XIV : Primer Descubrimiento
Canciones del Capítulo : TOXIC (District 18)
Después de varios días evitando a la morena de ojos grisáceos, Jihyo abrió su ventana para disfrutar del paisaje nocturno y la encontró en el balcón de su habitación sentada en el borde del mismo.
Algo había cambiado en ella y la rubia lo notó en cuanto pudo percibir su aura completamente roja y su mirada apagada. Sintió como su interior se contraía ante las ganas de dirigirse a ella y abrazarla, pero también sentía el impulso de salir de allí lo más pronto posible, sin embargo se quedó inmóvil en el momento que sus miradas chocaron y su corazón se aceleró sin control.
Estuvo tentada a dar un paso adelante, si que lo estuvo, pero su cuerpo parecía no querer obedecerle y su voz parecía haberse apagado.
Somi suspiró aliviada al ver que no salía huyendo como los últimos días y empezó a hablar. — Tienes razón, lo supe todo este tiempo. — Confesó y Jihyo se sorprendió de que aún recordara eso, mas no la interrumpió, estaba demasiado cautivada por su voz para hacerlo. — Pero te juro que tenía una buena razón para no contártelo. — Apartó su mirada soltando otro pesado suspiro.
Y aprovechando de que no parecía querer hacer algo más, la rubia se atrevió a avanzar un paso, agradeciendo a sus pies por obedecerle. — ¿Una orden? — Preguntó curiosa deseando entenderla.
La castaña levantó la vista notándola más cerca ahora. — Eso y algo más. — Confesó y la rubia notó como con aquellas palabras, su aura se aclaraba un poco, aunque no sabía que eso poco tenía que ver.
— ¿Que cosa? — Volvió a preguntar Jihyo llegando al fin a su lado pero manteniendo aun una distancia conveniente para su salud mental.
— Miedo de que te alejaras de mi. — Y con esas palabras Somi al fin se acercó a ella tomando sus manos suavemente, sorprendiéndola de tal modo que no tuvo tiempo de reaccionar.
— N-no lo entiendo... — Tartamudeó la rubia al sentirla tan cerca pero no hizo nada para alejarla. — ¿Porque? — Fue lo único que pudo articular.
Somi no lo notó pero junto a la pequeña sonrisa de felicidad que se dibujó en su rostro, una tonalidad más se aclaró en su aura. — Porque después de conocerte, tengo la esperanza de que cuando la soledad que por tanto tiempo ha residido en tu corazón se vaya, sea yo quien pueda ocupar esa vacante. — Confesó dejando un beso en su frente, mas tranquila por tenerla así de cerca después de esos días de agonía que había pasado lejos de ella.
Y a pesar de lo mucho que a Jihyo le alegro escucharla y sentirla, las palabras de su padre hicieron eco en su cabeza. — No Somi. — Se alejó de la castaña bruscamente, mirándola con miedo, algo que dejó confundida a la contraria. — No digas eso. — Pidió retrocediendo nuevamente. — Yo no... Tú y yo no podemos estar juntas. — Dijo negando, la expresión de miedo y dolor no desaparecieron de su rostro y a la castaña le dolió verla así.
Por eso dejó de lado su propio miedo y caminó de nuevo hasta ella, antes de que volviera a desaparecer. — Entiendo que tengas miedo, porque también lo tuve Jihyo, pero es necesario que sepas que no te dejare ir. — Susurró tomando sus mejillas, donde dejó una suave caricia. — ¿Sabes porque? Porque así no hubiera un destino que nos uniera, yo de igual forma te habría amado. — Confesó mirándola con el mismo amor que había en la mirada llena de miedo y dolor de Jihyo.
— ¡No! — Exclamo esta y volvió a alejarse de ella bruscamente dándose la vuelta para entrar definitivamente en su habitación. — No vuelvas a decir eso, tú no puedes amarme. — Mordió su labio sintiendo como un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas, y que limpió rápidamente. — Esa sería la última razón que necesita mi padre para...
— Pues no me importa lo que digan los demás ¿Entiendes? — La interrumpió Somi decidida. — Por supuesto que puedo amarte, tendría que carecer de racionamiento para no hacerlo.
— ¡Pero es que no lo entiendes! — Gritó Jihyo con tristeza decidiéndose a acercarse y rodear su cuello en un abrazo que la castaña no dudó en corresponder. — Yo sé que tu afecto es real Somi, pero aún así, lo nuestro no puede ser. — Susurró sintiendo como su corazón empezaba a doler, su interior era un desastre de emociones que no le gustaban.
— ¿Porque Jihyo? — Cuestiono Somi besando su frente con cariño. — ¿Porque tu padre lo dice? — Volvió a preguntar sin tener respuesta. — Porque si ese es el caso, te pido que me entiendas tú a mi. — Dijo acariciando su cabello rubio. — Nada evitará que luche por ti. — Confesó suspirando.
Y la rubia quiso alegrarse, quiso disfrutar y creer en sus palabras y su hermosa promesa, pero no podía sacarse la amenaza de su padre o alguna de las palabras del libro de su mente. — ¡Es que no quiero perderte! — Sollozó aferrándose a su camiseta, recostando su frente de su hombro. — No quiero que te pase nada Somi... — Confesó al fin entre lágrimas. — ¡Por eso no puedes amarme!
Somi sintió aquellas palabras como un balde de agua fría que congeló su cuerpo, sin embargo no se alejo de ella. — No Jihyo no digas eso, tú no me perderás. — Prometió en un suave susurro intentando tranquilizarla consiguiendo que esta solo se alejara de su tacto y retrocediera un par de pasos.
— Alejate de mí y no vuelvas a buscarme Somi por favor. — Le pidió la rubia limpiando las lágrimas doradas que bajaban por sus sonrosadas mejillas.
— Pero Jihyo, no... — Somi trato de razonar con ella, necesitaba hacerla entender que sabia que ella era su destino pero parecía más difícil de lo que le fue advertido.
Jihyo por su parte la miró adoptando una postura inmutable. — ¡Vete Somi! — El dolor era fácil de percibir en su voz, pero la decisión en sus ojos fue lo que hizo suspirar a la castaña que aún sabiendo que esta podría rechazarla de nuevo, se acercó a ella rodeándola con sus brazos, sintiéndose herida al no ser correspondida.
— No importa cuantas veces me lo pidas Jihyo, si me alejas mil veces de ti, intentaré acercarme dos mil más. — Susurró en su oído, logrando estremecerla. — Y esperaré por ti el tiempo que sea necesario. — Prometió para después desaparecer frente a ella.
Jihyo sintió su corazón romperse y sus piernas temblar por aquel dolor que llenó sus ojos de lágrimas y cayó de rodillas con el rostro entre sus manos sollozando sin parar. Ya entendía muchas cosas sobre los humanos, sobre su definición del amor y los sacrificios que hacían por él.
Ahora entendía lo que era amar, pensando en el bienestar de la persona que se ama sobre el propio, pues a ella no le importaba seguir viviendo aquella larga existencia llena de soledad y vacío, si la castaña permanecía a salvo, aunque fuera lejos de ella.
No sabe en que momento alguien llego a su habitación, hasta que sintió como sus brazos la rodearon y se recostó en aquel cálido pecho. — Todo estará bien Jihyo, te prometo que lo estará. — Susurró Yoongi suavemente.
Cualquiera habría sentido la esperanza volver a su cuerpo si hubiera escuchado aquella promesa del hijo de Pereza, pero no era el caso de la rubia, quien no sólo había leído ese libro, sino que había sido su propio padre quien la había amenazado. — No es así Oppa, nada estará bien, ella se alejará de mi. — Musitó entre lágrimas.
Yoongi la miro acariciando sus mejillas suavemente. — ¿La quieres? — Preguntó mientras la menor apartaba su mirada. — Ella es la del libro ¿No es así? — Insistió escuchándola suspirar.
— ¿Eso que importa ya? Nunca podremos estar juntas. — Respondió Jihyo con tristeza, algo que al rubio le dolió más que cualquier cosa, pues jamas imagino ver a su hermanita, la mas pura de la casa, tan rota y vencida, aun cuando las circunstancias involucraran directamente sus sentimientos.
— Hey mírame. — Pidió tomando su mentón. — No digas eso, se que todo estará bien, ustedes estarán juntas, pero no sólo por que lo dice un libro. — Aseguró sonriendo de lado.
El ceño de la menor se fruncio y lo miro con confusión. — ¿Como estás tan seguro? — Cuestionó mientras el mayor la ayudaba a levantarse. — Sabes que podemos cambiar nuestros destinos, escuché las palabras de Soberbia.
Yoongi le sonrió mostrándole su adorable sonrisa de encías. — Estoy seguro porque yo las ayudaré. — Confeso de pronto. — Se que papá no te apoya en esto, pero aunque sea un perezoso, me tienes a mi. — Bromeó y Jihyo no pudo evitar abrazarlo nuevamente.
— Gracias Yoongi Oppa. — Susurró en medio de su abrazo.
— No agradezcas, eres mi hermanita y quiero que seas feliz. — Le respondió el rubio antes de volver a mirarla. — Aunque tenga que hacer cosas para ello. — Bromeó y ambos rieron. — Eso es, sonríe. — Dijo picando su mejilla con su índice. — Tienes muchos motivos ahora que conoces el amor. — Y dejando un cariñoso beso en su frente volvió a abrazarla.
Y a pesar de todas la dudas que habían en el corazón de la chica, después de escucharlo y saber que la apoyaba, un atisbo de esperanza volvió a crecer en su interior, uno al que se aferraría ahora que tenia a su hermano a su lado.
Jeongyeon se encontraba en el balcón de su habitación, la luz de la luna bañaba su cuerpo entero, y sus ojos y cabello brillaban debido a eso.
Su mirada se encontraba fija en la hermosa vista que la misma luz de la luna le estaba proporcionando del castillo y los jardines cuando alguien rodeo su cintura suavemente y recostó su mejilla en su espalda.
Aquel conocido calor proveniente del cuerpo ajeno la hizo sonreír levemente y tomo una de las manos de la contraria entrelazando sus dedos sobre su abdomen.
— Minari... — Susurró sin dejar de sonreír. — ¿Porque sigues despierta y fuera de tu cama? — Preguntó acariciando el dorso de su mano con su pulgar.
— Porque no quiero estar lejos de ti Jeongie. — Confesó suavemente la rubia volteándola para disfrutar de aquellos hermosos ojos que la miraban con cariño. — Además, la intensidad de tus emociones cargadas confusión no me permite descansar. — Agregó haciendo un adorable puchero que Jeong no pudo evitar besar.
— Lo siento. — Dijo juntando sus frentes y rodeando su cintura, sintiendo las caricias de la menor en su mejilla. — Olvidé que podías... — Suspiró. — Será mejor volver a la cama. — Sugirió.
Y Mina sonrió coqueta al escucharla. — ¿Vendrás a mi habitación? — Preguntó divertida.
— Ya estamos en la mía. — Rió la peliplata. — Y me gustaría escuchar como tus gemidos se graban en las memorias de mis aposentos. — Dijo besándola despacio.
Mina jadeo en medio del beso al sentir aquellas conocidas y suaves caricias en su espalda. — Astuta y atrevida. — Susurró rozando sus labios. — La combinación perfecta. — Agregó alejando su rostro para jugar un poco con el deseo de la mayor, mismo que sus ojos dejaban en evidencia.
— Sólo besame, mi hermosa reina. — Pidió Jeong con desespero antes de acercarla más a ella y asegurar su agarre en su cintura para volver a besarla con pasión.
Ya habían superado la etapa de Abstinencia y para sorpresa y alegría de ambas, había sido entre ellas que lo habían descubierto.
Segundos después Jeong la levantó sin esfuerzo; y enredando sus piernas alrededor de sus caderas y sus brazos en su cuello Mina se aferró a ella, disfrutando del enorme deseo que tan sólo Jeongyeon era capaz de despertar en ella, o al menos eso creía.
A la mañana siguiente, había una visita en la torre que ninguno visitaba, la torre de los hijos de Envidia.
Precisamente por que el don de los hijos de Envidia, era el de crear y manipular el elemento que nunca se extinguía en sus naturalezas, el fuego.
Hoseok recorría el pasillo donde las llamas incesantes lo rodeaban y no le afectaban en lo absoluto. Pero se sorprendió de ver alguien más en su sala, sentado en su sofá favorito.
Levantó su mano e hizo que todo el fuego que rodeaba al rubio de extinguiera. Se preguntaba como era que había resistido tanto tiempo sin sofocarse o intentar apagarlo por si mismo, pero claro, nada diferente podía esperarse del hijo favorito de Pereza.
Yoongi elevó una de las comisuras de su boca al ver como la única llama que había quedado en la habitación proveniente de la chimenea se avivó cuando Hoseok habló por primera vez.
— Que desagradable sorpresa. — Murmuró con desprecio. — ¿Que es lo que deseas? — Preguntó frunciendo el ceño.
No era un secreto que seguía resentido por su encuentro con el pelinegro y al ser el primero que se encontró, Yoongi sería con quien se desquitaría.
El rubio rió sin ganas. — Por favor Hoseok, no discutas, sabes que eso requiere un esfuerzo que no tengo intensiones de ejercer. — Yoongi pudo haber corrido a la torre de Namjoon y solicitar su ayuda, pues era bien sabido que la inteligencia del peliblanco era difícil de superar, incluso pudo haberse reunido con Mina, y estaba seguro que con su inequívoca intuición, su plan tendría éxito.
Sin embargo eligió visitar al peligris, el mismo que todos se encargaban de subestimar una y otra vez, sin darse cuenta del error que cometían, pues si le pusieran a escoger a alguno de sus hermanos para depositar su confianza, estaba realmente convencido de que elegiría a este sin dudar ya que más allá de sus intensos sentimientos de celos, después de Jihyo, conocía mas sobre lealtad de lo que aparentaba.
— ¿Y que es lo que buscas aquí? — Pregunto con hostilidad sentándose en el sofá que apareció frente al rubio. — Creí que estarías disfrutando de la compañía de tu adorado Jimin. — Los celos fueron obvios en su tono de voz, lo que solo hizo reír al rubio.
— Bueno, bien sabes que ese no es tu problema. — Respondió el rubio ladeando su cabeza. — Pero para que te duela más, él y yo estamos perfectamente. — Sonrió divertido. — Mejor que nunca.
Las llamas rojas empezaron a crecer en los ojos de Hoseok a quien se le tensó la mandíbula por el enojo y las ganas de borrar esa sonrisa divertida del rostro del rubio.
— Bien. — Dijo finalmente, logrando contenerse, pues sabia que luchar contra el ojiazul, no tenia caso. — ¿Que deseas entonces? — Pregunto fastidiado de su presencia.
Yoongi se enderezó ampliando su sonrisa y juntando sus manos frente a él. — Verás Hoseok... — Empezó a hablar con la calma que lo caracterizaba. — Por increíble que suene, quiero algo que va contra mis propios principios.
El peligris no tardó en soltar una risa seca. — ¿Que? — Pregunto de forma burlona. — ¿Moverte?
— Hacer algo para que dejen de actuar como un montón de niñatos revelados. — Soltó el rubio en un tono serio, cambiando drásticamente su expresión. — Deseo la felicidad definitiva de mi hermana. — Continuo diciendo y a medida que hablaba la sonrisa del peligris solo se borraba un poco mas. — Y para ello debo ayudarlos a ustedes también. — Dijo haciendo una mueca antes de volver a sonreír. — Usando por supuesto esa personalidad que mantienes oculta, aunque no entienda el porque.
Y un sorprendido Hoseok se quedó en silencio analizando sus palabras mientras el rubio mantenía aquella pequeña sonrisa triunfal en su rostro.
Habían muchas cosas que considerar, y la primera no era otra que la intervención del rubio en aquella situación, que aunque el peligris conocía por experiencia propia, no imagino que requeriría la intervención del hijo mayor de Pereza. — Tienes mi atención. — Acepto finalmente, decidido a encontrar una solución a lo que les pasaba.
La sonrisa del mayor creció y sus dientes perlados quedaron a la vista. — Es lo que quería escuchar. — Dijo finalmente, contento de haber ganado un primer aliado en su plan.
— ¿Sabes que es realmente gracioso? Que si siguen así, aquello que tanto desprecian es en lo que se convertirán. — Se burló Seulgi jugando con la pequeña bola de energía roja en su mano.
Taehyung, que observaba atentamente la platica de sus dos hermanas mas cercanas en uno de los jardines, se volteó en su dirección y la miró con prepotencia. — No eres digna de estar ante mi, así que puedes marcharte ahora. — Dijo volviendo a su expresión arrogante, intentando ocultar cuanto le afectaban las palabras de la chica.
Seulgi ensanchó su sonrisa. — El hijo menor de Soberbia y Lujuria, por supuesto que no podía esperar algo diferente. — A Tae no le gustó para nada su tono de burla por lo que su ceño se fruncio antes de dignarse a mirarla.
Pues si a la chica le gustaba jugar, el era uno de los mejores rivales que podía encontrar. Por eso sonrió cínicamente. — Entiendo que te guste lo mejor, pero no sé porque crees que podrás conmigo. — Y cuando la sonrisa de la castaña desapareció el rubio se dio por pagado.
Y antes de que Seulgi pudiera responderle, una nueva presencia apareció en la enorme sala. — Por que sabe que no te molestarás en tocarla, además no nos conviene que le pase algo a ninguna. — Dijo Hoseok, dirigiéndose con calma hasta ellos.
— ¿Te unes a ella Hyung? — El rubio lo miró con una ceja levantada. — ¿Tan pronto has tocado fondo? — Bromeó sonriendo divertido.
Hoseok tomó aire antes de acercarse al chico tomándolo del cuello de su traje rojo en un sólo movimiento. — Espero con ansias el día en que al fin te conviertas en hombre pequeño TaeTae. — Le susurró entre dientes.
El rubio simplemente amplió su sonrisa, acercándolo más a su cuerpo para luego pasar su lengua por su cuello. — Te encantaría ser el que tenga el honor ¿Verdad? — Susurró en su oído acariciando la cintura del mayor sobre sus finas prendas.
— Eres un... — Suspiró Hoseok al sentir aquellas inquietas manos en su abdomen, pero antes de que bajaran se alejó.
Y con una sonrisa coqueta en su rostro Tae humedeció su labio inferior sin apartar su mirada de la del ojigris. — Que aburrido estas hoy Hyung. — Movió suavemente su cabeza en negación, jugando con su paciencia. — Mejor me voy. — Fue lo último que dijo antes de desaparecer de la presencia de los dos chicos de un chasquido.
Y luego de soltar un pesado suspiro, Hoseok dirigió su mirada a la castaña que después de presenciar su interacción, se disponía a partir. — Necesito hablar con ella. — Dijo, ganándose la atención de la chica que lo miró confusa. — Con Irene. — Aclaró. — Hay algo que quiero y ella puede ayudarme a tenerlo.
Seulgi lo dudo por un segundo, no era un secreto que ninguno de los chicos le generaba confianza, sin embargo, tenia curiosidad. — ¿Como sé que puedo confiar en ti? — Cuestionó con el ceño fruncido.
Hoseok bufo al sentir los celos de la chica tan fuertes en su interior. — No estoy interesado en meterme con ustedes de ese modo. — Aclaró sirviéndose un vaso de Wiski con una calma que puso impaciente a la castaña. — ¿No lo notaste? — Pregunto llevando el vaso a sus labios para tomar el contenido de un solo trago.
Y después de unos segundos de pensarlo, la castaña suspiró rendida. — El laberinto. — Habló. — Podrás verla allí.
Hoseok sonrió divertido. — Tranquila linda, no te la quitaré. — Dijo antes de chasquear sus dedos y desaparecer.
Seulgi apretó la mandíbula al verlo irse pero se fue rápidamente tras él, pues el que el hijo de Envidia quisiera ver a alguna de ellas, no podía significar nada bueno.
Momo caminaba con calma por el pasillo de su torre con una charola dorada en su mano, disfrutando de su exquisito contenido.
Ella habría preferido combinar su insaciable deseo de alimentarse con el placer de la compañía de alguna de sus hermanas, comer de los labios o el cuerpo de alguna de las chicas era la verdadera definición del placer para ella; pero claro como siempre todas tenían algo que hacer, o eso es lo que creyó hasta llegar al salón principal.
— ¿Oppar? — Cuestiono incrédula, sonriendo mientras humedecía sus labios.
— Hola Momori. — Una encantadora sonrisa se dibujo en su rostro mientras la copa de champaña en su mano llegaba a sus labios y tomaba el contenido despacio. — Es una linda mañana ¿No te parece?
— Recuperé mi naturaleza por supuesto que es una hermosa mañana, es mas, la vida jamás ha sido tan hermosa y merecedora de vivirse. — Comento la rubia sentándose en el sofá individual junto a la ventana donde estaba la peliplata de pie.
— Supongo que es verdad entonces. — Hablo la mayor mientras la rubia la miraba atentamente sin interrumpir su comida. — Solo aprendes a valorar algo, cuando existe la amenaza de perderlo. — Termino de decir en un suspiro.
— No logro entenderte Oppar, no creo que pueda volver a perder mi amor por la comida. — Agrego Momo convencida. — Y si era una lección, ya la aprendí, gracias. — Levanto su copa en dirección a la mayor ofreciéndole un coqueto guiño.
Jeong sonrió sin mostrar sus dientes. — Bueno, debo admitir que a pesar de ser la más insaciable de la casa, lo estás haciendo suficientemente bien.
— Y no te haces una idea de cuanto me esta costando. — Momo pasó su lengua por sus labios con lentitud recorriendo el cuerpo de la mayor con una mirada.
La peliplata vestía una delicada blusa blanca que había arremangado hasta sus antebrazos como la mayoría del tiempo, y un short negro que dejaba a la vista parte de sus esbeltas piernas, pues estas eran cubiertas por unas botas del mismo color, y para colmo unas delgadas cadenas doradas colgaban en su pecho y caderas, dándole un toque más brillante a su sensual atuendo, y que Momo imaginó rompiendo con sus manos de mil formas en un segundo.
— ¿Te preguntaste que pasará el día que no solo seas tu y tu naturaleza? — Preguntó Jeong de pronto volteandose a mirar a la rubia que masticaba una fresa disfrutando de su sabor unido al chocolate. — Porque con todo lo que paso, nuestros padres nos hicieron ver que esa posibilidad no esta demasiado lejana ahora.
Momo frunció el ceño y detuvo sus actos, no era tonta, por supuesto que había pensado en eso, y el mismo miedo la había invadido, aunque ya no se trataba de un miedo que la hiciera perder la razón como al principio, y aunque lo haya pasado con Sana, le preocupaba lo que tener sentimientos más allá del deseo implicaba. — Lo hice. — Confeso tranquila. — Porque ya entiendo que no es igual sentir por un momento, que por toda una eternidad.
Jeong la miro con curiosidad y sonrió levemente, no esperaba aquella respuesta pero claro, le gusto mucho llevarse aquella sorpresa con la rubia mayor. — Ciertamente mi querida Momori, solo que hay algo que...
— Algo que te esta molestando. — Completó Momo acertando. — ¿De que se trata?
— He notado un extraño comportamiento en Chewy. — Confeso volviendo su mirada a la ventana, sin mirar nada en especifico, solo recordando lo que había visto últimamente. — Y me hace imaginar cosas, que son capaces de quitarme el sueño.
Momo sonrió decidiéndose a levantarse para pararse a su lado con su copa en la mano. — También lo notaste entonces. — Suspiró. — La verdad jamas creí que Chewy terminaría interesada por Nayeon de ese modo. — Jeongyeon se sorprendió al escucharla pues no era a lo que ella se refería, creyó que tendría que ver con Mina pero aquello la tomó desprevenida.
— Espera... — Exclamó de pronto mirando directamente a la rubia. — ¿Dijiste Nayeon? — Pregunto logrando asustarla.
— ¡Ups! — Sonrió esta, como si hubiera cometido una travesura. — Creo que lo arruiné. — Rió bajito.
— Nada de eso, solo necesito asegurarme de algo, y si lo que dices es verdad entonces... — Sonrió aliviada al pensar que nadie se interpondría entre ella y Mina al fin. — ¿Como lo sabes?
Momo sonrió con obviedad. — Bueno es que ellas no son las mas discretas del mundo, y ya sabes que aunque presuma de ser la mejor, la mente de Nayeonnie es fácil de leer, descubrí un par de cosas. — Respondió moviendo sus hombros saboreando su bebida. — ¿Tu como lo sabes?
La peliplata sonrió levemente y suspiró. — También lo noté, y puede que haya tenido un par de razones para desear que eso ocurriera. — Confesó quitándole la copa de las manos, bebiendo todo el contenido de un trago, tenia ganas de celebrar por aquella conveniente información, y sabía que Momo era la mejor para hacerlo.
Los ojos de la rubia se iluminaron cual niña pequeña. — ¿Planeaste esto? — Pregunto imaginándose a la mayor rompiendo sus propias reglas.
Y aunque la sonrisa de Jeong fue de felicidad, con su movimiento de cabeza en modo de negación le aclaro que no era así. — Creo que no es necesario, a pesar de todo lo que me dijo Irene sobre Minari, interferir en su vida sería lo último que haría Momori. — Momo lo creía, pues Jeong siempre había respetado las decisiones de todos. — De cualquier manera, si todos tenemos un destino definido, no hay mucho que hacer ahora ¿No te parece? — Pregunto sonriendo coqueta acercándose a ella.
Y Momo asintió despacio mientras saboreaba otra fresa, pero su calma desapareció cuando Jeong se paró frente a ella y con suma delicadeza limpió el borde de su labio inferior llevando después su propio dedo a su boca, con una sensualidad que dejó sin palabras a la rubia, todo aquello sin apartar su mirada de la suya. — Delicioso. — Murmuro cerrando sus ojos. — ¿Sabes? Debo confesar que con todo lo que ha pasado... Puede que quizá haya empezado a entender tu fascinación por la comida. — Susurró sonriendo de lado.
— ¿A-ah si? — Tartamudeó la rubia viéndola acercarse más, sintiéndose tan pequeña e indefensa ante su hambrienta mirada.
— En efecto. — Susurro la más alta mirando sus labios, tan suaves, delicados y tentadores. — Aunque creo que tu podrías ayudarme. — Siguió diciendo llevando sus manos al rostro nervioso de la rubia, no era normal ver aquella actitud en la hija de Ira, siempre eran las Samo quienes provocaban a todos, pero Jeongyeon lo hacia tan bien, que la dejó rendida y por supuesto que contribuyó en ello.
Momo dio un paso al frente. — Estoy totalmente de acuerdo. — Sonrió coqueta, acercándose para rozar sus labios con los ajenos. — ¿Te digo un secreto? — Susurró mirándola a los ojos mientras veía como una de las comisuras de Jeong se elevaba. — Sabe mejor de mis labios. — Terminó de decir en un susurro rozando sus narices.
Sabia que la estaba tentando demasiado, y que en cualquier momento la peliplata podría decidirse por rechazarla, pero cuando esta la tomo de la cintura y sintió su espalda chocar contra uno de los muros haciéndola rodearla con sus piernas, un jadeo de sorpresa salio de su boca.
— Perfecto. — Dijo Jeong antes de empezar a besarla y desaparecer del gran salón hasta su habitación.
Un despreocupado y sonriente Hoseok caminaba por el inmenso laberinto de arbustos disfrutando de las hermosas flores que lo acompañaban a su paso. — Estoy aquí para solicitar tu ayuda en algo. — Dijo en cuanto llego al centro del lugar y encontró a la pelinegra acompañada de dos de sus compañeras, y por supuesto que no le sorprendió de que la castaña con la que habló momentos antes, apareciera segundos después parándose al lado de la líder mirándolo con desconfianza.
Irene no pudo negar que se sorprendió de aquella visita pero sonrió incrédula al escuchar las palabras del chico. — ¿Que le hace pensar al hijo de Envidia que debo aceptar su... Orden? — Pregunto con un deje de burla en su voz, algo que le pareció demasiado arriesgado a las demás.
Hoseok sonrió divertido levantando una de sus manos mirando al lado de la pelinegra donde se encontraba la castaña y al apretar su puño esta empezó a sentir como su cuerpo se quemaba por dentro.
— ¡Aahh! — Gritó Seulgi cayendo de rodillas a los pies de la pelinegra.
Sin algún tipo de remordimiento el chico volvió a sonreír orgulloso de su obra. — ¿Es suficiente esto quizá? — Cuestionó observando como todas corrían a ayudar a su compañera sin tener éxito alguno.
— ¿Pero que... — Murmuró Moonbyul en cuanto la piel de la castaña empezó a adquirir varias quemaduras en ella y sus ojos se oscurecían asemejando al carbón. — ¡Detente de una puta vez! — Exigió arrodillada al lado de la castaña que ya empezaba a tener dificultades para respirar.
Y en vista de que no podían hacer nada en su contra, la líder de todas lo miró dispuesta a rendirse, para que terminara con el sufrimiento de su querida Seulgi. — ¡¿Que es lo que quieres?! — Preguntó cerrando sus puños, mientras sus ojos cambiaban a un brillante dorado, claro efecto de la mezcla de emociones en su interior.
— Así esta mucho mejor. — Sonrió divertido liberando a la castaña de su sufrimiento, viendo como su piel volvía a adquirir su tono normal, sin rastro alguno de las antiguas heridas. — Solo quiero algo que tu tienes y nos has estado escondiendo todo este tiempo... Información. — Anunció mirándola fijamente. — Además de una salida de este plano.
— ¿Que? — Ryujin lo molestó sonriendo divertida. — ¿Ya no te gusta tu paraíso? — Pregunto sin notar la sorpresa que se reflejaba en los rostros de las mayores.
La severa mirada de Hoseok se poso en ella dando un paso en su dirección, sin darle tiempo de retroceder. — ¿Quieres sentir mi poder del mismo modo que ella? — Pregunto tomándola del cuello sintiendo como negaba bajo su tacto.
— Eso creí. — Se burlo soltándola, dirigiéndose de nuevo a la mayor. — Quiero la llave para romper nuestra dependencia de los Pecados capitales. — Contó mirando los rostros sorprendidos de las chicas. — Sé que el padre de todo te dio una misión, que ellos y mis hermanos desconocen, además de que esto de los destinos es sólo una estúpida fachada, y no puedes negarlo.
Su dedo apuntó directamente a la líder cuyo rostro se tornó inexpresivo en un intento de no mostrar lo sorprendida que estaba, antes de seguir hablando con calma. — Se que tienes el poder de darnos nuestra llave de los planos, las 17 marcas en tu antebrazo te delataron con tanta facilidad, una para cada uno de nosotros y la pequeña Somi ¿Me equivoco?
Las otras chicas se tensaron y la pelinegra cubrió su brazo de forma inconsciente confirmando las palabras del peligris que solo río negando por su ingenuidad.
— No es posible... — Murmuró mirándolo incrédula. — ¿Como es que tú...
— Todos me creen estúpido. — La interrumpió sin dejar de sonreír. — Pero no tienen idea de que aunque tenga mucho que envidiarles, hay una cosa que solo yo poseo y va más allá del fuego en mi interior. — Contestó moviendo sus hombros.
Las dudas invadieron el cuerpo de la pelinegra que mordió su labio lentamente debido a sus nervios, el peligris la había descubierto sin dificultad, y para no arruinar su misión debía darle lo que quería, aún con todo lo que eso implicada. — De acuerdo, te daré lo que quieres. — Acepto decidida dando un paso en su dirección.
— ¡Irene no! — Intervino Seulgi, que ya se había recuperado por completo de su accidente, tomando su mano.
— ¡Silencio! — Ordeno la mayor mirándola seria, suplicándole que confiara en ella, antes de volverse hacia el chico estirando su mano como muestra de su disposición. — Pero sera a mi modo, pues una vez sepas la verdad y tengas tu llave, no tendré que ver contigo. — Aclaró levantando una de sus cejas.
El peligris amplió su sonrisa tomando su mano fuertemente. — Excelente decisión. — Murmuró con la alegría reflejada en sus ojos que se tornaron rojizos, mientras las demás chicas solo negaban y se lamentaban el día que llegaron a aquel lugar.
Lo que Hoseok no sabia era que existía la posibilidad de que nada saliera como él quería.
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Tengo que confesar que incluso yo estoy enredada aquí...
Espero les haya gustado el capitulo ¡Hoseok me sorprendió mucho!
Saludos.
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