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I : Hijos del Deseo

Canción de este Cap : Slave de Taemin

Habían varias reglas establecidas en aquel castillo y una de ellas era no contradecir a la hija menor de Vanidad, y llegar tarde a sus encuentros.

Jeongyeon lo sabía, pues no sólo era la que mejor conocía a sus hermanas de naturaleza, sino la que mejor complacía sus deseos, convirtiéndose en la favorita todas, pues cumplía las reglas pero sabía cuando llegaba el momento perfecto de romperlas.

Siempre tan puntual Oppar. — Escuchó al aparecer en la habitación de la joven japonesa que reposaba sobre el largo sofá en color negro frente a ella, vistiendo una delgada bata de seda del mismo color que el vino en su copa, unos tacones altos de color negro con varias correas delgadas que rodeaban la blanca piel de sus tobillos y parte de su pantorrilla, dejando caer su cabello rubio blanco en cascada por su hombro derecho. — Es una de las cualidades que te convierte en mi favorita. — En un segundo Jeongyeon estuvo arrodillada a su lado y tomó una de sus manos para dejar un beso sobre esta.

Sabía como les encantaba a ella y a su hermana mayor que hiciera eso.

No consideraba que las hijas de Soberbia fueran malas, ellas sólo querían ser adoradas y como la ojiazul sabía exactamente como tratarlas, siempre obtenía más de un beneficio por ello.

Jamás llegaría tarde a mi encuentro con una reina como tú, Minari. Ayudó a la menor a levantarse y cuando le quitó la copa ya vacía de sus manos no tardó en besarla con la calma con la que solía besar a Mina, una calma que ambas disfrutaban y que les permitía sentirse y saborearse como con ningún otro de sus amantes.

El dulce sabor de los labios de la menor mezclado con el del vino que acababa de ingerir, la estaba volviendo loca, aunque siempre le ocurría una vez juntaba sus labios con los de la menor.

No tardaron en separarse para tomar aire y que Mina empezara a abrir uno a uno los botones de su camisa blanca sin quitarle aun el largo abrigo que llevaba puesto, y sin despegar sus ojos dorados de sus ojos azules.

Jeongyeon empezó a acariciar a la japonesa, subiendo sus manos desde sus caderas, sus costados, dando un leve apretón en sus pequeños y perfectos senos. — Es fascinante como sólo con mirarme eres capaz de aumentar mi nivel de adoración por ti, Minari. — Dijo sabiendo el efecto que esas palabras tenían en la menor.

Al fin Mina le quitó el abrigo y seguidamente la camisa sin dejar de sonreír. Besándola de nuevo con entrega, rendida ante los besos de Jeongyeon y la forma tan firme y sutil que su lengua tenía de acariciar la suya.

Sabes que nací para ser adorada Oppar... — Murmuró Mina sintiendo como la mayor la guiaba hasta la cama, pero intercambió sus posiciones separándose de ella para empujarla despacio sonriendo con picardía.

Jeongyeon paso su lengua por su labio cuando Mina gateo hacia ella, quedando sentada sobre su regazo moviendo su cabello a un lado dejándola sentir su aroma tan adictivo, sabiendo cuanto la enloquecía aquello.

Y me encanta tener ese honor. — Dijo cuando Mina acercó sus rostros y rozo sus labios rozados contra los suyos.

Por supuesto que si — Mina rió y al fin la beso sintiendo las caricias de Jeongyeon desde sus piernas hasta su cuello sintiendo como poco a poco el deseo aumentaba en ellas.

Tzuyu caminaba con calma por su pasillo favorito, el pasillo que les obsequió su propio padre, el pasillo de los hijos de Avaricia.

Era su favorito porque todo en aquel espacio de la enorme fortaleza era de Oro puro, incluso el piso bajo sus botas de tacón bajo, y era todo suyo.

Mientras se dirigiría al la torre donde por lo general se encontraban los hijos de Soberbia, jugaba con la pequeña serpiente entre sus dedos que también era de oro, otro regalo de su padre, el don de Midas.

Aunque eso era algo que debían ganarse, y ella gracias a su madre lo había hecho primero que sus hermanas.

Un chasquido de sus dedos y en menos de dos segundos estuvo en el interior del cuarto con más espejos del castillo, y aunque admitía que en ocasiones no entendía el nivel de Vanidad de los hijos de Soberbia, en aquel momento le encantó poder observar lo bien que lucía cada pieza de ropa que usaba.

No se sorprendió de encontrar a Nayeon allí, le sorprendió que estuviera sola pero sonrió por lo fácil que sería lograr su objetivo, sembrar la Discordia entre ella, su hermana y la amante favorita de todas, Jeongyeon.

La mayor ni siquiera se molestó en tomarse el tiempo de mirarla, y aunque estaba de espalda Tzuyu sabía que en su rostro estaba dibujada esa típica expresión arrogante que la convertía en la perfecta heredera de Soberbia.

Pues si bien sus padres la habían hecho una de las más hermosas, ella sabía como sacar provecho de eso y hacerse adorar, y aunque Tzuyu era la más difícil de convencer ni siquiera ella podía evitar caer por su belleza.

Se acercó hasta la mayor dejando que sus ojos viajaran por su figura, subiendo por sus blancas y esbeltas piernas hasta la orilla del short de cuero bajo su camisón de satín, que a su vez cubría la única pieza que cubría sus pechos, un sexy sujetador de encaje, y en sus pies unos brillantes tacones altos, todos tan negros como su suave y sedoso cabello, obsequiado por la misma madre de las estrellas, la noche.

La pequeña mascota que antes de se encontraba entre sus dedos, ahora serpenteaba libremente por su brazo hasta quedarse alrededor de su cuello haciendo brillar las dos pequeñas esmeraldas que tenía por ojos y que fueron la razón por la que Nayeon volteó a mirarla cuando se paró a su lado.

Para ser la más difícil, eres la más adicta a mi. — Habló esta con aquel tono de arrogancia que hacia reír a Tzuyu, sabía exactamente como llegar a ella, y que palabras usar para herir lo único que le importaba a la mayor, su ego.

Si Nirha no fuera tan caprichosa no me tendrías aquí. — Respondió pretendiendo aparentar indiferencia. — Es ella quien te adora, no yo.

Nayeon lejos de molestarse sonrió mostrando su bunny smile y la miró a los ojos, aunque sólo fueron un par de segundos, pues jamás se rebajaba a mirar a los demás fuera de sus hermanos y su padre, como iguales, sin importar cuanto quisiera volverlos locos.

Para eso usaba su cuerpo, justo como en aquel momento.

Se acercó peligrosamente a Tzuyu, gracias a sus tacones casi no se notaba la diferencia de altura entre ambas por lo que subió sus brazos al cuello de la menor rozando sus narices y hablándole muy cerca de los labios. — Sino no nos uniera la Avaricia, tal vez te creería pequeña, pero no olvides que puedo sentir cada una de tus emociones, y el deseo que sientes ahora por besar mis labios, tocar mi piel y adorarme hasta quedar sin aliento, me deja clara la mentira en tus palabras. — Hizo ademán de alejarse pero el agarre en su cintura no se lo permitió.

Tzuyu la miró de forma intensa obligándola a mantenerle la mirada. — Siempre quiero más de todo, no solo de ti.

Y una nueva sonrisa engreída apareció en el rostro de la pelinegra. — Pero ahora te estás muriendo por mi, así que en este momento no cuenta lo demás.

— Te detesto. — Dijo Tzuyu suspirando.

No es verdad. Me adoras. — Nayeon sintió los labios de Tzuyu impactar con fuerza sobre los suyos y sus lenguas no tardaron en iniciar una placentera lucha de la que ninguna quería dejar de disfrutar.

La morena sin ningún tipo de paciencia desató el nudo de su camisón sintiendo bajo sus manos la tibia y suave piel blanca de la mayor, explorando su torso con una gran confianza y familiaridad.

Pero si bien la Avaricia era parte de ella, la parte que ocupaba la Discordia en su ser, la hizo recordar cual era su verdadero objetivo y aunque no podía negar que quería más de la pelinegra, era más fuerte su necesitad de crear conflicto en aquel lugar.

Se separó de la mayor con una sonrisa burlona en su rostro y miró al frente. — Es cierto que eres adictiva, pero ¿No tienes ni un poco de curiosidad sobre el paradero de Unnie en este momento? — Nayeon entendió perfectamente a quien se refería, la única a la que Tzuyu verdaderamente respetaba y admiraba lo suficiente a parte de su hermana o su padre, la única a la que llamaba de ese modo, Jeongyeon.

¿Porque la nombras ahora? No quiero saber de ella en este instante. — La mayor se pasó la mano por el cabello peinándolo a un lado.

No lo sé, sólo me pareció verla entrar en el ala de tus aposentos. — Dijo Ignorando los actos de la mayor para prestarle atención a su mascota, que ahora adquiría el color del Oro blanco en su cuerpo.

La mente de Nayeon funcionó justo como Tzuyu esperaba y no tardó ni dos segundos en unir las piezas.

Si bien era cierto que Jeongyeon era la amante favorita de cada una de las hijas de los Pecados Capitales, sus encuentros siempre se llevaban a cabo en su habitación, y la única razón para que cambiara eso, y visitara el lado de la fortaleza que pertenecía a los hijos de Soberbia sólo significaba que la vería a ella, o en un dado caso, a su hermana Mina.

¡Maldita seas Tzuyu! — Gritó Nayeon saliendo rápidamente de la habitación azotando las puertas, no sólo estaba molesta con Tzuyu por provocarla y dejarla de ese modo, sino con Jeongyeon y Mina por verse a sus espaldas aunque sabía que la pelicorto no le pertenecía no podía evitar sentir que los celos invadieran su cuerpo al imaginarlas juntas, y aunque no era un secreto que en aquel lugar todas estaban con la hija mayor de Ira, a ninguna la consideraba una rival digna.

En cambio Mina, al ser su hermana y una de las más hermosas y legítimas hijas de Soberbia, era la única por la que sentía celos y mucho miedo de que le quitara la atención de Jeongyeon.

Y sabía que era capaz, no sólo porque Mina tenía una gran facilidad para convencer a cualquiera de adorarla, sino porque era tan buena en encender la llama del deseo en alguien, que ni siquiera ella podía resistirse a sus encantos.

¡Demonios Minari! ¡Deshace el maldito hechizo en este instante! — Gritó al llegar a la puerta de la habitación de la menor y encontrarse con el hechizo de bloqueo que usaba cuando quería privacidad y solo su hermano mayor era capaz de evadir, por ser tan puro como ella.

Pero Mina lo último que quería en aquel momento era una interrupción de su hermana.

De seguro esta se había enterado que estaba con Jeongyeon y no le importaba como, pero no quería que nada se interpusiera entre los labios de la pelicorto y la sensible piel de su cuello, o sus manos y las exquisitas caricias que dejaba sobre sus pechos, mientras iniciaba un lento vaivén con sus caderas para rozar sus intimidades.

Nayeon... — Habló en su mente, era una suerte que Jeongyeon no fuera capaz de enterarse de los gritos eufóricos de su hermana fuera de su habitación ni sus conversaciones telepáticas. Pues era algo que sólo ocurría entre hermanos. — Vete. — Le volvió a decir, enterrando sus manos en el cabello de Jeongyeon, extasiada por la forma en la que la mayor sólo la trataba a ella, con una delicadeza nada propia de los dos hijos de Ira.

¡Con un demonio Sharon! ¡Me las pagarás! — Escuchó a la pelinegra, lo que solo la hizo sonreír y seguir disfrutando de las caricias y besos de Jeongyeon.

Cuando termine con Oppar me tendrás todo el tiempo que quieras para ti Nayeonie. — Dijo terminando con la conexión telepática de su hermana que salió de los aposentos hecha una furia maldiciendo la existencia de todo ser vivo.

Tzuyu por su parte reía satisfecha de los resultados de su pequeña travesura.

Sin notar la presencia de la hija de Lujuria a sus espaldas.

Chewy, eres tan mala por ponerlas a pelear de ese modo. — Dijo Sana tomando asiento en el sofá blanco de la habitación.

Tzuyu volteó sin dejar de sonreír divertida — No puedo evitarlo. Conoces mi naturaleza y Nayeon es una de las favoritas de mi discordia.

Mmhm. — Sana cruzó sus piernas sintiendo la mirada de la morena en su cuerpo. — Conozco más que eso. — Dijo mordiendo su labio inferior.

En todo el tiempo que Tzuyu tenía conociendo a la hija menor de Lujuria, aún no había descubierto que era eso que la enloquecía de ella, pero si había algo que podía asegurar era que le encantaba el perfecto equilibrio que existía entre su personalidad, tierna y a la vez sensual.

Por eso tragó con dificultad al recorrer su cuerpo con la mirada cargada de deseo, la mayor amaba caminar con los pies descalzos, sintiendo el piso bajo sus pies, aunque raramente se encontraba caminando por ahí.

Vestía una delgada bata de satín de color lila que resaltaba el color de su cabello y sus ojos. Y su camisón del mismo color estaba abierto y se deslizó por uno de sus hombros dejándolo descubierto.

Sana se levantó del sofá dirigiéndose a ella son una pequeña sonrisa y Tzuyu hizo desaparecer a su pequeña mascota cuando sintió la característica corriente que invadía su cuerpo cada vez que estaba cerca de Sana.

Una vez frente a ella, la mayor recorrió la piel desnuda de sus brazos con la punta de sus dedos mientras ella intentaba resistirse con cada fibra de su cuerpo a su toque, a su olor y al deseo que había en su mirada, pero no estaba entre sus planes la maniobra de la mayor para terminar de envolverla.

Es un regalo de Papá. — Sonrió la mayor inocente.

Con un chasquido de sus dedos Sana las había trasladado a su habitación, que al igual que su personalidad estaba compuesta de una increíble dualidad pues con las luces blancas era una habitación normal, decorada con muebles rosa y muchos colores pastel.

Pero cuando el interruptor giraba hacia el otro lado, el lugar y la personalidad adorable quedaba de lado dejando sólo una enorme cama de sábanas de seda roja, muebles de cuero rojo y varios armarios llenos de una gran diversidad de juguetes, que disfrutaba más que todo con su hermana más cercana, la más insaciable de los hijos de los pecados capitales, Momo.

Y encontrándose en aquel lugar prácticamente encerrada en la habitación de la mayor, Tzuyu dejó de resistirse y la tomó de la cintura acariciando su mejilla para torturarla un poco antes de besar sus labios tomando fuertemente su cabello tirando de este y sacándole más de un suspiro, suspiros que ahogó con sus besos.

No pasó mucho para que terminaran sobre la cama, con ella entre las piernas de Sana, mientras no perdía el tiempo en recorrer su cuerpo con sus manos y la mayor empezaba a desvestirla, bajando su blusa por sus hombros.

Tzuyu bajó sus besos a su cuello y besó, lamió, chupó y mordió a su merced, algo que Sana amaba en sobremanera, esa locura que provocaba en todas capaz de volverlas posesiva con ella, marcándola para que todos supieran que les pertenecía, aunque las huellas de sus besos no duraban más de una hora, como si su cuerpo estuviera diseñado para no tener un solo dueño, y esa era otra de las cosas que enloquecía tanto a la Taiwanesa como al resto.

Los hijos de Gula se encontraban en el patio trasero de su lado del castillo, con una enorme e infinita mesa de comida frente a ellos, acompañada de uno de sus muchos estantes de bebida ilimitada.

No era raro para ninguno de los hijos de los pecados, que el don de los hermanos de cabello dorado fuera el multiplicar alimentos y bebidas.

Se aproxima una muy furiosa Nayeon hermanita, y está muy caliente. — Bromeó Jimin.

Momo río llevando el tarro de cerveza que tenía en la mano a sus labios. — Y con las ganas que le tengo siempre. — Sonrió para dirigir su mirada a la puerta por la que efectivamente, una Nayeon llena de rabia entraba.

Ambos hermanos se miraron y sonrieron con complicidad.

Jimin entendiendo que sobraba sólo chasqueo sus dedos empleando el mismo poder que Sana momentos antes, trasportándose hacia uno de los lugares favoritos de él y su hermana, el cuarto de baile.

Si había algo que los rubios amaban más que la comida y la bebida era el baile y lo disfrutaban tanto como alimentarse y beber.

Esperaba que llegarás Jimin. — Escuchó esa profunda y tranquila voz, mientras empezaba a estirar sus extremidades, esa voz que erizaba su piel y aceleraba su corazón, la voz de Yoongi.

Nayeon no pidió permiso y se sentó donde segundos antes se encontraba el Mochi de cabellos dorados, frente a la japonesa.

Volvió a hacerlo, esa estúpida de Tzuyu volvió a burlarse de mi. — Se sirvió una copa de vino blanco mientras la japonesa no apartaba la vista de su cuerpo, varias formas de calmar la frustración de Nayeon cruzaron su mente al ver lo sexy que se veía la mayor con aquella botella entre sus delgados y largos dedos, y lo sensual que lucía ese día, aunque Nayeon siempre lucía de ese modo, llamando la atención sin pretenderlo.

Y a Momo le encantaba.

No me digas ¿Y que te ha hecho esta vez? — Momo sabía que era obvio que Nayeon no le preguntaría como estaba ella, sólo se dedicaría a hablar sobre ella como la típica hija de Soberbia que era, por eso lo único que podía hacer era seguirle el juego hasta que empezaran a entenderse en el mismo lenguaje.

Me ha informado sobre el encuentro de Mina y Jeongyeon. — Contó Nayeon tomando toda su bebida de un trago, era una suerte que ninguno fuera sensible al alcohol, o los hijos de Gula no serían los únicos borrachos.

Si bien todos tenían una rara fascinación por diferentes licores, estos a su vez diferían en sabores y calidad.

Mientras Jimin y Momo, podían beber todo lo que contuviera alcohol, los demás se inclinaban por gustos más sutiles como el vino en sus distintos colores, champán, o cualquiera que consideraran lo suficientemente fino y merecedor de probar.

Mina y Nayeon amaban equitativamente el vino tinto, y el vino blanco, Jin y Taehyung adoraban el vino rosa.

Y aunque Yoongi era el que más semejanzas tenía con respecto al gusto por la bebida con los hijos de Gula, seguía prefiriendo el Wiski, gusto que a su vez compartía con Namjoon y Jungkook. Mientras el resto era feliz con su copa de champán llena.

Mhm, es verdad, Oppar estuvo aquí antes de irse con Mitang, casi destroza mi preciada mesa de banquetes en uno de sus ataques de rabia. — Dijo la japonesa terminando su copa con calma. — El tío Ira le ha reclamado por su absurda idea de el equilibrio que quiere alcanzar con sus personalidades, otra vez.

Nayeon bufó. — Ella no tiene que cambiar nada, ni siquiera debería estar pendiente de algo que no sea yo.

Es una pena que sea la favorita de todas, parece que fuera ella la hija de Lujuria y no yo. — Dijo Momo con una sonrisa coqueta acercándose a ella.

Nayeon la miró con una ceja levantada cuando se atrevió a acariciar su pierna sin dejar de mirarla.

Esta loca por no valorarte, a ti que eres tan perfecta. — Una pequeña sonrisa se formo en la boca de Nayeon, era justo como le encantaba ser tratada, y Momo lo sabía, por eso era a quien recurría cuando necesitaba relajarse.

Continúa. — Amplió su sonrisa y tomó de su copa de vino blanco otra vez, sintiendo la mano de Momo subir y bajar por su pierna.

Si dependiera de mí, no dejaría de complacerte una y otra vez, viviría rendida a tus pies, adorándote como la reina que eres Nayeonnie. — Momo se acercó más a ella arrodillándose a sus pies y tomando una de sus manos para empezar a dejar besos a lo largo de su brazo. — Como la única, como la más grande y hermosa obra de arte.

Nayeon tomó su mentón y se acercó a su oído. — Vas a pedir más y más de mí. — Susurró mordiendo el lóbulo de su oreja con extrema suavidad.

Momo cerró los ojos un segundo antes de suspirar, la mayor tenía razón quería más que ese roce, quería más que acariciar las piernas y besar los brazos de la pelinegra, quería más de ella, de sus labios, de su cuerpo.

Sabes que jamás tendré suficiente de ti. — Momo se puso de pie y tomando de una de sus manos la jaló pegándola a su cuerpo besando sus labios con gran deseo.

Nayeon sonrió en medio de su beso cuando la japonesa la levantó sin ningún esfuerzo y la subió a la larga mesa dejando caer varios platillos para hacer espacio.

Ambas estaban invadidas por la Lujuria, sus encuentros siempre eran de ese modo, sin ningún tipo de delicadeza. Momo mordía los labios de Nayeon y esta arañaba su espalda haciéndola suspirar.

Estaban tan entregadas a su deseo carnal que ninguna se enteró de la mirada de la más pálida sobre ellas, sintiendo su sangre arder, los Celos y la Envidia se apoderaron de ella al ver como la japonesa besaba a alguien que no era ella, tocaba a alguien que no era ella, y acariciaba a alguien que no era ella.

La menor apretó sus puños saliendo de allí, caminando a sus aposentos cuando vio a la segunda hija mayor de Avaricia en el balcón de su torre, disfrutando de sus fresas cubiertas de chocolate mientras observaba con admiración el hermoso color del cielo de aquel día.

Se veía tan feliz, tan tranquila y pacífica, disfrutando de su fruta favorita, luciendo como toda una hija de Avaricia debía hacerlo, y la ojigris no pudo evitar suspirar.

Su cabello castaño claro, largo y con algunas ondas caía por su espalda, y de su cuello colgaba una gruesa y brillante cadena de oro con varias piedras preciosas en ella.

Y cuando vio el corto vestido negro que estaba ajustado a su cintura por un grueso y brillante cinturón, y que dejaba uno de sus hombros descubiertos, Dahyun se dirigió hacia ella.

Chaeyoung siempre que tenía oportunidad la consentía y la trataba como la más valiosa de sus posesiones y eso era algo que la hacía olvidar incluso su profundo capricho por la hija de Gula.

La castaña se giró sobre sus pies para encararla y Dahyun le sonrió después de detallar las botas del mismo material de su cinturón y recorrer su cuerpo con una sola mirada.

Hola Dubu. — Susurró la menor sonriéndole de manera que su hoyuelo se marcó y le extendió su mano.

La peligris no tardó en acercarse a ella y tomar su mano, sólo para recibir un beso en ella.

El que la castaña la mirara con tanta adoración, la derretía. — Hola Chae.

No sabes el gusto que me da tenerte aquí.

— No es mayor que el mio, creeme — Dijo sonriendo con picardía, dejando claro en su tono, que era la hija del mismísimo señor de la Envidia.

Jungkook ¿No estás lo suficientemente musculoso ya? — Decía Hoseok al pelinegro que estaba en el gimnasio levantando unas grandes pesas. — Si quieres te podría ayudar con otro tipo se ejercicio. — Sonrió con picardía y malicia al sentir el aura del hijo menor de Vanidad cerca.

Lo que indicaba que lo había escuchado.

El pelinegro dejó sus pesas de lado rompiéndolas al lanzarlas para dirigirse con una mirada profunda a él. — No te llamé aquí Hoseok, y si no quieres terminar peor que la última vez te recomiendo que te vayas.

Y gracias a esas palabras y el tono amargo con el que fueron dichas, el peligris explotó cegado por su naturaleza. — Me corres a mi pero si fuera Taehyung seguro no lo dejarías ni salir de la habitación hasta hacerlo gritar de placer mil veces ¿No es así?

¿Tengo que responder eso? — Contraatacó Jungkook sonriendo cínicamente con una ceja levantada y jugando con su lengua en su boca, claro signo de su molestia. — Fuiste tú quien llegó aquí a interrumpir mi rutina de ejercicios. En ningún momento tu presencia fue solicitada. — La rabia en su voz dejaba claro que hace mucho había perdido la paciencia, aunque no era algo que manejara bien, y menos con el peligris apareciéndose en cada lugar que se encontraba.

No entendía porque mientras peor lo trataba, este más quería estar cerca de él.

Y como si no fuera suficiente para Hoseok escuchar aquellas palabras, cuando Taehyung quien en efecto estaba escuchando, se burló al sentir como su ego aumentaba una pequeña parte, se sintió humillado, mas no se rindió.

Solo intento hacerte entender que yo podría darte más, soy perfectamente capaz de superarlo en todo.

Jungkook lo miró con su característica expresión indescifrable y se acercó a él tomándolo fuertemente del cuello inmovilizándolo con su fuerza superior, pero el mayor lejos de luchar contra él para separarse sonrió más que complacido de que el pelinegro lo tocara de ese modo pues sentía que al fin tenía lo que deseaba y tanto le envidiaba a Taehyung, aunque no era la primera vez.

Claramente no eres él. — Dijo pegándolo contra la pared y besándolo con fuerza. — No sabes como él. — Se dirigió a su cuello para olerlo. — No hueles como él. — Volvió a conectar su mirada con la suya, tan profunda por la rabia en su interior.

Es porque soy mejor y lo sabes. — Hoseok sin dejar de sonreír subió sus manos por el fuerte y sudado cuerpo de Jungkook.

El pelinegro cerró los ojos cuando las manos del mayor llegaron a su abdomen y una de ellas se introdujo sin permiso bajo su pantalón deportivo haciéndolo gruñir al acariciar su miembro.

Y Hoseok amplió su sonrisa al conocer perfectamente el desenlace de aquella situación, un final feliz para él, gimiendo el nombre del pelinegro sin control.

¿Como te atreves a compararte conmigo poca cosa? — Murmuró un molesto Taehyung que en un segundo desapareció de allí, indignado, pero no por lo que los otros dos hacían sino porque el insignificante de Hoseok se atrevía a creerse mejor que él.

¿Realmente disfrutas verlos destruirse unos a otros? — Preguntó Namjoon al ser que le hacía compañía en su torre.

¿Debería molestarme que sólo sigan sus instintos? — Respondió el ser que aunque no había adquirido forma física se hacía sentir.

Se comportan como animales... — Namjoon hizo una mueca de decepción.

Sabes que no son animales solo por seguir sus instintos Namjoon, y tampoco son humanos, solo son pequeños seres guiados por sus naturalezas, y se ve que lo disfrutan, deberías intentarlo alguna vez. — Dijo divertido el ser. — Aunque se enfrenten unos con otros, eso es lo que hace divertida su existencia, no lo olvides.

No voy a alegrarme por ver como mis hermanos se destruyen, padre.

Te has vuelto un amargado y aburrido hijo mio, deberías aprender de tus hermanas, ellas si que saben como divertirse.

Lujuria al fin adquirió su forma física, encarnando un joven de cabello naranja claro y rizado hasta los hombros, ojos azul claro, labios rosa y piel nívea, que vestía únicamente una túnica de color rosa palo, con un broche en su dorado cinturón y sobre el hombro cubierto por la tela.

Sus pies al igual que los de Sana, estaban descalzos, de allí provenía el amor de la chica a estar siempre con los pies desnudos.

¿Porque estás aquí? No creo que sea para criticar mi aburrido estilo de vida. Que bien sabes no es del todo cierto.

El mayor río sonoramente parándose a su lado. — Mina y tú son los más difíciles de engañar. — Admitió. — He venido a darte tu parte del regalo, Sana ha recibido el suyo como notaste, y eres el único de los 16 que no lo tiene.

Es una suerte que no sepa lo que hace en su habitación. — Murmuró. — Pero no estas solo ¿Porque Ira esta aquí también?

¡Aish! Ira es un obstinado. — Río al darse cuenta de sus palabras. — ¿Entendiste? Un obstinado. — Volvió a reír mientras Namjoon fruncía el ceño. — Ya ya, esta bien, solo vinimos a corroborar que todo marchara en orden por aquí, pero no le agrado mucho que la favorita de todos lo desafiara tratando de equilibrar sus naturalezas.

Al parecer a ninguno de ustedes les gusta que sus hijos no sean una copia suya. — Bromeó Namjoon sonriendo de forma pícara.

Sólo tiene miedo que le pase lo que a Pereza con su hija, realmente la detesta.

No veo el problema con ella ¿Porque podría ser Jihyo la causa de su miedo? Al igual que todos nosotros, se guió por una de sus naturalezas.

Hijo, Pereza siente lo mismo que sentiría yo si de pronto a uno de mis hijos les diera por ser Castos, la Diligencia es impropia de él y que su hija no sea más que eso, lo llena de tristeza. Porque es como...

Como si renegara de él. — Logró deducir Namjoon.

Touché hijo mio. Y es por eso que Ira siente miedo de que uno de sus hijos sea equilibrado ¿Entiendes? Se sentiría desplazado.

Supongo entonces, que Jeongyeon del único que no será la favorita nunca, será de su padre. Pues no dudo que logre lo que quiere.

Y con lo que la ama el todopoderoso, porque cuando se propone ser la más violenta, es capaz de superar al gruñón de su padre.

Incluso a Jungkook, y eso que él es hombre. — Comentó Namjoon teniendo más clara la situación ahora.

El mayor asintió. — Habla con Mina y cuentale todo, no podré verla hoy, parece ocupada. — Sonrió divertido. — El gruñón y yo ya debemos volver. — Puso su mano en el hombro de su hijo y este sintió el hormigueo que indicaba el nuevo poder que le obsequiaba su padre en sus manos.

Lo haré padre, gracias por venir. — Sonrió haciendo una reverencia.

Siempre disfruto de tu compañía hijo mío. — Respondió el mayor antes de desvanecerse en el aire dejándolo a solas otra vez, observando todo lo que ocurría en el castillo desde su torre.

¿Donde estas Jin? — Susurró al aire suspirando, tenía ganas de ver al pelinegro pero este se encontraba extrañamente desaparecido desde esa mañana, por lo que agradeció el nuevo regalo de su padre, pues le ayudaría a encontrarlo con más facilidad.

Jihyo era la única que podría calificarse como buena entre los hijos de los Pecados Capitales, pero era la menos deseada por la mayoría, que si bien no la trataban mal verbal o físicamente, su indiferencia era más que suficiente.

Y todo por guiarse por una Virtud en lugar de un Pecado.

Aunque no era en todos lo casos, pues de los 14 donde no entraba su hermano Yoongi, con quien se llevaba bastante bien, al menos 8 la soportaban y le dirigían la palabra, y otros la buscaban simplemente cuando querían o para desahogar su frustración con alguien cuando los demás, como en aquel momento, estaban ocupados.

Estaba en el jardín recolectando flores totalmente dedicada a su labor caminado con calma por el enorme jardín cuando Taehyung apareció caminando a su lado notablemente molesto.

Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y sin dejar de caminar lo miró, conociendo la razón de su repentina aparición. — ¿Gusta Taehyung Oppa un poco de vino para completar su relajación? — Dijo haciendo aparecer una botella de vino rosa y una copa para el chico, que aceptó feliz.

Si bien la Diligencia era la naturaleza por la que se guiaba la rubia de ojos azules, seguía teniendo los mismos dones que su hermano, quien era el digno representante de su padre el pecado de la Pereza.

Y uno de ellos era precisamente el que había empleado en aquel momento.

Tae le mostró su sonrisa cuadrada antes de dar un primer trago a su copa ya llena del dulce líquido. — Siempre tan servicial. Por esta razón siempre eres bienvenida en los aposentos de los hijos de Soberbia, pequeña Jihyo.

La chica hizo una reverencia y continuó con su labor de recolectar flores sin dejar de prestarle atención a los relatos del más alto.

Después de Jeongyeon, Jihyo era la que mejor conocía la naturaleza de todos sus hermanos y sabía como tratarlos a cada uno.

Y los hijos de Vanidad, adoraban ser el centro de atención.

Me siento honrada de contar con su compañía Taehyung Oppa.

Taehyung sonrió con arrogancia al escucharla. — Por supuesto que si pequeña. — Dijo continuando con la caminata a su lado, hablando de cuan majestuoso y perfecto era, como para que alguien como Hoseok se le comparara.

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Espero sus comentarios a ver que les pareció.

Saludos.

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