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Capítulo 13

Cuando la agonía de Hye terminó y las estatuas volvieron a quedarse quietas, todos los chicos permanecieron inmóviles en sus lugares. Sus mentes trabajaban a gran velocidad para tratar de comprender lo que había sucedido dentro de la habitación del museo.

La experiencia recién vivida había sido simplemente aterradora. Aún podían sentir sus corazones latir con fuerza debido al miedo. Estaban cansados y sucios por el polvo y el sudor. Incluso podían escuchar resonar en sus oídos las pisadas y los gritos de las estatuas mientras las perseguían.

Sin embargo, el alivio y la tranquilidad nunca llegaron a sus mentes. No hubo suspiros de paz ni celebraciones por seguir con vida. Todos se convirtieron en un manojo de llanto y dolor por la muerte de Hye.

Baek se alejó de los demás, dándoles la espalda para que no lo vieran llorar, y Taehyung hizo lo mismo, cubriendo su rostro con ambas manos mientras sus hombros temblaban.

En cuanto a las chicas, no hicieron nada para ocultar su tristeza. Myeong se deslizó por la pared hasta el suelo, abrazando sus rodillas y llorando con sollozos desgarradores que se sumaban a los de Misuk. Esta última no podía apartar la mirada de la mueca de terror en la que había quedado congelado el rostro de Hye. Algo que sería muy difícil de olvidar.

La sorpresa y el dolor que sentían después de presenciar algo así los habían dejado devastados. Aunque Hye no era una amiga con la que tuvieran una larga historia de convivencia, la habían llegado a apreciar en el corto tiempo que compartieron con ella. Ahora que ya no estaba, dejaba un hueco en el grupo y un cruel recordatorio del destino que cada uno de ellos podría tener si no tenía la fuerza suficiente para sobrevivir al juego.

Pero el más afectado de todos era Jungkook. Cuando el eco del último grito de Hye se desvaneció, el chico cayó de rodillas al suelo, presa de la conmoción y una abrumadora culpa por haberla dejado morir. Las lágrimas brotaban de su rostro, mezclándose con el sudor y la suciedad. La desesperación se apoderó de él poco a poco mientras repetía en su cabeza que él podría haber evitado aquel desastre.

—No debí dejarla morir —sus palabras apenas eran audibles debido al llanto.

Misuk notó lo afectado que estaba Jungkook, así que finalmente se movió y apartó la mirada del interior de la habitación. Se puso a la altura de Jungkook, poniendo una mano sobre uno de sus hombros para intentar consolarlo, algo que todos necesitaban en ese momento. Pero antes de que pudiera decir alguna palabra, Jungkook se levantó rápidamente, encarando a Taehyung con la respiración agitada.

—¡Todo esto es por su maldita culpa!

El arrebato de Jungkook tomó por sorpresa a todos. Los chicos se sobresaltaron y miraron con miedo hacia él, que observaba con fuego en sus ojos a cada uno de ellos.

—¡Si no me hubieran detenido, la habría podido salvar! —exclamó Jungkook.

Misuk se puso de pie e intentó tomar nuevamente su hombro, pero esta vez recibió un fuerte empujón de su parte que casi la hace caer.

—¡Aún había tiempo! Si no me hubieran detenido, yo... —sus palabras fueron interrumpidas por más llanto de su parte.

Todo en él dolía, y se sentía como un horrible villano, incluso comparándose con los dos carceleros que los habían encerrado en aquella casa. La culpa con la que estaba lidiando era muy grande.

Taehyung respiró hondo y se limpió las lágrimas, ensuciando más su rostro. A pesar del remolino de emociones en su interior, intentó mantener la calma y ser la voz de la razón, como había hecho en otros momentos. Pero incluso él se sentía inseguro sobre qué decir; la culpa también le pesaba a él, aunque Jungkook no lo notaba.

—Jungkook, ya no podíamos salvarla. Todas esas estatuas se interponían en el camino; era demasiado peligroso.

—Pero podría haber encontrado un camino. Si me hubieran dejado...

—¡Habrías muerto! —sentenció Baek, poniéndose frente a él—. Si te hubiéramos dejado entrar, también habrías terminado como ella.

—Ellos tienen razón; ya era muy tarde para ella. Su transformación estaba avanzada.

Jungkook no lo aceptaba. Sacudía la cabeza y se cubría las orejas con las manos para no seguir escuchando las palabras de quienes se suponía eran sus compañeros en ese momento complicado. Pero ahora ya no los veía de la misma forma.

—No puedo creer que se hayan rendido tan fácilmente con ella. —murmuró Jungkook.

Su tono estaba cargado de frustración y desesperación. Taehyung suspiró; el comportamiento de Jungkook comenzaba a agotarlo. Se sentía cansado en muchos aspectos y no quería seguir discutiendo en un momento tan desolador como ese. Aun así, lo intentó de nuevo, pero esta vez con un tono de voz más alto.

—Ya te repetimos varias veces que no se podía hacer nada. ¡Baek y yo solo hicimos lo necesario para evitar que te condenaras! —gritó Taehyung con rabia.

—¡Eso me importa una mierda! —contestó Jungkook, empujándolo con fuerza contra la pared.

Al ver aquello, Baek y Misuk se pusieron alerta y trataron de mediar en la situación, poniéndose en medio de los dos. Misuk incluso intentó tocar el brazo de Jungkook para calmar su furia. Incluso Myeong se puso de pie, temerosa de que se desatara otra pelea tan fuerte como la que ella había tenido con su compañera fallecida.

—¡Si querías impedir una tragedia, debiste encontrar una forma de rescatar a Hye en lugar de quedarte congelado y verla morir! —exclamó Jungkook.

Los gritos de Jungkook resonaron por encima de las súplicas por la paz que Baek y Misuk pronunciaban. Pero eran ignorados.

—¡Yo solo hice lo que creía correcto! No quería que otro de ustedes muriera.

—¡Pues lo correcto que hiciste le costó la vida a Hye! —esas palabras hicieron que el llanto de Jungkook fuera aún más amargo—. Ella ya no está con nosotros y no podrá volver a ver a su familia por culpa de tu maldita cobardía.

Aquella declaración fue un duro golpe que les lastimó más que algo físico. Dudaron por unos instantes en las palabras del chico herido. Hye no se podía salvar; todo estaba en su contra y todo había sucedido tan rápido que simplemente no tuvieron tiempo de actuar. Pero la semilla de la culpa ya había sido instalada en su interior, y terminaron con un horrible nudo en la garganta y un sabor amargo en la boca.

No pudieron evitar las preguntas: ¿Pudieron haberla salvado? De haber sido así, ¿lo habrían logrado o solo habrían terminado muriendo más?

—Todos nosotros somos tan culpables de esto como esos demonios que nos metieron en esto. Me dan asco.

Miró a todos con desprecio antes de correr y salir del pasillo, con las emociones desbordadas y la culpa matándolo por dentro. Taehyung había intentado ir tras él. No podía dejar que las cosas quedaran así, en un punto en el que Jungkook sentía odio y desconfianza hacia todos, lo que les perjudicaría aún más en el juego. Pero fue detenido por Baek. Jungkook necesitaba tiempo para procesar todo lo que había pasado y superar el luto en el que se encontraba; quizás la soledad le ayudaría.

Propuso ir a buscarlo más tarde, cuando las aguas se calmaran un poco. Taehyung argumentó que no tenían tiempo para desperdiciarlo de esa forma, y ambos entraron en una discusión sobre cuál era la mejor opción.

Myeong se quedó al margen, sin saber qué debía pensar en ese momento. Luchaba con una disyuntiva en su interior, sin entender si realmente era culpable de todo por no atreverse a entrar de nuevo en la boca del lobo por una amiga que les rogó ayuda, o si actuó correctamente. El juego se estaba complicando, y eso le hacía doler la cabeza.

Sin embargo, todo fue interrumpido cuando vieron a Misuk caer al suelo desmayada.

* * *

La cabeza le daba vueltas y sentía los pies adormecidos, así como mucho frío y un leve dolor en la cabeza. Arrugó la nariz por ese molesto detalle.

Abrió los ojos poco a poco, dándose cuenta de que ya no estaba en el pasillo de las siete habitaciones. Ahora estaba en una habitación parecida a la que había despertado el primer día, pero esta tenía las paredes pintadas de un intenso color azul muy parecido al negro. La luz de la luna entraba por la ventana llena de barrotes e iluminaba pobremente el lugar.

Con confusión en la mirada, se levantó poco a poco para enderezarse. Aun se sentía mareada y la cabeza le daba vueltas, por lo que sus movimientos eran lentos y rápidamente detenidos por una cálida mano que se posó sobre su hombro, asustándola.

Había pensado que quizás se trataba de otra broma como la que Jimin les había jugado aquella mañana. Pero no, esta vez era Taehyung, quien estaba arrodillado a un lado de la cama y la empujaba suavemente para volverla a acostar sobre el colchón.

—Ni se te ocurra —dijo somnoliento—. mejor descansa, lo necesitas.

No replicó y volvió a acostarse. Su mirada se perdió en el alto techo de la habitación. Por los síntomas que sentía, seguramente su presión se había alterado y causado su colapso.


—¿Cuánto tiempo?

—Varias horas —suspiró antes de mirarla preocupado—. Seguramente es porque no has tomado tu medicina, lo cual me preocupa bastante.

Eso, y que en los últimos dos días habían pasado cosas tan terribles que tenían a la pobre chica con los nervios alterados.

De hecho, estaba sorprendida de que su corazón no le hubiera dolido en todo ese tiempo. No solo había pasado por experiencias desagradables, sino también por momentos tensos y llenos de adrenalina que le aceleraban el pulso. Y a eso, había que agregarle las palabras de Jungkook, que le habían provocado una gran incomodidad y una conmoción que la sacudió entera.

La acusación que él hizo era seria y no se podía tomar a la ligera. Su conciencia la atormentó apenas Jungkook se fue, preguntándose si él tenía razón al decir que era su culpa que una de ellos muriera.

Se acostó de lado para ver la cara de su amigo. Él ya parecía totalmente sereno y sin rastro del dolor de hace unas horas atrás. Ahora todo lo que decía eran promesas hacia ella, de cómo no debía preocuparse por su enfermedad, porque él ya tenía pensado cómo lograrían terminar rápido con el juego y salir antes de que otro percance como el de ese día sucediera.

—Hoy nos retrasamos por lo que pasó con Hye. Pero mañana todo irá mejor. Junto con los demás, formamos una estrategia y, si la seguimos, mañana podríamos...

—¿Y Jungkook? ¿Cómo está? —preguntó Misuk.

La pregunta lo tomó por sorpresa.

—Bueno, él se encerró en la habitación al final del pasillo. Baek y yo intentamos hablar con él, pero fue en vano. —Agachó la mirada. Toda la energía de antes desapareció de golpe ante la mención de Jungkook—. No quiere escucharnos. Solo se limitó a llorar.

Misuk comprendió. Si bien estaba enojado con todos, se juzgaba a sí mismo con más dureza, seguramente por ser el único que tuvo la iniciativa de salvar a Hye y no lo logró.

Y eso también pesaba fuertemente en la conciencia de Misuk.

—Tae, ¿hicimos mal? ¿De verdad había forma de salvar a Hye?

Taehyung se quedó callado, desviando la mirada y pensando en qué debía responder. Él también se encontraba dudando sobre aquella elección que tomaron. Las palabras del más joven habían calado en lo más profundo de él y los demás. Sin embargo, a pesar de lo mal que le sentaba todo aquello, sabía cuál era la respuesta, aunque esta tampoco sonaba bien.

—No, Misuk. Hicimos lo que consideramos correcto teniendo en cuenta nuestras circunstancias. —Guardó silencio unos momentos, pensando cuidadosamente en sus siguientes palabras—. En todo caso, si debemos culpar a alguien, son a los dos demonios que nos metieron en esto.

—Eso suena coherente —sus palabras salían arrastradas y débiles—. Pero aun así, me siento culpable.

Taehyung la miró comprensivo; él también sentía su culpa como una pesada roca sobre su espalda. Nunca olvidaría lo que sucedió en aquella habitación y lo que vivirían en el futuro. El juego había resultado más difícil, pues no solo estaban poniendo a prueba su capacidad física, mental y emocional, sino también estaban poniendo a prueba su moral.

Cerró los ojos con fuerza y se obligó a tranquilizarse. Por su bien y el de su amiga, necesitaba ser fuerte. Así que, aun con ese sentimiento amargo de la culpa, tomó la mano de Misuk y, como muchas veces en el pasado, trató de calmarla. Tomó sus manos que estaban un poco frías y las acarició con sus pulgares.

—Misuk, culparnos por algo de lo que no teníamos absoluto control no nos servirá de nada. —Misuk intentó hablar, pero Taehyung la interrumpió—. Tampoco lo hará el pensar en lo que hicimos y no hicimos. Lo mejor que podemos hacer es seguir jugando para conseguir nuestra libertad.

—¿Y Jungkook?

La mención de Jungkook hizo que la seriedad volviera a apoderarse de su rostro. Aunque se sentía herido por la acusación, también sentía compasión por el joven, pues entendía que su sufrimiento era profundo y comprendió la preocupación de Misuk perfectamente. La relación que habían estado construyendo se había roto en ese momento. Y eso podría tener implicaciones graves en la supervivencia del juego.

—Solo hay que darle tiempo, seguro que una noche de reflexión le hará ver las cosas claras. Y si no es así, entonces yo me encargaré de hablar con él. —Taehyung apretó cariñosamente las manos de su amiga—. Confía en mí, todo estará bien.

Misuk escuchó atentamente con atención e intentó asimilar sus palabras. Sabía que era cierto y que no tenía sentido seguir torturándose por lo ocurrido. Pero la culpa era una carga difícil de soportar.

Y aquello solo era una parte del problema.

En solo dos habitaciones exploradas, se demostró que la letalidad y complejidad no tenían límites. Todos ya se sentían agotados en todos los sentidos. Y todavía faltaban cinco habitaciones más que seguramente serían más crueles y difíciles, y requerirían de toda su astucia y fortaleza para no perder a otro miembro más. Y con el problema que representaba en ese momento Jungkook, todo se estaba complicando demasiado.

Y sinceramente, se estaba desanimando.

Se aferró con fuerza a las manos de Taehyung, buscando calma y consuelo. Trataba de no dejarse vencer por esos sentimientos.

—Voy a confiar en ti.

Taehyung sonrió complacido, aunque no le creía.

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