Epilogo
Déjame escuchar una historia de hace mucho tiempo
Hoy tu solo te supones dentro del coro
La sinfonía del tiempo;
—Lo has logrado al fin —le sonríe mientras toma su mano y le lleva por el Duat— tengo que admitir que te extrañare —cierra los ojos— pero debes partir... Tú amado —niega con la cabeza— no, todos te esperan —mira el lugar, todo blanco, se siente tan ligero, está feliz pero al mismo tiempo no puede evitar las lágrimas, quiere decir algo pero no puede.
Un anhelo que brilla como un fuego artificial en mi corazón
Facilita la invitación de la duda y de la indecisión
Si pudiera ver el paisaje de ayer con mis propios ojos
El mañana que debería de florecer se marchitaría
El sonido del despertador le hace caer de la cama, ve la hora es demasiado tarde, quiere reprochar a alguien, pero no puede va en tercero de preparatoria, ya debería poder levantarse por sí solo.
Una ducha rápida, toma el uniforme color negro, mira su peculiar cabello, no quiere que nada este desarreglado, colocando el choker en su cuello, un regalo especial que porta con cariño se va.
Su madre le espera con el desayuno, hoy no está su padre, era de esperarse siempre está de viaje por negocios, toma una tostada.
—¡Yugi no corras! —le grita su madre, él solo balbucea mientras trae la tostada en la boca, una barrida para llegar a la puerta, ve a su abuelo con la escoba en mano, se saca el pedazo de pan tostado.
—¡Adiós abuelito! —se despide, el hombre de pelo cano ríe, la energía de los jóvenes siempre le sorprende.
Ahora, envía algo de radiante música a través del mundo
Tu vida misma interpreta una canción de amor entre la sinfonía del tiempo;
Me dirijo al amanecer que algún día brillara en toda la tierra
Avanzando con solo una única y pequeña luz en mis manos
Corre todo lo que le dan las piernas, pero al doblar a la izquierda ambos chocan.
Se lleva una mano a la cabeza, lo primero que ve es una mano frente a él —¿Atem? —ladea la cabeza al verle venir por el camino contrario —¿Acaso ibas a otra parte? —le mira curioso, el joven de piel canela quien desvía la mirada, un pequeño rubor se asoma, al final suspira.
—Tardabas mucho pensé en ir por ti —responde con simpleza tratando de ocultar un poco su vergüenza, son amigos, pero no puede evitar sentir algo más por ese chico, espera ser correspondido, aunque aún no tome el valor de habérselo dicho.
—Lo lamento —sonríe mientras accede tomar su mano, Atem lo comprende ha caído por él de la peor forma y ante el amor que siente hacia su persona podría dejarle pasar cualquier cosa. La distancia de ambos se acorta al levantarle, ambos orbes violáceos cual joyas se miran, una nueva sonrisa por parte del chico que le deja aún más embobado, pero al sentir su mano tomada no puede evitar sobresaltarse, ese chico es demasiado resuelto o tal vez demasiado ingenuo —Llegaremos tarde, vamos debemos darnos prisa —el moreno asiente, ambos emprenden el camino.
El tranquilo sonido de la campana
Me despedirá del sueño que alguna vez tuve
Ahora, hasta que la radiante música alcance el cielo
Escuchare la canción de amor en la que siguen creyendo
Una limusina se encuentra estacionada frente el portón ¿Acaso será el petulante de Seto llegando a la escuela? Piensa Atem, pero al ver la cabellera blanca no puede evitar resoplar.
—¿Pasa algo? —pregunta su acompañante, Atem no suele ser así, le extraña su reaccionar para ser honesto, mira de reojo al joven de piel morena y cabellera blanca —¿Se conocen?
Ante su mirada no puede mentirle —Akefia Thief hijo de uno de los nuevos socios de mi padre —responde con desgano, su padre ya se lo ha dicho debe de ser amable con él, pero por más que quiera sus personalidades chocan, lo que menos quiere es que ponga sus ojos en el chico que está a su lado.
—¡Yugi! —escuchan ambos tricolores, el aludido se gira, una sonrisa enorme se asoma, alza el brazo.
—¡Jono, Honda! —llama al par, entonces comprende que deben retomar camino, aferra su mano, una mirada, Atem lo entiende y avanzan a la par por suerte el circo que se ha montado por el chico nuevo ha ocasionado que la reja siga abierta.
Pronto los cuatro llegan al salón, un reclamo por su amiga de pelo castaño es hecho, un abrazo por parte de la chica de lentes y cabello rubio quien sonríe al recibir como de costumbre al tricolor menor, Atem y Yugi se parecen, pero al mismo tiempo son diferentes, la principal característica es su piel, el primero la tiene canela, el segundo color crema, además la mirada de ambos a pesar del mismo tono, difieren a demasía, la de Yugi es amable, la de Atem un poco más recelosa, y esto se hace notar ante el ceño fruncido que muestra Atem al ver a Rebeca abrazar así al chico que siente pertenecerle por derecho, pero al sentir el agarre de su mano, no puede evitar suspirar, sabe que trata de calmarle y lo ha logrado, pero aun así en su mente se estaciona la plática futura que tendrá con él, de no ser tan amable con los demás, comprende que son simples celos pero muy poco le importa.
Pronto un chico de pelo negro se acerca, un par de dados se asoman en sus dedos, toca el hombro del joven que sigue entre los brazos de la rubia.
—¿Una nueva partida? —sonríe, sus orbes esmeraldas resplandece, pronto llega un joven albino, pero antes de ir con sus amigos la puerta se abre, ambas miradas se cruzan.
Akefia Thief no cree en nadie más que él, no es supersticioso, pero algo en ese chico le hace creer que no es la primera que se han visto.
El carraspeo del profesor se hace escuchar, todos vuelven a sus asientos. Un nuevo día empieza, un curioso día dando inicio a un nuevo amanecer, una nueva vida.
Los sentimientos que debieron marchitarse aún florecen y cubren la tierra
Llenando el mundo de amor
Nadie nota el pequeño escarabajo que ha estado en la ventana observando la escena excepto una presencia que al verle volar le ha tomado de las alas.
—¿Has venido a verles otra vez Amón Ra? —ironiza Anubis quien se mantiene imperceptible para el ojo humano.
—Al igual que tú —brilla quemando la mano del Dios chacal para tomar una nueva forma, aquella que sabe que le sacara aún más de quicio.
—Otra vez tú y tú forma humana —le acusa cruzándose de brazos— ¿Qué tiene de bueno ser uno? —suelta por lo bajo.
—El hombre tiene algo de lo cual carecemos los Dioses —Habla sin verle, sigue viendo por la ventana a los adolescentes, tanta calma le parece un sueño, la época donde ya no hay Dioses no se le hace tan mala.
—¿Y cuál es? —suelta, odia que le tengan a medias, ¿Por qué no lo dice todo de una vez?, Amón Ra ríe, es tan irascible como de costumbre, pero al ver su mirada penetrante decide responder a su pregunta.
—Los seres humanos pueden cambiar, los Dioses no —suspira— Osiris quería cambiar, quería darte algo que pudiera amarte puesto que él no podía —guardo silencio, espera el reproche de Anubis, pero no hay nada, Anubis ya no siente nada por Osiris, él había dado su dedo meñique para romper la atadura que le mantenía ante él, porque lo sabía la conexión de ambos debía de romperse en algún momento, pero lo que era una maldición para él era la bendición de los jóvenes amantes, Yugi aquel que alguna vez fue su corazón al formar un cuerpo con el meñique de Anubis había atado su destino a siempre volverse a encontrar con su amante, fuesen las vidas que fuesen una y otra vez Atem y él se encontrarían entre la bifurcación del Tiempo y el espacio por ello sus memorias no eran necesarias.
—Tonterías —le escucha decir antes de desvanecerse, no mucho después él también lo hace, le hace gracia el Dios que dice no tener sentimientos a pesar de que esos mismos le hayan hecho salvar la vida que debía haber sido borrada, Anubis es un Dios singular, en él ve la esperanza de que los Dioses puedan cambiar como los humanos y al final crecer. Akefia Thief es la muestra del cambio que ha tenido Anubis después de todo, al final él también parte.
El viento sopla, entre el espacio y tiempo una melodía resuena haciéndose escuchar aún más fuerte entre la sinfonía del Tiempo, el réquiem ha terminado pero la canción de los amantes empieza.
Déjenme oír una vez más su melodía
Entre la sinfonía del tiempo...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro