Me quedé junto a la moto mientras él le lanzaba a Kevin un salvavidas que había colgado en un poster de madera. Cuando volvió, sin pronunciar palabra, me hizo sentarme delante en la moto. Él se puso detrás, rodeándome con su brazo izquierdo por la cintura.

—Steve —repetí su nombre, cuando arrancó el vehículo—, estoy bien —coloqué mis manos sobre el brazo que me rodeaba—. No tienes que disculparte, la culpa no ha sido tuya. Él se lo merecía.

Me mantenía completamente solapada a su cuerpo; aunque hubiese querido, no habría podido soltarme. Sentía su repiración en mi espalda. Su voz era firme, algo menos grave que cuando le habló a Kevin, pero de igual modo, tensaba todo mi cuerpo.

—Volvería a-a... Salir contigo. Mil veces más —no supe de dónde estaba sacando el valor para decir aquello—. A-aunque todas las veces se arruinaran... —tragué saliva, mi voz temblaba, quizás no era apropiado decirlo, pero sentía la necesidad de hacerlo—. L-lo único que lamento es que... quería mostrarte lo bonito que era ese barco navegando en la noche —me mordí el labio para impedirme hablar ya de más.

La dirección de la moto se ladeó un poco y, en un impulso, retomé el manillar vacío con la mano izquierda. Finalmente, le escuché pronunciar las últimas palabras antes de llegar a casa. No pude responder nada, no sabía cómo hacerlo. No entendía si estaba exagerando, o verdaderamente asustado porque me hubiese pasado algo; porque su condición de "salvador" se hubiese visto "fracasada".

No obstante, que mencionara aquello de dormir en el suelo, me hizo contener la respiración: podría jurar que él no iba a comprender lo que eso significaba hoy en día, que su intención verdadera no era "esa". Sin embargo, mi odioso y sucio pensamiento me hacía pensar cosas no demasiado adecuadas, sobre alguien que tenía un desorbitado sentido de la responsabilidad y el bienestar de todo el mundo.

Tenía que dejar de pensar en aquellas cosas, parecía estar en la mente de un hombre que lleva meses sin estar con una mujer y desea a toda costa aprovechar la primera oportunidad. Realmente era así, pero trasladado a mi persona y no aprovechar la oportunidad -ya había rechazado demasiadas-. Era todo lo que sentía cuando estaba con él, ¿qué mujer no iba a sentir esos deseos hacia él?

"¡Para, Betty! No hace un día que os conoceís. Deja de pensar tonterias, ¿qué pensaría él si supieras lo que estás pensando cuando él solo piensa en protegerte? Si fuera cualquier otro hombre, su intención era más que obvia, pero él... no es cualquier hombre." me regañaba a mí misma.

Mi ritmo cardíaco y mi respiración se habían desbordado sólo con mis pensamientos, los sentía reflejarse en su brazo, que al tomar yo el mando izquierdo de la moto, se había resbalado un poco hacia arriba, quedando justo bajo mi pecho, el cual rozaba y elevaba un poco, en cualquier bache o irregularidad del asfalto que tomaba la motocicleta. Así era imposible erradicar mis inadecuados pensamientos.

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¡AGARRAOS, QUE VIENEN CURVAS!