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XLIII

"Como la antigua magia que veía en mis sueños cuando era niño, quiero verte sonreír con el poder que puede romper a la oscuridad"


Fin de año, una celebración esperada, el lugar, una vieja juguetería que es de su tío Katsuya, una pequeña discusión a falta de hielo y por la persona que faltara nuevamente.

—¿Quieres acompañarme por hielo? —le invita su tío Honda.

El asiente, no es muy cercano a su persona, pero comprende el porqué de su proceder, ve a su tía Shizuka tratando de calmar a su tío Katsuya ante un comentario que hace Mokuba Kaiba siendo que su hermano mayor no vendrá, pero él no es la única persona que falta nuevamente.

La luz de las lámparas guían su camino en el completo silencio, no sabe de qué hablar con él, tal vez de motocicletas, él tenía una de joven, pero no quiere mentir, no le es de su agrado aquel tema entonces a su mente llega el recuerdo del nombre que no se atreve a pronunciar en presencia de su madre.

—Tío Honda —le llama, este se gira a verlo, aún mantiene sus manos detrás de la cabeza aparentando aquel fantasma de su yo pasado que era tan resuelto y relajado— ¿Sabes sobre Yugi? —suelta sin reparo, sus manos bajan ante la pregunta, le mira por un par de segundos, es un niño y aun así puede imponer aquella solemnidad que le hizo gobernante de Egipto.

El silencio se establece, en ambos nace la duda, el adulto no sabe si hablar sobre él siendo ese niño quien es, el segundo teme de haber tocado un tema delicado, uno que no le confiere.

Suspira con pesadez ante el recuerdo, Yugi Mutou sin lugar a dudas es el chico más extraño que ha conocido, como la improbabilidad hecha materia y lo sabe a creces porque aún mantiene el recuerdo de aquel valor que porto en vida, y no habla de los duelos ni mucho menos sobre la misión que le confería para con el faraón, si, la historia de ambos es relevante pero Yugi Mutou no se basa solo en ello, él fue humano y como tal también debería de ser recordado como uno.

A su memoria viene cuando el pequeño que no tenía oportunidad alguna contra el matón de Ushio se colocó enfrente de ellos y les defendió, ese es el valor que rememora y le mantiene en su memoria, aquel que desde un inicio tuvo sin aquel espíritu, una sonrisa se dibuja en su rostro para después girarse y seguir su camino.

Después de una larga pausa empieza —Yugi era un amigo nuestro, uno muy querido —afirma y en los ojos de Atem un brillo sin igual se estaciona.

El camino a la tienda es corto, pero eso no importa, el paso es ligero y la noche es larga, empieza a relatar cada una de sus aventuras, a su memoria se estaciona aquella misión de recuperar el dinero de Jonouchi por las zapatillas que el mismo dueño le había robado.

Escucha atento cada una de sus palabras, su corazón se siente nostálgico, pero al mismo tiempo cálido, es la primera vez que escucha sobre él, pero en su rostro una sonrisa se esboza como si el recuerdo perdido regresase.

Y entrelas sombras de la noche Nut le ha permitido a su Padre Amón Ra ver al niño queha nacido ante la voluntad de los amantes.

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