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Capítulo 41

"todos los viajes tienen destinos secretos sobre los que el viajero nada sabe"

- Martin Buber-

Saday.

Fue tanto dolor que amenazaba con acabarme. Un grito abandonó mi garganta quemando en el proceso, conteniendo todo aquello que me esmero en callar, la tristeza, el dolor, la melancolía. Todo que por 18 años he callado, le permito que salga, sabiendo que me puede consumir en el proceso.

La pesadez se hace presente, tomado de la mano con el dolor más grande y desgarrador que nunca antes había sentido. Sabía que, si alguna vez lo sentía debía bloquearlo, pero ignore las alertas que se presentaban en mi cabeza. Todo lo que había logrado, se esfumó, dejándome como antes y un poco peor, ya que en esta ocasión no existiría salida alguna.

No hay nada más cegador, que el dolor combinado con la tristeza, la ira. Cada extremidad de mi cuerpo al moverme me provocaba más dolor, no sé si eso es posible, pero se adueña de mí. Mis mejillas se tornan de rojo manchado con carmesí, me permito llorar reconociendo que este es mi final, no esperaba que fuera de esta forma, sin embargo, lo recibo con los brazos abiertos.

Pero un llanto más fuerte que el mío, me saca del trance que se produce en mi cabeza.

__7 horas antes__

Cuando regrese del hospital, Asher estaba diferente, molesto. Sin embargo, no quise preguntarle el porqué, aunque tampoco tuve que esperar demasiado tiempo, él entró a mi habitación, su rostro reflejaba desconfianza.

—¿Con quién estuviste en ese hospital? —me pregunto de forma directa.

Intento controlarme para no llorar frente a él.

—¿Qué quieres saber? —le respondo evitando su mirada, ya que siento que me quema.

Lo escucho suspirar.

Solo respóndeme, por favor.

—Con mi padre —respondo de forma directa, ganando otra mirada de desaprobación por su parte.

—¿Kaleb? —pregunta con notoria confusión.

—No, Kaden —le corrijo.

—Él no es tú...

No lo dejo terminar, le extiendo el papel con los exámenes de ADN, su mirada cambia a una de confusión.

—Ambos son mis padres, son gemelos idénticos genéticamente, es algo extraño, no suele ocurrir siempre, son casos especiales y son uno de esos.

—No lo sabía, pero igual no quiero que los vuelvas a ver a ninguno de los dos. —sentencia.

Mi mente divaga trayendo a acotación los recuerdos de aquella noche.

—Saday, ¿Cómo es posible que no me dejes ir contigo, pero a ella si? —la queja de Sandra me regresa a la realidad.

—¿Yo? Ambas se autoinvitaron, no puedo hacer mucho —me defiendo.

—Ella parece un globo a punto de reventar y la llevas, pero claro no quieres llevar a tu linda sobrina/tocaya —se vuelve a quejar.

Volteo a ver a Lucia y si parece un globo a punto de explotar. Han pasado dos meses desde que Sandra dio a luz y lucia está cerca de seguirla.

—Evangeline —recalca su nombre—, tiene casi dos meses de nacida. Y según el reglamento de vuelo, un bebe después de las 3 semanas de nacido ya puede viajar —ataca Sandra.

—Testaruda —me quejo.

—Yo tengo 36 semanas de embarazo, idiota —contraataca Lucia contra Sandra.

—Son dos grandes granos en mi nalga —me quejo.

—¿Qué me quieres decir? —se cruza de brazos Sandra.

—Nada, nada, solo suban antes de que me arrepienta y las mande a ambas para sus casas —niego con la cabeza.

Subo al avión de forma rápido, siendo la primera en abordar. ¿Abordar? Si, Asher considera que es una buena idea que tenga un viaje de vacaciones antes de entrar a la universidad. Los minutos pasan y comienzan a abordar. Los primeros en subir, son Duncan con Sandra y la bebe. Le sigue Lucia que parece que no puede caminar casi, juntamente con Luke. ¿Qué ha pasado entre nosotros? Bueno, creo que en este viaje talvez le dé otra oportunidad y ver que pasa. Kaleb se hace presente entre todos. Me sorprende como Asher confía más en él, que en Kaden.

Asher sube con Valentina, que no está muy contenta, ni conmigo o los presentes. Mi mirada regresa a Kaleb que se mueve hacia la cabina del copiloto.

—¿Por qué él...? —pregunto esperando que alguien me entienda y responda.

—Porque va a ser el copiloto —responde Asher.

No pregunto más, solo asiento y sigo con mi tarea de perderme entre los recuerdos.

El avión comenzó a subir, mis manos se tornan frías como el hielo. Mi corazón comienza a bombear más rápido. Un presentimiento se adueña de mí ¿algo va a pasar? Me cuestiono a mi misma. Los primeros minutos se tornan insoportable producto de las turbulencias. Pero segundos después una azafata aparece, con su traje azul, ajustado a su cuerpo. Busco a Duncan con la mirada, pero ignora a la mujer, Luke hace lo mismo.

—Ya pueden desabrochar sus cinturones, disfruten del viaje —nos informa y desaparece.

Tengo la intención de llamar a la señorita, para pedirle algo de tomar, pero algo me detiene, en especial una voz que me eriza.

—Hola —pronuncia esa voz gruesa.

Me giro encontrándome con Kaden, pero sus ojos, son más oscuros. Sus pupilas están dilatadas, su cabello no está ordenado como siempre, ahora es un desorden, no porta su traje, ahora está con una ropa casual. Pero su voz, sus ojos, todo él me indican que no es Kaden, que es su otra personalidad.

—¿Qué haces aquí? —salta Asher contra él.

El miedo se adueña de mi pecho, traspasando una sensación de frío por mi cuerpo. Pero Kaden lo ignora, de esta forma su mirada se centra en la mía.

—No eres Kaden —afirmo y él niega con la cabeza.

—Soy sombra, un gusto conocerte pequeña —extiende su mano hacia mí.

Pero tal acto es interrumpido cuando Asher lo empuja, pero lejos de moverlo solo provoca su ira. Ya que lo sujeta por la camisa y con una fuerza extraordinaria lo empuja contra la puerta del baño. Asher no se asusta, no le intimida, la verdad es que si le debería temer.

—A mí no me tocas, pedazo de basura —escupe las palabras Kaden.

Me levanto de mi asiento con la intensión de meterme entre esos dos o terminaremos con dos cadáveres en este avión. Pero Valentina me detiene, sujetando con fuerza mi muñeca, provocando dolor en el proceso. Su mirada es fría, severa.

—¿Crees que te tengo miedo? Idiota —le responde Asher.

Pero están tan concentrados en sí mismo que no observan lo que pasa su alrededor. Valentina me empuja hasta dejarme sentada en mi puesto, la superioridad se esparce por su rostro y se acerca lentamente hacia Kaden. En mi mente pasan los peores escenarios, pero...

¿Qué hace? Ella toca el hombro de Kaden y este se relaja un poco, aflojando su agarre sobre Asher. ¿Qué carajos?

—No vale la pena, cariño —siento como mis ojos amenazan con escaparse de mi rostro.

¿Acaba de decir cariño? O si, lo acaba de hacer. Asher está perplejo.

—Tenemos un plan ¿recuerdas? Apégate a él —le pide y Kaden suelta a Asher, quien cae al suelo, permaneciendo perplejo ante la situación que se presenta frente a sus ojos.

—¿Qué está pasando aquí? —pregunta él.

—Para ser tan inteligente, eres muy idiota a veces —niega Valentina, dejando un beso en la mejilla de Kaden.

Mi cuerpo se tensa al ver esa acción. Tanto joderme con Asher y que yo y yo, mientras ella lo engañaba con mi padre... uno de ellos. El llanto de Evangeline capta la atención de todos, hasta la mía. Sandra intenta calmarla, pero falla en el intento. Kaden se intenta acercar a ella, pero me interpongo en su camino preso de que le haga daño. Mi acción parece no agradarle, pero se inclina y susurra a mi oído.

—Tienes suerte de que él me imploro para que no te hiciera daño —susurra, provocando que mis piernas fallen presa del miedo.

Pero otro grito nos regresa a la realidad, Lucia grita mientras su asiento se va llenando de agua. Acaba de romper fuente y Luke, está pálido creo que se va a desmayar.

—¿Qué son esos gritos? —pregunta Kaleb saliendo de la cabina, pero su mirada se cruza con la de su hermano y se queda perplejo.

—Lucia acaba de romper fuente —le informo, él asiente sin prestarme atención.

Todos le temen a Kaden, yo le temo a lo que es capaz esta personalidad, pero no a él.

—Llévala a la cama que hay al final del pasillo —me ordena Kaden, sin despegar su mirada de su hermano.

Asiento, pero me quedo estática.

—¿Por qué no te mueves? —me pregunta molesto.

—Porque parece que necesita un exorcista y no voy a mover a esa mujer —pronuncio señalando a Lucia, mientras hace muecas dignas de una película de exorcismo.

—Kaleb llévala —le ordena Kaden, mientras se ríe de mi comentario.

—Ya entiendo por qué le agradas tanto, se ve reflejado en tus ojos —pronuncia mirándome fijamente—, pero eso ya los sabías y te aterra.

No le respondo, solo ayudo a Kaleb a llevar a Lucia hasta esa cama. Ella se recuesta dejando la espalda baja afuera de la cama. Mi mente intenta procesar que puedo usar para ayudarla, pero Kaden aparece con una sonrisa gélica en su rostro.

—Quiero ver como muere esa perra —pronuncia, pero sus palabras sacan lo peor de mí.

Me acerco a él cortando su camino, y sin pensarlo le proporciono un puñetazo directo a su nariz, provocando que mis nudillos duelan, y que su nariz se llene de sangre. Lejos de molestarse sonríe, dejándome estática. Sin embargo, me proporciona una cachetada que al instante me deja tambaleando, mi mejilla me arde, me duele y mi boca se llena de un sabor metálico que conozco muy bien.

—Eres igual que yo —pronuncia sujetando mi mentón con fuerza

Sus ojos son como dos lanzas de fuego, que están dispuestas a consumirlos a todos.

—No soy igual que tú —escupo con la misma ira.

—Eres más hija mía que de él —sus palabras están llenas de seguridad—, disfrutas tanto hacer sufrir a los demás.

Provoca que algo se revuelva en mi interior y niego con la cabeza.

—Esto —lo señalo— es una simple fachada, tantas mierdas vividas te hacen creer que si las personas te temen no te abandonaran —escupo las palabras, pero no tienen ningún efecto en él.

—¿Eso es todo? —pregunta con falsa decepción.

—Te recuerdo a ella, a mi madre. Lo disfrutas y quieres hacerme sufrir como lo hiciste con ella —su mirada habla por sí mismo.

—Estás cerca, pero esa no es la verdad —afirma.

—¿Cuándo la sabré? —pregunto cansada de tantos secretos.

—Antes de mueras —afirma, provocando un escalofrío por mi cuerpo.

Valentina aparece, jalándonos hacia afuera. No le temo a la muerte, pero si a tener las manos manchadas de la sangre de otros. La culpable de sus muertes. No estamos juntos, pero mis ojos no se despegan de los de él, afirmando lo que ya sé. Estoy pagando el pecado de mis padres, de mi madre. Relamo mis labios sintiendo el sabor metálico que me calma ligeramente.

—Vamos a jugar —pronuncia Valentina.

Nos empuja hasta donde están los otros, dos hombres están posicionados en cada esquina del avión. Apuntando a todo lo que se mueva. Me giro observando que detrás de mí, vienen Kaden y Kaleb, pero él trae un cuchillo de casa en su mano.

—¿Cómo es el juego? —pregunto temiendo la respuesta.

—Verdad o corte —pronuncia Valentina.

Volteo a verla y sigo sin entender como es capaz de hacer todo esto. De engañar a todos a un nivel que ni yo había imaginado.

—Tienes que decir algo y si es cierto no pasa nada, pero si mientes, cortes. —termina de explicarme.

—Odio a Saday —pronuncia Sandra.

Volteo a verla al igual que Kaleb y ella tiembla. Mientras él sonríe con suficiencia.

—¿Voluntarios para el primer corte? —pregunta, pero levanto la manga de mi camisa y extiendo mi brazo.

—Esa es mi hija —pronuncia él con orgullo.

Su mano viaja hasta mi antebrazo, el filo del cuchillo hace presión, haciendo un pequeño corte, no tan profundo para matarme, pero si para sacarme sangre.

—Saday dejo a Luke porque no lo ama, porque sigue enamorada de un muerto —grita Lucia.

El deseo de estrangularla se hace presente en mi cuerpo.

—¿Eso es cierto? —me pregunta Luke.

No soy capaz de mirarlo, pero tengo que hacerlo.

—No es el lugar, ni el momento para hablar de eso —aseguro. Pero en su mirada se refleja el dolor, la decepción.

—¿Cuándo lo será? —me pregunta molesto.

—No lo sé, pero todavía no —aseguro.

—¿Alguna verdad que decir? Hija —me pregunta Kaleb.

—Tengo pesadillas donde todos mueren por mi culpa y su sangre esta sobre mis manos —pronuncio por lo bajo, esperando alguna burla.

En su lugar a mis oídos llega un susurro.

—También tengo esos sueños —pronuncia Kaden o sombra.

—¡Mierda, que alguien saque a este niño de mí! —grita Lucia.

Nos giramos y Kaleb hace un ademán de moverse, pero su hermano lo detiene.

—Estudie medicina, sé que hacer en estos casos —le dice y permite que se vaya.

Este se encamina de regreso a la habitación y ella está gritando, llorando, sudando y de todo un poco. Ahora si creo que hay que buscar a un exorcista.

—¿Cómo te sientes? —le pregunta Kaleb moviéndose para revisar cuantos cm le faltan.

—Quiero asfixiar a alguien —grita.

—Te faltan dos cm —le informa.

Salgo en busca de la azafata, pero sombra me sujeta por el brazo haciendo dos cortes en mi antebrazo, provocando que la sangre vuelva a salir de esta, el ardor se hace presente. Pero ignoro el dolor y sigo de largo. Pidiéndole una tijera o algo filoso, alcohol, toallas y agua. De regreso puedo observar pequeñas manchas de sangre esparcidas por el suelo, mi visión se nubla, pero sigo mi camino. Las miradas de todos esta sobre mí. Sombra toma mi antebrazo de nuevo y reabre la primera herida, sintiendo como el dolor se hace más fuerte en esta ocasión.

Intento moverme para llevarle las cosas a mi padre, pero sombra me detiene y llena mi brazo con gasas y cinta adhesiva. ¿Por qué lo hace? No lo sé.

—¿Cuánto le falta? —es lo primero que pregunto al entrar— ¿cada cuanto son las contracciones?

—Estamos listos —es lo único que me responde— ¿Cuál es el primer paso?

—Debe descansar entre contracciones y recuperarse.

—¿Qué es lo primero que debe salir? —me pregunta haciendo su trabajo.

—La cabecita —le respondo.

Los gritos de ella hacen doler mis tímpanos.

—¿Después?

—Colocar una mano en la cabeza del bebe y ejercer presión de forma suave —asiento.

—¿Con qué finalidad se hace esto? —me pregunta.

—Es para que el parto no se produzca tan rápido, sino que la cabeza debe salir durante una contracción y gracias al empuje de la madre —cito.

Una sonrisa se asoma en el rostro de uno de mis padres y asiente.

—La cabeza ya salió, ¿Qué sigue?

—Comprobar que no tenga el cordón umbilical alrededor del cuello —respondo segura de mi misma.

Quiero estudiar medicina.

—Lucia no pujes —le ordena mi padre, asustándola en el proceso— el bebe tiene el cordón alrededor del cuello.

—con un dedo tira suavemente y desenrolla, pasándolo por la cabeza del bebe, así se evita que se estrangule. —le recuerdo.

—Muy bien, listo ¿Qué sigue?

—Ahora tienen que salir los hombros, por eso debe tener en cuenta que va a estar cubierto de fluidos y debe sujetarlo con fuerza.

Esas horas leyendo esos libros de medicina dieron su resultado.

—Cinco minutos de dolor y una vida llena de felicidad —le cito a Lucia, un verso que escuche una vez.

Un nuevo grito abandona a Lucia y con ese grito, un nuevo llanto hace eco en el lugar. El bebe salió. Kaleb me lo entrega y lo envuelvo entre la toalla, limpiando el modo de su nariz. Sintiendo algo extraño adueñarse de mi pecho, ¿alegría? Entonces esto se siente ayudar a traer a alguien a la vida. Mi padre se acerca con un hilo.

—Con el hilo se ligan los extremos, no debe tener pulso y cuando se verifique se procede a cortar con unas tijeras limpias —pronuncio mirando al bebe.

El llanto del bebe me saco del trance en que estaba, se lo entrego a Lucia quien al tenerlo entre sus brazos se refleja el amor. No necesito presenciar más de esto, salgo a la parte principal del avión donde todos los demás están.

—¿Tienes experiencia en esto? ¿Verdad? —me pregunta Kaden, pero parece más una afirmación.

—No sé de qué me estás hablando —me hago la desentendida.

—Claro que si sabes, pequeña mentirosa —niega con una sonrisa, dejándome con la pregunta ¿es Kaden o es sombra? — cuando tenías 12 ¿lo recuerdas?

Mi cuerpo se tensa al escuchar eso, claro que lo recuerdo, he intentado olvidarlo, pero no es algo fácil de lograr. Ese día mi madre intento suicidarse, fue algo que no deseo revivir.

—No importa, te tengo una sorpresa —pronuncia observándome.

Antes de que pueda deducir quien esta al mando, Valentina se hace paso entre nosotros con una correa larga, que está amarrada a un collar que porta... mi madre. ¿Por qué carajo la llevan así? Si ella está aquí, no es buena señal.

—Ahora si, la familia está completa y reunida —ríe de una forma que me causa escalofríos.

La mira de Asher viaja hasta donde se encuentra su esposa, intentando descifrar ¿Por qué está haciendo esto? Y como dijo una vez Kaden, en esta historia no hay personas buenas ni malas, solo hay personas rotas, que la vida se encargó de sacar sus peores facetas, para poder sobrevivir.

—¿Por qué haces esto? —le pregunta Asher a su esposa.

Ella solo ríe y niega con la cabeza, como si fuera algo muy obvio.

—La escogiste a ella —pronuncia señalándome de mala manera—, no debías creer que todo se quedaría así.

—¿Escoger de qué? —se queja Asher— a ella la quiero y trato como mi hija. —se defiende—, no tengo la culpa de tus celos tóxicos y ciegos.

Ella lo ignora. El avión comienza a moverse de una forma extraña y volteo a todos lados, esperando que alguien me diga que esto no se va a caer y voy a terminar muerta en un accidente de avión.

—No vamos a morir, por lo menos no en un accidente de avión. Estamos aterrizando —me responde Kaden.

Le agradezco mentalmente, pero algo dentro de mí me grita que nada bueno va a pasar a continuación. Y que lo mejor que puedo hacer es despedirme sin decirlo con palabras. Si algo me llegara a pasar, tengo confianza en que encontraran esa nota y la leerán, sin embargo, no quiero que se culpen por nada de lo que ha pasado.

—Llegamos —pronuncia la otra personalidad de mi padre—, es hora de que tú tomes una decisión, hija mía —capta mi atención, mientras él juega con el filo de su cuchillo de casa.

Entiendo a lo que se refiere, pero los presentes deben estar más en shock, que en su completo uso de razonamiento.

—¿Qué tiene que hacer ella? —le pregunta Asher intentando ocultar su molestia.

—¿Quién se salva? ¿Ellos? —señala a todos los presentes— o ¿ella? —señala a Lucia.

—Mi familia —le respondo sin pensarlo dos veces.

Él asiente convencido y feliz por la decisión que he tomado. Los hombres que están en las puertas les hace una señal para que ellos comiencen a bajar, los primeros en hacerlo son Sandra con Duncan, quien antes de salir me comparte una mirada llena de tristeza. Luke lo sigue, solo que este me ignora, no lo culpo, tampoco me quiero ver a mi misma. Asher es el último en bajar, no esta feliz con la decisión que estoy tomando, pero eso es lo que menos importa en estos momentos. Kaleb también los sigue sin poner oposición.

—Por favor, Valentina lleva a nuestra invitada a la otra sala —señala a mi madre.

—Es hora de que sepas un par de cosas —pronuncia por lo bajo, cuando Valentina desaparece—, mi padre dejo una serie de instrucciones que debía seguir con Susan, pero se lo hizo saber a Valentina ¿Qué conexión tienen ellos dos? La desconozco, pero ella moldeó todo esto, para que también mueras. No le des el gusto a esa perra —sus palabras me toman por sorpresa.

—Siempre fuiste tú, verdad —afirmo.

—Exacto. Pero tu familia la tienen amordazados y talvez los maten —sus palabras me dejan de piedra.

—¿Qué hago? —estoy al borde de un colapso nervioso, pero tengo que responder ante esta situación.

—Ahora necesito que corras —pronuncia sujetándome por los hombros—, saques a tu madre. Sé fuerte, sin importar que ocurra, ninguna pena es para siempre —una sonrisa nostálgica se adueña de su rostro—, llora si tienes que llorar. Solo deseo que después te levantes, seca esas lágrimas que amenazan con salir. Todo en esta vida pasa, no hay necesidad de desmayar. Recuerda que en las noches más oscuras es justo el momento antes de que salga el sol, donde todo termina.

Esto es de lo que estamos hechos, de los momentos que vivimos junto a quienes nos acompañan, de las lecciones que aprendemos. Porque no importa si han estado años a nuestro lado o días, lo que realmente tiene valor, es lo que dejan en nosotros.

—Espero que algún día me puedas perdonar por todo lo que te he hecho vivir —su visión se nubla y la mía también—, porque no tener los pantalones para detener todo lo que él me obligaba, para decirle que no. Perdón, hija mía —termina depositando un beso en mi frente.

Seguido sus brazos me rodean en un abrazo que no sabía que necesitaba. Mi pecho me duele y esa es la señal de que algo malo esta por pasar... un sonido en seco hace eco en el avión dejándome estática, busco de donde fue, pero otro igual que el primero me paraliza. Lo siguiente que ocurre, es que Kaden está temblando y cae de lado, volteo a ver hacia abajo y mis manos están llenas de sangre al igual que mi ropa, de su sangre.

Busco el lugar donde la bala entro, pero la sangre sale de su pecho, ella entró y salió. Pongo mis manos sobre la herida, tratando de detener la hemorragia, pero me es imposible. Lo único que logro es desesperarme, estoy cansada de tener que ver morir a los que quiero frente a mí.

—Gracias por no darte por vencida, con mis demonios, por pasar estos meses a mi lado —susurra sin fuerzas.

Niego con la cabeza. Sintiéndome incapaz de hablar, pero tengo que hacerlo.

—No, no, es... muy pronto... no —niego queriendo despertar de este mal sueño.

—No estarás sola, tienes a muchos que cuidan de ti, aquí en la tierra y allá en el cielo —sus palabras son seguras, pero solo causan desconfianza en mí.

—No, estoy cansada de que siempre ocurra algo malo.

—Nadie puede liberarse de la tristeza y la molestia al mismo tiempo.

Dejo que mis lágrimas fluyan, sintiendo como mi pecho se contrae en dolor una vez más. Limpio las lágrimas para que no le caigan a él, pero termino manchando mi rostro con su sangre. La muerte no me aterra y parece que a él tampoco, lo que me causa temor es saber que murieron por mí, personas inocentes.

—Je t'aime petite étoile —es lo último que susurra antes de que sus ojos se cierren por completo.

Mi corazón me duele, pero la ira amenaza con consumirme. Busco al tirador, pero no hay nadie. Me levanto del suelo, las piernas me tiemblan, sin embargo, lo ignoro y sigo buscando hasta encontrar un rifle de caza, reviso que tenga las municiones que necesito y lo preparo. Me paro en la puerta sin hacer ruido alguno. Solo hay dos guardias y me están dando la espalda, efectivamente los tienen amarrados en el suelo, de rodillas. Levanto mi arma, la posiciono, tengo el blanco en la mira y jalo del gatillo. El sonido hace eco en el lugar, rápidamente mantengo al otro blanco en mi rango de visión y jalo del gatillo. Ambos cuerpos en el suelo.

Bajo las escaleras bajo la atenta mirada de los presentes. Desato a Kaleb primero, mientras él se encarga de observarme y desatar a los otros.

—¿Dónde aprendiste a disparar? —me pregunta Asher.

—Kaden me cito varias veces y en una de esas ocasiones aprendí —le resto importancia, pero sus ojos son como lanzas de fuego.

—¿Cómo puedes estar con alguien que te ha lastimado? —me pregunta Kaleb.

—Las lesiones físicas, no se comparan a las emocionales, no duelen tanto como las palabras y acciones de aquellos que me dicen, aquellas que son capaces de destruirme y hacerme llorar hasta que mi corazón sangre. Si soy capaz de perdonar a aquellos que me lo hacen, también lo puedo hacer con él.

La mirada de Asher no se aparta de mí, pero a este punto de mi vida no me importa. Seguido algo hace presión en mi nuca, me giro lentamente encontrándome con Valentina que me apunta con su arma.

—¿Creíste que esto se iba a quedar así? —niega con la cabeza—, voy a disfrutar matarte como lo hice con tu padre.

Esas son las palabras que necesitaba para no sentir remordimiento de lo que voy a hacer. Con una de mis manos sujeto el arma y con la otra, le proporciono un golpe que deja el arma tirada. Sujeto su hombro, mi rodilla viaja hasta su abdomen y la dejo tirada en el suelo, jadeando por aire.

—El avión está lleno de Diesel, Lucia y la perra de tu madre van a morir —se ríe, aun entre jadeos.

Volteo a ver a Kaleb, quien enseguida la amarra a ella. Me dirijo a las escaleras, pero la voz de Asher me detiene.

—¿Qué haces? —me pregunta.

—Voy a entrar —es lo último que respondo antes de adentrarme.

El olor a diesel inunda mis fosas nasales. Lo primero con lo que me encuentro es el cuerpo de mi padre, mis piernas amenazan con dejarme caer, pero sigo de largo hasta el lugar en la que está Lucia. Se desmayó. Paso mis manos por debajo de sus brazos, abrazándola por atrás, pero a la misma vez, jalándola hacia atrás.

Comienzo a jalarla, de forma lenta, ya que la acción provoca que mis antebrazos sangren por los recientes cortes. Pero ignoro el dolor, mi corazón late más lento, un mareo me atraviesa.

Logro estabilizarme y sigo hacia atrás jalándola. Es pesada, y maldigo entre susurros el peso que tiene ella. "Piensa en cosas buenas, en cosas positivas, tienes la fuerza. Tienes el coraje, puedes con esto y más". Me aliento a mi misma. La fuerza regresa a mi cuerpo como un ataque de adrenalina, aprovechándolo al máximo. Jalándola hasta bajar las escaleras, en el último escalón caigo de nalgas, pero Kaleb me ayuda rápidamente con ella.

Toma su pulso y niega con la cabeza. No me llevaba bien con ella, pero eso no significa que merecían morir. Regreso dentro del avión ignorando los llamados que me hacen. El calor comienza a sentirse, ya que el fuego se esparce de forma rápida. Me adentro en la bodega del avión buscando al bebe, pero no esta. En su lugar encontré a mi madre, su mirada estaba perdida, pero la desate y la ayude a ponerse en pie.

—Gracias —es lo único que susurra.

Intentamos subir, pero el humo se volvía insoportable. El fuego lo acompañaba dejándonos sin tiempo.

—La puerta está ahí —me señala una puerta que está ligeramente abierta.

El fuego no ha llegado a ella y aprovecho eso a mi favor. Mis manos tiemblan al igual que mis piernas, he vivido muchas cosas, pero mi cuerpo no quiere ayudarme. Bajamos del avión quedando en el lugar donde no hay nada, solo hierba a nuestro alrededor. El olor a diesel sigue en mi nariz, mostrándome que tampoco estamos a salvo, pero no hay salida.

El fuego se esparce formando murallas de fuego, todo pasa muy rápido. Mi madre comienza a ahogarse, su cuello se tiñe de carmesí y hace presión en la herida. Levanto mi mirada encontrándome con Valentina que se ríe como loca al ver a mi madre caer al suelo. Pero se detiene y el miedo se esparce por sus ojos. La pieza donde esta parada se cae, dándole una muerte rápida. Cayendo contra las llamas, consumiéndolas. Los gemidos de dolor de mi madre, captan mi atención.

—¿Estas...?

—El mundo se encargará de romperte el corazón de formas inimaginables, tendrás que ser fuerte, afrontar los golpes de esta vida y seguir. Talvez no estaré cuando alguien te rompa el corazón, talvez me perdonaras o talvez no. Solo deseo que sueñes, nunca dejes de hacerlo. No vuelvas a tener miedo —sus ojos se conectan con los míos—, si te caes, levántate, si no te mueves por tener miedo a caerte, eso significa que ya caíste.

Mis se tiñen de lágrimas, mi alma vuelve a doler. Al parecer hoy es el día en que tendré que ver morir a otra persona. Niego sintiéndome incapaz de tener que vivir esto de nuevo.

—Déjame ir, ya te he hecho mucho daño —susurra, no lo entiendo.

Hasta que observo mis manos que presionan a lo largo del roce de la bala.

—Me duele demasiado —se queja.

Asiento y retiro mis manos. Ella comienza a toser sangre y más sangre, el tiempo se detiene para mí, pero se apresura para ella. Dejando este mundo. Mis manos vuelven a teñirse de carmesí.

Fue tanto dolor que amenazaba con acabarme. Un grito abandonó mi garganta quemando en el proceso, conteniendo todo aquello que me esmero en callar, la tristeza, el dolor, la melancolía. Todo que por 18 años he callado, le permito que salga, sabiendo que me puede consumir en el proceso.

La pesadez se hace presente, tomado de la mano con el dolor más grande y desgarrador que nunca antes había sentido. Sabía que, si alguna vez lo sentía debía bloquearlo, pero ignore las alertas que se presentaban en mi cabeza. Todo lo que había logrado, se esfumó, dejándome como antes y un poco peor, ya que en esta ocasión no existiría salida alguna.

No hay nada más cegador, que el dolor combinado con la tristeza, la ira. Cada extremidad de mi cuerpo al moverme me provocaba más dolor, no sé si eso es posible, pero se adueña de mí. Mis mejillas se tornan de rojo manchado con carmesí, me permito llorar reconociendo que este es mi final, no esperaba que fuera de esta forma, sin embargo, lo recibo con los brazos abiertos.

Delante de mí, yace el cuerpo de mi madre. Pero un llanto más fuerte que el mío, me saca del trance que se produce en mi cabeza. Me levanto sintiendo como algo me quema por dentro, pero no encuentro nada, hasta que visualizo una pequeña cajeta, donde encuentro al pequeño de Lucia.

El llanto del bebé no cesa. Las ideas se me acaban, ¿Cómo puedo escapar? ¿Qué hago? No veo salida. La desesperación se incrementa en mí, adueñándose de mi mente en el proceso.

Mi corazón martilla en mis oídos, mi visión se nubla. Si no puedo escapar. Si este es mi final. Lo aceptaré, he vivido grandes cosas. Conocí que es el amor, que es sentirse amada, querida, protegida, sentir que tenía un lugar, una familia. Fue lindo, mientras duró. Pero este bebé no puede morir, es solo una criatura que en sus cortas horas de vida solo ha vivido sufrimiento.

Su llanto cesa, logrando que baje mi mirada hacia ese pequeño cuerpo. Desesperada tomó su pulso y siento que me relajo un poco cuando lo siento.

El calor se torna insoportable, amenazando con explotar en cualquier momento. Ideó alguna forma de sacar al bebé, pero nada viene a mi cabeza. Se forman murallas de llamas a nuestro alrededor. El tiempo se acorta, el calor no lo aguanto más. Dirijo mi mirada a ese pequeño. Si no hago nada, él va a morir, ambos lo haremos. Pero si él puede sobrevivir, lo haré.

Dirijo al pequeño a mi pecho, acunándolo, una lágrima se escapa de mí. Deposito un beso en su cabeza.

—Cuídate, intenta ayudar a los demás sin esperar nada a cambio —mi visión se nubla, sé que mi final está cerca—, pero no te olvides de ser feliz en el proceso —culminó sintiendo como todo en mi interior se hace añicos.

El sonido de un pitó se hace más fuerte... Ocurre. El avión explota y cubro al bebé con mi cuerpo, sintiendo como quema, me arde, me duele. Lo cubro de lo que está por venir. ¿Es mi final? Si, pero no el suyo. Cierro mis ojos sintiendo como las lágrimas bajan por mis mejillas. Y sucede...

Mis sentidos fallan, el calor sigue presente, pero me permito caer sin lastimarlo. Sintiendo como mi tiempo en este mundo se acaba.

FIN

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