Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5: Aula 300: Detención

Al día siguiente, intenté despertar con la mejor disposición y positivismo. Por mi paz mental, iba a mantener mi promesa a West e iba a escuchar a mi querido amigo. Trataría de no toparme con McLaggen, ni hablarle, ni hacer contacto visual, ni dejar que me provocara, ni dejarlo sin pelotas —o sin algún otra extremidad/órgano/miembro de su cuerpo—.

Y, si ustedes me conocieran a la perfección —que para este punto, debería ser así—, sabrían que todo lo que dije en lo anterior... era pura mierda. ¿En serio creían que si Hunter se atrevía a molestarme de nuevo, solo iba a dejarlo y alejarme con una sonrisa? Ja, ni de coña.

De hecho, sería lo contrario, estuve todo el día planeando mi momento perfecto para contraatacar. Si bien Patch Junior fue completamente predecible en su reciente afición por joderme y en plena clase de Matemática, casi rompo mi lápiz en un intento de canalizar mi enojo por tenerlo a él lanzando papelillos a mi espalda, debía ser inteligente para no ganarme más días de detención. Abalanzarme sobre él en media clase —como lo reproduje alrededor de cinco veces en mi mente—, no era la mejor definición de 'momento perfecto'.

—Aula 300: Detención —leí en voz alta la pequeña placa deteriorada pegada a la puerta de madera—, nos vemos de nuevo, compañera —añadí, dándole unos golpecitos en señal de saludo.

—Vaya, ¿por qué siento que el Aula 300 y tú tienen historia? —se rio Matt, curioso—. ¿Cuándo fue la última vez que estuviste aquí?

—Creo que fue cuando ayudé a los chicos a jugarle una broma al antiguo consejero escolar. —Dejé escapar una risa al recordar—. El muy hijo de puta se creía todo un Timothy, y, pues, digamos que todo el mundo le perdió el respeto luego de que encontráramos unas fotos bastante comprometedoras junto a una de primer año en su teléfono y se la enviáramos a Patch, y bueno, a toda la escuela. De alguna manera se enteraron de que fuimos nosotros, pero en vez de agradecernos primero, nos dieron dos lindos días en detención por robar su teléfono. Sin embargo, valió la pena.

—Ustedes han hecho cosas realmente épicas aquí antes de que yo llegara, ¿no? —Matt se echó a reír también.

—Sí, fueron buenos tiempos... —dije, sintiendo una punzada de nostalgia.

«No ahora, Carter, ibas tan bien».

—Pues, que tengas una bonita, productiva y excelente tarde en detención —bromeó mi amigo, abriendo la puerta por mí.

Lo miré con ironía.

—Que te den, Matt. —Puse los ojos en blanco, reprimiendo una sonrisa.

—Recuerda, no le prestes atención a Hunter —me recordó, acercándose a mí para dejar un beso de despedida en mi frente—. Llámame cuando salgas, si estoy libre podríamos ir a Mikey's y reponer nuestra cita de ayer.

Sonreí y asentí con la cabeza.

—¿Podrían dejar de ser tan empalagosos por un momento? Me obstruyen el paso.

Los dos nos volvimos hacia la arrogante voz y nos encontramos a Charlie, la chica de primer año, quien nos dedicaba una abierta mirada de fastidio.

—¿No se quitarán? —Ella enarcó una ceja—. Nada en contra de los besuqueos, solo que en medio de la puerta no, hay personas que necesitan entrar o salir.

No sabía si reírme del hecho de que estaba suponiendo que Matthew y yo éramos pareja, o cabrearme del hecho de que nos estaba hablando así. Pero, en mis planes nunca había estado tenerla de enemiga, la chica a pesar de ser insolente, me había ayudado a defender a Matthew en la cafetería, así que eso último llevaba mucho más peso que su magistral mirada de pocos amigos.

—Oye, gracias, por lo de ayer —le agradecí, sincera.

Para mi sorpresa, ella no respondió cómo esperaba.

—Pienso que personas como ese imbécil se merecen que le digan las cosas claras en su cara. No fue por ustedes, fue por principios. —Dicho eso, me hizo a un lado de un empujón para entrar al aula.

Joder, Preston tenía serios problemas de actitud.

—Y yo que pensaba que no podría existir otra Dylan Carter en esta escuela —comentó Matthew, siguiéndola con la mirada y con rostro lleno de conmoción.

Después de segundos de reflexión, debía admitir que sí se parecía un poco a mí.

—Se parece solo un poco, no nos emocionemos —le dije a Matt, quien parecía bastante intrigado y emocionado por su descubrimiento.

Me despedí de mi querido amigo y me adentré al aula. El profesor encargado de detención aún no aparecía, así que me puse cómoda en mi silla mientras le enviaba un mensaje de texto a Chase para solicitar su ocupada atención. Le había enviado mensajes la noche anterior para saber sobre su día universitario y no obtuve respuesta, así que este quizá incluía un poco de dignos insultos de hermana a hermano.

Observé mis compañeros de castigo. Charlie. Una pareja de góticos. Un chico escuchando música y encapuchado. Una chica que tenía su cabeza escondida por sus brazos mientras dormía. Y ni rastros de McLaggen. Gracias a los dioses del destino, las horas pasarían más rápido si no se aparecía.

Unos segundos después de mi detallada examinación a la habitación, mi teléfono comenzó a vibrar como poseso sobre mi escritorio. Casi dejo caer el aparato en cuanto vi el nombre de Chase en el identificador de llamadas.

—Lo siento, lo siento —dijo en tono de disculpa—, anoche tuve una cita y se alargó más de lo esperado, perdón por no contestar tus mensajes.

Tardé en responderle, torturándolo un poco con mi silencio. Sabía que él se desesperaba cuando le daba el trato de hielo.

—¿Dyl? ¿Estás cabreada? ¡Dime algo! —Su tono de voz se hizo más alterada, lo cual fue suficiente para hacerme reír—. No es gracioso, joder —resopló aliviado al escuchar mi risa.

—Tienes suerte de que no soy rencorosa —le reproché—. Hermanos antes que chicas, chicos, desconocidos, sexo, citas, etc., ¿recuerdas?

—Sí, lo sé, lo siento —volvió a disculparse—. No volverá a pasar.

—Es bueno escuchar eso entonces.

—Está bien, Sawyer más o menos me dijo que tu primer día había sido todo un asco —comentó, divertido—. Dijo que hasta te mandaron a detención, ¿es en serio? Dime qué hiciste. Fue algo genial, ¿debo sentirme orgulloso de ser tu hermano?

Sonreí, contagiándome de su entusiasmo. Al menos él no estaba sermoneándome por haber causado una accidental épica guerra de comida. Era primera vez desde ayer que me apetecía hablar del tema y darle todos los detalles de cómo había quedado la cafetería luego del acontecimiento. Abrí la boca, lista para tener una buena conversación entre hermanos amantes del caos, pero antes de siquiera decir una palabra, alguien me arrebató el teléfono de la mano rápidamente.

—Lo siento, pero Lanie no puede hablar en este momento, se encuentra en detención, ocupada con este interesantísimo chico junto a ella, incluso, más interesante que tú probablemente, así que, bueno, no puede usar el teléfono ahora mismo, ya que estará enamorándose con locura de mí, pero siempre puedes dejar tu mensaje después del tono. Biiiip. —Dicho eso, Hunter colgó la llamada.

Lo miré, con mi mente totalmente en blanco durante unos largos segundos, tardándose en procesar lo que acababa de pasar. Hunter McLaggen, había tomado mi teléfono, le había dicho todas esas cosas a Chase, y luego le había colgado. Mi celular, lo había colgado.

A la mierda el 'momento perfecto'. El momento perfecto iba a crearlo yo luego de propinarle un terapéutico puñetazo en la cara.

—Qué honor tener a tantas personas aquí el día de hoy.

La irónica voz de Timothy hizo que los músculos de mis brazos se tensaran al tener que aferrarme con fuerza al escritorio frente a mí. Era eso, o terminar con una semana extra de detención por cumplir mi fantasía de lanzarme sobre Hunter y golpearlo.

Oh, el Hijo De Puta, jodiendo momentos desde tiempos inmemorables.

—McLaggen, ¿qué esperas para sentarte? ¿Otra semana de detención? —le espetó el profesor, enarcando una ceja.

Él colocó mi teléfono sobre el escritorio y se sentó en el puesto junto al mío. Me giré hacia él y le lancé una mirada de infiernos.

—¿Pero qué mierda tienes mal en la cabeza? —mascullé, molesta.

Hunter me encaró, esbozando una sonrisa relajada, como si colgarle teléfonos a gente desconocida fuese un pasatiempo normal en la vida.

—Acabo de salvar a tu teléfono. Si el calvo te hubiese visto, probablemente te lo confiscaría —me susurró, guiñándome el ojo de camino—. De nada, Lanie.

Aproveché que Timothy se había dado la vuelta al pizarrón para enseñarle el dedo del medio.

—Vete a la mierda —le gruñí.

—¿Ahora nos mostramos el dedo? ¿De qué me perdí que ya estamos a ese nivel de confianza? —comentó, casualmente inclinándose un poco sobre su escritorio—. En ese caso, cuéntame, ¿crees que tu novio se cabreará demasiado por lo de la llamada?, ¿o su amor es tan fuerte que puede con lo de la distancia, y con los chicos idiotas como yo?

Oculté con todas mis fuerzas mi sorpresa ante sus palabras. ¿Cómo sabía que tenía novio? ¿Cómo sabía que no estaba aquí? ¿Y cómo coño se atrevía a hablarme así?

—¿Cómo...?

—¿O ese no era tu novio? Hmm, ¿podría ser tu exnovio, quizá? Y con tu exnovio, quise decir, su mejor amigo —añadió, descolocándome aún más—. Joder, de verdad que hubiese adivinado cualquier otra cosa sobre ti, todo menos que eras una rompe hogares de la peor especie. Meterte con dos mejores amigos debería ser considerado un crimen, deberíamos tener una ley para eso, ¿sabes?

Shhh, estoy escuchando demasiado ruido para mi gusto —Timothy se giró a mirarnos, impidiendo de nuevo una tragedia—. McLaggen, que seas familia del director no te deja exento del doble, o tripe castigo.

Sí, tampoco lo dejaba exento de una probada de mi furia cuando las horas de detención terminaran.

Mantuve la vista al frente, rechinando mis dientes con frustración. Las manos me temblaban. Creo que todo el enojo que Hunter había provocado desde ayer en el aparcamiento, se había estado acumulando... y estaba a punto de desencadenar la peor versión de mí.

Me enfoqué en soportar las tres horas más eternas de mi existencia. Mi celular no paró de vibrar en mi bolsillo hasta después de los primeros cuarenta minutos. Chase debía estar colérico. Patch Junior ni siquiera tenía que hablar para que su sola presencia me tuviera impaciente, y Timothy nunca despegó su mirada de nosotros, ya que al parecer, ahora tenía complejo de puto búho acechador.

—Ya han pasado tres horas, pueden irse —nos anunció Cabeza de Condón, poniéndose de pie y por fin quitándonos sus ojos de encima para desviar su atención en guardar sus cosas.

«Gracias a Dios, Carter, un rato más e ibas a morir de rabia contenida». ¿Existía tal cosa como morir de rabia contenida? Era probable que sí, ya me estaba dando dolor en el pecho.

«No, deja de exagerar».

Esperé que el aula se vaciara, iba a necesitar que McLaggen y yo estuviésemos solos para poder vengarme sin el riesgo de que alguien nos viera, por lo que fui la última en salir, justo después de Hunter.

Caí en cuenta que los dioses del destino estaban a mi favor cuando ambos salimos hacia el pasillo principal y no había nadie más alrededor. Nadie que me detuviera para cobrarme cada payasada que el idiota se había atrevido a hacerme con apenas un día de conocernos. Caminé a paso rápido hasta alcanzarlo y lo tomé con fuerza de su chaqueta, estampándolo contra los casilleros junto a nosotros.

—¡¿Es que ahora vas a pasar de payaso de circo a jodido acosador?! —expresé, plantándome frente a él y lanzándole una dura mirada asesina—. Pienso que es momento de que tú y yo tengamos una charla, ¿no crees?

—Eres tan previsible —se rio con ironía.

Su tranquilidad solo estaba empeorando mi odio hacia él.

—¡Y tú un completo imbécil que tal vez necesita un par de golpes para entender que joder a las personas no es divertido! —gruñí, acalorada—. ¡Solo vuelve a molestar una vez más, Hunter, una puta vez más y te dejaré sin moto, sin...!

Sus manos atraparon mis muñecas ágilmente y me hicieron girar con la suficiente fuerza para que mi espalda aterrizara encima del casillero tras de mí en un estruendoso ruido. Quise ser igual de rápida que él y moverme antes de que intentara acorralarme, pero no me dio oportunidad de reaccionar, sus brazos cerraron el espacio a mis costados y se acercó dos pasos, haciéndome casi girar mi cabeza para evitar que nuestras narices chocaran.

«Mierda, Dylan, ¿qué tal si el chico es un verdadero acosador obsesivo y tú eres su víctima? Te acabas de quedar sola en una escuela con él, se la has puesto fácil».

Bien, puede que haya estado viendo demasiados maratones de thrillers psicológicos en la televisión.

—Llevo desde ayer esperando tu magnífico plan de venganza y yo sigo sintiéndome muy seguro —se burló, alzando la comisura de su labio en una media sonrisa—. Me decepciona que estés arruinando la imagen que tengo ti, esa de gallito de pelea.

—Aléjate. —Sacudí mi cuerpo en un intento de zafarme de su agarre, pero él no pretendía moverse ni un centímetro.

—Aléjame —me retó, enarcando una ceja—. Vamos, he ahí la oportunidad que tanto querías para «vengarte».

«No lo sé, Carter, si de verdad no estás exagerando y él es un psicópata obsesionado contigo, lo mejor es: patada en las pelotas y corre por tu vida».

Papa, patata, era lo mismo, para un escape o no, igual iba a recibir una buena patada en las pelotas.

—Te has tardado demasiado, lo cual prueba mi punto —me dijo, antes de poder llegar a hacerle algo—. Vengo de un barrio de Brooklyn, ¿sabes? Y conozco a chicas como tú, chicas con fachadas de «rudas y heroicas», que creen que pueden comerse el mundo y nadie les puede decir una mierda. Pues, te tengo noticias; destruir fachadas es mi pasatiempo favorito.

Puse los ojos en blanco.

—Bastante críptico tu discurso, pero no te tengo miedo —le aseguré, propinándole un fuerte empujón que lo obligó a apartarse de mi espacio personal—. Es irónico que hables de fachadas cuando vistes como un matón, conduces una motocicleta... y eres familia de Patch. Háblame de incoherencias.

—Háblame tú de incoherencias, ¿cómo es que te metiste con tus dos mejores amigos y aún te siguen hablando? ¿Qué clase de brujería les echaste encima? Perdón, pero es que sigo sin superarlo, es una mierda retorcida.

—¿Y eso qué carajos te importa a ti? —le espeté, dándole otro empujón—. ¿Qué clase de vida de mierda tendrás para que estés en modo acosador conmigo?

Él ni siquiera se ofendió por mi comentario o por mi doble empujón; en cambio, se echó a reír.

—Se trata de conocer bien con quien trabajaré, Lanie, eso es todo —dijo, divertido.

Fruncí el ceño.

—¿Trabajarás? —inquirí, sintiéndome totalmente perdida en la conversación que estábamos teniendo ahora.

—Te veré mañana, Lanie —me respondió, haciendo un gesto de despedida con sus dedos y aprovechando mi estado de confusión para darse la vuelta y escapar.

«Genial, Dylan, resulta que eres enemiga de un loco».

Nota de la autora 2014: Este capítulo ha sido escrito bajo las influencias del sueño, así que no me hago responsable de nada xD.

Quería terminar de escribirlo cuanto antes, por eso lo subí, pero pareció algo sexy, aunque a la vez frustrante. ¿dónde carajo está la Dylan que iba a "asesinarle" las pelotas a Hunter? e.e Dylan, mi vida, tienes que mantener lo que dices jajajaja.

Hunter, no sé si amarte u odiarte.

Me despido, mis ojos se cierran.

No olviden comentar bebés,

¡Las quiero!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro