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Capítulo 3

Misuk se incorporó de golpe, gritando inmediatamente el nombre de su amigo. Su respiración era errática y sentía dolor en la nuca, así como una sensación viscosa. Tocó aquella zona y la alejó rápidamente cuando el dolor se intensificó. Sus dedos se mancharon con un poco de sangre, pero no parecía tener ningún otro tipo de daño.

Dejó de lado aquello y comenzó a examinar el lugar donde se encontraba. Parpadeó rápidamente para que sus ojos se acostumbraran a la luz amarilla de las lámparas. Se encontraba en un enorme dormitorio con los muebles y el aire llenos de polvo, y con algunas telarañas en el techo. Ella estaba acostada sobre una gran cama cubierta con sábanas viejas y repleta de agujeros.

Pero había algo más importante: ¿Dónde se encontraba Taehyung?

Se puso de pie y salió de la habitación con urgencia, adentrándose en un largo pasillo. Las paredes estaban cubiertas con un tapiz rojo mohoso y algunas partes se desprendían de la pared. El piso era de mosaicos blancos y negros, y todo estaba iluminado por lámparas de luz amarilla que estaban pegadas a las paredes. El lugar tenía un ambiente sombrío.

Sentía cómo miles de escalofríos la recorrían por completo, como si algo espantoso fuera a aparecer de la nada para llevársela al infierno. A pesar de sentirse temerosa, solo tenía una cosa en mente: encontrar a Taehyung lo más pronto posible para salir cuanto antes de ese lugar.

Se acercó con pasos decididos a la primera puerta y tiró con fuerza de la perilla, pero por más que se esforzó, esta nunca se abrió. Intentó con todas las demás puertas, utilizando todas sus fuerzas, pero obtuvo el mismo resultado que con la primera.

—¡Tae!

Su cabeza y garganta ardían gracias a la fuerza de los gritos. La desesperación la carcomía y ya había comenzado a llorar.

—¡Tae…! Por favor, ¿dónde estás?

Llegó al final del pasillo y se encontró frente a unas largas escaleras con azulejos de color negro. El tapiz seguía siendo rojo, decorado con enormes cuadros que parecían mirarla fijamente. Le causaban escalofríos.

—¡Tae! ¡Taehyung!

—¡¿Misuk?!

Esa voz hizo detener todos sus movimientos. Provenía de la planta baja. Bajó unos cuantos escalones y asomó su cabeza por el barandal. A pesar de la poca iluminación que las lámparas brindaban, logró ver cómo un chico salía de una habitación lateral a las escaleras y miraba en su dirección. Era delgado, de piel bronceada y con cabellos negros.

—Taehyung. —Jamás había sentido tanta alegría de verlo como en ese momento.

Bajó el resto de las escaleras mientras su amigo las subía para encontrarse a la mitad. Se abrazaron tan fuerte, como si sus vidas dependieran de ello. Misuk fue quien se separó para poder examinar a Taehyung.

—¿Estás bien? ¿Te hicieron daño?

Misuk examinó y tocó su rostro. Se detuvo cuando lo escuchó quejarse por el golpe en la frente, del que había corrido un pequeño hilo de sangre hasta su ceja, que ahora estaba seca.

—No es nada grave, solo es un chichón. ¿Y tú?

—También me golpearon, pero no es grave. —Volvieron a abrazarse—. Me alegra tanto que estés bien. Por un momento creí…

—Tranquila, estamos bien. Estaremos bien. —Pero Misuk detectó la inseguridad en sus palabras.

—¿Trajeron a alguien más?

Los amigos se separaron para observar a la persona que habló. Era una chica de cabellera rubia que salía de la misma habitación por la que había salido Taehyung. Misuk la reconoció después de un breve examen con su mirada; se trataba de Hye, una chica de estatura alta, cuerpo delgado y ojos avellana, conocida en la universidad por su talento en la gimnasia artística y también por ser la quinta desaparecida.

—Estaba conmigo cuando ese tipo me atrapó —contó Taehyung.

Después, aparecieron los otros chicos desaparecidos. Jungkook, de primer año en arte, con una cara angelical y una personalidad energética. Baek, alto y fornido, muy popular entre las chicas por su belleza. Después apareció tímidamente una chica de cuerpo rellenito y una pequeña melena negra; esa era Myeong.

—¿M-Misuk? —Su nombre salió en una exhalación.

Los ojos de la mencionada se abrieron tanto al ver a su amiga. Suspiró llena de alivio y, con una sonrisa y ojos cristalizados, corrió hacia Myeong para abrazarla.

—Estás bien. Estaba tan preocupada por ti.

—¿Qué haces aquí? Se supone que estabas a salvo. Ese día estaba aliviada pensando que estarías bien, y ahora también estás en peligro. —Su voz se quebró poco a poco hasta que terminó derramando lágrimas.

—¡Oye! —Fue Jungkook quien llamó a Misuk—. El tal Taehyung nos dijo que tú habías llamado a la policía antes de que nos trajeran aquí, ¿lo hiciste?

Misuk detectó lo que parecía esperanza en su tono de voz. Tal vez supuso que, si ella lo había hecho, entonces las posibilidades de encontrarlos eran más altas. Misuk dejó de abrazar a su amiga para encarar a Jungkook.

—No, habían respondido a mi llamada cuando me atraparon. No logré pronunciar ninguna palabra.

Jungkook bufó y los demás expresaron su decepción de diferentes formas. Taehyung fue quien habló después.

—Llevan bastante tiempo aquí adentro, ¿ustedes no…?

—No hay forma de huir. —El desgano era tan evidente en Jungkook—. Ya agotamos todas las posibilidades.

—Después de que nos trajeran, no volvimos a ver a quienes nos secuestraron —habló Baek mientras se sentaba en uno de los escalones de la escalera.

—Simplemente nos dejaron sin decirnos nada. —Esta vez fue el turno de Hye de hablar.

¿Cuál era la conexión? ¿Por qué los llevaron a aquel lugar? En todo el tiempo que llevaban ahí, no encontraron ninguna pista. Esos tipos eran bastante listos y sabían moverse por la casa sin hacer ningún ruido. Lo sabían porque siempre, a la hora de la comida, la mesa estaba servida con un espléndido banquete sin rastro de quién lo hizo.

—Pensamos que probablemente había pasillos escondidos, pero por más que buscamos no encontramos nada —comentó Jungkook con una frustración que todos compartían—. Es una maldita pesadilla.

—Todas las puertas que llevan al exterior están selladas y las ventanas tampoco son opción. —Myeong se abrazaba a sí misma como si eso la fuera a proteger—. Todas están obstruidas con barrotes.

—Bueno, al menos deberíamos intentar formar un plan. —Fue Tae quien habló.

—Y lo tenemos, esperaremos a que vengan y atacaremos. —Jungkook parecía seguro de su plan—. Somos seis, fácilmente podríamos…

—Jungkook, ya hablamos sobre eso —la voz de Hye era dura.

—No tenemos idea de a qué tipo de peligro nos enfrentamos. No podemos actuar impulsivamente. —Baek también parecía molesto.

Parecía un tema recurrente entre ellos. Uno que molestaba a todos.

—Pero es nuestra mejor opción. Hay muchas cosas dentro de esta casa que podemos utilizar como arma.

Una risa burlona resonó por toda la estancia, una risa que pertenecía a la de una mujer joven.

Los que se encontraban sentados se pusieron de pie y rápidamente se alejaron de las escaleras. Todos retrocedieron hasta que quedaron acorralados contra la pared. Misuk se aferró con fuerza al brazo de Taehyung y este la cubrió con su cuerpo.

Los ruidos de un par de tacones resonaron por todo el lugar bajando con tortuosa lentitud mientras la risa se convirtió en una histérica y malvada.

—¡Huy, qué miedo! —Misuk reconoció de inmediato la voz de su captora—. ¿Los escuchaste, Jimin? Están formando un plan para atacarnos. Pobres ilusos que creen que pueden contra nosotros.

—No seas tan dura con ellos, hay que darles crédito por su fuerte determinación. Eso le añade más diversión al juego —era la voz de un hombre, también joven.

El tono de voz era igual de autoritario y aterrador como el de su acompañante. Pronto los pasos se escucharon más cercanos y por fin aparecieron. Permanecieron de pie a mitad de las escaleras, donde podían ver a sus víctimas perfectamente. Eran jóvenes y de apariencia hermosa. La mujer era de cabellera negra y de rostro afilado; sus facciones eran delicadas y muy sensuales, al igual que su cuerpo vestido con un traje de un rojo escarlata demasiado intenso.

En cuanto a su acompañante, él permanecía atrás de ella con semblante imperturbable y vistiendo un traje negro a medida. Su cabellera era rubia y, de no ser por su seriedad y el fuerte odio y repudio con el que sus ojos miraban a todos los presentes, Misuk se habría atrevido a compararlo con un ángel.

A pesar de su apariencia joven, su presencia imponía respeto e incluso miedo. El ambiente se había tornado más frío y tenebroso que antes.

—¿Ustedes son quienes nos capturaron? —se atrevió a preguntar Jungkook.

La chica levantó una de sus manos, pidiendo silencio.

—No seas maleducado. Lo primero son las presentaciones. —Se acercó más al barandal, posando sus dos manos sobre él en una pose muy elegante. No dejaba de sonreír con arrogancia—. Mi nombre es Sang Yon. Y este apuesto joven es mi fiel sirviente y un gran ayudante. Es un verdadero placer que tan honorables invitados hayan asistido. Les doy la bienvenida a nuestra casa del terror. A la cual han sido traídos para morir o sobrevivir. Solo si logran ganar nuestro juego, claro está.

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