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VIII : El Libro Rojo

Canciones del Cap :

God's Menu (Stray Kids)

Escape (VIXX)

En una de las muchas tardes en las que el clima de aquel castillo cambiaba de forma radical, Jungkook y Jeongyeon observaban como la nieve había cubierto todo en el exterior.

Sus ojos azules brillaban con tal intensidad que la llama en ellos podía fácilmente derretir toda la nieve frente a ellos y opacar la llama que se escuchaba crepitar en la chimenea e iluminaba parcialmente la enorme biblioteca.

¿Que se supone que hagamos ahora Noona? — Preguntó el pelinegro suavemente, Jeongyeon no pudo evitar sentir la confusión en sus palabras, como si de un pequeño niño desorientado que había perdido su camino se tratase.

Es como si todo lo que conocimos fuera un efímero y amargo recuerdo ahora. Tantos engaños, mentiras y secretos.

Uno que fue capaz de destruir nuestra estabilidad. — La chica se alejó de su lado sentándose frente a la chimenea con las piernas cruzadas y sus codos apoyados sobre los respaldos del mueble con sus manos juntas frente a su rostro, mirando fijamente el color rojo del fuego frente a ella. — Siendo sincera, no soy capaz de ver más allá de mis prejuicios y naturaleza en este momento Kookie. Por lo que no tengo las palabras para responder tu pregunta.

No seas tan dura contigo misma Jeongyeon, de cualquier modo no nos servirían de mucho las palabras. — Namjoon llegó junto a Yoongi a acompañarlos a la biblioteca, y mientras el peliblanco se sentó a unos metros de ella, Yoongi se recostó del sofá grande apoyando su cabeza en sus brazos.

Aparentemente no. Pero siempre podemos encontrar otra salida de esto ¿No? — Jihyo apareció acompañada de Tzuyu tomando asiento en otro de los sofás de la habitación.

No puedo estar de acuerdo contigo Jihyo, pues por primera vez, no tiene caso ir en contra de esto. — Mina y Nayeon también aparecieron del mismo modo que la nombrada y la castaña, dirigiéndose al lado de esta última.

Tal parece que se habían puesto de acuerdo para llegar en parejas o tal vez, llegar juntos era sólo una casual consecuencia.

Y por primera vez me agrada que no implique algún tipo esfuerzo. — Comentó un divertido Yoongi.

Namjoon y Jeongyeon negaron ante sus palabras mientras el resto lo miró sin sorprenderse de su despreocupada actitud.

— He estado estudiando a los humanos. — Volvió a hablar Namjoon. — Había mucha razón en las palabras de Soberbia. — Informó. — Me he dado cuenta de que poseen una complejidad que... Tal vez necesitemos décadas para lograr entender.

No es complejidad Namjoon, es el libre albedrío que no sólo parece residir en su mente, sino en su impredecible e incontrolable corazón. — Agregó Mina suavemente. — También los he visto.

¿Hay una reunión y no fuimos invitados? — Decía Momo llegando junto a su hermano que le servía vino en la copa que tenia en su mano.

Jimin, Momo. — Los nombró Namjoon. — A menos que estén interesados en hablar sobre el libre albedrío de los mortales, no se pierden de nada.

Hermanito, me he dado cuenta de algo interesante sobre los humanos. — Informó la rubia sonriendole. — Gracias a Minari descubrí que saben divertirse, y pueden llegar a ser unos interesantes juguetes.

— ¿De que hablas? — Se sorprendió el peliblanco. — No habrás tenido contacto con ellos ¿O si?

La mueca de desagrado de Momo no tardo en aparecer mientras le respondía al peliblanco. — ¿Por quien me tomas? ¡Nunca haría algo así! — Negó antes de sonreír divertida. — Sólo descubrí uno de los secretos mejor guardados de nuestras naturalezas.

Vaya ¿Y lo hiciste tu solita? — El sarcasmo de Hoseok que apenas llegaba a la biblioteca hizo fruncir el ceño a la rubia mayor.

Pero lejos de molestarse se puso cómoda al lado de su hermano más cercano. — Es obvio que hay más de una diferencia entre tu y yo Hoseok, y esta es una de ellas. — Se burló volviendo a sonreír.

Tienes razón, yo jamás me rebajaría a jugar con humanos. — La tensión entre ellos creció y Momo quiso lanzarse sobre él para destrozarlo del mismo modo que lo hizo con la copa en su mano.

¡Basta los dos! — Intervino Mina. — Moguri — Llamó mirándola. — ¿De que se trata? — Tenía una idea de lo que podría tratarse pero aun así quería confirmarlo.

Momo la miró esta vez a ella. — Es simple, no sólo nuestros padres pueden jugar con humanos Mitang. — Su sonrisa cargada de malicia apareció y Mina sonrió levemente al confirmar sus sospechas.

¡No es posible tal cosa! — Hoseok exclamó con terror.

Pues a mí no me sorprende. — Confesó Yoongi tranquilamente. — Padre me comentó esa posibilidad hace tiempo, aunque no me haya llamado la atención intentarlo, o tal vez no creí que fuera verdad.

Pues es más posible de lo que creen. — Rió la rubia tomando de su copa. — No sólo ellos pueden corromper humanos.

Esto no me llama la atención. — Confesó Nayeon con expresión aburrida. — Los mortales no merecen mi valioso tiempo. A mi parecer están suficientemente corruptos ya.

¿Alguno se ha cuestionado porque el clima ha cambiado antes? — Jihyo llamó la atención de todos haciendo que el tema quedara olvidado por casi todos.

Muy observadora pequeña Jihyo. — Habló Namjoon sonriendo. — Pero no, no se porque ha cambiado esta vez, aparentemente nada ha cambiado en el castillo.

Pero está por hacerlo. — Informó Mina con seguridad. — Están aquí. — Murmuró ampliando sus párpados con miedo.

Y al sentir las fuertes presencias de los poderosos pecados capitales provenir de la sala principal del castillo, todos entendieron el porque.

Taehyung, Dahyun, Sana, Chaeyoung y Jin fueron los primeros en llegar al salón donde los siete pecados capitales se encontraban de pie. La habitación estaba casi a oscuras, la única luz que había se encontraba enfocada en los siete seres que irradiaban un atractivo brillo a los ojos de los jóvenes.

Soberbia se encontraba en el centro sonriendo de forma arrogante, mientras el resto se notaba aburrido de estar allí, Gula y Avaricia compartían una copa, y Lujuria se encontraba apoyando uno de sus brazos del serio e inmutable Ira que parecía darle igual todo a su alrededor.

Pereza tenía el ceño fruncido y sus brazos cruzados, y Envidia que estaba parado a su lado parecía molesto con el mundo entero.

Padres... — Murmuró Taehyung siendo el primero en inclinarse ante ellos, seguido del resto a quienes los demás encontraron en aquella posición al llegar.

¿Llegar tarde es uno de sus nuevos hábitos? — Preguntó un impaciente Ira mirando fijamente a su hija.

Jeongyeon apretó la mandíbula y uno de sus puños antes de responderle. — Dímelo tú, lo sabes mejor que nosotros ¿No? — Y después de eso imitó a sus hermanos y se inclinó apoyándose en una de sus rodillas bajando su cabeza soltando un sonoro suspiro.

¡Ya levantense pequeños! No tardaremos... — Habló Lujuria. — Mucho.

— ¿Que sucedió ahora padre? — Sana habló rompiendo el silencio cargado de tensión que se había formado en la habitación.

Los rostros de todos eran serios, incluso Jihyo había adoptado una postura y expresión que a ninguno de los seres les agrado.

Mina, Nayeon y Jin se encontraban demasiado indignados con su padre como para mirarlo a la cara siquiera, y los tres, en especial la rubia de ojos miel, estaban molestos por ocultarles algo así sobre su naturaleza, aunque estaba más relacionado con la herida que sufrieron en su orgullo al enterarse que no eran tan diferentes de los mortales que tanto despreciaban.

Buenas noticias, para algunos de ustedes. — Lujuria sonrió divertido antes de que Soberbia levantara su palma indicándole callar.

Sabía que tendrían muchas dudas después de enterarse que tienen un destino. — Se burló el pelinegro y Namjoon, Hoseok, Yoongi, Jeongyeon y Momo fruncieron el ceño, mientras sus hijos levantaron una ceja y el resto compartió una mirada confundida. — Necesitan saber algo... Es verdad que todos tienen un destino escrito, más pueden cambiarlo si así gustan.

— ¿De que hablas ahora? — El peliblanco no pudo contenerse y dio un paso al frente mirándolo fijamente.

¿Eres tan osado como para dirigirte a mí de ese modo pequeño insolente? — Dijo Soberbia con desprecio antes de negar y volver a ignorarlo. — Bueno no me interesa, sólo estamos aquí para darles a conocer esto. — Un grueso libro de hojas doradas y cubierta roja con muchos símbolos con piedras preciosas en esta, apareció flotando frente a los pecados capitales aunque quedó abierto en dirección a los 16 chicos.

¿Pero que... — Murmuró Hoseok.

Los siete pecados capitales sonrieron al ver los rostros cargados de confusión de los menores y una vez mas Soberbia tomo la palabra. — Seokjin — Llamó sorprendiendo al ojiazul que a regañadientes dio un par de pasos al frente. — Puedes hacer los honores.

— ¿Que quieres que haga? — Preguntó el menor con un tono desafiante.

Pon tu mano izquierda sobre el libro niño malcriado. — Le ordenó Pereza.

Y antes de que preguntes algo más, estás por conocer lo que está escrito en tu destino tesoro. — Aclaró Soberbia sin dejar de sonreír. — Adelante. — Invitó suavemente al ver la duda dibujada en el rostro del muchacho. — Serán solo cinco los que tendrán lo que quieren ahora, precisamente porque sus sentimientos son más claros de lo que todos esperamos, mientras el resto deberá poner en orden sus... Emociones.

¿A que te refieres? — Preguntó Mina por primera vez.

Vaya, parece que al fin tengo tu atención Minari. — Se burló su padre mientras ella apretaba sus labios. — Me refiero a su compañero, a su alma gemela, su predestinado.

— ¿Te das cuenta de que estas contradiciendo tus palabras no es así? — Jeongyeon le miró seria. — Si es nuestra pareja predestinada ¿Como será posible cambiar el destino entonces?

Porque puedes elegir estar con ella o no, Jeongyeon. — Le respondió Avaricia. — Es el único cambio que podrás hacer en tu destino, y sí, es mediocre en comparación con todo lo que se puede hacer pero... Es lo que es.

¡Con un demonio! Esto no tiene sentido. — Murmuró Tzuyu impaciente por terminar con aquella reunión de una vez.

Es verdad, eso no tiene sentido. — Apoyó Momo. — ¿Porque tendríamos que elegir estar sólo con una persona? — Se quejó haciendo un puchero.

Porque aunque sigan teniendo sus naturalezas intactas, debes recordar que ahora sus sentimientos serán tan complejos como los de cualquier mortal cariño. — Le explicó Lujuria.

¿Porque nos hicieron esto padre? — Fue Sana quien se quejó con el esta vez.

¿No es obvio? Sus deseos, carencias y vicios no los dejan importarse por algo más que si mismos. — Dijo Mina mirando con frialdad a los mayores.

El escenario era digno de un enfrentamiento de poderes, los siete pecados capitales contra sus hijos mirándose sin intención de ceder. — Seokjin, hazlo ya. — Ordenó Soberbia sin dejar de mirar a Mina y sonreír.

Y tal y como dijo soberbia Jin vio lo que sería su existencia escrita en aquellas páginas, una existencia que compartiría con el peliblanco a quien miró por una fracción de segundo antes de despegar su mano del libro.

¿Sorprendido? — Preguntó Gula.

¿Como es que... — Jadeo Jin mirándolos con sorpresa.

Ya te lo dije tesoro, verías todo lo que será tu destino. — Soberbia movió sus hombros con desinterés. — Y es normal que estén sorprendidos y algo confundidos, no debe ser sencillo. — Se burlo de nuevo.

Y con la sonrisa engreída que Jin mostró de pronto los desconcertó, él no estaba molesto por lo que vio, ser adorado hasta el fin de los tiempos por el peliblanco era lo que encabezaba su lista de deseos. — ¿Te agrada la idea de tener un hijo casto Lujuria?

No lograrás provocarme Jin, el que tenga una sola pareja por toda la eternidad, sólo lo hace mas creativo. — El pelinaranja sonrió coqueto y Jin asintió.

Bueno, estoy conforme con mi destino. — Dijo Jin dando un paso atrás cruzado de brazos con una pequeña sonrisa en su rostro.

Yoongi, sigues tu. — Informó Soberbia, observando como sin ningún tipo de prisa el rubio se dirigía frente al libro y empezaba a leer su destino.

¿En serio debo leer? — Dijo con fastidio pero sonrió levemente al encontrarse con una información bastante satisfactoria. — Ya entiendo. — Murmuró antes de levantar su mano y sin decir una palabra volvió a su lugar adoptando la misma actitud alegre del mayor de todos.

Jihyo, ven aquí. — Llamó Pereza suavemente sorprendiendo al todos los chicos. La rubia obedeció con temor quedando al frente de todos, asombrada de que su padre le hablara de aquel modo. — Es tu turno.

Después de mirarlo por un segundo Jihyo tomo aire y puso su mano sobre el libro temerosa por todo lo que vería allí. Sus párpados se ampliaron al enterarse de dos cosas y la última en particular, pues implicaba a alguien que no esperó, o tal vez sí.

Levantó su vista encontrándose con los intensos ojos del señor de la Pereza y por lo que vio en ellos, supo que conocía todo lo que estaba escrito allí, y que se encargaría de hacerlo realidad, aunque no era algo a lo que no estuviera acostumbrada ya.

¿Y bien? — Cuestionó el rubio mirándola divertido. — Espera, olvide algo... — Chasqueo sus dedos y en un segundo estuvieron solo ellos dos en otra habitación. — Si pasa por tu cabeza estar junto a esa chica te juro que cada palabra de ese libro se hará realidad, excepto la de tu naturaleza pues me encargaré de que no la cambies.

Jihyo sintió temor de su padre por primera vez en muchos siglos, un temor distinto al de siempre, uno que le hacia cuestionarse el porque de las razones de su padre para odiarla tanto. — Pero padre yo le aseguro que...

¡Nada! — El rubio la tomó del brazo apretándolo sin ninguna delicadeza mientras ella hacía una mueca de dolor. — Solo te diré una cosa y espero que te quede clara Jihyo, si llegas a enredarte con esa chica, me encargaré de desaparecerla ¿Entiendes? No permitiré que por tus actos yo tenga que cargar con otra vergüenza.

Y dicho esto, volvieron a aparecer en la misma habitación donde estaba el resto, como si jamás se hubieran ido, como si nada hubiera pasado, pero el dolor en su brazo le hizo ver que si era así. — Lo he entendido todo padre. — Habló la chica al borde de las lágrimas.

Dos de los rubios se dieron cuenta de lo que sucedía y rápidamente uno de ellos se dirigió a la ojiazul y tomó su mano brindándole el apoyo que necesitaba. — Gracias Yoongi Oppa. — Dijo la menor en su mente mientras lo veía asentir.

Jimin, sigues tú. — Avaricia lo invitó sin dejar de mirar como el Mochi de cabello dorado sonreía totalmente confiado.

No se sorprendió de encontrar el nombre de Yoongi en su destino, desde siempre algo en él le decía que el sería con quien quería pasar toda su existencia aunque no tuviera idea de aquel juego de sus padres. — Estoy satisfecho... — Gula lo miró serio. — Con este libro padre. — Aclaró sonriendo divertido mientras el mayor asentía.

De acuerdo, sigues tú pequeño insolente. — Soberbia miró a Namjoon con una sonrisa juguetona, sabía que el chico no lo soportaba y le encantaba verlo intentar enfrentarlo.

Soberbia — Llamó Lujuria mirándolo con reproche. — Adelante hijo mio. — Le dijo al peliblanco.

Y al colocar su mano sobre el libro, cualquier rastro de rabia desapareció del cuerpo del chico que sonrió coqueto marcando sus hoyuelos.

Puede estar feliz ahora, te quedaste con uno de mis tesoros. — Le dijo Soberbia ocultando su rabia tras su expresión prepotente.

No me gusta para nada su teatro. — Habló Hoseok caminando al frente. — ¿No dirás nada padre?

Los ojos de Envidia se pusieron rojos y miró a su hijo con el ceño fruncido caminando hasta quedar frente a el.

El menor levantó su mirada para enfrentar los ojos de su padre que le ganaba más de 10 centímetros pero rápidamente inclinó su cabeza en modo de disculpa. — ¿Quieres ser como los hijos de Soberbia acaso? Un malcriado sin control. Dímelo y me encargo de que no te falte disciplina. — Amenazó de forma autoritaria. — ¿Crees que no sé que no estás siguiendo tu naturaleza por estar pendiente de él? — Se refirió a Jungkook, a quien no pudo importarle menos lo que sucedía.

Hoseok estaba asustado pero aún así se atrevió a responderle manteniendo su expresión seria. — No hablo de eso padre.

¿Y de que hablas entonces pequeño hijo de Envidia? — Cuestionó Ira caminando hasta quedar al lado de Envidia justo frente a él. — No sé que es lo que les pasa a todos, pero su insolencia empieza a volverse intolerable.

Jeongyeon estuvo a punto de enfrentarse a su padre pero una de las suaves manos de Nayeon la detuvo posándose sobre su pecho mientras la otra rodeaba su muñeca. — No lo provoques Jeong. Por favor no vayas a empeorar esto. — Le dijo en su mente.

Los ojos de la más alta brillaban de rabia y sin apartar su vista de su padre le respondió también en su mente. — ¿Puede empeorar ahora?

Me parece que si, sólo mira el estado en que quedó Jihyo. — Inmediatamente ambas miraron en dirección a la rubia y notaron que lloraba en silencio. — Apuesto mi hermosa existencia que algo de lo que vio en ese libro la afectó lo suficiente para que quedara así.

Jeongyeon al fin miró a la mayor a los ojos. — ¿Y quieres que sólo lo acepte? Me pides demasiado Nayeon.

— No que lo aceptes, que lo analices. — Aclaró. — Espera un poco, Mina tenía razón. — Pidió con tranquilidad. — Traman algo, tan sólo espera un poco más.

Y sin responder nada, Jeongyeon suspiró y cruzó sus brazos dejando de lado su idea de enfrentar a los mayores.

Bueno me temo que es todo queridos míos. — Informó Soberbia. — Mi importante presencia no soporta esto, así que nos vamos.

¿Que? — Chaeyoung preguntó dirigiéndose al frente de sus hermanos. — ¿Que hay del resto de nosotros? ¡Quiero saber esto!

Tú quieres mucha cosas pequeña. — Le dijo Pereza. — Pero no se enterarán de esto al igual que ellos. Lo deben descubrir por sí mismos, igual que los humanos. — Informó sonriendo de forma burlona.

Si que puede empeorar. — Murmuró la pelinegra tan sorprendida como el resto de los chicos.

Eso lo hará incluso más divertido, una de las emociones mas intensas de los humanos es el placer. — Agregó Lujuria. — Lo único bueno que tienen los bastardos.

Te superaste padre ¿Como pudiste hacernos esto? ¡Se supone que somos tus hijos! — Un furioso Tae le reclamó de frente al único pelinegro de los pecados.

No lo has entendido Taehyung. — Dijo Soberbia con fastidio. — Así que deja de actuar como un niño caprichoso.

Y mientras un furioso Tae fruncía el ceño, Avaricia miró a sus hijas y sonrió. — Tendrán todo aquello que desean, se los aseguro. Aunque tal vez les cueste un poco y no pueda interferir en ello.

¡Esto es absurdo papá! — Sana se quejó del brazo de Momo.

¡¿Porque ellos pudieron verlo y nosotros no?! — La hija menor de Envidia cuyos ojos ya estaban azules por su esencia le preguntó a su padre.

¡Es porque ustedes no saben lo que quieren! — Gritó Avaricia. — No han sentido esa conexión que experimentan los humanos con sus parejas predestinadas, aún.

¿Y ellos si? — Preguntó Momo incrédula.

Lujuria sonrió divertido y le respondió mordiendo su labio. — Increíblemente, así es Momori.

Puede que su destinado sea quien esperan, o quien menos imaginan, tendrán mucho por descubrir. — Informó Ira sonriendo divertido y mirando a sus dos hijos.

Lujuria se acercó a sus dos hijas y les dio un beso en la mejilla a cada una. — No me odien mis amores, ustedes son dos de mis más grandes hazañas. — Acarició sus mejillas mirándolas con ternura. — Y aunque no puedan ver lo que hay en ese tonto libro, les aseguro que en su destino habrá mucho placer.

Las dos chicas sonrieron y se miraron con complicidad. — ¿Nos quedaremos juntas entonces?

Por mucho que me muera por contarles, no se los diré. — El pelinaranja se retiro de su lado.

Se disponían a irse cuando el pelinegro habló. — Me tiene sin cuidado lo que sientan por mí en este instante. — Miró a Mina y después a las dos chicas mayores. — Porque lo agradecerán en su debido momento.

Y no se concentren en buscar amor de una vez, recuerden que cuando los humanos lo hacen tan desesperadamente, pueden llegar a morir en el intento. — Habló Pereza con una pequeña sonrisa en su rostro. — El resto, disfruten de su felicidad.

Sólo dediquense a descubrir y disfrutar esto, les gustará. — Sugirió Lujuria sonriendo coqueto antes de que tanto ellos como aquel libro desaparecieran de su vista y la claridad volviera a la habitación.

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A ver, Diganme como quedaron después de esto.

Saludos.

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