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Capítulo 20

"la esperanza ¿es lo último que se pierde? O ¿era la vida?"
Cómo pensar que la vida puede terminar en un segundo.

Saday.

Cuatro días han pasado desde que los Miller supieron parte de mi pasado. Desde que un nuevo integrante se unió a la familia, desde que mi vida ha dado un giro y no sé qué hacer. ¿Pero creo que no me debería importar? Dentro de dos días, me voy.

Voy a regresar con mi madre. Solo seré un mal recuerdo en sus memorias y para otros un juguete con el que se divirtieron y después desecharon a su antojo. Aunque no puedo negar que siento cierta atracción hacia Duncan.

Sin embargo, no he sabido nada de Duncan desde hace un tiempo. Luke ha estado regalándome sonrisas. No sé qué sentir por él. Creo que me gusta, me hace sentir especial, diferente y sin querer lo tengo muy presente en mi mente.

—Lo volviste a hacer —exclama Luke.

—¿Qué cosa? —pregunto con una leve sonrisa.

—Hazte —dice con esa linda sonrisa.

—No me hago —respondo media seria.

Estamos en mi cuarto, sentados en la cama. Luke se tiró hacia atrás y yo me giro, me quedé observando su cabello que estaba despeinado, sus ojitos tan cerrados y esos labios tan lindos, rojizos y carnosos.

Me acerco y le deposito un beso en la frente y le digo: no arrugues la frente.
El segundo en la nariz: no arrugues la nariz.
El tercero en el cachete: ahora si sonríes.
Y me detengo, él abre sus ojos y me dice.

—Eso no es justo, falta otro, te ayudo —responde sonriendo y queda recostado sobre sus antebrazos.

—¿Cómo sería eso? ¿Cuál me falto?

Se acerca. Me sujeta por el cuello acercándome cada vez más a él. Hasta que nuestros labios se rozan causando un cosquilleo en mi vientre. Luke termina con la distancia que nos separa y me besa con ternura, un beso que me derrite el alma. Sin embargo, me deja con ganas de más. Se aparta. Deposita un beso en mi frente. Me acomodo en su pecho, poco a poco el cansancio se hace presente en mi cuerpo.

Un cosquilleo en mi cuello logra que perezosamente abra mis cuellos. Frente a mí está él, con dos cajas grandes extendiéndolas hacia mí. Me incorporo lentamente en la cama, mientras este me las entrega.

—Son regalos de Asher. Pruébatelos —dice emocionado, lo miro directo a los ojos—. No voy a ver, te lo prometo. —termina de hablar, mientras se da la vuelta, dándome la espalda.

Los abro y es un vestido muy lindo. Tiene puntos blancos con líneas de colores pasteles, además trae un cinturón en el medio con unas flores en la parte inferior. La otra caja es de unos de tacones pequeños de color pastel con una correa.

Me dirijo a una esquina cerca del closet y me cambio. Lo más gracioso es que él está cumpliendo su promesa. Me acerco a la cama. Y me coloco los tacones.

—Si me permites, yo quisiera ponértelos —expresa girándose y arrodillándose delante de mí.

Mi corazón se desemboca como un río incontrolable. Cada acción suya, cada gesto suyo. Tiene efectos inimaginables en mí. No tiene por qué comportarse de esa forma conmigo, sin embargo, lo hace sin quejarse.

Se separa de mí y me pide que lo espere un momento. Solo asiento. Mi corazón seguía latiendo con el mismo ritmo. Mientras intento que mi rostro deje de estar tan rojo.

—Puedes bajar —exclamo la voz de Luke regresándome a la realidad.

Salgo de la habitación, bajo las escaleras lentamente, porque estoy consiente que si me descuido me tuerzo el tobillo. Su voz me sigue guiando hasta que llegamos a la sala. Asher se encuentra sentado tocando el piano. Valentina está sentada en uno de los sillones. Mientras que Luke me espera con una sonrisa que es capaz de iluminar todo.

Giro para ver a los demás presentes, encontrándome con Duncan, pero prefiero comportarme como si nada fuera pasado. Los padres del señor Asher se encuentran. Observo a la esposa del señor Miller y cualquiera diría que es la madre de él, sin dudarlo.

—Acércate —me pide Asher.

Algo temerosa, me acerco. Él para de tocar el piano, se levanta abrochando uno de los botones de su saco. Me mira directo a los ojos y con una gran sonrisa.

—Saday eres diferente a las personas de tu edad y a las que he conocido. No encuentro las palabras suficientes para expresarte lo feliz que estamos de que estés con nosotros, pero —dice deteniéndose y ganándose mi pavor—. Seriamos más feliz si, tú. Saday Evangeline Prynce quisieras formar parte de los Miller.

Quedo en shock, mi mente sigue intentando procesarlo. ¿Me acaba de...? ¡Si! Exclama mi mente. Mis ojos se cristalizan. Y es que me ha tomado, por sorpresa. Tantos años mirando al cielo y pidiendo que alguien me dijera eso y ahora. Tengo un torbellino de emociones en mi interior, haciendo revuelo. ¿Habré escuchado mal?

—Eso quiere decir que ¿Me quieren adoptar? —pregunto confirmando.

—Si, ¿quieres ser parte de nuestra familia? —me pregunta extiendo sus brazos. Mientras espera la respuesta.

—Si, si quieren —respondo correspondiendo a su abrazo.

Los presentes en la sala comienzan a aplaudir. ¿Saben que significa? Que lo por tantos años anhele, ahora puede ser posible. La oportunidad de tener un padre y uno con quien siento que tengo una conexión, que aún no logro descubrir.

Me giro y la primera persona que se acerca a mí, es Luke, me abraza y le correspondo. Siento su respiración en mi cuello y seguido.

—Felicidades —me dice hablándome por lo bajo—. Ya puedo llamarlos suegros.

Dice causando que una risa genuina brote de mí. Me separo ligeramente de él.

—¿Entonces? ¿Eso es un sí? —pregunta en espera de mi respuesta.

—Le dije que si, al Sr. Miller, lo tuyo es un talvez —termino de hablar y seguido siento un beso suyo en mi cachete.

Algo que me aterra, es tanta perfección. No soy de creer en ella. Mientras los invitados me felicitan. Mi piel se eriza, mientras la voz causante de muchas de mis pesadillas se hace presente.

—Hola a todos —habla alegre, acomodando su cabello rubio—. Soy la madre de Saday —dice abriendo los brazos en espera de mi abrazo.

Me acerco y ella me abraza y me susurra al oído "nos vamos y no vas a hacer ningún tipo de escena". Mi cuerpo reaccionó, logrando que me volviera un manojo de nervios.

—Fue un gusto verlos y les agradezco que la cuidaran, tan bien de mi bella hija. Hasta creo que la engordaron. Pero es momento de irnos —se despide con una sonrisa modesta.
Comenzamos a caminar hacia la salida, cuando la voz de Valentina se hizo presente.

—Espera, —habla ganando mi atención—. Falta su cartera— por momentos creí que iba a decir otra cosa.

Me acerco y la agarro la cartera, cuando escucho un susurro "todo va a estar bien" yo solo regreso con mi madre. Un inmenso deseo de llorar se apodera de mí. No puede ser posible que cuando todo este tan bien algo pase.

Asher le ofreció a mi madre que Sandler nos llevaría al aeropuerto <<Pero donde quedo ese "vamos a adoptarte" ¿Dónde?>> Este es mi fin.

______&_______

Una hora. Ese fue el tiempo que duro la paz. Desde que vi la entrada de la casa, sé lo que va a pasar. Un infierno se desata y nadie puede detenerlo.
Al entrar ella me jala rápidamente por la cartera y quitándola. La coloca en la mesita de noche.

—De rodillas. —anuncia mi madre.

—¿Y si no quiero? —pregunto en un ligero ápice de valentía.

<<No debí decir eso>> me regaño mentalmente.

La voz de mi madre llamando a Leo. Hace que me vuelva una muñeca de trapo. Mis ojos se cristalizan. Este se aproxima a mí, deteniéndose detrás mi. Me empuja hasta que mis rodillas chocan con el suelo. El dolor comienza a esparcirse, pero conozco las consecuencias de quejarme.

—Levántate basura —espeta agarrándome bruscamente. Me levanta, vuelvo a escuchar su voz.

—Quítale ese vestido. —dice y sé lo que se aproxima.

—No —grito, ganándome una cachetada que me desestabiliza.

Mi rostro arde, mientras las lágrimas bajan por mis mejillas. Sé que esto se va a poner más feo.

—¿Qué te crees? Piensas que puedes venir y hablarme de esa forma. —grita, riéndose cínicamente. El silencio es mi respuesta.

—No, no eres nadie, no lo olvides. ¿Crees que porque pasaste un tiempo con los Miller eres alguien? Pues déjame decirte que no. —espeta levantando mi mentón— Ellos solo lo hicieron por caridad contigo. ¿Crees que verdaderamente le importas?

Sin evitarlo, me deslizó hasta que mis rodillas vuelven a chocar contra el suelo. Mi mirada esta baja. Conozco las reglas. No obedecer. No actuar como se debe. Todo eso trae consecuencias.

—Así mismo. Vas a tener un castigo —espeta alejándose de mí—. Porque olvidaste tu lugar y es necesario que lo recuerdes —Leo me sujeta por el cabello, causando que el dolor producido por su agarre se intensifique.

Sam se acerca, el hermano gemelo de leo. Pero a mi parecer son totalmente diferentes. Sam es el único que cura mis heridas, después que mi madre me las provoca. Es el único que me cuida en este infierno. Él se acerca y comienza a quitar mi vestido.

Se lo entrega a mi madre, quien al instante usa un encendedor provocando que mi vestido se queme. Me sujetan entre ambos y me bajan al sótano. El mismo que ha visto todo mi sufrimiento. Sus manos encadenándome me traen a la realidad.

Esta es mi vida. No sé cómo llegue a creer que esto podría cambiar.

Asher.

Cuando Valentina le entrego su cartera, lo que ella desconocía es que la había preparado para poder, ver y escuchar todo lo que estuviera a su alrededor. En vivo y en directo, observe como ella sufría. Y sin poder evitarlo, algo dentro de mí también sufría. Salimos de la mansión juntamente con Luke. Quien se encuentra igual de preocupado que yo.

Verla llorar, trae muchos recuerdos amargos a mi mente.

—Mami, mami, ¿Puedo ir a jugar a la casa de Thomas? — pregunté de forma inocente, a la mujer que debía protegerme y amarme.

—Cállate, no ves que estoy ocupada —responde empujándome y dirigiéndose a su maleta de medicamentos.

Cualquiera diría que tomar medicamentos no es una forma de droga. Pero mentira, en este caso. Ella tiene una dependencia hacia los medicamentos, a tal forma que toma uno que le causara otra enfermedad o dolor. Para poder seguir tomando y como el dinero no es algo que falte.

Ella aprovecha eso. Y me empuja logrando que mi cuerpo choque contra su espejo. Mientras este se rompe, provocándome ligeros cortes por doquier.

El carro se detiene regresándome a la realidad, una un poco más violenta comparada a la que yo viví. Entramos, y sé que cada minuto que pasa es esencial. No hay nadie. Seguimos buscando hasta que encontramos la entrada al sótano.

El lugar está oscuro. Busco el interruptor, pero Sandler lo encuentra primero. Logrando que mi mente vuelva a desestabilizarse al verla. Esta de rodillas, donde yace en ropa interior, cubierta de sangre. Su mirada está perdida. Luke en medio de mi desconcierto se aproxima a ella, abrigando su desnudes.

Con mucho cuidado busco el origen de tanta sangre y lo encuentro. Es su espalda.

La sangre se espacia entre mis manos, porque mi madre me ordeno que lo limpiara el desastre que yo mismo había causado según ella. Los pedazos de vidrios están filosos y lo único que consigo es cortarme. Terminando mi tarea con las manos llenas de mi propia sangre.

Luke la abraza, acunándola. Y como por arte de magia, salió del trance en el que había entrado su mente. Ella le devolvió el abrazo de la misma forma. Refugiándose en él. En sus caricias.

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