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Capítulo 3.

Kaito suspira al sentir que el boxer sube por sus piernas, se había dado una ducha y quitado todo rastro de pintura en su piel, esta le estaba empezando a picar por alguna extraña razón, en eso, se miró en uno de los grandes espejos de pared y lo notó, una extraña hinchazón en su pectoral, a una palma de distancia de su pezón. Recordaba alguna vez los motivos por los cuales había hinchazones de ese tipo. Una de ellas es la alergia. ¿Se habrá vuelto alérgico al maquillaje? Lo notó mejor cuando vio su piel rojiza y que picaba.

—Maldición.—Gruñó cuando se puso la camisa y la picazón aumentaba. Se puso el pantalón y los zapatos, saliendo con pereza del lugar, tenía que ver si seguía habiendo algún paramedico para que le revisara eso. El trabajaba con su cuerpo, algo así no podía ser muy bueno para el trabajo.

¡Él no es un asesino!

Escuchó el grito de Aoko a lo lejos, corrió hacia ella mientras sentía que todo le picaba, estaban intentando tranquilizarla, pero no podían, daba paradas a diestra y siniestra, causando que un par de los guardias se pusieran pesados y la tomaran entre tres. Derribó a uno con una patada, son saber que estaba pasando. Un par de brazos lo tomaron por las axilas y lo alejó de los guardias.

—¡Sueltame! ¡Aoko!

— Tranquilo, muchacho. —La voz del detective de hace un rato sonó con tranquilidad en su oído derecho, eso lo tranquilizó de inmediato, estaba en buenas manos, aunque le daba curiosidad como lograba aguantar con ese cuerpo los 55 kilos de pura sensualidad y descaro que era el. —¡Este hombre es inocente! Y yo les diré porqué. ¿Ven su piel? Esta roja e hinchada, a causa de que el veneno que encontramos en la boca de la victima estaba también en el maquillaje de Kaito, de hecho, esa es el arma de este homicidio.  —Hay una exclamación general.  —Las personas que tienen acceso al maquillaje son muy pocas, pero las que logran tener el tiempo suficiente como para manipularlo sólo es una y esa no es Kaito. ¡Es ella!  —Apunta a la maquilladora.  —En la revision de pertenencias encontré que en su bolso habían rastros de maquillaje, el mismo que traía Kaito en su cuerpo. ¡Y no me intente decir que solo era parecido! Puesto que lo comparé y es el mismo. El maquillaje de esa marca en particular tiene un sabor especifico para que, al lamerlo en el rodaje de esta clase de películas, los actores no se asqueen. ¡Ese maquillaje lo hacen específicamente para este tipo de producciones y la encargada de pedirlo es usted! Y no me sorprendería que a este punto el maquillaje esté en su bolso nuevamente, ya que tiene una mancha en la manga de la camisa que no estaba cuando le revisamos sus pertenencias. 

Esta cae de rodillas mientras comienza a confesar, no quiso escuchar aquello, así que, fuera de los cargos que le daban, decidió alejarse, Aoko parecía tan dentro de la confesión que no quiso sacarla de su telenovela, volvió a su camerino y tomó su bolso, al salir de ahí chocó de frente con el detective juvenil, el cual le sonreía con total satisfacción.

—¿Tengo algo en la cara? —Preguntó con molestia, estaba harto de todo por ese día.

—Aparte de una cutis muy cuidada, no mucho. —Le molesta, maldición que tenía que ir al doctor a ver el rojizo en su piel.

—No sea idiota. —Intentaba salir de ahí, pero este parecía empeñado en joderle la vida.

—¿Saldría conmigo?

—Por supuesto que no. —No sólo porque era un niño, si no porque tenía que irse con urgencia.

—¡Vamos! Hice que no le metieran en la cárcel.

—Ese es su trabajo. ¿No? Me voy. — Terminó empujando al adolescente, corriendo prácticamente a su motocicleta, donde salió con prisas al doctor.

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¿Han tenido esa sensación de que todo lo que hacen es inútil? Pues así se sentía Kaito en ese momento. ¿Por qué en el único momento que lograba por fin tener un trabajo de calibre internacional... ¡Tenía que morirse un tipo arriba de el!?

Por favor, que necesitaría ir a su psicólogo mucho más seguido.

Llegó por fin a su departamento, tirando todo a su paso con una pesadez enorme en el alma, tomó su celular y marcó a su psicóloga, pidiéndole dos horas más en la semana. Suspiró, marcando por una pizza. Se lo merecía. Le llamó Aoko, diciéndole que tenía la semana libre.

Carajo.

Fue por la pizza y caminó al sillón, comiendo un trozo en el camino.

Ya mañana volvería a la dieta.

—No debí ser tan grosero con el chico.

Cuando fue al doctor este le había recetado unas cremas, las cuales podía ver desde donde estaba sentado. Necesitaría ayuda para aplicarlas en su espalda. Ya le dolía un poco moverse a causa de la alergia.

—Debería pedírselo a Aoko, pero debe estar con su novia...

Comió otro trozo de pizza mientras pensaba en el sufrimiento que se vendría en los siguientes días. Sólo le rogaba al de arriba que no le dejase marcas en su piel o eso sería el fin de su carrera como actor porno.

¿Le contratarían para las novelas? "Jamás". Se responde a si mismo, jamás aceptarían a un hombre que estuvo haciendo películas porno.

¿Por qué la vida tenía que ser tan jodida?

Notas:
¡Mucho gusto! (El matinal de chile), sabemos que yo odio dejar notas y toda la cosa, pero es para informar el motivo de que el cap sea tan corto.

Últimamente he estado enferma y la inspiración no brotaba, juro que el próximo será más largo.

Chao.

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