Capítulo 15
Su declaración confundió aún más a Misuk. ¿Qué podía querer hablar con ella? ¿O simplemente se trataba de un truco para molestarla, o tal vez para hacerle daño? La mente de Misuk giraba en círculos, buscándole sentido a toda aquella situación. Jimin no era alguien a quien se pudiera tomar a la ligera, pues era un ser cruel. Pero aquí estaba, avanzando hacia ella con una sonrisa burlona, como si tuviera todas las de ganar.
Misuk retrocedió hasta que la cama la detuvo. Se subió a esta, sintiendo el colchón hundirse bajo sus pies. Su corazón latía con fuerza, y sus manos temblaban mientras sostenía el candelabro. No apartaba la mirada de Jimin, quien parecía divertido a costa suya. La urgencia de sobrevivir a la presencia maligna de Jimin era alta.
—Deja de temblar, niña —Jimin se sentó en la orilla de la cama—. Solo quiero tener una conversación contigo.
—¿Sobre qué? —habló tajante—. Ya sé todo sobre el juego y sus reglas. Y además, es muy tarde y...
—Estabas despierta. Por eso creí que sería buena idea venir, y distraerte de tu culpa por dejar morir a tu amiga. —Se acomodó el cuello de su saco con total calma.
La mención de aquello hizo que el semblante de Misuk decaayera, se sintió tan cruel como cuando Jungkook lanzó la misma acusación horas antes. Su mirada se agachó, la tristeza volvió a apoderarse de ella. Los recuerdos también llegaron a su mente como una película, incluso el último grito de Hye resonó claramente en su cabeza.
Jimin interrumpió sus pensamientos.
—Créeme, esto es sumamente importante y de gran interés para ti. —Esta vez, Jimin se encontraba totalmente serio—. Si no fuera de ese modo, no me habría molestado en venir.
Sus ojos volvieron a posarse en el rubio delante de ella. La curiosidad comenzó a emerger lentamente en su interior, así como la duda. ¿Debía confiar en él? No quería quedar como una tonta, sí es que se trataba de una broma. Eso en el mejor de los casos, porque la probabilidad de salir lastimada o muerta era mucho más alta.
Sin embargo, Jimin no estaba dispuesto a esperar una respuesta de parte de Misuk. Lo escuchó suspirar con molestia. Después sintió cómo el candelabro que sostenía fue arrebatado bruscamente de sus manos con una magia que ya había visto actuar antes, lo cual la hizo gritar. Este voló por el aire hasta caer en la mano de Jimin.
Misuk estaba sorprendida y Jimin la miraba totalmente cansado de su actitud recalcitrante.
—No tengo tiempo para esto —colocó el objeto en su lugar—. Falta poco para que mi ama despierte, y necesito decirte esto antes de que eso suceda.
Misuk no apartaba la mirada de él y se sentó de rodillas lentamente sobre la cama, más asustada que antes. Verlo tan molesto le recordó aquella advertencia que hizo el primer día, así que optó por ser prudente y guardar silencio, esperando que de esa forma no le causara daño. Además, su declaración había hecho crecer su curiosidad. ¿Qué su ama no debía enterarse de aquello?
Tragó saliva antes de hablar:
—¿Decirme qué? ¿Qué tendrías tú que decirme a mí?
Jimin sonrió, complacido de que al fin Misuk bajara un poco sus defensas. Jimin se inclinó hacia adelante, sus ojos oscuros fijos en los de Misuk. El aire parecía vibrar con una energía intensa, y ella apenas podía respirar.
—Misuk —susurró Jimin—, lo que tengo que decirte es crucial. No es una broma. Es algo que puede cambiar tu destino y el de tus amigos. Y, si decides escucharme, te traerá un beneficio que ni siquiera puedes imaginar.
Misuk tragó saliva, su mente estaba más confundida que antes.
—¿Beneficio? —susurró, incapaz de contener su deseo de saber más.
Jimin sonrió, pero no era una sonrisa burlona. Era algo más siniestro, algo que guardaba un gran secreto que prometía cambiar el rumbo de las cosas.
—Así es, mi linda niña. Te estoy ofreciendo la oportunidad de salir viva junto con tus amigos del juego, sin necesidad de volver a entrar a esas habitaciones.
Misuk quedó atónita ante las palabras de Jimin. El aire pareció detenerse, y su corazón latía tan fuerte que amenazaba con salir de su pecho. ¿Por qué le estaba ofreciendo tal oportunidad? La idea de la libertad, aunque remota, la llenó de esperanza y miedo a partes iguales.
Sus ojos se encontraron con los de Jimin, buscando cualquier rastro de mentira. No dijo nada durante un rato, esperando escuchar la burla de Jimin cuando le dijera que todo era solo un juego para ilusionarla y después destrozarla con la verdad. Que tendrían que jugar hasta el final para conseguir su libertad o morir en el camino.
En cambio, Jimin la miraba con total seguridad, con aquella sonrisa típica de él. Su mirada no vacilaba; parecía más bien impaciente por recibir una respuesta de su parte. Por más que buscó y examinó con sus ojos, no encontró el engaño que ella esperaba. Parecía todo verdadero, pero de ser así, seguramente le pediría algo a cambio, y seguramente no sería nada bueno.
Tal vez le pediría a cambio su vida o algún favor cuestionable. Miles de posibilidades pasaron por su cabeza, enredándola más y más con el pasar de los minutos.
Jimin carraspeó para recuperar la atención de Misuk. Subió un poco más en la cama para estar cerca de ella. Chasqueó la lengua antes de hablar.
—Se supone que este es el momento en el que tú aceptas —susurró como si fuera un gran secreto.
—Mientes —declaró segura de su acusación.
Jimin abrió los ojos y la boca, llevó las manos al pecho como si estuviera ofendido por la acusación de Misuk. Se atrevió a negarlo con fingida inocencia, pero no convenció a Misuk. Su semblante permaneció serio e incluso parecía molesta. Jimin decidió dejar las bromas a un lado, aunque así la conversación resultaría menos divertida para él.
—¿Por qué los humanos son tan escépticos cuando se les ofrece algo bueno?
Misuk rió con desdén.
—¿Esperas que te crea a ti? ¿Quién lastimó a Jungkook, quien se burla de nuestro sufrimiento y nos obliga a jugar para conseguir libertad?
—Bueno, tal vez eso te causó confusión. —Jimin se puso de pie y caminó lentamente, rodeando la cama—. Pero créeme, mis palabras son cien por ciento fidedignas.
Jimin llegó hasta donde se encontraba Misuk, deteniéndose para volver a sentarse muy cerca de ella. Tragó saliva de forma nerviosa, pero no se alejó ni mucho menos apartó sus ojos desafiantes de él.
—Tu palabra no significa nada para mí. Se supone que tú y esa mujer nos trajeron aquí con un propósito. ¿Por qué ahora lo vas a cambiar?
Jimin cerró los ojos y mordió su labio inferior con tanta fuerza debido al coraje que aquella chiquilla le causaba. Ya sabía que ella era muy cautelosa, pero tantas preguntas y dudas lo estaban hartando. Intentó controlarse, suspirando de forma tan pesada que dejó en claro lo enojado que se encontraba.
Se inclinó sobre Misuk. Aunque intentó retroceder, sus rostros quedaron a pocos centímetros de distancia.
—Porque tú eres una pieza muy importante en mi plan para poder obtener la libertad que ambos deseamos.
Sus cejas se unieron en un ceño fruncido, confundida y sorprendida en partes iguales. Misuk observó a Jimin con una mezcla de desconfianza y curiosidad. La tensión en la habitación era palpable, como si el aire mismo se hubiera vuelto más denso. Sus ojos se clavaron en los de él, buscando respuestas que parecían esconderse detrás de su mirada.
Jimin se puso de pie y comenzó a caminar lejos de la cama, en dirección al gran ventanal de la habitación.
—Tú y yo somos más parecidos de lo que crees, niña. Tú y los demás no son los únicos prisioneros que Sang Yon tiene capturados dentro de esta mansión. Yo anhelo la misma libertad que tú deseas. Y juntos podemos conseguirla. Yo tengo el poder y el conocimiento, y tú las habilidades y valentía para enfrentar esta prueba.
Se giró para ver a Misuk. Sus ojos casi brillando ante la determinación, muy seguro de lo que estaba diciendo y confiado totalmente en su plan.
—Si llevamos a cabo mi plan parte por parte, tú podrás salir con tus amigos de esta casa y yo me liberaré de las cadenas de Sang Yon. Solo tienes que decir que sí.
Más preguntas surgieron en la cabeza de Misuk; la más importante era por qué alguien como Jimin, que parecía tan contento de torturar gente como Sang Yon, decía que era un prisionero. Sus palabras y acciones decían cosas totalmente distintas. Y aun así, sus palabras sin vacilación y su semblante serio plantaron la duda. Misuk se mordió el labio inferior. ¿Por qué le afectaba tanto? ¿Por qué sentía que había algo más en Jimin, algo que no podía ignorar?
Cerró los ojos y se obligó a enterrar ese sentimiento. Misuk apretó los dientes, sus ojos desafiantes clavados en los de Jimin. No iba a caer en su trampa, no importaba cuánto insistiera.
—¿Por qué debería creerte? —repitió, su voz fría como el acero—. Eres igual que Sang Yon, un monstruo que se ha disfrazado de víctima. No me engañarás con ese juego.
Jimin se tensó, sus nudillos blanqueando mientras apretaba los puños. La paciencia que había mostrado antes se desvaneció, y su mirada se volvió peligrosa.
—¿Acaso eres idiota? —Jimin regresó a ella de nuevo, esta vez luciendo más amenazante—. ¿Desperdiciarás la única oportunidad que tienes para salir libre de esto solo por tu miedo? Qué decepción, creí que serías más inteligente.
Misuk resopló. No podía permitirse creer en él, no cuando su vida estaba en juego.
—No necesito tu ayuda —declaró con decisión—. Encontraremos la llave por nuestra cuenta. Y cuando lo hagamos, recuperaremos nuestra libertad y nos regodearemos de nuestra victoria en tu cara y en la de tu ama.
Jimin se enderezó, una sonrisa amplia alzó las comisuras de sus labios y su risa resonó en toda la habitación. Misuk se quedó paralizada. ¿Cómo podía reírse así? ¿Cómo podía encontrar algo divertido en su situación desesperada?
Parecía disfrutar de su desconcierto, porque su risa resonó en la habitación como el eco de una pesadilla.
—Oh, Misuk, Misuk —dijo, su voz suave como una caricia gélida—. Tu determinación es tan adorable. Y será eso mismo lo que te condene a ti y a tus amigos.
Misuk apretó los puños. ¿Cómo podía ser tan despiadado? ¿Cómo podía reírse cuando todo estaba en juego?
—No me importa lo que creas —murmuró—. No caeré en tus provocaciones para aceptar ese estúpido trato que seguramente solo es una trampa.
Jimin se encogió de hombros, con expresión burlona.
—Piensa lo que quieras. —Se giró y caminó hacia la salida—. Veremos si opinas lo mismo después de que otro de tus amigos muera dentro de otra habitación.
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