Ella. 11
Cuando mencionó lo del tamaño de su "reliquia", automáticamente, el doble sentido inapropiado, se apoderó de mi mente haciendo que tuviera que morderme los labios para no reír. Eso provocó que me ruborizara con la idea de ese segundo significado.
Aceptó mi mano en mi presentación oficial y sentí su firmeza y fuerza, probablemente dar la mano a una mujer no entraba en su rutina diaria, pues la presión que ejercía en mi mano era poderosa.
Sonreí ante la idea de verle perseguido por decenas de fans histéricas y me alivié de que no hubiese sido así, ya que no estaría en ese momento disfrutando de su compañía.
—¿Orgullosa de mí? —sonreí—. Mi abuela era una de las personas más importantes de mi vida y si me viera en este momento, a lo que me dedico... Se echaría a llorar, la pobre —reí desesperada— Siempre me alentaba a luchar por mis sueños, pero me rendí demasiado pronto —dije bajando la mirada, aceptando mi derrota laboral.
Tras eso, escuché cómo me alentaba a volver al trabajo, con un tono serio y algo autoritario: ¿el Capitán América estaba dándome órdenes? Lejos de resultarme molesto, no sé por qué, verle asi de serio, me resultó... ¿Sexy? Sacudí la cabeza alejando esos pensamientos, asentí varias veces y obedecí:
—T-tiene razón, saldré a llamar Ben.
Sonreí tímidamente por su orden y traté de salir del pasillo para volver a la tienda. En el trayecto noté cómo se me iba un poco la cabeza, por todo el rebujo de emociones que al no tener escape, noqueaban mi integridad.
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