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Capítulo 3

"Las pesadillas se hacen realidad, más cuando esos monstruos existen"

El sueño no fue mi mejor aliado, solo rodeé de un lugar al otro en la cama. Miles de pensamientos agobian mi mente, ¿Qué pasa si...? Las preguntas se quedan en el aire sin oportunidad de poder ser respondidas. Tengo episodios donde soy negativa a más no poder, pero siempre intento recordarme que es mejor ser positiva.

Busco que ponerme en mi maleta, pero mi mente vuelve a divagar y traer recuerdos de la señora Gladys. Siempre que iba a su casa, ella me decía "estás muy delgada querida" y me llenaba de comida a más no poder, es muy buena persona. En ese tiempo me gustaba usar camisas de manga corta. Sin embargo, hace un año y medio todo cambio, mi madre...

Bueno, ella le gusta apagar sus cigarrillos en mis antebrazos y por ende me ha tocado aprender a ocultar esas marcas de todas las personas que me rodean. Me decido y saco una camisa manga larga, unas zapatillas y unos jeans.

Me arreglo y bajo las escaleras, pero el lugar es muy grande y me toca descubrir por mi misma, donde están las personas. Al final me llevo la sorpresa de que Valentina no está, Asher se fue a trabajar. Conocí a una señora muy amable que se llama Joe, es el ama de llaves.

Con tanto silencio, me tomé el atrevimiento de recorrer la casa, hasta llegar a un hermoso jardín. Donde encontré un hermoso árbol y me dispuse a disfrutar del sonido de la naturaleza.

Tanta relajación provoca que poco a poco mis ojos se cierren hasta que caigo rendida en los brazos de Morfeo.

Asher.

Hay cosas que logro disimular, pero con esa niña, con algo dentro de mí sé ¿Revuelve? No encuentro la palabra para describirlo. Verla llorar, la forma en la que su cuerpo temblaba, la forma en la que obedecía las órdenes o como bajaba su mirada.

Me recuerda a...

Mejor olvidarlo, es malo vivir del pasado. Una llamada me desconcentra.

—Diga.

—Cariño, soy tu madre.

—Lo sé, mamá, dime ¿En qué puedo ayudarte? —pregunto tratando de seguir con mi trabajo.

—Sabes que falta poco para que Valentina dé a luz, entonces quiero hacerle una fiesta a modo de baby shawer en la casa.

—¿En qué casa? ¿Ya le preguntaste a ella?

—En la mía por supuesto —responde con evidencia— No, por eso te llamo, para convencerla.

—Ok, yo le preguntaré y te informaré.

—Cariño —habla en un susurro.

—Dime madre.

—Sabes que te quiero ¿Verdad? —me pregunta y la siento melancólica.

—Lo sé.

—No lo olvides.

—No lo haré. Tengo que seguir con el trabajo, en la noche hablamos.

—Perfecto.

Cuelgo y sigo con mi trabajo. Las horas pasan, pero por más que quiera sacarme de la cabeza a Saday es imposible. Dicen que la primera impresión es la más importante. Sin embargo, esto va más allá de una primera impresión, esto es.

Una ¿Conexión? Un sentido de ¿Familiaridad? No lo sé. Tampoco sé por qué.

Otra llamada me vuelve a desconcentrar, pero en esta ocasión veo el remitente y es Val.

—Dime amor.

—No la encuentro, ¿Dónde está? —me pregunta y el miedo es notorio en su voz.

—¿Quién? ¿A Quién te refieres?

—La niña, Saday, ¿Dónde está?

—No lo sé. ¿En la casa? Yo Salí temprano.

—No la encuentro y Joe me dijo que la vio en la mañana y no la ha vuelto a ver —La desesperación se adueña de su voz.

—Ya voy y la encontraremos.

Cuelgo y salgo de mi oficina, ni un día a pasado y esta adolescente me está poniendo de cabezas mi casa, ¿Qué será cuando pase un mes? No quiero ni imaginarlo. El camino se me hace largo.

Conociendo a Valentina, se sentirá mal, culpable o sed ira a sí misma que es ha sido una mala anfitriona. No la culpo, el embarazo la ha puesto descuidada, olvidadiza y muchas otras cosas más. Y mi mente me vuelve a traicionar, ¿Por qué ella lloraba? ¿Ella será? De nuevo mi mente vuelve a dejar las preguntas en el aire, sin desear terminarlas.

El tiempo está corriendo, la angustia se apodera de mí. ¿Ella será del tipo que se escapa? O de las ¿rebeldes? Quién eres Saday Prynce.

Llegamos a la mansión. Me apresuro a entrar, pero a unos cuantos metros de la entrada principal me detengo de forma abrupta. Tengo un presentimiento. Me dejo llevar por aquel sentimiento de familiaridad y mis pies empiezan a andar, sin rumbo fijo.

Hasta que llego al jardín. Miro atentamente en todas las direcciones, cierro mis ojos sintiendo la suave brisa golpear mi rostro. Me tranquilizo, abro mis ojos y sigo caminando hasta que veo una pequeña silueta recostada sobre un árbol.

Me detengo a inspeccionarla y lo único que tiene lógica para mí es. Ella no durmió en la noche. A pasos lentos me acerco. ¿Cómo me puedo explicar que siento un deseo de proteger a una completa extraña? Mejor dicho ¿Cómo me lo puedo explicar a mí mismo? No existe forma alguna.

En este mundo hay cosas inexplicables y creo que es mejor que se queden de esa forma.

La levanto en brazos, su cuerpo es tan pequeño, tan delgado y da la breve sensación de que es frágil y que con un mal golpe se puede romper. La vida me ha enseñado que las personas más frágiles, son las fuertes.

Sigo caminando con ella en brazos, abro la puerta que da a la cocina y sigo avanzando hasta que llego a su habitación. La deposito lentamente en la cama.

Su rostro refleja paz, ocasionando estragos dentro de mí. ¿Quién eres? ¿Por qué siento esta familiaridad contigo? Esas preguntas siguen razonando en mi cabeza, una y otra vez.

Sin detenerse.

Pero el destino es caprichoso y algo me dice que sabré la verdad, en algún momento.

Tarde o temprano.

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