Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

IV : Desorientados

Canciones del capítulo :

Suffer (Charlie Puth)

Tomorrow (BTS)

Wildfire (Demi Lovato)

Después de aquella confusa conversación con Mina, la pelicorto había decidido buscar respuestas en la única que podría ayudarla, la más cercana a la rubia; Nayeon.

La mayor se encontraba en la habitación de espejos recostada sobre uno de los sofás negros, disfrutando de su copa de vino blanco.— ¿Vienes a rogar por mi perdón? — Preguntó de forma arrogante.

La hija de Ira elevó una ceja mirándola — No tengo porque, pero si prefieres verlo de ese modo es tu asunto.

La pelinegra fruncio el ceño observando su perfecto cuerpo en el espejo. — ¿Entonces que quieres?

Jeong ladeó una sonrisa sirviéndose un trago de Wiski, no solía tomarlo seguido, pero la situación lo ameritaba — ¿Que sabes sobre los deseos ocultos de las chicas nuevas?

Es el colmo. — Nayeon se sintió indignada y se levantó rápidamente de su cómodo sofá para encararla — No lo puedo creer, no te basta descuidarme por mis hermanas sino que ahora también lo harás por esas extrañas.

Jeong bufó, a veces la actitud de la mayor la hacía perder el poco auto control que tenía sobre su naturaleza — Nayeon, no digas eso. — Dijo con calma. — Jamás te he descuidado, es sólo que aún no aceptas que no eres mi dueña, aunque te entregue todo de mi cuando estamos juntas.

La mayor se cruzó de brazos haciendo un puchero, sacándole una sonrisa a la otra chica. — Es porque no me gusta compartirte, aunque no seas mía me llena de rabia tener que verte con las demás. Odio eso.

Pero bien que lo pasas con Momo, Sana, Tzuyu, e incluso con Mina. — Jeongyeon odiaba los celos y tener que lidiar con los de Nayeon por cosas que siempre habían hecho, la exasperaba.

Esto no es sobre mí, bueno de hecho si, pero no intentes liberarte de responsabilidades, es por tu culpa. Ellas no me descuidan. Saben reconocer que tan importante soy. — La mayor le dio la espalda haciendo otro puchero sin descruzar sus brazos.

Jeongyeon se acercó a ella y susurró en su oído — Pero te aseguro que ninguna te puede hacer sentir tan adorada como yo.

— Pues eres una idiota. — La mayor ocultó su sonrisa.

Y después de que Jeongyeon dejara un beso sobre su hombro se volteo a mirarla, encontrándose con su intensa mirada y su encantadora sonrisa. — Una idiota que te adora Nayeonie.

Y es lo único que deberías hacer siempre Jeongyeon. — Hizo un puchero rodeando el cuello de la más alta con sus brazos. — Soy lo más importante que puedes tener en tu vida. — Rozó sus narices y le cerró sus ojos sintiéndola más cerca.

Sabes que no es posible. — Jeongyeon rodeó su cintura, acercándola con brusquedad a su cuerpo con su mano libre.

La pelinegra jadeo al sentir el calor del cuerpo de la contraria extenderse por el suyo, haciéndola desear más de ella. — Te deseo tanto ahora Jeong. — Susurró con la voz en un hilo.

También yo Nayeonnie. — Apoyó Jeongyeon rozando sus labios apretando el agarre en su delgada cintura, muestra de su deseo, sin embargo al recordar su objetivo principal la soltó. — Pero por ahora quisiera preguntarte algo.

Nací Hermosa si es lo que quieres saber — Jeongyeon sonrió de nuevo por la actitud tan engreída de la mayor pues lejos de molestarle, estaba acostumbrada a ella, mientras esta se alejaba de ella y volvía a tomar asiento en su preciado sofá tomando la pequeña copa entre sus dedos otra vez.

Estuve allí bunny. — Afirmó — Pero esa no es mi pregunta ¿Desde cuando no hablas con tu padre?

Nayeon se sorprendió pero aún así le respondió, aunque seguía sin mirarla — Nuestras reuniones son demasiado exclusivas para que todos se enteren, y la última fue hace tres días ¿Porque quieres saberlo?

Me gustaría reunirme con el gran señor Soberbia alguna vez, tengo una duda que ni siquiera mi padre puede responderme. — Informó mirando por la ventana — Me gustaría conocer su concepto del destino.

La expresión arrogante de Nayeon cambió por una de asco e indignación — Largate a la biblioteca si lo que quieres es conocer una historia, no nacimos para eso.

Va más allá de la historia. — Aclaró terminando de tomar al contenido de su vaso — Pero por ahora... — Se acercó a la mayor quedando arrodillada a su lado. — ¿Sera posible que esta reina frente a mí me conceda el honor de adorarla? — Tomó su mano y dejó un beso sobre esta.

Has sido una muy mala súbdita Jeongyeon necesitarás más que eso para convencerme esta vez. — La expresión arrogante de la mayor volvió a aparecer.

Lo sé. — Dijo la menor rendida — Por eso he traído esto. — Le entregó una pequeña caja de joyería negra — La joya más hermosa para la más hermosa reina.

Nayeon la abrió bajo la mirada divertida de la pelicorto, encontrándose una cadena dorada con una enorme gema en ella.

Eres casi tan perfecta como yo — Jeongyeon creyó que le hablaba a ella pero río y negó al notar que le hablaba a la joya — Ayudame a ponermela Jeong — En un segundo estuvieron de pie frente a uno de los espejos, Jeongyeon parada detrás de Nayeon que apartó su cabello de sus hombros para dejar su cuello libre y que la peliplata le colocara la joya.

¿Estoy perdonada ahora mi reina? — Preguntó la menor al ver la sonrisa de la pelinegra.

Nayeon la miró por el espejo y acarició la gema en su cuello sonriendo — No por nada eres la favorita de esta casa Jeongyeon.

— Esa no es una respuesta — Jeong dejó un beso sobre su hombro mirando sus ojos por el espejo, notando como brillaban intensamente, si había algo que amara de su naturaleza y la de sus hermanos era precisamente esa característica que tenían sus ojos de cambiar de color. — ¿Podrías ser más clara Nayeonnie? — Volvió a besar su hombro subiendo los besos a su cuello y asegurando con fuerza el agarre en su pequeña cintura.

Por supuesto que si mi Oppar. — Susurró Nayeon cerrando sus ojos entregada a los besos de Jeongyeon. — Mil veces si. — Se volteó besando a la menor con pasión, enredando las piernas en sus caderas sintiendo como esta la levantaba sin dificultad alguna y la recostaba del sofá en el que estaba sentada segundos antes sin romper su beso.

¿Puedo acompañarte? — Somi apareció junto a la hija menor de Pereza que observaba el enorme lago en uno de los jardines, sentada bajo la sombra de un frondoso un árbol.

La rubia de ojos brillantes se sorprendió y algo en su interior la hizo inquietarse pero aun así asintió.

La castaña se sentó a su lado en silencio, uno que mantuvieron varios minutos, y que aprovechó para turnar su vista entre el lago frente a ellas y la hermosa chica a su lado. Hasta que terminó con él.

Yo... Vine a disculparme por el comentario de mi compañera, no quisimos incomodarte. — Habló suavemente.

Jihyo la miró y su sonrisa no tardó en aparecer al ver la de la castaña, tenía que admitir que era hermosa. — No me incomodó su comentario. — Admitió con calma. — Sus actitudes y sus auras... Son extrañas. — Explicó. — Como si ocultaran cosas, no puedo estar cerca de auras así por mucho tiempo sin marearme.

Somi amplió sus párpados por la sorpresa, no tenía idea de cuales eran los poderes de cada uno pero ya comprobaba que los de Jihyo eran especiales. — ¿Incluso la mía te hace sentir de ese modo? — Preguntó de pronto.

Ambas se miraron a los ojos por varios segundos, Somi la miraba tan intensamente que Jihyo se sintió intimidada y se sonrojó.

Yo... — Comenzó a hablar la rubia apartando su mirada. — Aún no puedo entenderlo, tu aura me es difícil de percibir y a la vez es la más clara. — Confesó.

Somi sonrió complacida, le agradaba escuchar aquello, no era tan descabellado creer en las historias después de todo.

— Entonces puedo estar feliz, pues podré estar más tiempo cerca de ti. — Comentó sin borrar aquella sonrisa juguetona de su rostro. — ¿Me lo permites? — Ladeó su cabeza.

Jihyo fruncio el ceño confundida, aunque su corazón se aceleró y su sonrojo aumentó. — ¿Porque querrías estar junto a mi?

Un movimiento de hombros y una mueca fueron su respuesta antes de volver a preguntar. — ¿Y porque no querría?

Nuevamente sonrió divertida pero se arrepintió de preguntar aquello pues los ojos de Jihyo se apagaron y desvío su mirada, confirmándole que en verdad no había nadie más herido en aquella fortaleza que la hermosa chica frente a ella.

¿Nadie te enseñó modales? — Una furiosa Mina miraba de forma intimidante a la chica que hace más de un minuto la observaba practicar oculta entre las sombras.

No hay nada de malo en querer observar un poco. — Ryujin sonrió divertida.

No te quiero cerca de mí, y mis hermanas tampoco, así que desaparece de mi presencia. — Habló firmemente volteandose para iniciar su rutina de nuevo, pero la chica se atrevió a interrumpir su música, haciéndola suspirar pesadamente y voltear a mirarla.

La peligris caminó lentamente por toda la habitación mirando todo lo que las rodeaba — ¿Sabes? Eres la que más me intriga entre los 16, y aún conociendo la historia de cada uno, no puedo entender porqué. — Se detuvo posando sus ojos en ella.

Admito que tienes buen gusto, lo demuestras al fijarte en mí, pero tu fantasía nunca pasará de eso, aunque... — Se detuvo mirando su rostro detallandola minuciosamente, y encontró varias similitudes con una chica en especial. — No, aunque fueras su copia, jamás llegarás a su nivel. Y menos a merecerme.

Ryujin fruncio el ceño y aclaró rápidamente las palabras de la rubia. — No busco meterme en tu cama Mina.

Pues das a entender todo lo contrario. — Dijo la japonesa con osadía. — Y eres tan insolente como para dirigirte a mí de ese modo. Ni siquiera porque sé cuales son sus verdaderos motivos para estar aquí, tienes un poco de pudor.

La ojiverde se sorprendió y la miró confusa — No sé de que hablas, les explicamos que...

Hay un par de cosas que realmente odio Ryujin. Se acercó a ella y caminó lentamente a su alrededor — Y una de ellas es que intenten engañarme. Cosa que ustedes hicieron.

No se supone que alguno lo sabría — Admitió la chica intimidada por la mirada de Mina.

Nadie entiende que fui creada para ver más allá de lo que todos esperan, y cometen el estúpido error de subestimarme. — Le dio la espalda. — Pero ya me cansé de esto así que vete, ve a contarle a las demás si quieres.

No soy ninguna...

¡Que te largues dije! — Su gritó apenas pareció uno pero fue suficiente para que la otra chica desapareciera.

¿Hyung alguna vez has sentido miedo? — Preguntaba Jungkook a Namjoon que estaba sentado frente a él en la biblioteca.

Namjoon cerró su libro concentrándose en la mirada del pelinegro pensando bien en lo que diría. — Por supuesto que si Kookie. Todos hemos sentido miedo alguna vez. Pero si es por las chicas nuevas dejame decirte que...

No hablo de eso Hyung — El pelinegro se levantó dirigiéndose en un segundo desde su asiento hasta la ventana, donde Namjoon lo acompaño al instante. — Habló de ese miedo de perder algo más que tu naturaleza.

El peliblanco suspiró mirando al frente con las manos en la espalda. — Hemos tenido siglos de existencia para corroborar que algo así no es posible, ni aunque dejáramos de existir.

¿Pero que pasaría si de pronto descubrimos que, incluso a través de nuestra naturaleza tenemos una debilidad?

Nuestros instintos no nos dejarían verla aunque quisiéramos Jungkook, jamás permitirían que existiera la posibilidad de que algo nos destruya.

— ¿Incluso al nivel de cegarnos? — Los ojos azules de Jungkook brillaban mientras lo miraba.

¿Porque de pronto estás atormentándote con estas cuestiones Kookie?

Admito que tengo miedo de que Taehyung se convierta en mi debilidad, y que eso llegue a dañarnos a ambos Hyung. — Confesó por lo que Namjoon sonrió levemente y puso la mano en el hombro del pelinegro.

Estoy seguro que si eso sucediera, serías más que capaz de protegerlos a ambos. — Dijo sin dejar de sonreír. — Y te comprendo, porque también me lo he preguntado, pero con Seokjin.

¿Y como haces para que no te afecte?

Namjoon suspiró antes de volver a sonreír provocando que sus hoyuelos se marcaran en sus mejillas. — No fue sencillo de descubrir, pero aún siendo hijo de Lujuria entendí que si algo puede darte poder es aquello que todos creen es una debilidad.

¿Que cosa? — La expresión interrogante de Jungkook era mas evidente que antes.

La verdadera fuente de control, equilibrio, fuerza y poder Jungkook, el amor.

Es difícil de entender para mí — Hizo una mueca — Basar mi poder en algo más que mi naturaleza, pero... — Sonrio y lo miró — Gracias hyung.

No te culpo, mi naturaleza esta más inclinada a las pasiones que la tuya, al menos un poco. Sé que lo entenderás cuando menos lo esperes. — El peliblanco le dio otra palmada en el hombro y el pelinegro asintió.

Se quedaron parados en la ventana otro rato antes de volver cada uno a sus torres.

Jimin se despojaba de su saco gris claro al entrar en el comedor, dejó la prenda sobre el respaldo del sofá donde después de servirse un tarro de cerveza, se sentó.

Una de las cualidades del chico de cabello rubio dorado era la de analizar las carencias de sus hermanos y por lo distraído que había estado Jungkook durante el almuerzo, sabía que algo no andaba bien con él.

Era cierto que Yoongi se llevaba gran parte de su atención, pero eso no significaba que no se diera cuenta de lo que ocurría a su alrededor.

Sabía que algo estaba molestando al pelinegro y el que se haya retirado antes que su hermana de la mesa, ya decía mucho. Por eso, después de terminar su cerveza, se dirigió a la torre de los hijos de Ira.

Encontró al pelinegro observando como las formas en las nubes cambiaban, y por el suspiro que escuchó salir de sus labios y la profundidad de su mirada, Jimin supo que seguía perdido en sus pensamientos.

Creí que con lo mucho que aman crecer tus músculos, te encontrarías en el gimnasio. — Comentó sorprendiendo al pelinegro que no tardó en alejarse de la ventana cerrando las cortinas y sentándose en la cómoda silla detrás de su escritorio negro.

— ¿Entonces la Gula a afectado tu coordinación? — Preguntó de forma cortante con el ceño fruncido, aún después de lo que haya visto el rubio debía mantener su imagen de chico rudo. — Es allí a donde debiste ir. No aquí.

Ya lo hice — Susurró Jimin apareciendo sentado frente a el en el borde del escritorio. — Por eso estoy aquí, sé que es tu segundo refugio. — Sonrió haciendo aparecer un pequeño ramo de uvas en el aire llevando una a su boca y mordiéndola de forma provocativa sin dejar de mirarlo.

Jungkook tragó con dificultad en cuanto vio como Jimin relamió sus labios carnosos y rosados con lentitud.

La pregunta es... — Se acercó a él, quedando sentado a horcajadas en su regazo.— ¿Puedo hacerte compañía? — Rozó sus labios con los suyos y Jungkook apretó su pequeña cintura con fuerza.

¿A que juegas Mochi? — La voz grave de Jungkook junto al agarre en su cintura y la forma en la que lo llamó, hicieron reír al rubio que dirigió una uva a su boca esta vez.

Quiero que tus caricias hablen sobre mi cuerpo, Nochu.

Jimin no tardó en besar los labios del pelinegro sintiendo el sabor de la uva junto al de sus labios, enredando sus brazos alrededor de su cuello e iniciando un vaivén de caderas que sabía perfectamente como terminaría.

Si había algo que la chica de cabello rosa claro amara aparte del placer, era el perfume de las flores. Perfume que no sólo se encontraba en cada jardín del castillo, o en su habitación sino también en el cabello rubio blanco de Mina.

Ladeó una sonrisa antes de dirigirse a ella que estaba sentada en el balcón de su habitación tomando una copa de vino. — ¡Mina-chan! — Saludó al aparecer sentada frente a la rubia con las piernas cruzadas. — ¿Disfrutas la vista?

La rubia de ojos ámbar elevó una de las comisuras de su boca y la miró por un segundo. — ¿Tu no lo haces?

Siempre es un placer mirarte Minari. — Mina se levantó dejando la copa sobre el borde del balcón quedando a su lado.

¿Y sólo te gusta ver? — Una sonrisa coqueta apareció en el rostro de Mina que no tardó en tener a la mayor frente a ella tomándola de la cintura con su rostro enterrado en su cuello, inhalando su dulce perfume.

Sabes que no. — La mayor la miró por algunos segundos antes de sonreírle del mismo modo y darle un fugaz beso en los labios.

Mina pasó su mano por su rostro, delineó sus labios y mordió el suyo dedicándose a admirarla.

Aunque era hija de Soberbia, también era perfectamente capaz de reconocer cuando alguien era hermoso, y la chica frente a ella, dueña de aquellos labios rosados, nariz perfilada, sonrisa perfecta, ojos brillantes y llenos de vida, además de hermosa, era una digna hija de Lujuria, que sabía usar esa belleza a su favor.

Pues, eso me encanta Sana-chan. — Sus labios se rozaron y la menor volvió a sonreír antes de besarla con calma, rodeando su cuello con sus brazos. Y al igual que en cada uno de sus encuentros, Sana la acariciaba sin ningún tipo de temor, bajando desde su espalda hasta su trasero para apretarlo levemente.

Se separaron cuando la pelirrosa la levantó y la sentó sobre el borde del balcón donde segundos antes estaba la copa que ella tenía en sus manos. Sana bajó sus besos de sus labios a su cuello y Mina la rodeó de la cintura con sus piernas, dejándole sencilla la tarea de acariciarlas una y otra vez, mientras disfrutaba de cada toque con los ojos cerrados.

Pero no contaban con que serían interrumpidas. — ¿Que creen que hacen?

Chewy... — Mina abrió sus ojos y sonrió sin ninguna vergüenza al ver a la castaña parada frente a ella con esa expresión seria que la caracterizaba, mirándola con algo que logró identificar como rabia en sus ojos.

Sana en ningún momento dejó de besarla y aquello enfureció más a la castaña. — Satang, detente. — Pidió la rubia entre jadeos alejándola despacio.

— ¿Que te parece que hacemos? — Sana se volteó mirando de frente a castaña y le sonrió con descaro.

La menor apretó los labios y puso sobre la mesa la copa de borde dorado que de no haber sido por sus reflejos casi impacta sobre su cabeza cuando paseaba por el jardín bajo el balcón de la rubia.

Pues este no es el mejor lugar para eso. — Soltó un suspiro cansado dispuesta a retirarse cuando sintió la mano de la pelirrosa acariciar su brazo.

— ¿Que sucede Chewy? ¿Quieres más? — Susurró Sana en su oído y ella luchó por permanecer inmóvil. Si caía ante la mayor, quedaría como una niña caprichosa e insegura, y no quería eso, mucho menos frente a Mina que había llenado otra copa de su amado vino tinto mirándola fijamente mientras lo tomaba.

Pero tampoco quería que Sana se quedara allí junto a la rubia, sabía lo que harían, y como terminaría todo. Y por primera vez en siglos, a Tzuyu la estaba invadiendo un desconocido sentimiento, uno que no tenía nada que ver con su Avaricia, como si ver a Mina con alguien, le afectara como no lo había hecho en siglos.

Estaba en un verdadero dilema y no sabía como manejar aquella situación. Por lo que optó por la salida más conocida.

Yo siempre quiero más. — Le susurró al oído de la mayor y sin dejar de mirar a la rubia, sonrió con tanta arrogancia que incluso Mina creyó su actuación, antes de desaparecer del mismo modo que llegó.

Las japonesas no tardaron en mirarse y sonreír con complicidad. Sana volvió a acercarse a Mina disfrutando del sabor del vino en su boca cuando la besó, rozando sus lenguas que lucharon por un control que la suya perdió totalmente.

Si algo tenía Mina era una forma de besar tan desquiciante y deliciosa, que podía poner de rodillas incluso a la mismísima hija del señor de la Lujuria.

Tzuyu entró al gran salón del castillo hecha una furia, Jeongyeon no estaba disponible en aquel momento, y sabrá Dios donde estaba Jihyo, por eso se dirigió allí con el objetivo de encontrar alguna de sus Unnies para que la ayudaran a aclarar su revuelta mente.

Estoy segura de que tu furia esta por superar la de Oppar. — Escuchó la voz de Momo, a quien vió sentada con una copa en su mano y una bandeja de comida en la mesa frente a ella.

Hay algo que esta perturbándola, eso está claro. La voz de Tae se escuchó del otro lado y no tardó en verlo vistiendo un traje de color negro, aunque no llevaba su saco sino su chaleco, sentado con las piernas cruzadas y mirando su reflejo en el espejo flotante a un lado de él.

Pequeña hija de Avaricia. Habló Momo de nuevo. — ¿Hay algo en lo que podamos ayudarte? — La morena se dirigió a uno de los sillones y tomó asiento suspirando pesadamente.

Puede que un trago ayude. — Sonrió la castaña de pronto.

Estoy de acuerdo. — Apoyó el ojiverde.

Momo se levantó y caminó hacia ellos ofreciéndoles una copa, a ella con lo que supo era vino tinto, y a Tae con vino rosa. Era curioso que ambos salieran de la misma botella.

Encantada de tener su compañía para brindar, queridos míos. — La japonesa le guiñó el ojo a ambos y procedieron a tomar de sus copas, que no tardaron en volver a llenarse por si solas.

Pero no fue suficiente para la menor de los tres, la chica de cabellos dorados lo notó de inmediato y por eso sin decir palabra alguna, la miró en espera de su explicación.

Era increíble como a pesar de lo poco que decían soportarse Tzuyu y Nayeon, compartían entre ellas más de una similitud, y Momo las conocía bien.

Me gustaría seguir honrándoles con mi presencia pero... — Dijo Tae al levantarse. — Su tema requiere más que sólo una copa. — Sonrió con picardía antes de salir caminando del gran salón con la elegancia y arrogancia propia de un hijo de Soberbia.

Chewy mírame, dime que te pasó, habla conmigo. — Momo apareció a su lado tomándola suavemente del mentón.

Tzuyu trató de ser fuerte, pero la suave voz de la japonesa y la forma tan cariñosa con la que acarició su mejilla la hicieron quebrarse frente a ella.

Momo entristeció al notar como una brillante lágrima dorada bajaba por la mejilla de la menor. — No, no hagas eso ¿Quien causó esto? Juro que mataré al que te hizo llorar. — Abrazó a la castaña que no tardó en recostarse en su pecho sollozando sin parar.

Y en vista de que la menor no daba indicio de querer hablar la japonesa sólo acariciaba su espalda y dejaba uno que otro beso en su cabeza.

Algo esta mal conmigo Momo Unnie, me estoy dañando. — Fue lo único que murmuró la menor entre su llanto, dejando más desconcertada a la japonesa que no paró de consolarla.

_____________

No mencioné que los chicos podían llorar de ese modo, perdón.

Me pareció tan irónica la interacción de Mina y Ryujin, en la otra historia son madre e hija y aquí, no.

Saludos.

Gracias por su apoyo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro