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Él. 13

Confirmado, tenía una cita con Betty. Tenía una cita y esta vez iba a asistir. No permitiría que nada me impidiese aparecer, no una segunda vez. Por otra parte, con todo lo que estaba sucediendo en el mundo, y como afectaba al ambiente con los Vengadores, con mis compañeros, que a cada momento era más tenso, una cita era algo más que inapropiado. Resultaba arriesgado, sobre todo para ella, en caso de que todo se torciera de golpe. Ahora no podía preocuparme de Stark, ni de la búsqueda de Bucky, porque precisamente eran factores capaces de impedirme ir a la cita con Betty. Por nada del mundo la dejaría plantada. 

Revisé mi atuendo antes de salir por la puerta. No entendía de moda y menos de qué clase de conjunto sería más adecuado para una ocasión como ésta. Demasiado elegante o demasiado poco, era cuanto alcanzaba a distinguir. Vestir de traje era innecesario e incómodo para ir en moto, al mismo tiempo mi vestimenta diaria era claramente poco adecuada para un evento como este. En todo caso, consideré que la camisa azul marino y el pantalón de vestir gris oscuro era un buen conjunto. 

Basta de nervios y de dudas, Betty me espera y he prometido llegar con brevedad. Con las llaves en mano y la chaqueta de cuero puesta, salí de casa y bajé las escaleras, prácticamente de un salto. No me demoré en montar en mi Harley, ni en ir a la dirección que la encantadora dependienta de esta mañana acababa de indicarme.

El viento, el olor de las calles de Nueva York era distinto, yo era diferente, Betty no era Peggy y necesitaba asimilarlo. Me angustiaba tener a la Agente Carter en mente, era injusto para Betty, yo debía ser racional. Setenta años en el hielo congelaron todo, incluso mis sentimientos, excepto el tiempo para el resto del mundo. Pese a tenerlo asimilado mi burlona mente decidió jugar con mis recuerdos. La música de los cuarenta regresó a mis oídos, el aroma alcohólico, amargo y dulce de aquel bar, su carmín, su vestido rojo... ¿Por qué tenía que pensar en ello ahora? 

Mi enfado en aumento provocó el mismo efecto en la velocidad de mi moto, como si fuera a ser capaz de huir de mis recuerdos. Entonces la vi y todo se esfumó: Peggy, Bucky, Stark, mi identidad como Capitán América. Todo desapareció cuando la vi en la puerta, esperándome. Bajé de mi moto y me acerqué a ella, apenas conseguí reconocerla por su ropa y su aspecto en general. De no ser por su forma de estar nerviosa que me confirmó que era ella, tendría que haber esperado a que lo hiciera por sí misma.

—¿Betty? E-estás...—intenté decir, porque no me salían las palabras para describir lo hermosa que estaba, podría admirarla por horas.

—Te ves preciosa, Betty —confesé sonriendo.

Ofrecí ni brazo para que se agarrara y así volver a mi "reliquia" e irnos al puerto.

—Espero que no tuvieras problemas —me preocupé, por si su jefe necesitaba otra charla conmigo.

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