequeña cerró la puerta de la habitación.— Y no vuelvas muy tarde.

—Tranquila Kim y Max me acompañan, no te preocupes.— La tranquilizó Colette antes de recibir una llamada.— Hola Max, ¿ya estáis aquí?... Ya bajo.— Colgó.— Me voy.

—Pásalo bien.

—Gracias mama. Nos vemos.— Se despidió Colette saliendo de casa.

—No has cogido tu bolso.— Recordó Silkk una vez estuvieron solos.

—Solo necesito mi móvil y las llaves de casa, y eso puedo guardarlo aquí.— Dijo señalando como se guardaba dichos objetos en... bueno, en sus tetas, para después cerrar la cremallera del vestido.

—Vale, no voy a preguntar por eso.— Dijo Silkk sorprendido.— Pero ¿qué hay de mi zumo?

—Si necesitas energía en la fiesta habrá comida de sobra, no te preocupes.— Lo tranquilizó Colette.— Vamos, Max y Kim me están esperando.— Silkk se escondió en su pelo.

Colette bajó las escaleras y al salir por la portería se encontró con sus amigos.

—Vaya, pero mira que caballeros más guapos vienen a recogerme.— Comentó divertida.

—Tú también estás genial Colette.— La alagó Kim.

—Tiene razón al 100%

—Gracias chicos.— Les agradeció con una sonrisa.— ¿Nos vamos?


—Vaya, Chloé sí que sabe montar una fiesta.— Habló Kim impresionado ante la decoración y organización de la misma.

—Lo han hecho sus mayordomos Kim, Chloé no habrá pensado ni en los colores de las luces.— Le contestó Colette.

—Aún así es alucinante.

—La música no está mal.— Opinó Max.

—Vamos a dar una vuelta.— Propuso Colette con la mirada fija en las mesas de comida.

Ni Kim ni Max le contestaron porque sin previo aviso Chloé la empujó con tal de lanzarse a los brazos de Adrien. Kim evitó que Colette se cayera al suelo, por suerte.

—¡Adrianin!— Le dio dos besos encantada.— ¿Cómo ves que haya montado esto? Soy amable, ¿verdad?— Le preguntó.

—Muy bien Chloé.— Le contestó Adrien.

—Vayamos a saludar.— Decretó Kim.

—¿Qué? Ni loca.— Se negó Colette.

Pero Kim la ignoró y se acercó a Chloé para darle dos besos.

—No lo culpes.— Le pidió Max.— Sabes que aún está pillado por Chloé— Recordó.— Además deberíamos saludar, no podemos ser igual de maleducados que ella.

—Vale te acompaño, pero no pienso darle los besos.— Negoció Colette.

—Gracias por invitarme.— Le agradeció Max con dos besos.

—No está mal la fiesta.— Comentó sin acercarse de más.

Chloé agradeció en secreto que Colette no se acercara a ella, no pensaba dejar que esa le tocara las mejillas.

Después de una muy divertida escena de Chloé y Marinette saludándose con los besos franceses, la cual grabó Colette, la fiesta empezó oficialmente. Chloé incluso invitó a Nino, forzadamente pero lo hizo, a que él fuera el DJ si lo quería.

—He visto que hay una consola, me voy a jugar.— Les avisó Max a sus amigos.

—Tranquilo, diviértete.— Lo animó Colette.

—Yo iré a ver si puedo acercarme a Chloé, nos vemos Colette.— Se despidió Kim.

Cuando se quedó sola Colette miró a su alrededor en busca de algo con lo que entretenerse, le gustaría bailar pero no le apetecía ir sola.

—¿Una fiesta y nadie me invita?— Colette dio media vuelta al reconocer la voz.

—Mélodie, hola.— La saludó encantada con un par de besos.— Creí que hoy trabajarías hasta tarde.

—Ese era el plan, pero mi jefe dice que paso demasiado tiempo en el trabajo y ha acabado echándome por hoy.— Respondió divertida.— No sabía que iban a montar una fiesta en el hotel.

—Es una fiesta de Chloé, la hija del alcalde.

—Oh sí, la niña mimada.— La recordó Mélodie.— No sabía que hiciera fiestas.

—Hasta donde sé no las hace, pero tengo entendido que "intenta" ser amable.— Le explicó la pelirrosa.

—Nadie que sea amable hace fiestas así por la cara.— Comentó Mélodie irónica.— En todo caso estás hermosa Fresita.

Colette se sonrojó ante el repentino cumplido.

—Gracias Arándano.— Agradeció tímidamente.— ¿Te... Te apetece bailar?

—No lo pidas dos veces.— Mélodie cogió la mano de Colette y la arrastró a la pista de baile.

Ambas chicas bailaron durante un rato la música marchosa, disfrutando ambas de la compañía de la contraria.

—¡Vamos a enseñarles a esta panda como se baila de verdad Fresita!— Le gritó emocionada Mélodie.

—¿Qué tienes pensado?

Mélodie no respondió verbalmente, se limitó a acercarse peligrosamente a la joven pelirrosa para empezar a moverse de una forma... muy sensual, invitando a Colette a imitarla.

Colette, horriblemente sonrojada, se centró en la mirada oscura y misteriosa de la mayor, quitándose poco a poco la vergüenza e imitando sus sensuales movimientos. Bailando ambas muy juntas la una de la otra, frotando sus pechos sin darse cuenta y contoneando sus caderas de lado a lado dejando boquiabiertos a más de un puberto.

Mélodie subió sus manos por las anchas caderas de Colette sin detenerse, pasando por su estrecha cintura y luego a sus brazos para cogerla de las manos. Le dio media vuelta y continuaron bailando juntas pecho con espalda.

Hasta que la canción cambió y se separaron ambas con una sonrisa.

—Los hemos dejado babeando.— Comentó burlona Mélodie.

—Ha sido muy divertido, tengo que admitirlo.— Concordó Colette.

—Hola Lettie, hola Mélodie.— Las saludó Adrien.

—Anda, hola Rubio.

—Adri, hola, ¿qué tal la fiesta?

—Bien, es más divertido de lo que había imaginado.— Respondió rascándose la nuca avergonzado.— ¿Qué tal vosotras?

—Pues bien pero de tanto bailar se me ha secado la boca, iré a por algo de beber.— Comentó Mélodie.— Aquí hay mucha comida.— Dijo antes de marcharse.

—Respondiendo a tu pregunta me lo estoy pasando bien.— Habló Colette cuando Mélodie se alejó.

—Me alegro, y por cierto...— Colette notó como Adrien apartó la mirada avergonzado.— C-Creo que estás preciosa...

Colette sonrió enternecida por el nerviosismo de Adrien.

—Merci Adri, tú también estás muy guapo.— Le devolvió el cumplido.

Por otro lado Mélodie estaba tranquilamente bebiendo el dulce ponche de frutas cuando vio de reojo como el compañero rubio de Colette hablaba con ella. Ambos se veían como... avergonzados pero muy cómodamente con la compañía del contrario.

Tal vez Mélodie se precipitó al creer que "Rubio" y "Coletas" tenían una bonita conexión...

Al dejar el vaso del ponche de nuevo en la mesa se encontró de casualidad con el DJ, el cual parecía ser otro adolescente, y tuvo una idea.

Sin ser vista ni por Colette ni por Adrien, Mélodie se coló entre los adolescentes hasta llegar a la mesa del DJ.

—Oye amigo, ¿aceptas sugerencias?— Preguntó Mélodie por encima de la música.

—Normalmente no pero sorpréndeme, ¿qué tienes en mente?— Le contestó en el mismo tono.

—Una canción lenta para que mi amiga pueda bailar con un chico. ¿Me ayudas?

El DJ no tardó mucho en pensárselo.

—Claro tía, ¿has pensado la canción?

—Photograph de Ed Sheeran.

—Buen tema, me gusta tu estilo. Acabo de poner esta canción, pero después pongo la tuya.

—Gracias.

Mientras esto ocurría, en la misma fiesta se encontraba cierta chica azabache acompañada de su mejor amiga morena.

—Así que... ¿ya no estás celosa de Colette?— Le preguntó Alya.

Marinette la miró demostrando que la escuchaba para después mirar a su amiga junto a su enamorado, teniendo un pequeño recuerdo involuntario.

•••

—Tikki esto es un desastre...— Advirtió Marinette dando vueltas en su cuarto.— Colette engatusará a Adrien, se enamorarán, se harán novios, se independizarán, se casarán, formarán una familia ¡y tendrán los hámsteres que yo venderé porqué me quedaré sola y me convertiré en la loca de los hámsteres!

—Marinette por favor, tranquilízate.— Le pidió Tikki por décima vez.

—¿Pero cómo voy a relajarme? Adrien y Colette están siempre juntos, no lo entiendo.— Marinette podría parecer paranoica para más de uno, pero estaba siendo realmente sincera, no comprendía porqué Adrien parecía tener una "necesidad" de estar junto a Colette.— Sí vale, es guapa, es graciosa, es amable... ¿y eso qué? Yo también soy todo eso y aun así Adrien no me mira ni de reojo, ¿qué tiene ella que no tenga yo?— Comentó como si hablara consigo misma y no con su kwami.

—Marinette.— La llamó Tikki poniéndose frente a los ojos de su dueña para que la mirara.— Deja de compararte con Colette, tendrá virtudes pero también tiene defectos igual que tú.

—Pero Adrien no se separa de ella.

—Marinette estás exagerando, además, si de verdad amas a Adrien deberías dejarlo ser feliz, sin importar si esa felicidad es a tu lado o no.

•••

—No, ya no estoy celosa de Colette.— Le respondió Marinette orgullosa de sí misma.— Ella y Adrien son tan amigos como lo somos tú y yo.

—Esa es mi chica.— Dijo Alya orgullosa abrazándola por los hombros, hasta que la canción cambió.— Nino está en la mesa de DJ, ¿te apetece si bailamos juntas como las mejores amigas que somos?

Marinette se rió ante la exagerada propuesta de Alya.

—Estaré encantada.

Adelante con el temazo 😎

—¿Quieres que bailemos?— Le propuso Colette a su mejor amigo.

—Estaría encantado.— Aceptó el susodicho.

Colette cogió la mano de Adrien y se adentraron más a la pista de baile, la pelirrosa puso una mano en el cullo del rubio y la otra la mantuvo sujeta con la mano del contrario, mientras que el modelo colocó su mano sobrante en la cintura de su mejor amiga.

Con paso seguro pero tranquilo, ambos amigos se movieron de un lado a otro disfrutando de la bonita melodía de la canción.

♪Loving can hurt sometimes, but it's only thing that I know♪

Cuando llegaron al estribillo de la canción Adrien dio una vuelta a Colette y después esta agrandó sus pasos para ir más en conjunto con la canción.

Al llevar tacones Colette tenía la misma altura, o una muy aproximada, que Adrien, por lo que bailar era muy cómodo para ambos.

Ambos bailaron de un lado a otro, dando vueltas y disfrutando del momento y de estar haciéndolo juntos. Para ambos era agradable, de una forma extraña, pero muy agradable y cómodo.

♪Loving can mend your soul, and it's only thing that I know♪

Colette, sintiendo como era invadida por el momento y por la música y olvidándose de todo lo demás, empezó a bailar con mucha más energía, girando con Adrien, moviéndose de un lado a otro, levantando una pierna para después dar un salto...

Estaba disfrutando mucho de bailar así de nuevo.

Por otro lado Adrien estaba maravillado, no solo por el hermoso baile de su mejor amiga y la forma en la que ambos se coordinaban tan bien sin necesidad de haber ensayado, si no porque Colette se veía... Dieu, ni siquiera creía que existiera una palabra adecuada para poder describirla.

Se veía como una jodida Diosa, hermosa y poderosa. ¿Por qué no podía verse así de feliz y de maravillosa siempre? ¿Por qué manchaba su deslumbrante sonrisa con una pesada mirada por culpa de una tercera persona?

Adrien quería proteger ese brillo en sus ojos, quería proteger esa sonrisa, quería protegerla... La quería...

♪And if you hurt me, well that's okay baby only words bleed♪

Sabía que esos dos sí tenían una mejor conexión. Pensó Mélodie observando a su amiga, apartada de la pista de baile.

Cuando la canción terminó Colette acabó inconscientemente muy pegada a Adrien, pero ninguno de los dos se apartó del otro hasta que notaron que los demás a su alrededor volvían al baile animado y marchoso.

—Me ha encantado bailar contigo Lettie.— Confesó sinceramente Adrien, separándose solo un paso de la mencionada.

—Podemos seguir bailando si quieres.— Propuso señalando la mesa del DJ, remarcando que la música aún seguía sonando.

—Claro.— Aceptó sin dudar.

Para su desgracia no pudieron estar mucho más tiempo bailando, Chloé se metió entre ambos adolescentes corriendo y huyendo de Sabrina.

Chloé usó a Kim como escudo para que Sabrina... ¿no la peinara?

Ah no, fallo mío, al parecer un osito de peluche controlaba a Sabrina desde su tobillo, y cuando la soltó dejó de controlarla. El osito corrió hacia Kim para cogerle el tobillo y controlarlo a él, cambiando así el color de sus ojos a un verde... bastante escalofriante si me lo preguntáis.

—Voy a a buscar a Mélodie, hace rato que no la veo.— Se excusó Colette para ir a transformarse.

—Está bien, yo tengo que hacer... algo. Nos vemos.— Se "inventó" Adrien antes de salir corriendo.

Colette corrió para alejarse de la fiesta, escondiéndose sin ser vista en la cocina.

—Nunca te había visto bailar así.— Comentó Silkk saliendo de entre el pelo de su dueña.

—Hacía mucho que no lo hacía con tanto sentimiento.— Respondió nostálgica.— Pero ahora es el momento de transformarse.

—Odio esto, pero lo harás diga lo que diga.

—¡Silkk, a trepar!


Chloé estaba siendo sacudida de un lado a otro por Kim, quien lo camuflaba como un baile de pareja elaborado bajo las constantes quejas de la rubia. En un último movimiento Kim lanzó a los aires a Chloé, quien no paraba de girar, pero antes de caer cierto yo-yo rojo la atrapó por el tobillo tirando de ella, provocando su caída en la piscina de bolas.

Chloé sacó la cabeza de entre todas las bolas de colores, escupiendo una, para mirar enfadada al dúo de heroínas de Paris.

—¡Ya era hora, habéis tardado mucho!— Las regañó la rubia.

—También es un gusto verla Srta. Bourgeois.— Saludó irónicamente Spider-Lady.— Por cierto, os dije que una coleta alta os quedaría increíblemente bien Mi Lady.— La alagó Spider-Lady.

Ladybug iba con una sola coleta en vez de dos, y sus típicos lazos apuntaban hacia arriba, imitando a las antenas de los insectos.*

En cuanto Kim vio al par de heroínas no tardó en correr hacia ellas, pero no duró mucho, el bastón de Chat Noir se interpuso en su camino como una zancadilla, provocando su caída en la piscina de bolas.

—Que suelo más resbaladizo.— Comentó con burla Chat Noir, golpeando el suelo con su bastón.

Spider-Lady disparó una telaraña al osito, quien también salió disparado con la caída de Kim, pero este la esquivó trepando por la pared.

—¡Ey, eso es lo mío copión!— Le gritó indignada.

El osito saltó con unas volteretas al suelo corriendo hacia los civiles, sin decir ni una palabra e ignorando a los héroes.

Los adolescentes que hasta hace unos minutos estaban de fiesta, huyeron del osito.

—¡Apartaos, fuera!— Les ordenó Ladybug a todos corriendo junto a sus compañeros tras el osito.

Pero el puñetero osito desapareció.

—Spider, ¿puedes usar tu poder?— Le preguntó Chat Noir buscando al osito.

—Poder puedo, pero sería tan útil como mis ojos.— Contestó irónica Spider-Lady.

Estaban rodeados de personas, su poder no le serviría de mucho.

—¡Cuidado!— Les advirtió Ladybug empujándolos.

Una silla estuvo a punto de darles, pero gracias a la líder del equipo lo evitaron. No es como si la silla fuera a hacerles daño realmente, pero tampoco era divertido recibir golpes.

—¿Qué os parece si jugamos a lanzar sillas?— Les preguntó Max subido en el mueble de barra con la voz cambiada y sujetando otra silla sobre su cabeza.

Ladybug lanzó su yo-yo de nuevo al tobillo del chico, pero para cuando lo sentó parecía confundido y el osito volvió a escapar.

Spider-Lady notó como detrás de ella alguien quiso cogerla desprevenida, pero actuó rápido e inmovilizó a esa persona tras su espalda, notando que era Mélodie.

Espera, ¿acaban de cambiarle el color de los ojos?

—¿Spider-Lady?— La nombró sorprendida y confusa.— ¿Qué ha pasado?

—No te preocupes, ya está.— Le respondió rápida a la vez que la soltaba para no enrollarse y seguir buscando al dichoso osito.

Chat Noir vio por el rabillo del ojo como una mesa era levantada y advirtió a sus compañeras. Ahora era Iván quien era controlado.

Sin esperar a que Iván lanzara la mesa, Chat Noir atacó primero arrebatándole el mueble de un golpe de su bastón, provocando que se cayera sentado en un sofá ante el repentino movimiento.

Chat Noir lo acorraló con su arma para que no atacara.

—¿Pero...?— Iván estaba confuso, ¿por qué Chat Noir lo apuntaba con su bastón?

—¿Eh?— Chat Noir también notó el repentino cambio del color de los ojos grises de Iván, ya no estaba siendo controlado.— ¿Dónde ha ido?

El trío de héroes empezó a mirar a su alrededor, pero el osito de peluche no parecía estar por ningún lado.

—No lo veo.— Comentó Ladybug.

—Yo tampoco.— Le contestó su compañera antes de notar una mano en su muñeca, iba a atacar hasta que vio que era su otro compañero.— ¿Chat Noir? ¿Qué pasa?— Le preguntó extrañada.

Chat Noir no le respondió, ni siquiera tenía una expresión facial y sus ojos... no eran tan cálidos y acogedores como siempre.

—¡Ese no es Chat Noir!— Le gritó Ladybug, siendo la primera en darse cuenta, apartando a su amiga del ataque de su compañero controlado.

Chat Noir, a lo bruto y desesperado, se acercó para atacar a sus compañeras y quitarles así los prodigios. Mientras, Ladybug y Spider-Lady se limitaban a esquivar sus predecibles ataques, sin querer herir a su compañero de batallas y amigo.

—¡Chat Noir reacciona!— Le pidió Ladybug.

—¡Somos nosotras tus amigas!— Intentó recordarle Spider-Lady.

Pero era en vano, Chat Noir estaba siendo controlado como una marioneta, solo que esta vez no era Spider-Lady quien controlaba sus hilos.

—Spider no reacciona, hora del plan B.— Le ordenó Ladybug.

—De acuerdo.— Aceptó para su pesar.

¿Por qué los akumas ponían siempre que podían a Chat Noir en su contra?

Ladybug le dio la mano a Spider-Lady y esta la lanzó hacia Chat Noir, haciéndole así una llave para inmovilizarlo, logrando su objetivo.

Pero no contaron con la variante del poder de la destrucción.

—¡Cataclysm!

En un rápido movimiento Chat Noir movió su brazo derecho para tocar a Ladybug tras su espalda.

—¡Ni se te ocurra!— Le gritó Spider-Lady sujetándole la muñeca para evitar que tocara a su líder.

Pero el osito que controlaba a Chat Noir no iba a rendirse tan fácilmente.

En un rápido movimiento Chat Noir barrió las piernas de Spider-Lady de improvisto, sorprendiéndola y provocando su caída. Aprovechando su desconcierto Chat Noir quiso atacarla a ella en lugar de a Ladybug.

—¡No!— Gritó Ladybug sin saber como detenerlo.

Antes de que Spider-Lady pudiera esquivar o parar el golpe, Chloé apareció a su lado para parar ella a Chat Noir.

—¡Quieto Gatito!— Chloé tiró de su cinturón entre sus piernas, haciendo que Chat Noir se tambaleara hasta un sofá que destruyó con su poder.

—Gracias.— Le agradeció Spider-Lady levantándose.

—Hey acabo de ser muy amable.— Comentó Chloé sorprendida de sí misma.— Habéis visto, ¿no?— Les cuestionó a todo el mundo, quien no daba crédito de que Chloé se preocupara por eso en vez de por el akuma.— Vaya petardos.— Dijo enfadada.

—¡Lucky Charm!— Su poder le dio un tenedor.— ¿Un tenedor?

—¡Cuidado Mi Lady!— Le advirtió Spider-Lady al ver las intenciones de Chat Noir.

Ambas heroínas subieron las escaleras hacia la azotea, siendo perseguidas por su compañero controlado, para alejar al akuma de los civiles y poder pelear sin preocuparse demasiado por... "daños colaterales".

—Vamos a sorprenderlo.— Le dijo Ladybug.

—Me parece bien.— Aceptó Spider-Lady.

Ambas heroínas corrieron tan rápido como pudieron llegando mucho antes a la azotea que Chat Noir. Una vez allí Spider-Lady las subió a ambas sobre las tejas del ascensor, escondiéndose de la vista de Chat Noir.

El héroe gatuno no tardó mucho más en aparecer, pero detuvo su carrera al no visualizar a ninguna de las heroínas. ¿Dónde se habían metido?

—¿Tienes una idea para tu Lucky Charm?— Le preguntó entre susurros Spider-Lady.

—Sí y necesito tu ayuda.— Le respondió de la misma forma para evitar ser escuchadas.

—Para lo que vos queráis Mi Lady.

—Atacaré primero, ¿vale?— Spider-Lady asintió.

Ladybug lanzó su yo-yo a Chat Noir, quien logró pararlo con su bastón, pero eso no detuvo a Ladybug.

La heroína se lanzó hacia su compañero controlado con una patada, pero él conseguía parar o esquivar sus ataques. Parecía que el osito empezaba a acostumbrarse a controlar a Chat Noir.

Spider-Lady saltó también en cuanto vio a Ladybug en el suelo, atacando juntas a Chat Noir.

Chat Noir lanzó su bastón para alejarlas, pero no se esperó que Spider-Lady lo parara.

—Gracias, me gusta mucho.— Le agradeció como si fuera un regalo.

Ladybug aprovechó el desconcierto de Chat Noir para deshilar al osito de peluche con su tenedor y después lo lanzó a una de las sombrillas.

—Chloe, ¿serías tan amable?— Le pidió Ladybug al verla bajo la sombrilla.

Chat Noir intentó ir al ataque de nuevo, pero fue detenido por Spider-Lady.

—Tú no te mueves de aquí.— Le advirtió justo antes de hacerle una llave para dejarlo inmovilizado en el suelo.

Parecida a la que Ladybug le hizo a Prime Queen.

Ladybug ayudó a Spider-Lady sujetando a Chat Noir para evitar que se escapara de cualquier forma mientras Chloé seguía girando la sombrilla.

Entonces la cabeza del osito de peluche fue lo único que quedó del mismo, con lo que acabó cayéndose de la pierna de Chat Noir, dejando así de controlarlo.

El héroe gatuno parpadeó confundido.

—¿Ladybug? ¿Spider-Lady? ¿Qué hacéis?— Les preguntó al notar que estaba siendo sujetado contra el suelo por ambas, aunque al verlo de vuelta en sí lo soltaron y se levantaron los tres del suelo.

—Nada, no te preocupes.— Lo tranquilizó Spider-Lady.— Por cierto toma.— Le dijo devolviéndole su arma.

—Solo te hemos salvado con la ayuda de nuestra nueva ayudante.— Comentó divertida Ladybug señalando a Chloé, quien se sacudió la coleta orgullosa.

—Dame tu prodigio, aún no has derrotado a Despair Bear.— Una vocecita chillona y muy... ¿flojita? Se hizo escuchar.

Los héroes miraron confusos a su alrededor en busca del origen, hasta que Spider-Lady bajó la mirada y se rió a carcajadas de lo que vio.

Un muy, muy pequeño hombrecito pateando el pie de Chat Noir.

—Cuidado Chat Noir.— Le señaló entre risas Ladybug.

Chat Noir bajó la mirad y vio lo que les hacía tanta gracia a sus amigas, riéndose él también. ¿Cómo planeaba derrotarlos a base de patadas que literalmente ni había notado?

El héroe gatuno cogió del pescuezo al pequeño hombrecito, asegurándose de que no escapara o hiciera algo raro. Aunque teniendo en cuenta que se delató y que no dejó de patearlo hasta que fue elevado... Tampoco debería preocuparse.

—Tengo al pequeño bajo control.— Aseguró con tranquilidad.

Ladybug se acercó al osito de peluche para romper el hilo. Capturó al akuma y arregló todos los daños.

En cuanto el pequeño hombrecito volvió a su tamaño original, resultando ser el mayordomo de Chloé, Chat Noir se vio superado por su peso y cayó en el intento de mantenerlo en el aire, provocando aún más risas en Spider-Lady.

Cuando Spider-Lady vio a Ladybug recoger el osito de peluche calmó su risa y se acercó a ella, sabiendo que ambas pensaban en lo mismo.

Ambas heroínas se acercaron a la rubia.

—Gracias por ayudarnos antes.— Le agradeció Spider-Lady, esperando que ese fuera el empujón que Chloé necesitaba para cambiar, aunque fuera mínimamente, su horrenda actitud.

—Fuiste muy amable.— La siguió Ladybug devolviéndole el peluche a su dueña.

—¿Verdad que sí?— Preguntó retóricamente orgullosa.

—Señorita, confieso que no recuerdo nada.— Dijo el mayordomo acercándose a Chloé completamente avergonzado.

—Básicamente te demonizaron y te salvé.— Resumió Chloé su versión de la historia.— De hecho Ladybug, Spider-Lady y Chat Noir no lo habrían conseguido sin mí.— Eso es mentira, Ladybug y yo solo te hemos dado la oportunidad de ayudar, pero habríamos podido solas contra el akuma y Chat Noir.— Creo que soy mejor que vosotros, ni me hace falta traje.

Me alegro de que haya ayudado... pero como odio su actitud.

Los prodigios de Chat Noir y Ladybug empezaron a pitar.

—Nos vamos.— Anunció Chat Noir.

Sin decir más los tres héroes se marcharon en distintas direcciones hasta que Spider-Lady, sin ser vista por ojos ajenos, atrajo a sus dos compañeros con una telaraña a un tejado aleatorio.

—Spider, ¿qué haces? Nos vamos a transformar.— La regañó Ladybug.

—Lo sé pero como hoy ya hemos patrullado no íbamos a volver a vernos.— Le contestó rápida.

—¿Para qué quieres vernos?— Preguntó confuso Chat Noir.

—Solo reunámonos en ya sabéis donde a las doce.— Les pidió.

—De acuerdo.— Aceptaron ambos sin dudar de su amiga.


De vuelta a la fiesta Chloé llamó al padre de Marinette para que reanudara la clase que había interrumpido esa misma mañana, pero Colette no iba a quedarse.

—¿Te vas ya?— Le preguntó Adrien a su espalda, deteniendo su paso.

—Sí, tengo que hacer una cosa antes de ir a dormir.— Le respondió mirándolo.— Y le prometí a mi madre que no llegaría muy tarde.

—¿No quieres hacer macarons?

—En realidad ya sé hacerlos, aunque me guardaré el consejo de la nata en el ganache.— Comentó divertida.

—Puedo acompañarte si quieres.— Propuso Adrien.

No es que no quisiera dejarla sola o que fuera posesivo y que no quisiera separarse de ella... solo quería hacerla feliz un rato más...

No quiero ver como la tristeza inunda tus ojos, quiero hacerte feliz Lettie...

Colette sonrió agradecida.

—Gracias, pero no hace falta.— Le negó Colette.— Si te hace sentir más tranquilo puedo avisarte cuando llegue a casa.

Adrien supo que no la convencería, así que solo se resignó y aceptó.

—Vale, pero más te vale avisar.

—Claro, y por cierto, avisa a Kim y a Max de que ya me he ido porfa, en teoría íbamos a volver juntos. Y si ves a Mélodie despídete por mí, iba a hacerlo yo pero no la encuentro.— Le pidió la pelirrosa.

—Tranquila, yo se lo digo.

Colette retomó su camino a la salida hasta que recordó que quería decirle algo a su amigo.

—Por cierto Adri.— Lo llamó.— Me ha encantado bailar contigo.

—A mí también Lettie.

—Nos vemos mañana.

Colette salió del hotel y en cuanto se vio en las solitarias calles parisinas en la noche, Silkk salió de su pelo.

—¿Por qué quieres encontrarte con Ladybug y Chat Noir?

—Quiero hablar sobre lo de investigar el instituto.— Contestó sin ahondar demasiado en el tema.

Silkk no insistió más, total, iba a enterarse cuando su portadora se lo contara a sus compañeros.

Colette llegó a su casa y se encontró con todas las luces apagadas y las puertas de todas las habitaciones cerradas. Todos estaban dormidos.

Envió un rápido mensaje a su mejor amigo avisándole de que había llegado sana y salva, se quitó los tacones para no hacer ruido y fue a su habitación con la linterna de su móvil para buscar una libreta y su estuche. Una vez encontrados salió con el mismo silencio para no despertar a su hermana. Tenía el sueño muy pesado, pero era mejor prevenir que curar.

Encendió una lámpara individual del comedor y se sentó en la mesa para abrir su libreta. Era una copia de toda la información que habían reunido sobre los akumas y Lepidóptero, la tenía por si descubría algo en su día a día que pudiera apuntarlo rápidamente para no olvidarse y más tarde trasladar la información a su "guarida secreta".

Tenía suerte de que su familia no cotilleara sus cosas de más, no se arriesgaba demasiado al tenerlo en casa. Aunque a Colette le gustaba ser preventiva siempre por el "por si acaso", así que de todos modos la guardaba muy bien.

Abrió la libreta en busca del apartado de akumas. Esta vez no había sido un estudiante de su instituto o un empleado adulto, pero aún así ocurrió en una fiesta privada de todo su curso.

Sabía de sobra que Chloé era principalmente la causa de las emociones negativas, por lo que un principio ella fue su primera sospechosa de portar el prodigio de la mariposa.

Después recordó que en su primera batalla Lepidóptero se presentó como un hombre de aspecto adulto y no como un adolescente, y las ilusiones de Volpina concordaban bastante bien con esa primera impresión, pero como Lepidóptero jamás se había mostrado como tal en público siempre podría ser una trampa o un despiste.

Así que de momento tenía a Chloé como posible Lepidóptero, a pesar de lo que había pasado esa misma noche y como la ayudó a ella y a Ladybug.

Siempre puede ser para despistar. Pensaba.

Pero además de Chloé no tenía fundamentos sólidos para sospechar de nadie más.

Basándose en el perfil de hombre adulto solo podía pensar en el director Damocles, el conserje y padre de Mylène quien ya fue akumatizado, el profesor de esgrima D'Argencourt quien también fue akumatizado y el jefe de cocina.

Al padre de Mylène y al Sr. D'Argencourt, igual que al padre de Adrien, los descartó rápidamente al haber sido akumatizados, y al director Damocles y al jefe de cocina no los imaginaba infundiendo el mal y el miedo por Paris por muchas razones.

El director Damocles para empezar era muy mayor y varias veces lo pilló hiperventilando tras subir muchas escaleras. Aunque si lo pensaba bien eso no importaba porque Lepidóptero se basaba en akumatizar a civiles desde lejos y que sus akumas hicieran su trabajo.

La voz del director no concordaba para nada con la que oyeron cuando Lepidóptero "se mostró" por primera vez, aunque volvía al mismo punto que con Chloé y tal vez eso era para despistar...

—Vale, necesito ayuda.— Pensó en voz alta Colette al encontrarse en un bucle con los sospechosos.

Y ni siquiera llegó a analizar a profundidad al jefe de cocina.

—Ya casi es la hora.— Anunció Silkk.

—Vale, pues vámonos.— Colette apagó la lámpara y se puso sus tacones de nuevo, para no dejarlos por ahí.— Silkk, a trepar.— Una vez transformada, cogió su libreta y el estuche y salió por el balcón del comdor en silencio.

Spider-Lady se balanceó hasta el hotel Le Grand Paris, antes de entrar a la habitación que el alcalde les reservó por tiempo indefinido se aseguró unas tres veces de que nadie la viera.

Al entrar a la habitación cerró rápidamente la ventana para después encender las luces tranquilamente. Estaba sola.

Dejó sus cosas sobre el brazo del sofá y aprovechó la soledad para apuntar sus sospechas en una de las pizarras.

Cuando terminó de apuntarlo todo, bien organizado para que no pareciera una revoltijo de letras incomprensibles, abrieron la ventana.

—Buenas noches bella dama.— La saludó Chat Noir tras cerrar la ventana.

—Buenas noches Gatito.— Le devolvió el saludo Spider-Lady dejando el rotulador.

—¿Para qué querías reunirnos?— Le preguntó con curiosidad acercándose.

—Lo explicaré cuando llegue Ladybug.

—Pues creo que ya puedes empezar.— Dijo Ladybug entrando por la ventana para después cerrarla.

—Vale, pues quería hablaros sobre la investigación del Françoise Dupont, ¿habéis averiguado algo?— Preguntó Spider-Lady directa al grano.

—Yo no he visto nada sospechoso.— Contestó Chat Noir.

—No he visto nada aparte de creaciones de akumas por las emociones negativas.— Señaló Ladybug.

—Yo no he visto nada incriminatorio pero estoy intentando descartar opciones... o buscar opciones, miradlo como queráis.— Les explicó Spider-Lady enseñándoles la pizarra.

En la pizarra se podía ver fotos de los adultos que trabajan en el instituto y una de Chloé, y junto a cada foto había observaciones que podían poner o no a dicha persona como sospechoso de ser Lepidóptero, o como mínimo trabajar para él.

—¿Crees que Lepidóptero tiene cómplices?— Cuestionó Chat Noir sin creérselo.

—No es una idea tan descabellada.— Objetó Ladybug.— Lepidóptero nunca sale, solo crea y controla akumas, tal vez trabaje alguien con él para crear emociones negativas.— Opinó Ladybug.— Pero sinceramente no creo que Chloé sea su cómplice, mucho menos el propio Lepidóptero, por muchas razones.

—Sé como suena ¿vale?— La interrumpió Spider-Lady.— Pero escuchad, Chloé es la principal causa en toda Paris de crear emociones negativas, en su instituto de hecho solo hay dos akumas que no fueron culpa suya, no sería de extrañar que quisiera causar esas emociones a propósito.— Les explicó.— Por otro lado Lepidóptero jamás se ha mostrado en público, no sabemos realmente como es.

—¿Qué hay de las ilusiones de Volpina?— Preguntó Chat Noir.— Esa parecía ser una versión que concordaba muy bien con Lepidóptero.

—Sí pero no dejan de ser ilusiones, Lepidóptero jamás estuvo allí.— Refutó Spider-Lady.

—¿Y cuándo nos conocimos?— Preguntó Ladybug.— Lepidóptero se mostró en esa nube hecha de mariposas akumatizadas.

—Técnicamente no se mostró, las mariposas formaron una forma.— La corrigió su compañero.

—Exacto.— Concordó Spider-Lady.— Y aún no sabemos muy bien como funciona su prodigio, tal vez igual que formaba una imagen falsa hizo sonar una voz falsa.

—Pero incluso aunque tu teoría fuera cierta con ese argumento no tenemos literalmente nada para buscar a Lepidóptero, podría ser cualquiera.— Objetó Chat Noir.

—Por eso os he pedido que vengáis, para buscar a Lepidóptero y darle caza de una vez por todas.

*Incluso antes de leer el cómic de zoe-oneesama siempre me pregunté porqué le cambian tan radicalmente los peinados a Ladybug o a cualquiera, si ese día quería llevar una coleta o un moño pues que lo llevara :V

Imágenes extra del capítulo:




Curiosidades del capítulo:

Colette no tiene ninguna intención de ir divulgando por ahí que su hermana es biológicamente su prima, pues no hay ninguna necesidad de que todos conozcan la triste historia de su hermana pequeña. Como máximo se lo contará a sus amigos más cercanos como Marinette y Adrien, y tal vez en un futuro a Kim y a Max. Si alguien pregunta solo dirá que nunca ha hablado de ella anteriormente porque no le han preguntado.

Adrien no forzará de ninguna forma a Colette para que le cuente lo que técnicamente le contó solo a Chat Noir, pero sí que quiere insistir un poco (indirectamente) para hacerle ver a Colette que él realmente estará ahí para ella en lo que sea. Lo único que quiere es apoyarla y ayudarla a superar sus miedos.

Marinette odia no haber podido superar sus celos hacia Colette mucho antes, pues por culpa de los mismos se ha dado cuenta de que perdió la oportunidad de conocer a la persona maravillosa que es Colette. Por eso se alegra profundamente de que Colette no se lo tenga en cuenta y que le haya dado una segunda oportunidad. Realmente se siente orgullosa de sí misma y ama ser la amiga de Colette sin ningún tipo de segundas intenciones, solo ser amigas y ya. ¿O ya podrían considerarse mejores amigas?

Mélodie planea en secreto unir de alguna forma a Colette y a Adrien. Si no surge nada entre ellos no lo forzará ni insistirá, pero sí quiere ver como avanza el asunto.

Colette adora a Kim con todo su corazón, pero a veces no entiende... ¿cómo decirlo...? Su capacidad para simplemente desactivar su cerebro.

Aunque no lo admita en voz alta Colette espera estar equivocada con Chloé y que ella realmente tenga intenciones de cambiar en vez de simplemente encubrir su tapadera como "Lepidóptero o su ayudante". Pero también ha de admitir que si llega a acertar no le importará darle un par o tres de buenos golpes.

Ladybug, Chat Noir y Spider-Lady estarán más atentos que nunca, ya sea como héroes o como civiles, al instituto que en secreto asisten todos. No puede ser una casualidad que casi todos los akuma surjan de allí y menos aún que surjan por culpa de la misma persona, ¿verdad?


En mi insta dejé un dibujo de como me imagino la "guarida secreta", vayan: lyrea.0412_wattpad


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