La canción para este Cap es Nightmare de VICTON, estaneen VICTON tienen buenísimas canciones.

En aquella larga mesa se encontraban los siete pecados capitales, con el principal de ellos sentado en la cabecera y detallando a cada uno con indiferencia.

Gula bebía como si no hubiera un mañana, Pereza veía a la nada con total despreocupación, Avaricia observaba con alegría el diamante de exagerado tamaño en su mano, Ira mantenía su ceño fruncido y sus brazos cruzados mirándolo fijamente y luchando por controlarse, Envidia los miraba a todos con recelo.

Y finalmente estaba el pecado de la Lujuria, que mantenía aquella coqueta sonrisa en su rostro, la misma que ponía de rodillas la voluntad de cada uno dejándolos rendidos ante sus encantos.

Pero no se habían reunido para presumir de sus naturalezas sino para un asunto realmente importante, el propósito tras los nacimientos de sus hijos.

— ¿Esta decidido entonces? — Soberbia se puso de pie dejando claro su estatus como el más importante de todos.

— No hay objeciones, cada punto esta claro, no interferir en sus existencias y todo saldrá bien. — Habló Ira.

— Pues insisto en que deberíamos dejarles algunos siglos de diversión — Lujuria habló sonriendo divertido.

— ¿Porque? ¿Porque tú lo dices? ¿Que pasa sino es una buena idea? — Envidia le miró con odio y aún así el pelinaranja le devolvió la sonrisa coqueta.

— Envidia, mi querido Envidia, de cualquier modo no tendrán más opción que sucumbir a sus destinos, no importará si pasa un día, un siglo o un milenio. Es para lo que existirán después de todo.

— Bien dicho Lujuria. — Soberbia sonrió con aquellos aires de grandeza que lo caracterizaban. — ¿Alguien más tiene otro comentario? — No era como si le importara la opinión de los demás pero en vista de que todos participarían en aquel “Experimento” debía actuar como si lo hiciera.

— ¿Que dice el todopoderoso de tu grandioso plan hermanito? — Pereza habló por primera vez irritando al ser de cabello oscuro. — ¿Y porque nos necesitas si eres tan suficiente tú solo?

— Pereza, no provoques que la poca tolerancia que te tengo termine. — Amenazó Soberbia. — ¿Gula? ¿Avaricia?

— Quiero más información sobre ellos. — Respondió Avaricia.

— Tú siempre quieres más. — Se burló Gula terminando con otra botella de vino de un sólo trago. — Y también yo. Por eso estoy de acuerdo contigo, quiero saber más sobre lo que será mi descendencia.

Ira sonrió sorprendiéndolos a todos, excepto a Soberbia que lo miró levantando una ceja. — Según las señales, su unión resultará en la más insaciable de las creaciones divinas. — Miró a Gula y a Lujuria — Felicidades.

— No esperaba menos. — Gula sonrió triunfal.

— ¿Que significa eso? ¿Será entre nosotros? ¿Que hay de las virtudes cardinales? ¿No eran parte de esto también? — Pereza cuestionó con un gesto de confusión en su perfecto rostro.

— Y Lo son, Pereza.

— ¿Entonces porque Ira habla de la unión de Gula y Lujuria? — Preguntó Envidia.

— Porque hay un par de afortunados que se unirán entre ellos. Engendrando criaturas... Asombrosas en verdad.

— Espero por mi explicación. — El tono de desespero en la voz de Avaricia los hizo mirarlo.

— Impaciencia es sinónimo de Ira, no de ti Avaricia, pero como quieras, escuchen atentamente. — Soberbia volvió a tomar asiento de forma correctamente erguida en su silla. — Nuestros hijos serán muy especiales, únicos en su especie.

— ¿Estas pensando más allá de ti mismo? — Molestó Envidia sonriendo divertido.

— ¡Silencio! ¿No has entendido que la única razón de su exigencia será aclarar nuestras propias dudas? — Gritó Soberbia exaltado.

— ¿Y cuales son “nuestras” dudas? — Habló pereza que no tenía idea de lo que hablaban o tal vez si, pero recordarlo requería un esfuerzo que no quería hacer.

Soberbia iba a responder pero Ira se adelantó. — ¿Es posible el equilibrio entre un pecado y una virtud? O lo que es igual, el bien y el mal.

— ¿Existe realmente un hilo del destino? — Habló Avaricia.

— Y la más importante, si existe el amor ¿Somos capaces de entenderlo, y luchar por merecerlo? — Lujuria finalizó con las dudas de todos dejándole claro a Pereza que era el único que ignoraba lo que sucedía, pero le dio igual.

— Ciertamente mis estimados. Y debo confesar que tengo mucha fe en nuestras lindas criaturas, sé que lograrán cumplir con su objetivo aunque nunca deban saber de él.

— ¿Aún cuando en la búsqueda de esas respuestas tengan que enfrentarse unos a otros? ¿No eso vil incluso para ti? — Preguntó una vez más Pereza.

— Merecía algo de crédito en esto. — Alardeo Ira.

— No te confíes Ira, todo puede pasar con ellos. — Soberbia estaba convencido de su éxito. — Pues sus naturalezas serán más fuertes, sus instintos dominantes y sus deseos, su guía.

— ¿Instintos y deseos dados por quien? — Envidia era el menos convencido de todo aquello.

— Un regalo de nuestra parte ¿No te parece magnífico? Ellos tendrán habilidades más allá de su entendimiento, y poderes y encantos más irresistibles que cualquiera de las tentaciones conocidas.

— Aunque tus palabras no tienen sentido. — Comentó Ira mirándolo. — Hay que destacar que no serán andrógenos, pobres, atrapados en un sólo cuerpo. — Se burló haciendo una mueca de sonrisa.

Y Lujuria no perdió la oportunidad de intervenir. — No tienes idea de la ilimitada fuente de placer que es un sólo cuerpo. — Su sonrisa coqueta llegó acompañada de un guiño dirigido a él.

Soberbia asintió dándole la razón al pelinaranja. — Además no les hará falta cambiar de cuerpo físico, si su existencia vendrá acompañada de inmoralidad y poderes más allá de lo comprensible.

— Entonces no hay más que hablar, no tengo objeciones. — Ira fue el primero en levantarse de la mesa.

— Tampoco yo. — Gula, Avaricia y Pereza hablaron al unísono.

— Ninguno la tiene — Ira miró a todos confirmando con un asentimiento de su parte que al igual que el resto estaba de acuerdo.

Soberbia sonrió feliz de que al fin su plan estuviera casi concretado, y que su deseo de imperar se vería saciado con el nacimientos de sus hijos, que como no le dijo a ninguno, serían fundamentales en el éxito de aquel objetivo.

Pero puede que tal vez, no todo le saliera como quería.