Capitulo XXVII
Narra Ciel:
Sebastián: tu eres mi xodó, Ciel...
Terminado de decir esto, atacó nuevamente mi boca con la suya... Devorando mis labios. Comencé a sentir calor, demasiado... Y estoy seguro que su cuerpo tambien se estaba calentando. Paso de estar sentado a mi lado a subir sobre mi, sin soltar aquel beso ardiente.
Me estaba quedando sin aire, por lo que enrede mis finos dedos en su cabellera azabache, indicándole que necesitaba que se aleje por un breve momento. Él capto el mensaje, por lo que tomo un poco de distancia.
Verlo era glorioso, su rostro es anatómicamente perfecto, sus largas y oscuras pestañas cuidaban con elegancia aquellos hermosos rubis carmesí... Me volvia loco.
Sus labios pasaron hasta mi cuello, besando desesperadamente aquella zona, como si la anhelara desde hace tiempo... Pero eso me hizo sentir un poco humillado, no por lo que hacia, sino por mi psoriasis... No quisiera que él sintiera asco de mi.
Yo: Mm... Sebastián...
Sebastián: ¿Deseas que me detenga?
Yo: N-no... sigue.
Asi lo hizo, prosiguió saboreando cada rincon de mi cuello. Yo, por mi parte, pasé mis manos por su nuca, enredando mis dedos en sus finos cabellos, y poco a poco bajaban hasta llegar su espalda... Me quede acariciando ahí, se sentia tan fuerte, pero tenia algo raro, como un sobre hueso. Toque aquella extraña deformación con la punta de mis dedos, apretando un poco... Lo que provocó que de su boca saliera un sonido raro, algo como un gruñido, pero no estoy seguro con que compararlo.
Yo: L-lo siento... ¿Duele?
Sebastián: No toques... Esa zona...
Yo: ¿Porque? ¿Que te paso?
Volvi a presionar, y juro que senti que algo se movio un poco. Antes de poder decir cualquier cosa, él se levanto, quedando de pie junto a mi... Fue un movimiento realmente rápido, que casi ni pude ver el momento en que se movio. Creo que apenas paso un segundo y mi padre entró a la habitación. ¿Como sabia que venia? Yo ni siquiera lo oí acercarse... Algo definitivamente no es normal.
Papá: ¿Como te sientes, Ciel?
Se acerco a mi, colocando su mano en mi cabeza. Mi respiracion estaba acelerada y mi cuerpo seguia caliente, pero él no debía saber lo que paso con Sebastián.
Yo: Estoy bien...
Me acosté y tape mi cabeza con la sábana, actuando como un niño caprichoso... Pero en realidad, no quería que me viera tan sonrojado, temia que sospechara que algo raro estaba pasando con mi cuidador.
Sebastián: ¿Los doctores le dijeron cuando le pueden dar el alta?
Papá: Pasara la noche aquí y podra volver a casa mañana a primera hora.
Sebastián: Entiendo, al ser el responsable del bienestar del señorito Ciel, espero poder quedarme a acompañarlo.
Papá: Tendre que hablar con los doctores, pero dudo que haya problemas.
Claro, él fue quien me enseño a sobornar a la gente con dinero... Seguro le diran que sí.
Quedarme toda la noche en el hospital, que fastidio... Pero si Sebastián esta conmigo, es poco probable que algo pueda hacerme daño.
Mi predecesor se retiró, dejándome con la dulce compañía del azabache, aunque las fuerzas de mi cuerpo me abandonaban, ya que poco a poco quedaba dormido.
Me despertó aquella voz tan seductora y varonil... Pero no estaba hablando conmigo.
Apenas logre abrir mi ojo, lo vi sentado junto a la ventana, la lluvia caía fuerte, y los rayos reflejaban un poco de luz en aquel cielo tan oscuro. Él estaba hablando por teléfono, pero los sonidos eran tenues, no lograba entender lo que decía, pero creo haber odió algo de un gato.
Al verme, me regalo una atractiva sonrisa, que acepte dandole una a él. Al terminar la llamada, se sento junto a mi, poniendo su mano en mi cabeza... Amo cada minimo contacto que su piel pueda ofrecerme, amo hasta las mas estupida mirada que me dedique, y lo seguire amando incluso cuando mi corazon sea incapaz de acelerarse de la emocion de tenerlo cerca. Pero quiero que lo sepa.
Con esfuerzo, me sente en la camilla, y rodeo con mis brazos su cuello, en un dulce abrazo... Al cual él correspondio haciendo lo mismo.
Yo: Sabes tanto de mi... Más que cualquier otra persona, me atrevo a decir.
Mis dedos jugaban entre sus oscuros cabellos, sentía su respiración caliente chocar contra mi cuello.
Yo: Es frustrante... Yo apenas se de ti.
Nuestros cuerpos se separaron, sus manos estaban en mi cintura, y sus ojos clavados en los mios... Yo lleve mis manos a su rostro, mis dedos daban caricias a sus mejillas.
Yo: Quiero conocer ese lado tuyo que no le muestras a nadie...
Mi mano derecha tomo su mano izquierda, llevándola a mi pecho y haciendo que presionara aquella zona.
Yo: Algo en mi... En lo mas profundo de mi ser... Me dice que no eres del todo sincero conmigo.... Y deseo tanto que lo seas, que no me ocutes nada, que no mientas. Dejame ver quien eres.
Él no dijo nada... Tampoco hicimos nada por unos minutos. Finalmente, reacciono... Se levanto de la cama, camino hasta la puerta y se quedo frente a esta por unos segundos, luego puso la cerradura. Camino hasta la ventana, cerrando todas y cada una de las cortinas.
Al terminar toda esta extraña rutina, se paro frente a la camilla en la me encontraba, mientras desprendia su camisa.
Sebastián: No quiero perderte...
Yo: No lo haras...
Estaba nervioso, no se exactamente que va a pasar ahora... Pero da igual, estoy listo para él.
Una vez su torso estuvo desnudo, él se acerco a mi otra vez, yo hice lo mismo, dirigiendome a la punta de la camilla... Pero no nos tocamos, aun cuando nuestras narices estaban muy cerca.
Oi un ruido extraño... Como el de unos huesos rompiéndose, no obstante, él no parecia sentir dolor. Note como algo de su espalda se comenzaba a mover, como si algo estuviera saliendo... Al igual que de su cabeza. Sus ojos se hicieron varios tonos mas brillantes, y sus manos estaban tomando un tono negro y unas largas uñas.
Finalmente, se mostro en su máximo esplendor.
Tenia un par de cuernos decorando su cabeza, demasiado grandes... Sus colmillos se marcaban, pero no eran gigantescos, aun asi eran voluminosos... Y de sus espalda brotaban unas gigantescas alas de plumas negras, se veian preciosas.
Él permaneció mirandome fijamente, sus ojos parecian vacios o enojados en cierto aspecto... No me gusta esa expresión. Acaricie mis labios con los suyos, pronto estos se comieron entre ellos, dejandonos en un beso dulce y calido. Sus alas comenzaron a rodear mi cuerpo, mientras sus manos se ponian en mis mejillas para acariciarme. Al separarnos, puse mis manos en sus mejillas también, mientras nuestras narices jugaban entre ellas.
Yo: Gracias...
Solo eso tuve que decirle... Con eso era suficiente. Ahora sabia que, pese a ser lo que era, lo seguiria amando de la misma manera que lo hice antes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro