chapter one: little Shiba
Eran vacaciones de invierno, la nieve caía por todos lados, copos de nieve que se derretían con apenas tocarlos. La gente amaba los días nevados, desde poder hacer muñecos de nieve hasta tomar chocolate caliente sintiéndose cálidos en su hogar.
Sana lo veía así, se sentía bien en los días de invierno, ella amaba pasear por su vecindario y ver a niños jugar en la nieve o ver la hermosa vista que se formaba, ella siempre llevaba una sonrisa en el rostro, amaba el invierno, la nieve y todo lo que se relacionaba con ella.
Solía tomar chocolate caliente en su casa cuando el frío era muy violento, pero estar al lado de la chimenea viendo desde la ventana el paisaje era algo que ella nunca se perdía. Recordaba que cuando era pequeña tenía un trineo al cual llamo "sleigh on fire" un nombre bastante largo pero ella estudiaba en profundidad el inglés y le encanta esa materia así que pensó en ese nombre. Siempre se divertía paseando en su trineo pero un día de sus paseos, el trineo se desvío y termino estrellándose contra un árbol, se hizo uno que otro raspón pero en cambio su trineo estaba destrozado.
Sus padres le prohibieron tener otro trineo, pero eso no le impidió que disfrutará de los días nevados en su vecindario.
Sana era de esas personas que estaban dispuestas a ayudar en todo, aunque seas un completo desconocida ella lo haría igual. Ayudaba tanto como a personas y a animales pequeños, solía darle comida cuando los veía en la calle pero llegó a ver algún que otro animal herido y por está razón los llevaba al veterinario más conocido en su vecindario, dónde el personal de allí siempre la saludaba con una sonrisa, incluso logró hacer amigos ahí, pero lo más importante para ella era la salud de los animalitos que llegaba encontrarse en mal estado, todos estaban encantados de la hermosa Minatozaki Sana.
De hecho a Sana nunca le molestó que la llamen " la rescatadora de animales", pudo acostumbrarse con el tiempo y lo tomo bien. Le parecía lindo que hubiera gente que la admirará de esa forma, la mayoría de la gente solía hablar maravillas de Sana y era muy conocida por todo su vecindario contando en los veterinarios a los que solía ir también.
Ahora se encontraba en unos de sus paseos matutinos, estaba bien abrigada, con una bufanda, guantes, gorro y un abrigo afelpado rosa, Sana amaba el rosa, podría decirse que era el color que la caracterizaba, incluso su pelo era de color rosa.
Caminaba por las calles de su vecindario, no mentiría porque era verdad que se estaba muriendo de frío, su naricita estaba roja y sentía que se congelaba, pero ella amaba salir a ver el paisaje y aunque tenga que caminar casi hundiéndose en la nieve no le importaba.
Escuchó un ruido que le llamó la atención, en específico un animal llorando, pero la neblina le cubría la vista, así que decidió guiarse por el llanto.
Llegó hasta donde creía que había escuchado el llanto y estuvo en lo correcto. Habia una caja de cartón parecía estar bien enterrada en la nieve, no del todo, pero casi la cubría por completo. Vio a un perrito Shiba adentro llorando y temblando del frío y si no fuera porque estuviera temblando ella estaría chillando de la emoción y ternura de ver a su perro de raza favorito. Saco la caja con mucho esfuerzo y también saco a el perro envolviendo adentro de su abrigo, logró ver qué había una dentro de la caja así que la saco y vio que decía "cuida de mi, por favor." No sabía quién, pero sabía que esa persona había sido muy cruel para dejar a su mascota en medio de la nieve.
Sana sabía que tenía que llevar al pequeño Shiba a un veterinario, iría al más cercano, su veterinario favorito, pero no lograba ver ningún taxi pasar algo que era obvio, el viento era violento y había mucha nieve y eso significaba que el autobús tampoco pasaría y si llegaba a pasar será en media hora o una hora después. Decidió que caminar era su única opción, le tomo tiempo y talvez una semana en cama por el resfriado que le daría pero logro llegar, cuando entro sacudió un poco su abrigo, aunque sintió mucho más frío allí dentro.
Desvío su mirada a la persona que administraba el lugar, que al terminar de atender a alguien le dirigió la mirada también y se preocupó al verla así, se acercó a Sana y la tomó por los hombros.
-¿Qué fue lo que te pasó?- preguntó.
- Tuve que venir caminando hasta aquí, ya sabes que no hay transporte en estos días.- suspiró Sana.
- Oh, ¿Y esté pequeño?- preguntó mirando directamente al perrito que se encontraba en los brazos de Sana.
-Lo encontré abandonado bajo la nieve, tengo miedo de que tenga algo malo y por eso vine.- le contó.
- Entiendo, sígueme.- estaba apunto de jalarla con ella pero Sana se detuvo rápidamente.
- No saqué un turno Mimi..- dijo Sana.
- No digas tonterías, creo que incluso ya tienes pase vip por cliente frecuente.- dijo Mina arrastrando a Sana por los pasillos. Sana creyó que irían a el consultorio de siempre pero no fue así cuando pasaron de largo.
-¿No iré al consultorio de Ji ?- preguntó siguiendo a Mina.
- Nopi, está ocupada además hay alguien nueva aquí así que podrás darle la bienvenida.- sonrió Mina.
-Oh.- Sana asintió con una sonrisa.
- Deberías después ir a la cafetería de aquí creo que Jihyo quería verte.-
- Está bien, nos vemos Mina.- se despidió y la nombrada le dió una cálida sonrisa para luego retirarse del lugar.
Sana tocó la puerta del consultorio recibiendo un "pase" como respuesta, abrió la puerta entrando al lugar y viendo a una veterinaria que nunca había visto antes que al parecer estaba concentrada anotando algo pero cuando le dirigió la mirada, Sana no lo admitiría nunca pero se sintió intimidada por ella.
-¿Eres nueva verdad? Nunca te había visto por aqui, soy Minatozaki Sana pero puedes decirme Sana o Sanari,¡ te doy la bienvenida!- con mucho entusiasmo se presentó y le dió una tierna sonrisa que no fue correspondida.
-¿Qué le pasó?- preguntó mirando al pequeño Shiba y ignorando la bienvenida de Sana.
- Lo encontré abandonado en medio de la nieve ¿Puedes creerlo? No sé cómo puede haber personas tan malvadas..- admitió Sana.
La veterinaria que aún desconocía el nombre tomó al perro entre sus brazos poniéndolo el la camilla, empezó a revisarlo en silencio, un silencio incómodo para Sana.
Sana notó que la veterinaria sonreía viendo al perro pero cuando la volteó a ver su sonrisa se esfumó completamente haciéndola sentir muy nerviosa.
-No noté nada fuera de lugar, al parecer solo se estaba congelando del frío pero ya está bien.- dijo la chica pálida tomando una libreta y empezando a anotar bajo la atenta mirada de Sana.
-¿No tiene nada entonces?-
- solo ví que no se alimento ni bebió nada por algunos días.-le respondió la veterinaria dandole un plato de croquetas y otro de agua al Shiba, el cual empezó a devorar todo.
-¿Qué pasará con él?- preguntó Sana.
- Lo llevarán para darlo en adopción a una buena familia.- le respondió mientras acariciaba el pelaje del perro, piso una pequeña manta encima de este.
-¿Qué pasará si no consigue familia?- preguntó preocupada.
- probablemente se quede ahí por siempre, está raza de perros no es muy adoptada, ya sabes, la mayoría busca perros grandes y fuertes para que los protejan.- suspiró.
- Yo puedo adoptarlo..- Sana no pensó en lo que decía y se arrepintió de haberlo dicho, puesto que sus padres no le permitirían tener un perro.
-¿Vives con tus padres?- preguntó.
Perfecto, era lo único que me faltaba. Pensó Sana.
- ¿Hablas sola?- preguntó viéndola con el ceño fruncido. Sana quiso golpearse la cabeza contra la mesa, había pensado en voz alta pero al parecer no la escuchó.
-No.. y si, si vivo con mis padres.- afirmó rendida.
- Entonces llamalos ahora y quiero escuchar que te hayan permitido tener una mascota.- le dijo.
Sana estaba nerviosa, sabía que si le decía so a sus padres le dirían rotundamente que no.
Marcó el número y su madre respondió.
-¿Sana? ¿Qué pasó hija?-
-Mami, debo pedirte algo importante..-. Le dijo bajo la atenta mirada de la veterinaria.
-¿Dónde estás bebé?- preguntó su madre haciéndola sentir avergonzada por el apodo.
-en el veterinario..-
- ¿Qué te dije de ir rescatando animales por ahí Sana? Entiendo que los ames y quieras cuidarlos pero estás gastando la mesada que te damos en ellos.- le regañó.
Dahyun se quedó sin palabras, no sabía que Sana era ese tipo de persona, se puso a pensar mucho en que ella era igual de pequeña y lo seguía siendo hasta ahora, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Sana.
- ¡Gracias mami! Te quiero y nos vemos luego en casa..- se despidió rápidamente.
-¿Qué te dijo?- preguntó, puesto que no escucho nada al estar pensando en otras cosas.
-Que acepta, ellos están felices por verlo pronto- mintió. Sana se dió cuenta que la chica pálida había estado un poco ida y aprovecho para decirle otra cosa a su madre, estaba mal, pero ese pequeño Shiba necesitaba a una familia que lo ame.
- Bien, tendrás que ir a ver a Mina y ella te dará los papeles que tienes que rellenar para adoptarlo.- le dijo la veterinaria.
- Está bien, nos vemos...- dijo Sana esperando que pudiese saber el nombre de la veterinaria.
- Kim, Kim Dahyun.- respondió.
- Oh, adiós Dahyun..- se despidió con una sonrisa saliendo con el pequeño Shiba en sus brazos.
Se dirigió a la sala de espera y vio a Mina concentrada en una computadora.
- Min - la llamó y está se volteó a verla.
- Sanari, ¿Qué necesitás?- le preguntó.
- Necesito los papeles de adopción, la veterinaria Dahyun me dijo que tenía que rellenarlos..-
-¿Adoptaras a un Shiba?- preguntó sorprendida mirando al perro.
-¿Tiene algo de malo?- preguntó de forma brusca, pensando que se refería a que esos perros eran débiles o lo que solían decir todos.
-No dije eso, solo que dijiste que tus padres no te dejan adoptar perros.- le explicó Mina desviando su mirada para buscar los papeles y entregárselos junto con una lapicera a Sana.
- Ah. - Sana no quiso entrar en detalle puesto que Mina la terminaría descubriendo.
Sana se despidió de Mina para ir a la cafetería del lugar, apartó una mesa y puso al Shiba en sus piernas y tomó los papeles entre sus manos. El formulario que tenía que llenar era bastante extenso y muy específico, así que empezó cuánto antes. Le tomo unos minutos terminarlos que incluso no se dió cuenta de la persona que estaba sentada frente a ella, sino solo hasta que levantó la mirada cuando terminó.
-¿Jihyo?- preguntó sorprendida.
- Esa misma, te veías muy concentrada y no quise interrumpir..- río la coreana.
-Mmh, ya veo. Mina dijo que me querías ver- le contó y Jihyo asintió con una sonrisa.
-Iba a invitarte a salir pero veo que tienes otras responsabilidades ahora.- jihyo dirigió su mirada al perro en sus piernas y le sonrió, al parecer este se había dormido en la piernas de Sana.
- Oh sí, eso supongo.- río Sana.
- Entonces te veré el lunes en clases Sanari.-
- Ahí estaré Hyo, te quiero..- Sana le sonrió tiernamente y Jihyo juraba que sintió su estómago doler.
- Lo sé boba.- Jihyo le correspondió la sonrisa y le doy un beso en la mejilla, se despidió de Sana y se fue.
Jihyo nunca lo admitiría en voz alta, pero estaba enamorada perdidamente de Sana desde que la conoció. Fueron amigas bastante tiempo y no le pudo confesar lo que sentía, para ella aún no era el momento indicado.
Sana pidió un taxi para volver a su casa, se escabulliria para llegar a su habitación sin que sus padres la vean.
Estuvo pensando bastante en esa tal Kim Dahyun, era un poco mas baja que ella, tenía ojos oscuros que Sana sintió miedo al verlos. Su cabello rubio largo con flequillo la hacían ver aún más hermosa, su piel pálida como la porcelana la dejaba impactada. Sus bonitas mejillas, daría lo que fuera por apretarlas aunque sea por milesimo segundo.
¡Esa chica incluso se veía bien con lentes!
Sana siempre sintió que nunca le gustaron las personas que usaban lentes, no quería decirlo pero simplemente no le gustaba pero esta chica, Kim Dahyun, la hizo cambiar de opinión o talvez solo ella era excepción a eso.
- Te llamaré copito porque me gusta el invierno y amo mucho más los copos de nieve.- le dijo Sana al Shiba ahora llamado "copito" el cuál solo le dió la espalda ignorándola haciendo que Sana frunciera el ceño.
-¿Acaso no te gusta? ¡Oye no seas maleducado, no me des la espalda!- le regañó pero el perro estaba más concentrado en ver la televisión en dónde estaban dando caricaturas.
- Sana,¿Estás con alguien ahí?- preguntó su padre desde la puerta cerrada, Sana tenía suerte de que sus padres respetarán su privacidad.
-¡Estoy hablando sola papá!- se excusó Sana y su padre río yéndose por los pasillos. Sana soltó un suspiro aliviada.
-Esto es tu culpa copito, ahora me mandarán a un psiquiátrico pensando que su tierna hija se volvió loca.- susurró Sana hacia el perro, el cual como respuesta la miró, sana juraría que se le formo una sonrisa notable, que también la hizo sonreír.
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