XI
"Te marcharás y no volverás, ya nunca más nos encontraremos, la noche enturbia mi corazón
y me hace amarte con locura"
La tristeza me agobia, el tiempo pasa pero nada empieza en este mundo donde el flujo se ha detenido, sin importar cuantas veces lo intente no puedo mantenerme estable en mi mundo, ya lo eh intentado varias veces, y cada una duele aún más que la anterior, esta vez al mirar su sonrisa radiante la desesperación nació en mí, y ante un impulso estúpido de mi parte me abalance hacia él en medio de la calle, si no hubiera sido por el espíritu del rompecabezas quien cambio cuerpo conmigo tal vez no hubiera podido reaccionar a tiempo y hubiera muerto de la forma más estúpida que podía haber después de enfrentarme día a día contra esos monstruos en la oscuridad, arrollado por un autobús.
Escucho su sermón, o al menos trato de hacerlo, sus palabras no logran ser procesadas por mi persona en este estado, siendo que una vez más eh fallado, suspiro ante mi derrota, ¿Jonouchi tú también me extrañas? Y es entonces cuando una punzada de culpa viene a mí, después de tanto tiempo solo me había enfocado en Atem olvidándome de las personas que eran mis mejores amigos, Jonouchi ¿Qué harías en esta situación? Veo su sonrisa en mi mente, comprendo su mensaje, él jamás se rendiría, si tenía que arrastrarse lo haría con tal de volver.
Me levanto del suelo, el ánimo llega a mí como un torrente —debemos volver— le interrumpo, él solo me mira extrañado para después suspirar y cruzarse de brazos.
—Debes descansar.
—Pero ya estoy bien —le sonrió confiado.
—Tu impulsividad casi te lleva a la muerte, creo que debes descansar por hoy para mantener la cabeza fría —responde mientras me mira fijamente.
—Pero...
Trato de decir algo sin embargo me interrumpe en el acto —Ese chico... la primera vez que te encontraste con alguien de tu mundo fuiste impulsivo y conforme volviste a verlos a cada uno de ellos empezaste a ser cada vez más cauteloso —afirma y ante ello los recuerdos llegan a mí, Ryou, Otogi, Honda, Rebeca— sin embargo esta vez fuiste demasiado descuidado ¿Por qué? ¿Ese chico es más importante para ti que los demás?
—Él... —me detengo— Él fue mi primer amigo —la nostalgia me invade, Jonouchi era mi primer amigo, el que me había demostrado que solo necesitaba un poco de fuerza y valor para darme a conocer, aunque en ese entonces solo tenía en mi mente el hacer lo correcto ante el bravucón de Ushio, si tan solo no hubiese sido tan tímido tal vez jamás hubiera iniciado todo aquello y el rompecabezas jamás hubiese sido completado, y ante mi pensamiento la pregunta nace en mi ¿Acaso existe en algún plano de mi existencia esa posibilidad? Sin embargo no tengo que saberlo para conocer la respuesta, aquello era el destino hablando, cantando una canción que se ha estado repitiendo hace tanto tiempo en nombre del Faraón que se vio encerrado entre la penumbra de la oscuridad perdido entre el olvido y el polvo ¿Cómo podría negarme a ayudarle?
Y nuevamente todo me llevaba a la misma dirección, aquella misma que me susurraba el nombre de Atem.
—¿Lo extrañas? —pregunta y yo solo me limito a asentir —¿Te sientes solo?
—No —niego con la cabeza— porque aun te tengo a ti y a mi abuelo —una mueca de dolor se forma en mi rostro, amaba al hombre que era mi abuelo en este mundo, pero cada vez que le veía no podía evitar sentir mi corazón romperse, yo no era su nieto ni el mi verdadero abuelo, él real ya había muerto.
—Pero aun así quieres volver...
—No es mi mundo, debo hacerlo, el Yugi de este mundo debe volver —respondo con simpleza.
—¿Por qué no puedes ser tú? Si estas en ese mundo podrías hacerlo ¿No es así?
Nuevamente negué con la cabeza —No es tan simple At... —me detuve al ver mi error— No es tan simple ¿Sabes? —trato de arreglar lo que dije pero en su rostro se muestra una mueca de disgusto— mi misión ya termino en mi mundo, yo a...
—Entiendo, no puedes decirme nada —el silencio inunda el lugar mientras ambos nos miramos, comprendo lo que quiere, pero no puedo dárselo— Aun así... tú me liberaste de esto y... —frunce el ceño.
—Yo lo hice porque quería volver a casa, el rompecabezas del milenio tiene magia que creí podría ayudarme a volver, sin embargo...
—No fue lo suficientemente fuerte —completo él desviando la mirada.
—Sí —Me acerco hacia él— realmente no sé porque estoy aquí, pero si mi misión era tomar su lugar —el me miro— desde que arme el rompecabezas ya hubiese dado inicio todo, sin embargo míranos, estamos en medio de esta habitación sin saber realmente que hacer —le sonreí tristemente.
—Él dijo... que si ambos tenían contacto las manecillas del reloj volverán a andar y él les encontrara... —dijo mientras se acercaba— ¿Tu realmente quieres volver de nuevo? —sus manos translucidas se colocaron en mi rostro, sentí la calidez que alguna vez me ofreciste Atem, y ante ello no pude evitar cerrar los ojos para embriagarme de este mientras asentía —Yugi —me llamo— ¿Si pudieras quedarte lo harías por mí?
Abro los ojos, mi mano se colocó encima de la suya simulando que tenía algo físico en lo que pudiera apoyarse —Pero no puedo.
—Pero... si hubiera una forma ¿Lo harías?
Sus orbes temblaban, no me atreví a cerrar los ojos ante la mirada que me ofrecía, si tan solo tú me las hubieras dicho podría responder con claridad, pero no eras tú— No —al fin respondí —este mundo no me pertenece, no puedo robar lo que no es mío... ese chico te espera entre la penumbra de ese extraño mundo.
Cerro los ojos y al final sonrió —Entonces déjame llevarte con él, con el verdadero Tú de este mundo.
Mis orbes se abrieron a la par ante la sorpresa, quería preguntarle tantas cosas, pero por un instante me permití enterrarme entre su calor ¿Atem que es lo que sucede con este mundo?
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