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Capitulo XVIII

Narrador omnisciente:

Sebastián: Señor Phantomhive, entiendo su preocupación...

Vincent: ¿Entiendes? Te dejé llevarte a mi hijo, solo tenias dos reglas... ¡Una de esas era responder a cualquier llamada!

Eran las 06 : 00 de la madrugada, el niño estaba sentado junto en la punta de la cama, observando como su cuidador hablaba por teléfono con su padre, podía oír cada palabra, ya que el tono  de voz del hombre que cruzaba la línea era demasiado alto.

Vincent: Tuve que llamar al hotel ¡¿Puedes imaginarte el panico que senti cuando me dijeron que salieron durante la tarde y no volvieron?!

Sebastián: De veras, lo siento.

Vincent: Mandare a Tanaka a buscarlos inmediatamente, espero que tengan todo listo para volver... Y tus disculpas no me sirven, no puedo dejar a mi hijo al cuidado de alguien tan irresponsable.

Rápidamente, el joven azulino se puso de pie, arrebatando el celular de la mano de su cuidador.

Ciel: Papá, yo...

Vincent: Ya hablare contigo en casa.

Terminando de decir esto, la llamada finalizó.

Narra Vincent:

Deje el teléfono en el escritorio, refunfuñando y maldiciendo. Una de las mucamas se acercó a la puerta, junto con mi esposa.

Rachel: ¿Todo bien?

Yo: Si, cariño... Ya hablé con Sebastián. Por favor, dile a Tanaka que venga.

Ambas se retiraron.
Me senté mirando el enorme ventanal, esperando a que mi mayordomo llegase para darle la orden... Pero tuve otra visita antes.

Ann: Toc Toc...

Decía la dama de cabellos rojos, al mismo tiempo que tocaba la puerta. Volvi mi vista hasta ella.

Yo: Que gusto verla, señorita.

Ann: Ya está, soy yo... Olvídate de las formalidades.

Entro hasta el cuarto, quedando uno frente del otro, solo separados por la mesa del escritorio. 

Ann: Sir Baruch...

Yo: Sir Élfego...

Ambos nos reímos de tono tan exagerado que teníamos en ese momento.
Debo de aclarar esta historia... Cuando yo conocí a Rachel, Ann todavía era un jovencita, y rápidamente nos hicimos amigos, pasábamos muchas tardes los cuatro, junto con mi hermana, leyendo y charlando... Pero que los dias donde Rachel se encontraba grave, yo tomaba alguna obra de teatro que tenia en la biblioteca de mi casa, y junto con Ann y Francis dábamos una pequeña función. Ninguno sabía de actuación, ni siquiera éramos buenos haciéndolo... Pero a Rachel la ponía de buen humor. Con el tiempo, escribimos una obra de teatro nosotros mismo... No era una buena historia, y sus personajes no eran los mejores, pero eran carismáticos con con personalidades únicas... Yo era "Sir Baruch", el típico joven torpe... Ann se ponía un sombrero y traje, y se transformaba en "Sir Élfego", el valiente caballero... Y mi hermana era "Lady Zali". Pasamos muchas tardes dándole vida a nuestros personajes mientras Rachel luchaba contra el asma. Recuerdo que Ann una tarde me confesó que quería ser doctora para cuidar de su hermana. Realmente, no me sorprende en lo absoluto que haya salido tan exitosa en una carrera tan compleja, después de todo, siempre fue alguien muy lista.

Yo: ¿Que te trae?

Ann: Vine a mostrarles unas fotos que hice revelar... Son en Cameden.

Me dio un sobre, lo abrí y obcerve detalladamente las fotos.

Ann: Las traje para ver si mi hermana quiere quedarse con alguna. Mira lo lindo que se ve mi sobrino.

Llamo me atención una en la que se veía a Ciel sonriendo, desde hace tiempo no le gusta sonreír para las fotos... Pero en esta no parece siquiera haberse dado cuenta que lo estaba fotografiando.

Ann: Haa, esa no... Esa es para mí. Ciel y Sebastián estaban discutiendo, entonces aproveché para tomar ese hermoso momento... Sebastian siempre logra hacerlo reír de alguna forma.

Yo: Se ve más bonito así.

Ann: Es lo que siempre le dije. ¿Ellos vuelven hoy, verdad? ¿Como a la tarde?

Yo: No, estoy mandando inmediatamente a buscarlos.

Ann: Ooh, ¿Paso algo?

Yo: Creo que despediré a Sebastián.

Su mirada cambió totalmente, como si estuviera frente a frente con un fantasma.

Ann: ¿Pero por qué? Digo, es bueno en lo que hace, y le importa mejorar... Además, hace que Ciel se sienta un poco mejor, y parece que ya establecieron una amistad.

Yo: Volvieron de estar todo el día en la calle a las cuatro de la mañana.

Ann: ¿Y eso que? Yo me escapé muchas veces en mi adolescencia para ir a fiestas, y lo sabes... Tu me cubriste en muchas de esas... Además-

Nos interrumpió el sonido de la puerta, cuando llevamos nuestra mirada a esta nos encontramos con Tanaka, quien dio unos pasos hasta nosotros.

Tanaka: Permiso señor ¿Tiene alguna orden para mí?

Yo: Si, necesito que busques a Ciel y a Sebastián.

Tanaka: Por supuesto, señor. Con su permiso

Una vez el se retiró, mi cuñada volvió a mirarme... Estaba apunto de decir algo cuando la interrumpi.

Yo: Primero, Ciel es un niño, no un adolescente... Segundo, estaba solo, lejos y con alguien que aún no conocemos del todo... Y tercero, mi hijo tiene sus límites he inconvenientes.

Ella solo suspiró mientras miraba a cualquier lado, sin idea alguna. Volvió sus ojos a mi mientras su mano se posaba en la mía.

Ann: Amo mi sobrino, como si fuera mi propio hijo ¿Sabes? Y te diré esto, no como su doctora... Ni como su tía, sino como tu amiga... Ciel tiene una condición débil, es verdad, no te lo discuto, y jamas lo haré... Por eso mismo, tienes que saber que, por su asma y sus defensas tan pero tan bajas, no está asegurado que pueda vivir más de los treinta años.

Estuve apunto de interrumpir su platica, cuando ella volvió a tomarme.

Ann: No, Vincent... Basta, deja de negartelo y escúchame. No le des a mi niño más dolor del que ya tiene... Es un porcentaje simplemente, no te digo que será exactamente así... No estoy segura, nadie lo está. Pero lo que si se es que si sigue encerrado como lo estaba antes de Sebastián... Él puede morir muchos más joven, no por la fiebre o por su estado... Se va a morir de aburrimiento, de melancolía, se va a morir de tristeza. Y es una forma muy dolorosa de irse. Es verdad que ahora está expuesto a peligro... Pero al menos está disfrutando, está dispuesto a correr ese riesgo. Todos moriremos en algun momento... Pero si lo vuelves a encerar, él abra muerto sin siquiera haber vivido.

Se puso de pie y se retiró. No lo voy a negar, yo se que tiene razón.

Narra Ciel:

Sebastián y yo subimos al auto que acababa de llegar. Estábamos en total silencio, ni siquiera Tanaka hablaba.
Si despiden a Sebastián, no se los perdonaré nunca. No es justo que me quiten lo único bueno que me pasó en mucho tiempo.
Pobre Sebastián, él parecía preocupado... Miraba la ventana de forma perdida. En parte, se que se siente culpable, debe de pensar que hace mal el trabajo de protegerme. Me apoye en su brazo, llamando así la antencion del azabache, quien paso su brazo detrás mío para abrazarme mientras yo me acomodaba en su pecho y su otro brazo posaba por frente mío. Desearía que el viaje no se acabara nunca.
Que horrible el momento en el que vi la casa frente nuestro. Una vez el auto se detuvo, una de las sirvientas tomó el equipaje que teníamos.

Tanaka: El señor Phantomhive los espera a ambos en el estudio.

Mientras caminábamos por el pasillo, noté las distintas reacciones que teníamos Sebastián y yo. Él parecía preocupado, yo estaba enojado.
Una vez estuvimos frente a la habitación, nos encontramos con mi padre sentado frente a su escritorio.

Papá: Ciel, ve a tu cuarto, quiero hablar a solas con Sebastián.

Yo: Wenn du mich von ihm wegnimmst, werde ich dir nicht vergeben. Hörst du mich?

Comencé a hablarle en alemán por qué sabía que así Sebastián no me entendiria, pero mi padre si. La traducción de lo que le dije sería "Si me alejas de él no te perdonaré. ¿Me escuchas?"

Papá: Tanaka, levántate a Ciel. Y luego necesito que vuelvas.

Yo: Du kannst mir das nicht antun ... Du bist mir tot!

"No puedes hacerme esto ... ¡estás muerto para mí!" Fue lo ultimo que pronuncié antes que Tanaka le sacara.
Me dejaron en mi cuatro, donde lo único que pude hacer es desquitar mi enojo con las almohadas, las cuales tiré de la cama mientras maldecía. Pero al cabo de unos segundos, volví a recogerlas y acomodarlas, solo porque no le gusta verlas en el piso. Me tiré en el colchón, mirando directamente al techo, desconozco cuantos minutos abre pasado así, pero volvía a la realidad al oír la puerta abrirse. Gire mi cabeza para encontrarme con Sebastián, rápidamente me arrodille en la cama.

Yo: ¿Que tal te fue?

Sebastián: Me despidieron.

Yo: ¿Que?

Sebastián: Si, lo siento.

Yo: ¿Solo por esta estupidez? No tiene sentido... Ahora mismo voy a hablar con él.

Él comenzó a reírse, y a pocos pies de la puerta oí como otra persona se reía también.

Sebastián: Perdón, señor Phantomhive, no puedo hacer esto.

Papá: ¿Pero verdad que se ve adorable cuando se enoja?

Yo: Idiota, me espantaste...

Le tiré una almohada a Sebastián, mientras mi padre aparecía por la puerta riendo también.

Sebastián: Ten un poco de sentido del humor... No puedes enojarte por una simple broma.

Yo: Los odio, a ambos.

Les cerré la puerta en la cara, aun podía oír como se reían de lo sucedido.
Por un lado, son unos tarados... Por el otro, es un alivio saber que todo está bien.

~◇~

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