Capítulo 9
Para sorpresa de todos, Myeong logró abrir las puertas sin necesidad de hacer mucho esfuerzo.
Cuando se recuperó de la sorpresa, corrió presa del pánico hacia la entrada principal de la mansión. Entre sollozos fuertes, se escuchaban sus desesperados gritos de ayuda mientras jalaba las grandes manijas de metal oxidado con todas sus fuerzas. Pero la puerta no cedió en ningún momento, ni siquiera se movió o sacudió.
Misuk fue la siguiente en salir, con todos los demás siguiéndola. Caminó de inmediato hacia Myeong. La tomó por los hombros y la obligó a girarse para mirarse a las caras y tratar de calmarla con palabras pacíficas. Una acción hipócrita, ya que por dentro estaba igual de alterada y con el corazón bombeando angustia.
En respuesta a esto, solo consiguió que Myeong le gritara en la cara. Sintió algunas gotas de saliva golpear su rostro.
—¡No me digas que me calme! ¡Suéltame!
Myeong empujó con tanta fuerza a Misuk que, de no ser por la rápida intervención de Baek, habría caído al suelo. De inmediato, regresó a intentar abrir la enorme puerta con mucha más desesperación que antes.
Esta vez fue Hye quien se acercó con pasos cansados.
—¿Al menos lo puedes intentar? ¡No podemos perder la cabeza por culpa del miedo!
Myeong se dio la vuelta para encarar a Hye y fulminarla con su mirada.
—¡Todos estuvimos a punto de morir! —esa frase la gritó con más fuerza.
—Ya, todos sabemos lo que pasó y tenemos un trauma tan grande como el tuyo, pero…
—¡Salvamos nuestras vidas por muy poco! ¡¿Creen que tenemos una oportunidad de sobrevivir en las otras habitaciones?!
Lo siguiente que todos escucharon fue el sonido que provocó la fuerte bofetada que Hye le dio a Myeong y una queja de la contraria, quien sostenía su mano derecha y la frotaba para aliviar el dolor. Myeong inmediatamente se quedó callada, con la mirada estupefacta y sintiéndose aturdida por el ardor en su mejilla.
Los chicos detrás de ella estaban igual de sorprendidos, todos muy callados y quietos en su sitio sin el valor para intervenir. La única que se acercó fue Misuk, quien abrazó a su amiga y cubrió su mejilla roja con la mano, buscando aliviar aunque fuera un poco el ardor.
—¿Te has vuelto loca? ¿Por qué…? —preguntó con incredulidad.
—Tú cállate, Misuk, no te metas en esto —le ordenó con hostilidad—. Ya me cansé de su maldita actitud miedosa. Solo se la pasa llorando como una bebé y quejándose de esto y lo otro.
—Hye…
Jungkook intentó intervenir, pero la chica simplemente lo ignoró. Myeong había superado su límite y ahora tendría que aguantar el sermón que tenía para ella.
—Actúa como si fuera la única con una buena razón para estar asustada, ¿pero qué crees? ¡Tu vida no es la única que corre peligro! ¡Todos lo estamos! Pero a diferencia tuya, no gritamos y lloramos; estamos enfrentando esta prueba lo mejor que podemos porque queremos sobrevivir. ¿Acaso tú no quieres eso?
Myeong agachó la mirada y lloró un poco.
—Tengo mucho miedo.
Aquella declaración pareció enojar mucho más a Hye. Pero esta vez no reaccionó de manera agresiva ni le gritó. En cambio, cerró los ojos y respiró lentamente, como si intentara calmarse y no volver a estallar en ira contra Myeong.
Pero ocurrió todo lo contrario. Abrió los ojos y, con voz fría, declaró:
—Pues si no superas rápidamente ese miedo, vas a ser la primera en morir.
Aquellas palabras sacudieron profundamente a Myeong, pero tenían mucho de verdad. Con esa actitud, no lograría nada más que terminar muerta. Si quería seguir viviendo, tenía que enfrentar sus miedos y luchar por su vida, tal como lo estaban haciendo los demás.
Sin embargo, para ella era una tarea el doble de difícil que para los demás. Tenía muchas ganas de vivir, pero carecía de valentía, fuerzas y determinación, y todo eso era muy necesario para ganar aquel demoníaco juego en el que estaban participando. En cambio, ella tenía todas las cualidades contrarias: era miedosa y su mente siempre le jugaba en contra. En tan solo cinco segundos, podía imaginar mil formas de morir. Y todo eso resultaba en una chica bastante débil que se mantenía al margen, escondida en algún rincón para no salir lastimada.
Aún estaba luchando cuando se soltó de los brazos de Misuk y corrió hacia una de las salas contiguas. Intentó detenerla, pero ella no se lo permitió; quería estar sola. Aunque Misuk se sentía preocupada, entendió aquello. Sin embargo, no se quedó callada y le plantó cara a Hye.
—Hye, eso fue muy cruel de tu parte.
Ella se encogió de hombros, demostrando lo poco que le importaba haber lastimado a Myeong con su actitud directa y sin rodeos.
—Solo dije la verdad.
—Ella es muy sensible —continuó Misuk—. ¿Crees que estará mejor después de lo que acabas de decirle?
—Pues si no quiere morir…
—Realmente eres una idiota.
—¡Solo le dije la verdad para que reaccionara y se activara!
—¡¿Y por eso tienes que ser tan imbécil?! —Misuk también estaba alzando la voz.
Se estaban acercando peligrosamente una a la otra, listas para llegar a más si era necesario para defender su punto de vista.
Jungkook fue el primero en intervenir, caminando hacia ellas para pedirles que se detuvieran. Pero ninguna de las dos estaba dispuesta a ceder la victoria.
Misuk no dejaba de llamar a Hye de mil formas por tratar con tanta frialdad a Myeong. Ella no creía que ser tan dura al respecto fuera a resultar en algo bueno, pues en su opinión solo lograría desanimar a todos en lugar de mantenerse unidos y mentalmente fuertes para el juego.
Y Hye solo estaba pensando con la cabeza y las entrañas. Su razonamiento era que necesitaba que todos tuvieran la cabeza fría y una actitud fuerte y decidida para lograr ganar la llave que abriría la puerta hacia su libertad. No necesitaban a ningún miedoso que solo pensara en resguardarse del peligro mientras los demás arriesgaban su vida. Necesitaban que todos dieran el cien por ciento de sus energías para poder ganar, y Myeong solo era un peso muerto.
Ambos puntos de vista eran buenos, y ambas tenían algo de razón. Sin embargo, en ese momento estaban haciendo todo lo contrario a lo que sus palabras trataban de transmitir. Ambas chicas reflejaban en sus miradas su furia contra la otra. Sus gritos se mezclaban uno con otro y alzaban el volumen de sus voces conforme avanzaba la discusión, haciendo cada vez más difícil entender sus palabras.
La pelea alcanzó un momento crítico cuando comenzaron a empujarse. La paciencia se había terminado en ambas y ninguna pensaba dar su brazo a torcer. Jungkook, Baek y Taehyung corrieron para evitar que llegaran a golpearse; Baek sostuvo a Hye y Jungkook fue por Misuk mientras Taehyung se colocaba en medio y les pedía que dejaran de discutir.
Sin embargo, el gran orgullo de ambas las cegaba y las volvía sordas a los ruegos de paz que los chicos les pedían. Incluso comenzaron a mandarlos callar, pues lo único que les importaba era ganar la discusión. Eso sin percatarse de cómo los ojos de Taehyung se volvían más severos conforme avanzaba su discusión.
Aquello no era más que una pelea ridícula y sin sentido en la que ambas estaban haciendo todo lo contrario a lo que sus palabras trataban de expresar. Nada productivo estaba saliendo de aquello, así que Taehyung tuvo que parar todo el show que estaban armando.
—¡Ya dejen de discutir! —su voz fue severa y enojada.
El silencio se apoderó de la estancia un instante después de escuchar a Taehyung gritarles. La ira en ambas chicas desapareció y dio paso a la consternación. Tampoco siguió siendo necesario que Jungkook y Baek las siguieran deteniendo, pues sus intentos de zafarse del agarre de ambos habían cesado.
—Ya tenemos suficientes problemas como para lidiar con sus peleas infantiles —las reprendió con rudeza. La mirada molesta de Taehyung les dio algo de pánico—. Dicen y dicen que hay que hacer esto y lo otro para ganar, cuando en realidad solo nos están retrasando con su estúpida pelea.
Misuk se sintió avergonzada y agachó la mirada, reconociendo de esa forma su error y la pena que sentía al haber discutido con Hye en lugar de resolver todo como personas civilizadas.
Hye desvió la mirada hacia la pared; también se sintió tonta por haber pregonado que debían tener la mente concentrada en el juego cuando ella misma le había dado más importancia a un tonto debate sobre cuál era la actitud que todos debían tener para ganar el juego.
—Además, la unión entre nosotros es fundamental para poder sobrevivir a este endemoniado juego —continuó—. Si existen problemas como estos, no habrá confianza entre nosotros para poder ayudarnos y cuidarnos mutuamente. Sin confianza, no vamos a poder ganar.
Taehyung había sido mucho más razonable que ellas, que se habían dejado llevar por su ego y sentimientos, y les hizo ver un punto más equilibrado sobre toda la situación.
—Ahora pídanse disculpas.
La molestia y frialdad se volvieron a manifestar en los ojos de Hye y Misuk. Esta vez dirigidos a Taehyung, quien las estaba tratando como niñas pequeñas e inmaduras. Sin embargo, no le importó aquello y las volvió a presionar con la misma furia que ellas proferían hacia él.
—Lo siento —dijeron al mismo tiempo.
Y aunque no habían sonado tan sinceras, fue suficiente para que Taehyung las dejara en paz. Aunque la tensión y las miradas asesinas seguían presentes entre las dos chicas de fuerte voluntad. Eso estaba incomodando a todos los demás chicos.
—Eh… Baek —llamó Jungkook—. ¿Qué tal si vamos a las habitaciones de arriba y buscamos algo para curar la herida de tu hombro?
—Buena idea.
Sin pensarlo dos veces, ambos se dirigieron a las escaleras, alejándose del mal ambiente. Hye decidió seguirlos; también tenía rasguños que quería tratar y además debía hacer algo con su mano derecha, que era la que más dolía y estaba hinchada y roja. Taehyung fue el último en subir.
También necesitaban un buen descanso; tenían el cuerpo adolorido y los músculos estaban tensos por lo vivido dentro de la habitación de fotografías. Jimin y Sang Yon dijeron que tenían una semana para buscar y encontrar la llave, y solo eso. Así que llegaron a la conclusión de que podían invertir el tiempo como quisieran, por ejemplo: descansar para dar lo mejor de sí en la siguiente habitación.
Sin embargo, Misuk caminó en dirección opuesta, dirigiéndose a la sala donde Myeong se había ido.
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