Lo más atrevido de todo no era que estuviera tocándole casi con descaro, era que mientras lo hacía, le seguía con la mirada, seguía sus ojos, que no se apartaban de mis labios. Eso provocaba mis nervios y mis instintos de necesitar cortar ese contacto visual con un beso, pero el miedo y la duda me tenían congelada sin ser capaz de moverme. No era adecuado, no era sensato, acababamos de conocernos. Y era ÉL.

Le escuché hablar, casi en un susurro y, justo después, desafiando a mi entereza, acarició toda la extensión de mis labios con su pulgar, despacio y con esmero, haciendo que la herida fuera la mensajera de mi ritmo cardiaco acelerado, sintiendo los latidos reflejados en la hinchazón. Como acto reflejo a su caricia, quise retirar la mano que estaba en su camisa, mas él lo impidió, cerrando su mano sobre la mía, ejerciendo una presión que delataba sus deseos de que no me retirara.

—Yo... Estoy bien. S-solo fue un rasguño de nada... —dije suspirando tras cada palabra, sin apartar ahora mis ojos de su boca, como esperando sus próximas palabras, o algo más.

Me sentía tonta y a la vez incapaz de controlar mis reacciones, mis emociones. Me sentía como una adolescente que experimentaba su primer encuentro con un chico, con el corazón y los sentidos disparados, pero con un temor horrible al error o al ridículo, incluso.

Otro acto involuntario me hizo estar más cerca de la locura. Apreté mi puño alrededor de su camisa, tirando levemente de ella y por consiguiente, de él, acercándolo con una facilidad que hasta me asombró, a menos de un palmo de mí: quería, no, deseaba besarle como nunca había deseado hacerlo con nadie jamás. No obstante, algo me decía que si daba el paso, todo se estropearía. Refrené mis necesidades lujuriosas con gran esfuerzo, todo por evitar deshacer lo que parecía un encantamiento de hadas de cuento.

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¡Hola gente!

Acabo de recordar lo que quería decir. Celebrando que la historia a superado las 4k lecturas planeaba subir una cantidad bonita de capítulos hoy.