𝟬𝟭𝟭 DRIFTMARK
king's landing
"Reclamación"
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Seis años después.
La familia de Rhaenyra decidió volver a King's Landing. Regresar a casa no era tan satisfactorio para Sihtric, pero no quería dejarla sola. La ciudad les daba la bienvenida con sus altos muros y torres majestuosas, pero para Sihtric, aquellos muros parecían más una prisión que un hogar.
Ambos entraron a los aposentos del rey Viserys para visitarlo. Los pasillos del castillo estaban llenos de recuerdos y sombras del pasado. El ambiente estaba cargado de nostalgia y melancolía, especialmente para Rhaenyra, que no había visto a su padre en mucho tiempo.
—¿Padre?.— Ella se acercó lentamente hacia la cama del rey, sintiendo un nudo en la garganta al notar cómo su estado estaba empeorando. Viserys yacía en la cama, su rostro pálido y marcado por el dolor y la fatiga. Sus ojos, alguna vez llenos de vida y autoridad, ahora parecían apagados y lejanos.
Sihtric se mantuvo a una distancia prudente para permitirles tener su conversación. Sabía lo importante que era este momento para Rhaenyra y no quería interrumpir. Sin embargo, su corazón latía con fuerza, compartiendo el dolor que veía en los ojos de su amada.
—¿Quién está ahí?.—Preguntó débilmente el rey, su voz apenas un susurro. Intentó enfocar la vista, pero la oscuridad y la debilidad lo envolvían.
—Soy yo, mi rey, Rhaenyra. Estoy aquí con Sihtric.— respondió ella, su voz temblando ligeramente mientras se esforzaba por mantener la calma. El rey Viserys intentó incorporarse un poco, sorprendido por la presencia de su hija.
—¿Sihtric?.—Preguntó con más interés, aunque su voz seguía siendo débil. Su mirada se dirigió hacia el joven príncipe, evaluándolo con la poca fuerza que le quedaba.
Él se acercó, mirándolo con algo de inquietud, pero también con respeto y devoción.
—Sí, mi rey.—dijo Sihtric, inclinando la cabeza en señal de respeto.
Rhaenyra miró a su esposo y luego se giró hacia la puerta, haciendo un gesto para que sus hijos entraran.
—Padre, quiero presentarte a tus nieto.— dijo.—Este es Aegon.—dijo Rhaenyra con orgullo, señalando al niño.— y él es Viserys.—continuó, sonriendo al ver al otro niño que se mantenía cerca de su hermano mayor.
El rey Viserys esbozó una sonrisa débil pero genuina al ver a los niños.
—Viserys... ese es un nombre digno de un rey.— comentó con un destello de orgullo en sus ojos. Sus palabras, aunque breves, estaban llenas de significado y emoción.
Rhaenyra se rió junto con Sihtric, sus risas A pesar de las circunstancias, el amor y la esperanza seguían presentes en su familia, y ese momento, aunque breve, sería un recuerdo preciado para todos ellos.
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Sihtric caminaba por los pasillos del castillo, notando cómo algunas cosas habían cambiado desde su última visita. Las antorchas iluminaban tenuemente las paredes de piedra, y el eco de sus pasos resonaba en la vasta estructura. De repente, vio a Lucerys con un rostro desanimado, vagando por los pasillos, arrastrando los pies.
—Lucerys.—llamó Sihtric, acercándose rápidamente a su hijo.—¿Qué sucede? ¿Por qué tienes esa cara?.—Preguntó, mirándolo con preocupación. Podía ver la tristeza en los ojos del niño, una tristeza que no debería estar allí a tan corta edad.
Lucerys levantó la vista hacia su padre, sus ojos oscuros reflejaban una mezcla de tristeza y frustración.
—No me gusta volver a King's Landing...— dijo en voz baja, casi como si tuviera miedo de que las paredes escucharan su confesión.
Sihtric lo miró con empatía, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que su hijo estaba pasando por un momento difícil.
—Estamos aquí para defender la línea de tu madre. Tenemos que apoyarla, aunque a ambos no nos guste estar aquí.—dijo, intentando ofrecer consuelo con sus palabras.
—Padre... todos los lords me miran mal. Nos miran a mí y a mi hermano como si fuéramos unos bichos raros.—dijo Lucerys con tristeza, bajando la cabeza y encogiéndose de hombros. Sus palabras estaban cargadas de dolor y resentimiento.
Sihtric sintió un golpe en el corazón al escuchar a su hijo.
—No, ustedes no son nada de eso.— respondió con firmeza, intentando transmitir seguridad a Lucerys.
—Me miran con disgusto.— insistió Lucerys, su voz temblando ligeramente. Levantó la vista de nuevo, y Sihtric pudo ver las lágrimas acumulándose en los ojos del niño.
Sihtric se agachó hasta quedar a la altura de su hijo, tomando suavemente su rostro entre sus manos.
—Escúchame, Lucerys. Tú eres un Targaryen y serás el heredero de Driftmark.— dijo con determinación, su voz resonando con una fuerza tranquila.—Nada de lo que digan los demás importa. Tú eres mi hijo y no permitiré que digan cosas desagradables de ti.
Lucerys parpadeó, intentando contener las lágrimas.
—Quisiera tener la valentía que tienes tú, padre... Eres tan perfecto.—murmuró, su voz apenas audible.
Sihtric sonrió levemente, conmovido por las palabras de su hijo.
—Lucerys, estoy lejos de ser perfecto.— respondió con suavidad.—Pero lo que importa es que enfrentemos estos desafíos juntos. No estás solo en esto.— Besó a su hijo en la frente, sintiendo la calidez y la inocencia que aún emanaban de él.
—Vamos al gran salón y que las palabras de esos estúpidos lords no te afecten. Ignóralos.— dijo, levantándose y extendiendo una mano hacia Lucerys. El niño tomó la mano de su padre, sintiendo una renovada sensación de fuerza y coraje.
Juntos, comenzaron a caminar hacia el gran salón, donde las voces de los lords resonaban en un murmullo constante. Sihtric apretó la mano de su hijo, recordándole con ese simple gesto que siempre estaría allí para él, sin importar lo que sucediera.
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El gran salón estaba lleno de gente, todos ofreciendo sus discursos. Sihtric suspiró con angustia, mirando al frente, donde su padre estaba sentado en el trono. Cuando llegó el turno de la princesa Rhaenyra, las puertas se abrieron, revelando al rey Viserys, quien volvía a ocuparse de sus asuntos.
Sihtric miró con determinación y seriedad al rey, mientras el príncipe Daemon lo ayudaba a sentarse en el Trono de Hierro.
La princesa Rhaenys avanzó con confianza, tomando la palabra.
—Siempre fue el deseo de mi esposo que Driftmark fuera heredado por el legítimo hijo de Ser Laenor... Lucerys Velaryon.— proclamó con voz clara y decidida.
Sihtric desvió la mirada hacia su hijo y notó cómo miraba nervioso e inseguro a la princesa Rhaenys.
—Su deseo nunca ha cambiado, y tampoco mi apoyo.—continuó Rhaenys.—De hecho, la princesa Rhaenyra me informó de su deseo de casar a sus hijos, Jace y Luke, con las nietas de Lord Corlys, Baela y Rhaena.
Lucerys, confundido, miró rápidamente a su madre, pero sabía que era una decisión justa que ella había tomado.
—Es una propuesta que apruebo plenamente.— agregó Rhaenys con firmeza.
El rey Viserys, después de escuchar las palabras de la princesa Rhaenys, reafirmó a Lucerys como el heredero de Driftmark.
Mientras todos parecían satisfechos con la decisión, los rostros de Alicent, Otto y el príncipe Vaemond Velaryon reflejaban una clara decepción. Vaemond, con una expresión de enojo, comenzó a decir palabras inapropiadas sobre los hijos de Sihtric y Rhaenyra.
—¡Él no es un verdadero Velaryon!.— protestó enfurecido, señalando a Lucerys.
Sihtric frunció el ceño y apretó sus manos con rabia contenida.
—Vayan a sus recámaras.—dijo Rhaenyra a sus hijos, defendiéndolos con firmeza.—Ya ha dicho suficiente.
Sihtric sintió cómo la mano de Lucerys se aferraba a la suya y no se alejaba.
El príncipe Vaemond miró fijamente a Sihtric, quien mantuvo su postura firme.
—Sus hijos... ¡son bastardos!.— gritó con furia.—Y ella... es una golfa.
Rhaenyra se sorprendió ante las palabras, y Sihtric soltó la mano de Lucerys. Daemon lo miró y le hizo una señal con la cabeza.
—Yo... tomaré su lengua por eso.—dijo el rey Viserys, sacando una navaja.
Sihtric, sin dudarlo, se interpuso detrás de Vaemond y, en un instante, sacó su espada y la atravesó por la mitad de la cabeza del Velaryon. Todos se sorprendieron, mientras la mitad de la cabeza caía al suelo.
Sihtric plantó su espada en el suelo y miró el cuerpo con una leve sonrisa.
—Puede quedarse con su lengua.— dijo, aún mirando hacia abajo.
—Desármelo!.—gritó Otto Hightower, sin importarle que fuera su familiar.
—No es necesario, padre.— dijo Sihtric con tranquilidad, limpiando su espada mientras volvía a su lugar.
Sus hijos lo miraban con sorpresa, pero ninguno se atrevió a hablar. Tampoco estaban enojados con él.
Esa noche, hubo una cena con la familia. Todos estaban concentrados en sus asientos mientras el rey daba sus felicitaciones a los hijos de Rhaenyra y Sihtric.
Sihtric, sentado junto a su esposa, notó cómo su hermana y su padre los miraban fijamente. Desvió la mirada hacia sus familiares y vio la decepción en sus rostros.
Sihtric era la oveja negra de la familia, pero a él no le importaba ahora.
Después comenzó el banquete y todos comenzaron a comer. Después de las palabras del rey, la cena mejoró un poco y todos comenzaron a hablar entre ellos. La cena se llenó de risas y hubo un pequeño baile entre el príncipe Jacaerys y la princesa Helaena.
Sihtric sonrió ante la amistad que se había formado, pero notó cómo su sobrino Aemond estaba quieto, mirando fijamente a Lucerys con seriedad. De repente, se levantó levantando una copa, y todos lo miraron confundidos.
—Un tributo final... por la salud de mis sobrinos, Jace, Luke y Joffrey, atractivos y, como su padre... fuertes.— dijo Aemond con una sonrisa irónica.
—Aemond...—dijo la reina, tratando de detenerlo.
—vaciemos nuestras copas por los tres jóvenes fuertes.— remarcó Aemond, enfatizando la palabra—fuertes.
—Te reto a que lo digas otra vez.— dijo Jacaerys con firmeza, avanzando hacia él.
—¿Por qué? Solo fue un cumplido.— respondió Aemond, sonriendo burlonamente.
Jacaerys se apresuró hacia Aemond y, en un instante, le dio un golpe en el rostro. Aemond sonrió levemente y lo empujó con fuerza, haciéndolo caer.
Aegon, no queriendo quedarse atrás, agarró a Lucerys y golpeó su cabeza contra la mesa.
Los jóvenes intentaron seguir peleando, pero los guardias los separaron. Rhaenyra y Sihtric se miraron y se levantaron rápidamente para detenerlos.
Jacaerys se soltó de los guardias y quiso acercarse a Aemond.
—Espera.— dijo rápidamente Sihtric, deteniéndolo.—No dejes que te provoque.—le dijo en voz baja.
—A sus aposentos, ahora.—ordenó Rhaenyra, llevándolos lejos.
Sihtric desvió su mirada hacia su sobrino, manteniendo su mirada fija en él, y notó cómo Aemond se retiraba con un suspiro. Sonrió con burla por lo bajo.
—Será mejor que volvamos a Dragonstone.— dijo Rhaenyra, preocupada.
—Pero acaban de llegar.—se acercó la reina a ella.
Sihtric la miró, pero decidió irse del salón. No estaba de humor para una conversación con su hermana. Sin embargo, la voz de la reina lo detuvo.
—Sihtric.— dijo ella por detrás. Él se dio la vuelta.
Su esposa le hizo una señal con la cabeza, indicándole que hablara con ella. La platinada le dio un suave beso en la mejilla y se retiró. Alicent ordenó a los presentes que se retiraran, quedando solo los hermanos Hightower.
—Hace tiempo que quería hablar contigo, hermano.— sonrió ella.—Te extrañé mucho.— dijo, dejando las palabras en el aire.
Sihtric la miró fijamente, pero luego suavizó su mirada. Después de todo, era su hermana.
—También te extrañé.—contestó.—Es una lástima que tenga que irme."
—Puedes quedarte unos días. Rhaenyra volverá en un dragón.
—Tengo que acompañarla.
—Ella está de acuerdo en que te quedes aquí, Sihtric.— dijo, tomando sus manos.—Deberíamos pasar al menos unos días como familia.
Sihtric miró las manos de su hermana y luego levantó la vista.
—Está bien, hermana.— sonrió dulcemente.—Anhelo ver nuevamente a mi viejo amigo Finan y pasar un tiempo contigo.
Ella sonrió.
—Sir Finan estará muy feliz con tu presencia aquí. Ansiaba tu visita a King's Landing.
Alicent apretó sus manos alrededor de su hermano, cerrándolo en un abrazo frío.
—No sabes lo difícil que fue estar aquí sola sin tu apoyo...
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Yo no cambie el aspecto físico de los hijos de rhaenyra osea aegon y Viserys, si no que acá en mi fanfic tienen el pelo de su madre platinado.
Por qué lmao en la vida real también puede suceder eso, aveces pueden tener pelo de su padre o madre.
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