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II

"Bajo esta lluvia incesante ya no tengo la necesidad de temerle más al pasado,
ahora el futuro que te abandono acaba de empezar"


Hace dos semanas que regrese a Domino después de aquel extraño suceso, hasta ahora nada fuera de lo normal ha pasado si es que puedo permitirme decir eso puesto que ahora vivo con mi abuelo, pero el problema es que de donde yo provengo él ya había muerto.

El shock de verle de nuevo conmigo no se comparó al de saber la verdad que ocultaba mi regreso, si bien él no quiso hablar demasiado sobre el tema y se mantenía reacio a que no saliera por mucho tiempo como si temiera a que volviese a esfumarme logre que me dejase ir a la biblioteca de la ciudad, revisando los periódicos que se encontraban como registros de la ciudad logre descubrir lo que había sucedido.

Hace 10 años yo había desaparecido.

El asesinato de mis padres fue uno que había causado revuelo por todo Domino siendo mi abuelo quien al llegar después de una expedición encontró el cuerpo de su hija y yerno en el piso de la sala con 47 apuñaladas cada uno, el niño que debía estar con ellos nunca se encontró hasta ahora.

Esto parecía una locura.

Mientras regresaba a casa note los pequeños, pero significativos cambios, Seto Kaiba dueño de Kaiba Corps era la compañía más conocida del mundo además de que él portaba el título de Rey de los juegos, sin embargo el juego de cartas que tanto solíamos jugar no era demasiado conocido a diferencia de mi mundo, el museo que se hallaba en la ciudad lucia descuidado, nunca hubo una exhibición egipcia en aquel sitio, suspire al ver el cielo que poco a poco se volvía naranja mientras caminaba de regreso, me encontraba solo, pensé ver a alguno de mis amigos, pero no encontré a nadie, Anzu, Jono, Honda, Ryou, es más la tienda de Otogi ni se encontraba en la ciudad, metí mi mano en el bolsillo hallando en el aquella insipiente llave, suspire, ¿Qué hubiera hecho Atem? Tal vez había cometido un error al aceptar la invitación, no, negué con la cabeza, sea lo que fuere algo dentro de mí me decía que esto sucedería tarde o temprano. Pensé en él, cuando peleé contra Diva quien era consumido por Zorc, él había sentido el peligro de mi vida al desvanecerse y sin duda alguna se presentó ante mí, ¿Él habrá sentido mi partida nuevamente? Es más, ahora que lo pienso, ¿Aquí existen los artefactos del milenio?

Corrí el trayecto que faltaba de regreso, debía cerciorarme, ahora que lo pensaba a detalle faltaba algo que había dado comienzo a todo en mi mundo, el rompecabezas, y la única persona que sabría sobre ello era mi abuelo.

—¿Sucede algo Yugi? —pregunto al ver como entraba a la tienda todo agitado.

—No... solo —me detuve a recomponer el aliento— abuelo —le llame cuando la voz me regreso— cuando tu llegaste de tu expedición en Egipto ¿Traías algo para mí? —sus ojos se abrieron a la par como si le hubiera recordado algo que había olvidado, se llevó la mano al mentón para pensar.

—Ahora que lo dices —se dirigió hacia la bodega, le seguí detrás— creo haberlo dejado por aquí —mire como entre la esquina superior derecha se encontraban cajas y cajas llenas de polvo todas con el nombre de Yugi escrito con plumón rojo— ese día, en el que volvía de regreso a casa si traía un presente para ti —confeso sin verme— pero no fue lo único que compre para ti, —hizo una pausa— cada año en cada fecha importante compraba un obsequio para ti esperando que cuando volvieras vieras la inmensa montaña de juguetes que tenía tu abuelo para ti —se detuvo— pero mírate —se giró a verme— ya eres un hombre —rio— ¿Qué hare con tantas cosas? —suspiro.

—¿Hacer? —me miro extrañado— son mías abuelo —reproche, el me miraba incrédulo— además aun no las he usado —levanté un pequeño barril de juguete, el solo me sonrió.

Por unos minutos nos quedamos revisando los juguetes de la pila hasta que se escuchó el sonido de la campana de la tienda, el abuelo regreso al frente de la tienda por mi parte le comenté que quería seguir echando un vistazo a las cosas.

La nostalgia me invadió, los dados, los juegos de cartas, el barril, los cubos de colores, mi Digital Pet, eran tantos recuerdos, tantos cumpleaños, navidades y fechas importantes junto a mi madre y abuelo, para cuando me di cuenta el abuelo venía a desearme las buenas noches, ya era tarde y aún faltaba una caja más, prometí irme a dormir después de ver la última, él me sonrió, no era como si tuviese algo mejor que hacer mañana, al apenas reaparecer no había otra cosa más que quedarme en la tienda y ayudar en ella.

Mientras sacaba algunos peluches, figuras de acción, pude ver su color dorado resplandecer, se encontraba ahí, con cuidado lo saque, todo parecía igual, su diseño no había cambiado en nada, con cuidado aparte la tapa de encima, hace tanto tiempo que el cofre que yo tenía conmigo ya solo se encargaba de resguardar el mazo de cartas que alguna vez ocupo Atem en mi mundo, siendo solo un capricho mío para recordarme que aquella extraña aventura no había sido una ilusión más si no que había sido real, y ahora mis ojos veían devuelta el contenido real que debía resguardar el cofre, las piezas que armarían el rompecabezas del milenio.

Tome una de las piezas, suspire, al final la devolví en su lugar cerré la tapa y me dispuse a guardar cada objeto que había sacado, me dirigí hacia mi cuarto, el mismo color de empapelado, un azul celeste, la misma cama y el escritorio de un lado con la mesita de estar, la cómoda y la lámpara de noche junto al reloj, coloque el cofre a un lado de mi cama mientras me disponía a tomar una ducha, me lave los dientes y al regreso observe el cofre que había dejado en la cama.

—¿Atem crees que será lo correcto? —le pregunte a la nada, suspire, recordé a mis amigos, recordé el personal del hotel y a los planificadores con los que me reuniría un día después de mi ida a esa extraña invitación, me mordí el labio inferior, sabía que tal vez la magia del rompecabezas podría ayudarme, la llave que me había traído aquí no reaccionaba a nada sin importar que hiciera, me senté a un lado de la cama mientras sacaba las piezas, tal vez era un error, pero era eso o seguir esperando cosa que ya no podría aguantar más, el ver a mi abuelo conmigo era doloroso siendo que no era mi abuelo real ni yo su nieto, y a mi mente vino el recuerdo, lo que vi entre la oscuridad era innegable, esos ojos solo podrían ser de una persona— perdóname... —susurre mientras iba armando cada pieza.

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