Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9: Skype, Mattlan y un poco de Hunter McLaggen

—Hola, bebé —me saludó West desde el otro lado de la pantalla, frotándose los ojos.

Me sentí mal por estar llamándolo al instante de examinar su apariencia. Se le veía realmente agotado; ojeras bajo sus ojos, somnoliento, con el cabello hecho un desastre y la parte libre de su escritorio estaba llena de papeles y libros de texto. No era demasiado tarde, apenas pasaban las diez, pero su dormitorio estaba oscuro a excepción de la lámpara que iluminaba su pequeño espacio de estudio, y al fondo, podía ver la morena espalda desnuda de Kyle en su cama, durmiendo y roncando tan sonoramente que hasta yo podía escucharlo a pesar de la distancia.

Parecía que no había sido un día fácil para ninguno de nosotros.

—Alguien luce agotado —le comenté, haciendo una mueca—. ¿Un día difícil?

Él resopló. Nunca lo había visto tan cansado.

—Joder que sí. —Pasó una mano por su desordenado cabello, intentando peinarlo—. Estoy exhausto.

—Lo siento —me disculpé, encogiéndome en mi silla.

—¿Por qué lo sentirías? Ya quisiera que fueras la razón detrás mi agotamiento —bromeó, dándome una genuina sonrisa a través de todo su cansancio.

—Es bueno saber que lo de cachondo puede más que cualquier otra cosa —me reí.

—En realidad, se trata más de tu poder que lo de cachondo —admitió, riendo entre dientes.

—Habrá tiempo para seguir debatiendo sobre eso —lo frené antes de que de verdad comenzara a despertar al West cachondo—. Ahora quiero saber por qué parece como si has estado corriendo durante todo el día y apenas terminas.

—¿Tan mal me veo? —Volvió a reírse cuando asentí con la cabeza—. El entrenador nos ha tratado como un saco de boxeo todos estos días, las prácticas se han vuelto intensas, especialmente para mí... quiere que entre a jugar en el próximo partido.

—Pero eso es una buena noticia, ¿o no? —indagué al ver que no estaba saltando de emoción al respecto.

—Lo es —sonrió ante mi genuino entusiasmo—, pero si el entrenador nos cree saco de boxeo, los profesores están masacrándonos sin piedad. Nos exige más por ser becados, de verdad, mi cerebro está frito. —Me enseñó un gordo libro que sostenía—. ¿Es que no ves? Esta mierda es del tamaño de mi cabeza.

—Joder, creo que es hasta más grande —reconocí, levantando las cejas con sorpresa.

—Debía memorizarme al menos veinte páginas del libro para mañana —resopló, frustrado—. Kyle estaba ayudándome, pero el muy idiota se quedó dormido.

Lo observé tomar una almohada de su cama y lanzarla hacia la cabeza de su compañero. Este último simplemente se quejó en voz alta, se movió un poco y volvió a su concierto de ronquidos.

—Puedo ayudarte, si quieres —me ofrecí.

—He terminado por hoy, mi cerebro es incapaz de almacenar más información —dijo, alejando el libro de su vista como si de tan solo mirarlo ya le causara jaqueca.

—Bien, entonces, ¿ya puedo ser una totalmente vergonzosa y orgullosa novia, y felicitarte por lo de tu primer partido en Princeton? —le pregunté, risueña.

—Por supuesto que puedes —respondió, contagiándose de mi sonrisa—. Hacía tiempo que no estaba tan nervioso, por suerte los chicos vendrán a verme jugar.

Sentí la conocida punzada de dolor en el pecho, sin embargo, me las ingenié para no demostrar la envidia —y la nostalgia— que me daba que los chicos pudieran estar allí para él. O bueno, eso fue lo que creí haber hecho, ya que West enseguida notó que mi sonrisa había flaqueado.

—Sabes que sería genial poder tenerte aquí, mi groupie del fútbol —me recordó, descansando su rostro en su mano y brindándome una mirada llena de nostalgia—. Podríamos luego celebrar juntos, echar a Kyle al pasillo y encerrarnos aquí en mi dormitorio toda la noche sin que nadie nos interrumpa. Tal y como solíamos hacerlo durante el verano, ¿recuerdas?

Asentí, ¿cómo podía olvidarme de algo como eso? Fue uno de los mejores veranos de mi vida. La nostalgia regresó al recordar las noches cuando West se escabullía por la puerta trasera de casa para poder dormir —o algunas veces no dormir tanto— en mi habitación. Chase no se enteró de esas visitas nocturnas hasta que una noche creo que fuimos muy ruidosos, y, pues, una cosa es suponer que tu hermanita esté teniendo sexo con su novio, pero una muy diferente es tener que escucharlo fuerte y claro en medio de la noche. Después de que West saliera apenas con vida de la casa, Chase se llevó su almohada y su cobija a mi habitación, y durmió en el suelo por una semana, hasta que se cansó de siempre despertar con dolor de espalda y se limitó a hacer visitas inesperadas para asegurarse de que «ningún desgraciado astuto» estuviese a mi lado en la cama. Desde entonces, descubrí que sus hábitos de jodido hermano protector eran incurables.

—Créeme que no eres el único que desea eso —le confesé, mordiendo mi labio, esforzándome en no dejar que lo de la invitación, o mejor dicho, obligación, del baile de bienvenida continuara afectándome para mal.

—Al parecer no fui el único que tuvo un día difícil —me dijo en tono suave, acercando su rostro a la cámara—. ¿Cómo han estado yendo tus días de detención?

Mordí mi labio con mayor fuerza. Esta llamada había tenido un propósito desde el principio, y ese había sido el de admitirme a mí misma —y a él—, que lo de Hunter, lo de la nostalgia, lo de la distancia... tal vez se me estaba saliendo de las manos. No obstante, no contaba con encontrarme con la versión de West Collins al borde de un colapso por agotamiento. 

Me rehusaba a colocar en sus hombros una cosa más de la cual preocuparse, ya tenía suficiente con el entrenamiento, el partido, con sus clases.

Sí, iba a manejarlo por mi cuenta. Después del baile de bienvenida, no habría razón para continuar cruzándome con Hunter y en cuanto a lo otro... bueno, todavía no sabía qué hacer con eso, pero encontraría la forma de exterminar para siempre a la Dylan Sensible.

—Ha sido jodidamente aburrido —le dije, no mintiendo del todo, por lo que me sorprendí a mí misma de mi propia convicción—. Aunque están estos dos chicos, Charlie y Jackson, hace días le hemos llenado la boca de papelillos a la profesora de detención y pues, eso no ha sido tan malo.

—¿Chicos? No los habías mencionado. —Él frunció el ceño, curioso—. ¿Qué clase de chicos?

—¿Acaso percibo celos en West Collins? —me burlé, levantando una ceja.

—No soy del tipo celoso —se defendió, llevando una mano a su pecho en un gesto de indignación—. O eso creo, no lo sé realmente, nunca había estado enamorado antes, así que es probable que haya algo oscuro escondido por ahí dentro de mí.

Sacudí la cabeza mientras le daba una sonrisa amplia, de esas que hacen que te duelan las mejillas porque no puedes controlar tus propios músculos. Tenía que ser sincera y admitir que con West había aprendido a aceptar que me encantaba cada cursilería que salía de su boca... y cada uno de sus gestos de Loco Romanticón.

—¿Ya te he dicho lo divertido que es cuando te dejo sin palabras? —comentó él, en tono burlón—. Te quedas mirándome fijo como si estuvieras a punto de atacarme a besos.

—Cuando dices cosas como esas, esa siempre es una opción —admití, sin dejar de sonreír.

—A alguien se le está contagiando lo de Loco Romanticón —se rio, entre divertido y sorprendido por mi honestidad.

—Ya, ya, tampoco nos emocionemos tanto. —Puse lo ojos en blanco, sintiendo que me ruborizaba.

—Necesitaba esto, ¿sabes? —me dijo, viéndose más despierto que hacía unos minutos—. Hablar contigo, verte sonreír, sonrojarte y comportarte como una novia orgullosa... extrañaba nuestras conversaciones por videollamadas, me dan vida.

Me reí. A mí también me daban vida, sin duda.

—También lo extrañaba —concordé.

—Te amo, Carter.

—Y yo a ti —dije de vuelta.

Observa Jackson, así es cómo logras enamorar a Dylan Carter.

Primera lección: Ser West Collins.

***

Durante el fin de semana tuve una misión: ocupar mi mente para no dejar que la Dylan Sensible se asomara siquiera. Visité a la señora April, lo cual terminó siendo contraproducente, ya que me retuvo durante toda la tarde para hablarme acerca de lo tanto que extrañaba a su hijo. No hizo falta agregar que ambas terminamos al borde de las lágrimas. Pues, esa táctica no funcionó, para nada.

Luego, el domingo, fui a casa de papá como le había prometido, quería que conociera a su nueva novia, Tabatha. Ellos estaban en esa etapa reciente de la relación donde se comparte más saliva que palabras, así que hui temprano antes de quedar traumada de por vida. Eso tampoco funcionó.

Ya para la siguiente semana estaba irritable, sobre todo porque faltaban solamente tres días para el baile de bienvenida y recordar que tendría que acompañar a Hunter me ponía de un humor de perros.

La única cosa que me reconfortaba era saber que Matthew había prometido asistir al baile también. Él aún no se fiaba de Hunter, ni de mi capacidad de controlar mis impulsos, por lo que iría a vigilar que no ocurriera nada malo.

La mañana del sábado, Chase me llamó desde Nueva Jersey, él y Sawyer acababan de llegar a Princeton, y estaban almorzando con West y unos amigos de su equipo de fútbol en el campus. De nuevo, los envidié. Mucho. El tentador pensamiento de robarle dinero a mamá para escaparme volvió a mi mente, pero fue interrumpido por Matthew, quien tocó el timbre de casa.

Siempre salvándome del abismo, Fitzgerald.

—No voy a usarlo —me negué.

—Es el único vestido rojo que tienes —replicó él.

No lo usaré —le repetí enojada, cruzándome de brazos.

—Dylan, no te dejarán entrar si vas vestida como quieras, lo sabes, ¿qué pasa si por eso Hunter no te devuelve el collar? —comentó, aun sosteniendo el largo vestido rojo que él mismo había comprado para mí hace un año.

Gruñí, frustrada. Hunter, Hunter, Hunter, creo que peor que el tema de la nostalgia, tener que depender de él, sobre todo esta noche, me ponía los nervios de punta.

Joder, cómo quería terminar con esto.

Estaba rehusándome a usar el vestido rojo, no porque en sí era un vestido, sino porque la única noche en que lo llegué a usar digamos que fue agradable y no quería arruinar ese recuerdo al tener que usarlo para una noche que obviamente apestaría como el mismísimo infierno.

—Descuida —Matt se acercó a abrazarme—. No tenemos que quedarnos hasta el final, solo hasta cuando él te devuelva el collar, luego, no más Hunter.

—No más Hunter —me consolé a mí misma con esa frase—. No más Hunter, no más Hunter, no más...

—Para, ya me estás asustando —dijo él, con una expresión de preocupación que me hizo reír—. Bien, entonces iré a arreglarme, tengo que lucir apuesto para la pareja que en realidad no tengo.

Mi sonrisa cayó.

—Estoy bromeando —se apresuró a decir—. Vamos, Dyl, tienes que relajarte un poco, a pesar de todo es un baile, con música, bebidas, baile... no es como si fueses a ir al purgatorio, ¿vale?

Puse los ojos en blanco, tomando su consejo de bajar la guardia un poco. Él estaría ahí, de todos modos, no sería tan malo con su compañía.

—Gracias de nuevo por ir —le dije, sincera—. De verdad.

—Somos Mattlan contra el mundo —expresó divertido, preparándose para abandonar mi habitación—, y me callaré antes de que logres golpearme esta vez.

Solté una carcajada, viendo cómo se acercaba a la puerta y salía.

«Bien, Carter hagamos esto».

Maldije a Hunter unas... trece veces mientras me arreglaba esa noche. No me maquillé demasiado, ni peiné tanto mi cabello, ni me coloqué zapatos de tacón, sino mis Vans favoritas, que igual ni se veían bajo el vestido. No le daría el gusto a él de verme tan arreglada, suficiente tuve con ponerme el condenado vestido.

Busqué mi teléfono y le avisé en un mensaje de texto que nos encontraríamos allá. Él me había dado su número de celular en un papelito que me lanzó a la cabeza hacía unos días durante detención. Con clase el chico, ¿no es así?

No obtuve respuesta y la verdad es que no me pudo importar menos, sabía que él me encontraría de algún modo, así que simplemente tomé mi chaqueta y bajé las escaleras antes de que mamá se diera cuenta de que iría al Baile de Bienvenida con alguien que no era mi «primitivo novio». Así llamaba ella a West.

West. ¿Cómo le habría ido el partido? ¿Ganarían? ¿Perderían? ¿Estarían celebrando ahora mismo? ¿O tomándose unas cervezas en su dormitorio, lamentándose de no haber ganado?

«Dylan, sé que quiere saber todas las respuestas, pero necesitas concentrarte en recuperar el collar».

El sonido del timbre me hizo sacudir la cabeza. ¿Quién podría ser a estas horas? ¿Otra cita caliente de mamá o qué? Ahora que papá estaba saliendo con alguien, ella también había vuelto a ese mundo de citas frecuentes con hombres viejos, odiosos y estirados que del club. Aunque no debía quejarme, gracias a ese nuevo pasatiempo, su intensidad conmigo se había calmado un poco.

Sin embargo, al abrir la puerta, preferí que fuese uno de esos hombres.

Y no Hunter.

—¿Tú cómo sabes dónde vivo? —le pregunté, enarcando una ceja.

Desafortunadamente, no traía puesto un traje; en cambio, llevaba su característico atuendo negro; pantalones negros y una chaqueta negra colgada de su hombro. Lo único diferente en su vestimenta era la camiseta blanca. El bastardo con suerte ni siquiera se había esforzado por respetar el código del baile.

—Esa es otra ventaja de ser un familiar del director, tienes acceso a todos los expedientes de los estudiantes —me contestó, sonriendo.

—Te dije que nos encontraríamos allá. —Cerré la puerta tras de mí y lo esquivé para comenzar a caminar hacia la camioneta—. Yo iré en mi jeep, y tú en tu moto.

—Se supone que eres mi cita, Lanie. —Me alcanzó—. ¿No crees que será un poco sospechoso si llegamos separados? Lo último que quiero es levantar sospechas esta noche.

—¿Por qué no quieres levantar sospechas? —Lo encaré, irritada—. ¿Qué se supone que haremos hoy, McLaggen?

—Enamorarnos locamente por el otro, ¿qué otra cosa podríamos hacer? —dijo él con ironía.

—No estoy de humor para tus mierdas, Hunter —le repliqué.

Ugh. Ya me dolía la cabeza y la noche ni siquiera había comenzado.

—¿Será que algún día superarás tu odio hacia mí? —se quejó, poniendo los ojos en blanco.

—¿Será que me dirás por qué no debemos lucir sospechosos esta noche? —lo atajé, en su mismo tono de voz.

—Te invité al baile porque necesito tu ayuda —explicó al fin, sacando algo del bolsillo de sus pantalones. Una llave—. ¿Ves esto? Esto es otra ventaja ser familia del director, puedes robarle la llave maestra que abre todas y cada una de las puertas de la escuela. El muy idiota ni siquiera se dio cuenta.

—Al grano... —presioné, impaciente.

—Tú me ayudas, yo te devuelvo el collar, no es tan complicado —comentó con fastidio—. Te dije que esta noche no sería por placer, sino por negocios.

—¿Qué clases de negocios? —Me molestaba sentirme tan curiosa, pero necesitaba saber en dónde me metía.

—Robaremos unos exámenes del aula de profesores, nada del otro mundo —soltó con serenidad—. Será pan comido.

¿Qué? ¿Acababa de decir que entraremos al aula de profesores a robar?

¿En qué clase de mierda me estaba metiendo?

Nota de la autora 2014: DYLAN, ¿QUÉ COÑO ESTÁS HACIENDO? TE VOY A GOLPEAR. Okya, solo tenía que decirlo xD

En estos días he estado apestando en escoger títulos para los capítulos, creo que tengo un bloqueo de inspiración titulolasjdajad bueno, ustedes me entienden jajajajajaja.

West, te amo.

No sé si sentirme emocionada o preocupada por lo que le espera hoy a Dylan. Hunter, Hunter, Hunter, ¿qué vamos a hacer contigo?

Oh, y casi se me olvida, Marian Herrera (escritora de Spotter/Next to Him), tiene una petición para ustedes:

"Hola, adolescentes con buenos hábitos de lectura, soy Marian Herrera y hago un llamado a todos los que detesten al puto de Hunter para que nos unamos y junto a Dyl lo matemos. ¡Levanten la voz! Unidos haremos caer al sexy Hunter. PD: Este mensaje no es aprobado por E.M. Molleja"

LOL XD, te dije que lo pondría, bebé.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro