Esperaba una negativa a mi invitación. Desconozco la razón de mi convicción sobre no merece disfrutar de una tranquila velada con ella. Como si por ser el Capitán América, careciera del derecho a estar con una chica normal y tan agradable y guapa como lo era ella.

<<Guapa>> Ese pensamiento me hizo sonreír. Dicha sonrisa creció cuando observé su positiva expresión tras mi propuesta. Además, sus palabras mostraban tanto entusiasmo que me sentí agradecido y aliviado.

Luego sucedió que estaba muy nerviosa, hecho que me preocupó, lo achaqué a mi persona. ¿Reaccione mal a su respuesta? ¿Debería haber dicho algo condescendiente, alguna respuesta moderna que lo reafirmara? Yo no era así, y mucho menos acostumbraba a este tipo de situaciones. De todos modos, el tiempo fue insuficiente para continuar con mis elucubraciones. Cuando me tiró de la chaqueta casi quedo inmovilizado, de no ser por los buenos reflejos que me brindaba el efecto del suero. Deduje, según lo que mi oído percibía, que los recientes ruidos tenían que ver con su repentina actuación huidiza y ocultativa.

Su compañero había interrumpido una buena conversación para crear una situación en la que estábamos frente a frente, muy juntos. La observé con detenimiento, concentrado en sus ojos y en sus labios, sus pupilas se habían dilatado y sus labios entreabiertos dejaban escapar su aliento cálido y suave. Podía oírlo perfectamente, cómo el aire entraba y salía de su boca. Me resultó tierno, ella me pareció frágil y menuda. Algo en mi interior acababa de nacer; las ganas de protegerla, de impedir que nada la provocara dejar de respirar, o de vivir.

Me encontré en paz con su presencia a niveles novedosos en mi ser. Sin embargo, era hora de hablar a pesar de que me habría quedado en ese lapso de tiempo por largo rato.

- Creo que lo mejor será que vuelva a su trabajo y que yo hable con su jefe -sugerí.

-Y, si no es inconveniente, me gustaría saber el lugar de su residencia para poder ir a buscarla alli, excepto si prefiere que nos veamos en... -¿Dónde podría decir? Algo sin demasiada gente, pero elegante. Un sitio acogedor que la gustara.

Me quedé sin habla dejando que, de nuevo, un leve rubor llegara a mis mejillas, avergonzado por no saber dónde quedar. Sólo esperaba que ella no quedase decepcionada por mi absurdo comportamiento.

<<Vamos, Steve, ya has tratado con mujeres antes... Espabila de una vez.>> me dije.

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Buenas a todos.

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