III : Verdades a medias
Canciones de capítulo : The Eve, Sweet Lies (EXO) / Crazy 4 U (Taemin)
Aquellas siete chicas aparecieron frente a un enorme espejo, y a medida que su imagen se hacia más nítida por su transportación, su energía aumentaba y su presencia se hacía sentir.
Todas miraron a la responsable con el ceño fruncido, pues se suponía que aparecerían frente a los jóvenes y no en medio de su sala de baile.
— ¡Yeji! — Dijeron al unísono.
— ¿Que? Quería conocer este lugar antes que todos. — Se defendió la chica de ojos felinos haciendo un puchero.
— Esto nos restará credibilidad. — Dijo Somi.
— Al contrario, eso hará que sean ellos los que nos busquen cuando se den cuenta de nuestra llegada. — Moonbyul sonrió de lado.
— Y acaban de hacerlo. — Murmuró Irene girándose y para encarar a los 16 rostros que aparecieron a sus espaldas.
Había confusión, recelo, desconfianza y sobre todo curiosidad en cada uno de ellos. Curiosidad que aumentó cuando una a una las desconocidas fueron volteandose revelando al fin sus rostros.
— Ya están aquí. — Seulgi ladeó una sonrisa y procedió a hacer lo mismo que hacían las demás, detallar a cada uno de los chicos frente a ellas.
— En serio son hermosos. — Somi miró a Ryujin que asintió pero su vista se encontraba fija en la única rubia de ojos miel del grupo.
— Más de lo que nos advirtieron. — Dijo la peligris de ojos verdes sin apartar su vista de Mina.
Nayeon las miró por apenas un segundo a cada una antes de volver a hablar. — No sé ustedes, pero estoy segura de que este lugar no es digno de mi presencia.
— Gran idea bunny — Apoyó Jeongyeon chasqueando sus dedos y trasladándolos a todos a un salón de reuniones más cómodo que aquella habitación.
— ¡Wao! Son más geniales y poderosos de lo que creí — Exclamó una emocionada Somi.
— Súper — Dijo Chaeyoung con sarcasmo.
— ¿Y bien? ¿Nos dirán quienes son o sólo se quedarán mirándonos como fenómenos? — Preguntó Jungkook que estaba parado de brazos cruzados y con el ceño fruncido al lado del sillón similar a un trono donde estaba sentada su hermana.
— Ira esta tan orgulloso de tu falta de paciencia Jungkook. — Dijo Irene poniéndose de pie. — Pero esa misma falta de paciencia no te dejó hacer la pregunta correcta, ya que toda la información que les proporcionó Namjoon es cierta. — Miró al peliblanco — Aunque la parte de los poderes esta por verse — Retó provocando que el hijo de Ira apretara la mandíbula.
Tzuyu jugaba con la serpiente en su mano mirando fijamente a la ojigris de cabello castaño claro y mirada felina que parecía desconfiar de todos allí. Esbozó una pequeña sonrisa al descubrir la pieza perfecta en la que usar su Discordia.
— Yo soy Irene, líder del grupo. Nuestra misión aquí no es otra que...
— Ser sus guardianes. — Completó Ryujin sin apartar su vista de Mina, algo que aunque a la rubia le encantaba, hizo que Jeongyeon, Momo, Sana, Tzuyu, Chaeyoung, e incluso la misma Nayeon fruncieran el ceño por su descaro, apenas llegaba y ya quería estar sobre la japonesa menor.
— Deja de mirarla de ese modo niña — Fue la voz seria de Momo la que la hizo apartar la mirada de ella — Por mucho que me encantaría, Mitang no es un trozo de carne, sino una de las más hermosas y adoradas de esta casa. — Todas la apoyaron mirando mal a la peligris de ojos verdes, que solo sonrió divertida.
— Ace, sin problemas por favor. — Moonbyul habló por primera vez. — Mi nombre es Moonbyul, y desde ya les advierto...
— ¡Nada! No van a llegar a invadir nuestra casa para querer advertirnos nada. — Jeongyeon dejando de lado su equilibrio se levantó caminado hacia las chicas, pero su vista se posó en la peligris. — Y mucho menos a decir incoherencias ¿No es más que obvio que no necesitamos niñeras?
— ¡No somos niñeras de nadie! — Seulgi intervino levantándose también, pero no fue la única pues Jungkook se acercó a su hermana y Momo, Jimin, Taehyung, Hoseok y Namjoon se pusieron de pie alertas a cualquiera de sus movimientos.
— Que intenso se esta poniendo esto, me gusta. — Murmuró Tzuyu sonriendo con malicia.
El resto sólo estaba expectante y después de suspirar, Yongsun al fin hizo su intervención. — Bien, ya pueden calmarse todos ¿Por favor? — Levantó sus manos sin moverse de su asiento, y sus compañeras volvieron a sentarse. — Esta claro que no somos sus niñeras, a lo que Ryujin e Irene se refieren, es que el padre de todo nos envió en una misión de vigilancia.
— ¿Debido a que? — Yoongi habló por primera vez cruzando sus piernas.
— Debido al desequilibrio que se ha desencadenado en todos los planos, muchas energías en su afán de dañar a los invencibles pecados capitales quieren ir por cada uno de sus hijos.
— ¿Padre tuvo algo que ver en esto? — Preguntó Dahyun.
— Ninguno de los pecados o virtudes capitales ha tenido que ver con esto. Sólo les diré que si en algún momento esto llega a dañar a alguno, su salvación será quien menos esperan. — Miró a Jihyo que al igual que Sana, Chaeyoung, Nayeon, Mina y Seokjin se encontraban sólo observando y escuchando en silencio.
— Es Increíble ¿No? Más de un siglo en este plano porque es el más seguro y ahora salen con esto. — Yoongi rió sin gracia.
— Yoongi por favor, deja que continúen. — Pidió Jihyo.
— Gracias Jihyo — Yongsun le dedicó una pequeña sonrisa y continuó hablando. — Esta claro que el hecho de que aunque los pecados capitales sean los primeros y más importantes, no son los únicos que existen, y aunque los demás son secundarios, no evita que sean poderosos.
— ¿Y creen que necesitamos una lección de historia ahora? — Nayeon dijo con fastidio.
— Nayeonie, sólo un poco más. — Mina posó su mano en la pierna de su hermana y esta cruzó sus brazos. — Continúa. — Su mirada se posó en Yongsun y con un leve asentimiento le indicó que siguiera, era increíble como sus instintos le decían que algo no andaba bien, y quería saber que tanto eran capaces de mentirles aquellas chicas.
— Muchos de estos seres han declarado la guerra a los pecados capitales, y al ver que ustedes son su único punto débil, el padre creador nos envió a protegerlos, sólo por precaución pues como dijo Jeongyeon sabemos que son perfectamente capaces de cuidarse, y más entre ustedes.
Todos se quedaron en silencio analizando la situación, ya habían estado en peligro una vez y no había sido agradable para ninguno, pues habían terminado en ese plano en primer lugar, aunque de todos en los que habían estado era el que más les gustaba.
Fue Namjoon quien habló cuando el silencio pareció eterno. Pero después de mirar a cada uno y buscar aprobación ante lo que estaba por decir.
— De acuerdo. — Suspiró — Si planean quedarse ¿Como sera esto? — Su voz era autoritaria. — Porque no quiero ningún tipo de problemas entre mis hermanos.
— No pueden tocar a ninguno de nosotros. — Dijo Jeongyeon mirando otra vez a Ryujin que entendió la indirecta.
Ryujin sonrió desafiándole. — No sin su consentimiento. Sabemos que suelen compartir todo.
— Jamás con alguien fuera de nosotros. — Fue Momo la que habló y Tzuyu se unió a ellas.
— Y no queremos que eso cambie. — Agregó con su expresión serena pero seria.
— La exclusividad es propia de los hijos de los pecados capitales. — Comentó Moonbyul sonriendo — Se nota su Vanidad.
— Y definitivamente no queremos desconocidos en nuestros aposentos. — Seokjin habló por primera vez.
— No nos quedaremos en ninguna de sus torres. — Informó Yeji hablando por primera vez. — No somos como ustedes en ningún sentido, no acostumbramos dormir, comer o ninguna de esas cosas en ningún momento. Tendremos lugar propio.
— Perfecto, justo lo que necesitábamos — Habló Taehyung con sarcasmo caminando hasta quedar al lado de Mina y extenderle su mano para que se levantara. — ¿Noona que piensas sobre esto?
Todos los presentes estaban conscientes que de todas las personas en esa sala, Mina era la más inteligente, por lo que sus decisiones y comentarios siempre eran respetados.
Ella tomó la mano de su hermano y al fin se levantó caminando frente a cada una mirándolas directamente a los ojos como si quisiera descubrir cada uno de sus secretos.
Los tacones de sus botas negras hasta la mitad de sus piernas resonaban en el piso de mármol mientras se desplazaba y aumentaba la tensión de cada uno de los presentes.
Y ninguno perdió la oportunidad de recorrer su cuerpo con la mirada. Sus piernas cubiertas por sus botas, un short negro y una blusa blanca por dentro del short, todo su atuendo cubierto por un abrigo que caía por uno de sus hombros y los hizo fantasear con esa imagen tan sencilla y elegante.
— Son interesantes en verdad — Sonrió con arrogancia — Y ninguna tiene oportunidad contra alguno de nosotros Kookie, no te preocupes. — Miró a Jungkook haciéndolo sonreír levemente, después se volteó a ver a Irene y luego a Yeji directo a los ojos. — Pero si el padre creador ha decidido que su presencia aquí es conveniente, no tengo alguna objeción, excepto las nombradas anteriormente por mis hermanos. — Aclaró con seriedad. — No queremos estar siempre vigilados, odiamos las ataduras y mucho más las reglas, por si no se han dado cuenta. Los únicos que pueden cuestionar nuestros actos son nuestros padres, y cuando eso sucede por lo general lo resolvemos entre nosotros. En fin, su presencia aquí no cambiará nada, mientras se limiten a cumplir con su... Misión. Sin involucrarse con nosotros. ¿Quedo claro? — Dirigió su mirada a las desconocidas y las siete asintieron.
— Perfecto — Agregó Jeongyeon sin cambiar su expresión seria.
Sin nada más que decir 14 de los 16 chicos chasquearon sus dedos dejando a las siete chicas en la sala de reuniones, en compañía de un serio Yoongi y una curiosa Jihyo.
Mina había decidido seguir a la pelinegra hasta su habitación pues la situación entre ellas aún estaba tensa y si había algo que odiara, era estar en malos términos con su querida Nayeonie pues era la más cercana de sus hermanas.
— Nayeonnie... — Llamó entrando a detrás de su hermana. — ¿Hasta cuando seguirás molesta conmigo?
Nayeon bufó, la presencia de esas chicas la había puesto de mal humor y no estaba de ánimos para enfrentar a nadie.
— No estoy molesta contigo Minari. — Habló sin voltear a verla mientras se dirigía al balcón de su habitación con una copa de vino blanco en su mano.
Mina sonrió con una idea para ganarse la atención de su hermana. — Pues eres una muy mala mentirosa, no me hablaste ayer en todo el día, y hoy apenas y me miraste. — La rubia caminó hasta quedar a su lado, acariciando su brazo con la yema de los dedos intentando llamar su atención.
Nayeon volteó a mirarla y al ver la sonrisa lasciva en el rostro de su hermana negó.
Además la forma en la que Mina mordía su labio y la miraba, como si viviera por ella la hicieron dejar de lado su copa para tomarla de la cintura dejando sus rostros a escasos centímetros de distancia.
— ¿Intentas provocarme Minari? — Su voz salió más ronca de lo que quería y Mina sonrió triunfal pero no le dejaría ganar, al menos no tan pronto, por lo que la soltó despacio.
— No lo sé. — Respondió de forma inocente para sonreír de forma coqueta. — ¿Esta funcionando? — Las manos de Mina antes ubicadas en su pecho subieron a su cuello, jugando con su cabello, acariciándolo suavemente rozando su cuero cabelludo con sus largas y perfectamente cuidadas uñas.
— Puede ser... — Nayeon le sonrió cerrando sus ojos para disfrutar de aquellas exquisitas caricias.
— Entonces permíteme adorarte hoy ¿Si? No quiero seguir lejos de ti Nayeonie. — Murmuró Mina acercándose a su cuello y besándolo con suavidad, Nayeon la odiaba por conocerla tan bien, y la odió más cuando se separó de ella de forma tan repentina, pero sabía que Mina era muy vengativa.
— ¿Que haces? No te vayas ahora — Tomó su mano acercándola a su cuerpo otra vez. — Tampoco quiero estar así contigo, no sabes cuanto odio tenerte lejos Minari. — Su tono suplicante hizo sonreír a Mina quien volvió a jugar con su cabello mientras rozaba sus labios con los suyos, estaba volviéndola loca de deseo y eso sólo la hacía querer más de ella.
— ¿Ya estamos bien? — Preguntó Mina acariciando su mejilla y mirándola con cariño.
— Y estaremos mejor, te lo aseguro — Le respondió Nayeon totalmente rendida por ella antes de besarla.
Era increíble como siempre terminaban resolviéndolo todo con un par de caricias, sin importar que fuera, y como en cada situación era ella quien terminaba adorando a la rubia como si fuera lo más importante en el mundo, incluso más que ella, algo que para Nayeon significaba mucho.
— ¿Sabes cuanto me importas Nayeonie? — La suave voz de Mina, que estaba acostada en su pecho la hizo mirarla provocando que parara de acariciar su espalda.
— ¿Más de lo que te importas tú misma? No acepto menos. — La pelinegra sonrió levantando una ceja, mientras Mina se sentaba a horcajadas sobre ella.
Su cabello rubio cubría sus hombros y su espalda y Nayeon se maravilló por esa imagen frente a ella, se sentó en la cama con la japonesa aún sentada en su regazo y acarició su espalda con delicadeza recorriéndola con calma, disfrutando de la calidez y suavidad de esa zona de su cuerpo.
— ¿Eso te encantaría verdad? — Mina le sonrió de forma coqueta y le dio un corto beso.
— ¿Más de lo que me encantas tú? — Bromeó la mayor haciendo una mueca — Puede ser. — Mina rió y la abrazó recostándose en su hombro desnudo.
A ambas les gustaba estar así de juntas, y era gratificante dadas sus naturalezas, pues podían entenderse perfectamente, ya que del mismo modo que las hijas de Lujuria se conectaban, la conexión que las unía era transparente y placentera para ambas.
— No malinterpreten a mi hermano, es normal que con los rumores que hay sobre Envidia en todos los planos, también tema que papá este involucrado. — Jihyo servía una taza de te a cada una de las siete chicas que ahora se encontraban junto a ella en una mesa más pequeña del jardín.
— No se como eres hija de Pereza, es obvio que no tienen nada en común, todo lo contrario a tu hermano. — Dijo Yeji.
— A mí me agrada eso, su sonrisa la hace ver linda — Somi le guiñó un ojo haciéndola sonrojar antes de que se sentara.
— Eso de debe a la otra parte de mi naturaleza, es obvio que papá no esta contento con esto, pero olvida que no sólo somos hijos de pecados sino también de virtudes y podemos escoger, aunque en mi caso, siempre he sido así. — Hizo una mueca recordando como había sido el blanco de la decepción de su padre desde el inicio de su existencia.
— Pues me alegra mucho, aunque debe ser difícil ser la única virtud entre tantos pecados — La sonrisa burlona de Seulgi la hizo fruncir el ceño.
— Mejor me retiro, espero disfruten su té. — Dijo antes de esfumarse en un segundo, bastante tenía con el desprecio de sus hermanos como para cargar con la responsabilidad de crear batallas entre ellos y esas chicas.
Moonbyul la miró negando — Bien hecho Kang. — Agregó con sarcasmo.
— ¿Que? No hice nada.
— Como sea. — Bufó la rubia — ¿Yeji porque estas tan callada?
— ¿Eh? No es nada, solo estoy pensando — Respondió mirando a Ryujin — ¿Bebe en serio te importa Mina? — La peligris fruncio el ceño ante su pregunta — De verdad te pasaste con tu acoso esta vez.
— No la estaba acosando, es sólo que ella me intriga, ustedes estuvieron allí, notaron como la tratan, es como la maldita reina de este lugar. — Habló haciendo asentir a más de una.
— Lo que sea que estés pensando, puedes dejarlo allí, no necesitamos problemas. — Ordenó Irene. — Sabes que podrían desaparecernos más rápido de lo que chasquean sus dedos. — Suspiró — Por eso no pueden enterarse de nuestra verdadera misión.
— Es tan lindo ser la única con luz verde aquí — Alardeó Somi haciendo que las demás la miraran con el ceño fruncido.
— Ojalá tengas suerte. — Bromeó Moonbyul sonriendo.
— Esto no me gusta nada — Decía Momo levantando una de sus pesas — Esas chicas no me agradan en lo absoluto, y no quisiera caer en la discordia de Chewy pero, esas niñas de seguro no traerán nada bueno a esta casa.
— ¿Tu crees que Mina-senpai sea capaz de estar con esa chica, Noona? — Preguntó un curioso Jimin que estiraba sus extremidades.
— Espero que no, esa sería la sentencia de muerte de la pobre. — Jungkook río levantando su barra con discos pesados.
Jeongyeon que estaba al lado de su hermano corriendo sobre la máquina caminadora habló por primera vez. — Es verdad y estaría encantada de matarla con mis propias manos si tan sólo llegase a tocarla.
— Pero Noona... — El pelinegro dejó su barra en el piso secando su sudor con la pequeña toalla blanca en su hombro — ¿Ya consideraste que si Ryujin descubre como tratarla podría ser Mina Noona quien la invite a su cama?
La sola idea de imaginar eso no sólo hizo enfurecer a Jeongyeon sino que Momo lanzó sus pesas lejos de allí acercándose al menor tomándolo de la camiseta — Ni en tus sueños vuelvas a repetir algo así ¿Ok? Mina no anda por ay ofreciéndose o invitando a cualquiera a su cama. — Lo soltó bruscamente — No tienes idea de lo vanidosa que es.
— Así es Kookie — Jeongyeon sonrió de lado. — A Mina le encanta que la traten como una reina, y no creo que esa niña tenga la más mínima idea, ni el carácter para hacerlo. — Estaba segura de sus palabras y tenía base para hacerlo, por algo era la amante favorita de todas.
Los cuatro continuaron con su rutina de ejercicios dejando de lado el tema de las nuevas chicas y concentrándose en sus competencias de fuerza.
— Creí que Mina las echaría en un parpadeo, pero aceptó que se quedaran ¿No te parece extraño?
— Lo sé. También estaba seguro que no aceptaría sus explicaciones. — Mintió Namjoon acariciando el cabello negro del chico sobre su pecho — Pero tiene razón, si el padre de todo las envió no podemos ir contra eso.
— ¿Entonces es verdad? — Seokjin se levantó de su lado dejándolo confundido.
— ¿Que exactamente? — Namjoon levantó una ceja mirándolo serio, odiaba cuando el pelinegro empezaba con sus conjeturas sin sentido.
— Esas chicas no están aquí sólo por el desequilibrio de los planos ¿No es así? — El peliblanco suspiró y se acercó con cuidado al ojiazul abrazando su cintura y besando su hombro desnudo.
— Vamos Jinie, te dije que no pienses ese tipo de cosas, pueden llenar de estrés su hermoso cuerpo y sacarte arrugas.
— ¡Namjoon! — De quejó dándole un golpe en el hombro al peliblanco y haciéndolo reír. — Deja de mentir, este hermoso rostro no puede tener ninguna arruga en él.
— Ya lo sé, pero entonces deja de pensar esas cosas, es obvio que no se que hacen esas chicas aquí. — Volvió a mentir sonriéndole marcando sus hoyuelos — Además mientras no atraigan problemas y no intenten adorarte como yo, no me importa su presencia. — Besó su mejilla.
— ¡Asco! ¿Que dices? ¿En que universo me gustan las mujeres como amantes, eh? — Hizo una mueca de asco que hizo reír al peliblanco antes de besarlo.
Namjoon lo besó de vuelta con el peso de la mentira sobre su conciencia, no quería mentirle al pelinegro pero era la única condición que había puesto su padre para contarle todo.
Aparte de Mina y él, ninguno de sus hermanos podía enterarse del verdadero motivo de la llegada de esas chicas al castillo.
— ¿Sana Unnie que deseas? — Preguntó una concentrada Dahyun en un libro de historia de la gran biblioteca del castillo.
Aquella era una de las más grandes habitaciones que había en el lugar, y la sorpresa de Dahyun de ver a la pelirrosa en aquel sitio se debía que ella era una de las que menos frecuentaba la habitación en la que la mayoría del tiempo se encontraban Namjoon, Mina, Jeongyeon, Yoongi, Jungkook, Jihyo y precisamente ella y su hermano.
Incluso se hubiera sorprendido menos si fuera sido alguna de las hijas de Acaricia las que entrara por esa puerta, pero Sana era la última en su lista de rostros esperados.
Cerró su libro concentrándose en la chica que se había sentado en el escritorio de madera frente a ella.
La pelirrosa tenía esa sonrisa coqueta que la caracterizaba en su rostro. — Yo deseo muchas cosas Dahyunnie ¿De que te sorprendes?
— De que si alguno se enterara de lo que te haré en ese escritorio, me meteré en problemas.
La más pálida se levantó caminando decidida hacía ella, recordaba la cercanía que ella y Momo tenían en el desayuno y juraría que pasaron la noche juntas por sus miradas cómplices, por lo que la Envidia en ella creció convirtiéndose en deseo, deseo de ser ella la que le diera placer a sus Unnies, de que fuera su nombre el que gritaran entre gemidos, de poseerlas hasta perder la razón.
Sana jadeo cuando la tuvo entre sus piernas tomándola fuertemente de la cintura mirándola con tanto deseo que sólo eso la hizo sentir una corriente en todo su cuerpo.
Cuando se lo proponía Dahyun podía ser la más intensa de las amantes, cuando estaba cegada por su naturaleza, como de seguro ocurría en aquel momento que sus ojos empezaban a cambiar de color tornándose más azules de lo normal y Sana lo aprovecharía al máximo.
— ¿De verdad importa? — Susurró inocentemente — No creí que Momori fuera más valiente que tú Dubu.
Sus palabras tuvieron exactamente el efecto que esperaba, pues de un movimiento la más pálida la besó de manera intensa, poseyendo su boca y sometiendo su lengua con fuerza y seguridad, justo como a la pelirrosa le encantaba, amaba el efecto que provocaba en los demás sólo con su cuerpo y la dualidad de su personalidad.
El rubio de ojos verde brillante tomaba una copa de su vino favorito mientras se encontraba sentado en uno de los sillones de su habitación — Ni siquiera sé que es lo que haces aquí, no mereces estar ante mi hyung. — Dijo al sentir la presencia del otro chico.
El mayor esbozó una sonrisa divertida mientras caminaba con lentitud hacia él. — ¿Ni porque mi único objetivo sea adorarte?
Tae dejó su copa a un lado levantándose de su cómodo sillón para dirigirse a su armario y empezar a desatar el nudo de su corbata, restándole importancia a la presencia del peligris. — La hipocresía es parte de tu naturaleza ¿No es así? — Miró al mayor por el espejo frente a el — Sabías que estaba escuchándolos y aún así continuaste con tu teatro.
— ¿De que otro modo podría tenerlo sino de ese? — El mayor sonrió con descaro, pues sabía a lo que se refería, y el suspiro de Taehyung se dejó escuchar.
— Rebajarse de ese modo es repulsivo incluso para alguien como tú. — Se volteó a mirarlo — ¿Cuando entenderás que no le importas? — La arrogancia en la voz y la sonrisa del rubio hicieron que Hoseok frunciera el ceño.
— ¿¡Porque no dejas tú de interferir entre nosotros!?
Tae volvió a voltearse mirándolo por el espejo. — Mi querido hyung, no soy yo quien le busca cada noche. — Alardeó — No puede resistirse a mí, me adora y eso es algo que no puede evitar. Soy hijo de Vanidad y Lujuria después de todo.
En un segundo Hoseok estuvo pegado a su cuerpo abrazándolo por la espalda aspirando el olor de su cuello. — Pero no podrá desearte como yo, jamás nadie te deseará como yo Tae. — Susurró cerca de su oído.
El rubio cerró sus ojos cuando el mayor besó su cuello — Me temo que es lo más interesante y verdadero que has dicho en muchos años hyung. — Subió su mano al cuello del mayor entregándose finalmente a sus besos.
— Necesito más información sobre esas chicas, no me convencen con sus estúpidas explicaciones y sus falsas sonrisas. Se que traerán problemas. — Chaeyoung caminada de un lado a otro frente a su hermana en la sala de la torre de los hijos de Avaricia.
Tzuyu bufó, el tema de las chicas recién llegadas ya la tenía cansada. — Deja eso de una vez. Este tema esta convirtiéndose en una molestia, no sé porque le dan tanta importancia. Escuchaste a Mina Unnie, no son más fuertes que nosotras, y si fuera el caso, bien me encargaría de ellas con un poco de Discordia.
— Sé que ocultan algo — La más baja no dejaba de caminar pasando sus dedos por su mentón.
Y Tzuyu no lo resistió más, tomó la muñeca de su hermana y de un jalón la tuvo sentada en su regazo para besarla, como única opción para que se callara.
Chaeng se sorprendió pero no se separó de ella, por el contrario aseguró el agarre en el cuello de su hermana sintiendo sus manos acariciar sus piernas, sus caderas, sus costados y su espalda.
— ¿Porque? — Jadeo la más baja cuando se separaron en busca de aire.
— No dejabas de hablar y sabes que odio cuando empiezas a desesperarme. — Tzuyu acarició su mejilla, pasando su dedo por sus carnosos labios y el hermoso lunar junto a ellos.
— Me encantan tus métodos. — Chaeng sonrió coqueta.
— Y apenas empiezo — Susurró la más alta antes de levantarse con ella en brazos sin dejar de besarla transportándose hasta su habitación y recostándola despacio en la cama.
— ¿Crees en el destino Oppar? — Decía Mina llegando a la habitación de Jeongyeon y sorprendiéndola, pues jamás salía de sus aposentos cuando quería verla.
La peliplata dejó su libro a un lado sin quitarse sus gafas de borde dorado para prestarle toda su atención. — Minari, no te esperaba, pero... ¿A que se debe tu pregunta?
— Con frecuencia leemos sobre los humanos y como creen en un hilo invisible que guía cada paso de sus vidas, su éxito, su encuentro con el amor, incluso sus errores, y lo llaman destino. — Mina se sentó frente a ella cruzando sus piernas con ese característico aire de grandeza y elegancia que emanaba de ella.
— Pero no somos humanos Minari, no tenemos necesidad de guiarnos o creer lo mismo que ellos. — Jeongyeon se aproximó a ella y tomó sus manos besándolas con cariño. — Y me sorprende que te les compares. Tú, que eres la más adorada de los hijos de los Pecados Capitales.
Mina se soltó de su agarre y se levantó caminando hacia la ventana de la habitación. — Jamás dije que era igual a ellos Oppar. Solo dije que...
— Sé lo que dijiste, y lo siento, sólo... — Jeongyeon suspiró poniéndose de pie pasándose la mano por el cabello. — No lo sé, nunca he querido cuestionarme el porque de nuestra existencia ya que sería despertar el caos entre nosotros. — Confesó y abrazó a la rubia por la espalda besando su cien.
Mina se volteó acariciando su mejilla, adoraba lo cariñosa que la mayor era con ella, disfrutaba mucho de aquellos pequeños momentos en los que no había ningún tipo de dobles intensiones en sus caricias, y le sonrió con ternura antes de responderle.
— Siempre he admirado la forma en la que te preocupas por cada uno de nosotros.
La mayor sonrió divertida. — Y en especial por ti ¿No?
— Si, en especial por mi. — Admitió Mina sin dejar de sonreír.
— Pues siempre me he sentido afortunada de poder adorarte. — La besó despacio, era un beso diferente y ambas lo sintieron.
— Por supuesto que si pero... — Mina la miró poniendo una mano en su pecho — ¿Si tuvieras que elegir por alguna de nosotras, me elegirías a mí?
Jeongyeon se alejó de ella mirándola confusa — ¿De que hablas?
— No has respondido mi pregunta.
La mayor fruncio el ceño — Es porque carece de sentido ¿Porque tendría que escoger a una? No son objetos, ninguna merece ser tratada así.
— No me refiero a eso — Mina se acercó a ella de nuevo calmando la Ira que empezaba dominarla con una sola caricia en su mejilla. — Y no te pregunto esto por nada malo Oppar. — Susurró suavemente dejando un corto beso sobre sus labios rosados. — Sólo quería conocer tu respuesta.
— Pues no puedo dejar de adorarte y esa es mi verdad. — Dijo Jeong con los ojos cerrados.
— ¿Ni siquiera por Nayeon? — La pregunta de Mina la tomó por sorpresa, ahora si que estaba desconcertada.
— ¿Que es lo que sucede Minari? Dime que es lo que sabes. — Exigió. — Te conozco lo suficiente como para saber, que no eres de las que pregunta cosas tener sin una razón.
— Puede que sepa algo pero no es tiempo de que lo diga, sólo recuerda que tú, aún eres mi favorita. — Mina le dio otro beso, y sin más desapareció frente a ella dejándola con muchas preguntas en su cabeza, preguntas que sino tenían respuesta pronto, la harían enloquecer.
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Uff esto es un enredo ahora.
¡Cuantos misterios hay!
Espero les este gustando.
Saludos.
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