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Capítulo 10

Los sillones de aquella sala eran de un color rojo intenso, con algunas manchas negras que seguramente eran de algún tipo de hongo. El relleno se salía por las aberturas, al igual que algunos resortes. La pintura que cubría las paredes era negra y había una chimenea llena de telarañas en lugar de un acogedor fuego para calentarse. Y sobre ella había un cuadro igual de inquietante que los demás.

En él había un hombre con una sonrisa siniestra que sostenía un bastón salpicado de sangre. Cuando Misuk lo vio, retrocedió por la inquietante sensación que transmitía. En cambio, Myeong parecía inmune al efecto aterrador de aquel cuadro.

Myeong estaba sentada en el sofá, abrazando sus rodillas y con la cara escondida en ellas como un escarabajo. Lo único que se escuchaba dentro de la sala eran sus intermitentes sollozos, que le hacían temblar el cuerpo. La angustia y el miedo eran palpables en el ambiente de la habitación, provocados por las palabras de Hye.

Misuk caminó hacia ella, con el suelo rechinando a cada paso, y se sentó a su lado. Su mano fue al hombro de Myeong para intentar reconfortarla, pero ella no reaccionó.

—No hagas caso de lo que dijo Hye —le habló con voz suave—. También está muy asustada y se desquitó contigo.

—Ella tiene razón —su voz temblaba. Sollozó un poco antes de continuar—. Soy una cobarde y una inútil. Pero es que le tengo mucho miedo a la muerte. No quiero que mi vida acabe de forma tan dolorosa y menos aquí.

Misuk suspiró.

—Lo sé, yo tampoco la estoy pasando bien, ¿sabes? —La mirada de Misuk se perdió en la nada. Por un momento, la voz de Misuk se debilitó igual que su alma—. Al igual que tú, me siento angustiado por todo.

La situación ya era muy difícil como para mentir y fingir la valentía que Misuk no tenía. Decidió ser sincera con ella y hacerla sentir que sus miedos eran totalmente válidos y no estúpidos, como lo había expresado anteriormente. Pues, ¿de qué otra manera se podía reaccionar ante una situación de peligro? No era cualquier cosa la que estaba en juego; se trataba de sus vidas, las cuales estaban siendo apostadas en un juego con muy pocas probabilidades de ganar. Obviamente, cualquiera podía reaccionar como lo hizo ella. No todos tenían el temple de Hye para digerir y superar momentos de alta tensión como los que estaban expuestos.

Misuk suspiró y trató de sonar con más animosidad.

—Pero no todo es tan malo. Hay más chicos con nosotros que nos acompañarán y ayudarán.

—Tal vez… Pero todos ellos son tan valientes. Incluso tú, que estás enferma del corazón, estás afrontando todo esto como una campeona. En cambio, yo…

Misuk bufó y rió con ironía, interrumpiendo el discurso de autodesprecio de Myeong.

—Claro que no, eso no es cierto.

Por primera vez, Myeong alzó su mirada con ojos hinchados y rojos para ver a Misuk. La miró con incredulidad, buscando el significado de sus palabras.

—Todos lo tienen. Pero como nadie quiere morir en este juego, están luchando lo mejor que pueden. Y nosotros podemos aprender de ellos y fortalecernos. —Le sonrió para brindarle ánimo.

—¿Crees que lo logre? ¿Ganar este juego sin morir antes?

Misuk tomó su mano y las entrelazó con fuerza. En ningún momento dejó de sonreír, aunque ella misma se sentía insegura al respecto.

—Si estamos todos juntos, te aseguro que podremos salir de este lugar.

Por primera vez, se le notaba más tranquila a Myeong, menos nerviosa y con confianza. Misuk tenía razón: aquel miedo que le oprimía el pecho podía utilizarse como un incentivo para jugar, luchar y volverse más fuerte para lograr sobrevivir y volver a la vida que le habían arrebatado para diversión de dos seres malvados.

Misuk también se sintió mejor después de compartir ese momento con Myeong. El miedo seguía fluyendo dentro de ella como si fuera la misma sangre que corría en sus venas, pero al mismo tiempo se sentía animada y con mucha esperanza en sus propias palabras.

Además, confiaba plenamente en sus compañeros, como se lo hizo saber a Myeong. Cada uno tenía habilidades y distintas cualidades que había logrado percibir en el poco tiempo que tenían dentro de aquel lugar.

Hye, por ejemplo, era firme y tenía un carácter fuerte que le ayudaba a mantener a raya cada emoción negativa que quisiera apoderarse de ella. Baek era fuerte en el aspecto físico, con un ingenio que les podía sacar de apuros cuando los tuvieran. Jungkook era muy valiente y poseía un sinfín de habilidades que podían serles útiles para desempeñar algunos desafíos, si se diera el caso.

Misuk miraba a Taehyung como la voz de la razón en todo el grupo. Era como una especie de líder con el carácter para dirigirlos a todos y tomar buenas decisiones sin dejarse llevar por el calor de sus emociones. Y Myeong, aunque no lo supiera ni se diera cuenta, también podía aportar buenas cosas al grupo. Por ejemplo, viendo todo desde una perspectiva más positiva, Myeong, que era muy precavida y observadora, podía ayudarlos a detectar los posibles peligros que fueran difíciles de percibir a simple vista.

Mientras tanto, ella pensaba de sí misma como alguien adaptable a cualquier situación y poseedora de una determinación fuerte que, a pesar de su corazón enfermo, podía enfrentarse a cualquier cosa.

Su sonrisa se extendió más al pensar en todo aquello. Ahora el futuro no le aterrorizaba tanto; incluso se sentía atrevida y más segura de todo. Con esa misma energía, pasó uno de sus brazos sobre los hombros de Myeong y la abrazó con fuerza.

—Todo saldrá bien.

* * *

Ambas chicas cayeron dormidas después de una larga conversación en la que soñaban y comentaban lo que harían cuando ganaran. Siguieron planeando un poco más aquella fiesta que mencionó Misuk, imaginando lo felices que estarían todos. Sin embargo, lo que más ilusionaba a ambas era volver a ver a sus padres y poder abrazarlos de nuevo, compartir las comidas con ellos, conversaciones y risas.

Un pequeño momento de normalidad.

Aunque el sofá estaba en muy mal estado, les dio un reconfortante descanso. La primera en comenzar a despertar fue Misuk. Algo le estaba tocando los pies y se deslizaba por su pierna derecha. Sacudió los pies buscando librarse de esa sensación rasposa que le dejaba aquella cosa, pero solo se intensificó más. Bufó molesta y apretó los ojos. Bajó la mano para quitarse eso que estaba interrumpiendo su sueño, sintiendo entre sus manos algo escamoso y desagradable al tacto, algo que serpentaba como queriendo escalar más arriba de su muslo.

Sus ojos se abrieron con las cejas arrugadas. Una idea pasó por su cabeza sobre lo que era esa cosa, y no era nada agradable. Suspiró para darse valentía y bajó poco a poco la mirada, encontrándose con un rostro plano, con ojos negros y pequeños, y una lengua viperina que bailaba frente al rostro del animal. Era una serpiente de escamas grises, casi negras.

El grito que soltó fue tan fuerte que también despertó a Myeong. Se sentía desorientada por el sueño y confundida porque no sabía qué estaba pasando, pero todo eso se le pasó cuando sintió unas patitas peludas caminando sobre su cabeza, hombro y cuello. Agachó la mirada y vio cómo una enorme tarántula de color café caminaba sobre su piel y la que tenía en su cabeza cayó sobre su estómago.

Myeong gritó acompañando a Misuk, incorporándose de un salto y sacudiéndose para quitar a las arañas que cayeron al suelo y caminaron como asustadas lejos de ella. Misuk hizo lo mismo, sacudiendo con mucha fuerza su pie hasta que la serpiente salió disparada a varios metros de distancia, pero dejando una desagradable sensación que le ocasionaba escalofríos en todo el cuerpo.

—Buenos días, señoritas.

Por la puerta entró Jimin con una radiante sonrisa en su boca. Su presencia fue suficiente para que las chicas dejaran de gritar y corrieran para alejarse lo más que pudieron de él, quien daba más miedo que aquellos animales.

La serpiente fue levantada del suelo por Jimin. Parecían estar familiarizados uno con otro, pues en cuanto esta sintió el toque de Jimin, comenzó a enroscarse en el brazo de él, quien la presumía delante de ellas con orgullo. Mientras tanto, las tarántulas habían salido de su escondite para trepar por sus pies hasta detenerse en su pecho.

—Ya es mediodía y, como seguían dormidas, les pedí a mis mascotas que las despertaran. —Aquella burla dejaba en claro el poco respeto que sentía por ellas—. Espero que no les hayan causado molestias.

Como siempre, Myeong temblaba al lado de su amiga. Una reacción que Jimin siempre provocaba en todas las personas que eran llevadas a esa mansión. Y se llenaba de un deleite inigualable cuando una víctima le temía. Sus expresiones de terror eran lo que más le gustaba ver y cómo temblaban de pies a cabeza con su sola presencia. Era un sentimiento de poder incomparable y le gustaba sobremanera.

Sin embargo, la otra chica de cabello castaño no parecía tan asustada con su presencia. Claro que le temía; se notaba en su posición de alerta y en el temblor de sus manos. Pero sabía controlarse tan bien que incluso se atrevió a mantenerle la mirada. No retrocedió e incluso protegía a su amiga, cubriéndola detrás de su cuerpo, como si ella tuviera la fuerza para derrotarlo. Y aquello era sumamente interesante para Jimin, algo que lo llenó de intriga y de emoción.

—¿Y los demás? —cambió de tema.

La respuesta vino en forma de un fuerte golpe que sonó estruendoso en el interior de la mansión, acompañado de otros golpes y lo que parecían fuertes pisadas. Misuk y Myeong alzaron la cabeza al techo; los ruidos venían de la planta de arriba. Lo siguiente que escucharon fueron los gritos del resto de chicos, lo que llenó de preocupación a Misuk. Corrió fuera de la sala y Myeong la siguió muy de cerca con paso apresurado, mientras Jimin se quedaba riendo a carcajadas.

Cuando las chicas llegaron a la estancia principal, ellos bajaban a toda velocidad las escaleras. Las dos chicas fueron a recibirlos, muy preocupadas por el aspecto pálido que tenían todos. Hye se había dejado caer de rodillas al suelo para calmar su respiración, igual que los otros chicos que se detenían con una de sus manos en la pared o en el barandal de las escaleras. Sus ojos estaban desorbitados por el miedo, como si hubieran presenciado algo siniestro.

Myeong pensaba preguntar qué les habían hecho, pero un extraño rugido proveniente de la planta de arriba la interrumpió. Cuando giraron la cabeza, Misuk y Myeong vieron unas extrañas sombras de unos tentáculos retorciéndose y segregando una especie de baba viscosa. Myeong dio un respingo y retrocedió, al igual que Misuk, pensando que se trataba de una criatura enorme y de aspecto grotesco. Sin embargo, apareció la hermosa dueña de la casa con una resplandeciente y altanera sonrisa.

Miró a todos desde lo alto y dijo:

—¿Listos para continuar con el juego?

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