"Cuando el llanto recorre tus frías mejillas y se te ha acabado el tiempo
buscas la luz entre toda la oscuridad, pero ésta se ha alejado"

Extiendo el mapa en mis manos, hemos encontrado hasta ahora 67 puertas en medio de la oscuridad, han pasado meses desde que ambos descubrimos que aquel lugar cubierto de sombras resguarda entre ellas no solo criaturas salidas de las peores pesadillas que se podrían imaginar pero al igual que el miedo y horror entre ella esta oculta la esperanza de un nuevo comienzo.

Cada puerta es un mundo nuevo, todos y cada uno diferentes, pero perdura un cierto orden en cada uno de ellos, la coincidencia de que Pegasus hiciera un juego en base a los antiguos usos de la magia no era una simple idea nacida por su curiosidad, en cada mundo que he visitado el juego perdura, con ciertos cambios, pero su origen ancestral sigue siendo el mismo como si fuese un designio divino del cual el hombre no debe olvidar.

Suspiro ante la imagen que veo, el orden de las puertas vuelve a cambiar, al principio pensé que era solo un mal cálculo pero no es así, este mundo existe como brecha entre los demás y las puertas que se resguardan se mueven tratando de ocultar al mundo que deben proteger.

—¿Estás cansado? —pregunta deteniéndose a un lado mío.

—Para nada —le sonrió— según los cálculos la puerta 68 debe aparecer en 45 segundos para después transportarse en otra parte.

—¿El enumerarlas crees que ayude en algo? Al final no sabremos si se puede catalogar como nueva hasta que la abras —su mirada sigue al frente.

—Vamos si perdemos la confianza no ganaremos nada, además si logro poder quedarme algo de más tiempo en alguno de los mundos que ya he visitado tal vez pueda obtener algo que pueda ayudarme.

—No debes sobre esforzarte —suspira— bien aquí viene —me levanto y guardo el mapa en mi bolsillo, de pronto una corriente fría se hace sentir, miro hacia el frente poco a poco las puertas empiezan a asomarse, coloco mi mano en el cinturón —déjame hacerlo, tú necesitas guardar tus energías para cruzar la puerta —asiento ante sus palabras, el rompecabezas empieza a brillar, toma mi cuerpo mientras me quedo en la cámara mental, suspiro, la nostalgia me invade pero no es momento de dejar que la tristeza me consuma.

Empieza a correr para llegar a la puerta, de entre las sombras las cadenas empiezan a ondular una vez más buscando a su presa, el ruido de un estridente golpe se hace escuchar, —Black Magician —le llama entre el caos, pero sigue mirando hacia el frente con un temple sereno, Atem jamás podre ser como tú, tal vez por eso me dejaste, pienso mientras aferro la cadena del collar.

Black Magician se interpone entre el ataque de las cadenas destruyéndolas al instante sin embargo de pronto hacen su aparición, tres Silver Claw que rugen y detrás un DDD Kaiser The Conqueror que aparece blandiendo su enorme espada.

—Por lo visto es una puerta a la cual no quieren que entremos —afirma con una sonrisa de lado, solo asiento, es la primera vez que vemos un monstruo de tal magnitud, tal vez la puerta contenga algo que no debemos ver, Black Magician destruye dos de los Silver Claw, pero aún queda uno y su amo.

Por inercia cierro los ojos pero al oír su voz los abro, muerdo mi labio inferior ante mi cobardía, pero el ver destruido a uno de tus mejores guerreros me hace sentir culpable, mas ya no hay tiempo— ¡Yugi! —grita mi nombre, cambiamos de lugar, escucho el estruendo de la batalla, en esta ocasión no hay victoria para ningún lado, toco la puerta mientras la luz me sumerge él trata de consolarme, pero sus palabras no logran tener efecto, la perdida de Black Magician me duele porque sé que estando tú en mi lugar lo hubieras hecho mejor.

Siento su abrazo, aun mis orbes están cerrados, solo quiero volver a casa pero este recuerdo me invade y no me deja ser libre, sin embargo ante mis mentiras veo tu imagen Atem, y comprendo tu enojo, yo tampoco quiero regresar, pero sé que no puedo quedarme ¿Por qué alargar lo inevitable?