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Capítulo 23: La Nueva Realidad

Bueno, ¿qué les puedo decir? Eso de «la realidad» apestaba.

Mi estado de ánimo post-visita de Sawyer solo dejó en evidencia lo inestable que mi estado de ánimo estaba siendo cuando ellos no estaban alrededor.

El vacío que sentía nunca lo había tenido tan presente como ahora.

Unos días después de los acontecimientos, el regreso a la universidad de uno de mis mejores amigos había generado el efecto opuesto al que esperaba. Pensé que verlo, haría que recapacitara acerca de mi asunto con Hunter y me haría ver que a pesar que ellos estaban lejos, siempre estarían ahí. Aunque, mientras me encontraba sentada en la cafetería de la escuela, sin Matthew, escuchando hablar a Jackson con sus amigos sobre algún otro chisme que me esforzaba por ignorar, me di cuenta que esta mierda de tenerlos durante solo un rato, apestaba como el infierno.

Sentía como si hubiera consumido una fuerte droga y estuviera saliendo de sus efectos; me sentía irritable, miserable y sin estar muy segura qué hacer después. Había vuelto a la realidad, una donde la debilidad estaba volviendo a tomar el control.

«Dios, Dylan, no seas tan llorona, ¿sí?».

Necesitaba aprender un poco más de Charlie, la cual ignoraba magistralmente todo a su alrededor. Se encontraba al otro lado de la mesa, comiendo su almuerzo, absorta, con sus auriculares bombeando alguna clase de música punk dentro de sus oídos.

La envidiaba tanto en ese momento. Hubiese querido que me dijera su secreto para mantenerse tan indiferente ante el mundo.

Se preguntarán: ¿por qué Matthew está desaparecido? Pues, aparentemente, Theo y mi querido amigo habían superado aquella prueba de la borrachera vergonzosa, y ambos habían accedido a tener una cita real, sin alcohol de por medio. Cita exitosa que terminó con Matt siendo sorprendido a la hora del almuerzo por un romántico Theo, quien se lo llevó arrastrado a comer fuera de la escuela.

Créanme, la Dylan Osito Cariñosito se encontraba extasiada al saber que Matthew estaba superando bien el golpe de Patrick el Ex Idiota y la inapropiada llamada de Skype, junto a un chico amigable como lo era Theo. Estaba más que feliz que él hubiese tomado mi humilde consejo y hubiera saltado en la oportunidad con el chico misterioso de ojos azules. Sin embargo, lo que me estaba irritando era que mi inevitable mal humor me impedía alegrarme más por él.

Estaba irritada por estar tan irritada, ¿eso tenía siquiera algún sentido?

—¿Qué es lo que te pasa? —La voz de Charlie hizo que saltara fuera de mis miserables pensamientos.

La miré, frunciendo el ceño.

—Intenté ignorar tu cara de irritación, pero irradia tanta intensidad que no pude evitarla, ¿sabes?

—Estaba pensando en lo impenetrable que eras —respondí, burlona, sacudiendo un poco la cabeza para tratar de no ser tan transparente, lo cual, aparentemente estaba siendo—. Veo que estaba un poco equivocada.

—No puedo ser impenetrable cuando estás justo frente a mí, con esa jodida expresión de querer asesinar a alguien —comentó, quitándose los auriculares—. Amiga, es espeluznante.

Puse los ojos en blanco y resoplé. Escuchar sobre mi evidente irritabilidad, no estaba colaborando en eso de calmarme. De hecho, comenzaba a tener dolor de cabeza y mi nivel de paciencia ya no estaba en su mejor momento.

Nunca lo estuvo, en realidad.

—Bien, me quitaré de tu vista entonces. —Me levanté de la mesa, dejando mi bandeja a medio comer.

Vaya, alguien está en su periodo hoy —se burló ella, rodando los ojos y colocándose de nuevo los auriculares, haciendo de nuevo la cosa de ignorar al mundo.

Mi envidia solo fue en aumento.

Jackson me miró de reojo mientras tomaba mis cosas para salir de la cafetería, como queriendo decir algo, pero sin atreverse. Para su suerte, decidió abstenerse de hablarme, ya que probablemente con mi inexplicable enojo, no iba a ser muy agradable con él, y eso sí que no iba a poder soportarlo. Hamilton era demasiado tierno para merecer ser víctima de la Dylan Gruñona.

Muy dentro de mí, sabía que estaba exagerando con mis emociones, mas sentía un extraño cabreo interno que era más dirigido a mí que a alguien más. Era frustración acumulada, frustración de no saber cómo controlar mis emociones. Tal vez mi periodo estaba cerca y Charlie tenía razón, las hormonas se encontraban atacando mi sistema.

«Ya cruzaste la línea de lo preocupante, Carter». Eso también lo sabía.

No tenía idea hacia donde quería ir, pero caminé fuera de la cafetería solo para alejarme hacia un lugar donde pudiera calmar mi mierda antes de volver a clases con Matthew. No lo quería intentando tener una sesión de Oprah conmigo, creo que hablar de ello solamente lo empeoraría.

Pensé que no era nadie más que yo en el pasillo, hasta que un cuerpo bloqueó mi camino, haciéndome tropezar sobre mis pies y caer por accidente en su pecho.

Joder, conocía esa estúpida chaqueta de 'chico malo'.

—Hola para ti también, Lanie —me saludó Hunter, dando un paso atrás—. Si querías abrazarme, solo debías pedirlo, sé que estos días sin mí debieron ser una completa tortura.

—No es un buen momento, McLaggen —le pedí, esquivándolo para seguir caminando sin rumbo.

Por supuesto, él comenzó a caminar a mi lado.

—Si he aprendido algo contigo, es que nunca es un buen momento para hablarte, así que simplemente no me importa —dijo, riendo entre dientes.

—Muy delicado de tu parte —ironicé.

—¿De qué hablas? Sensibilidad es mi segundo nombre —bromeó, divertido—. Pero ha pasado una semana de silencio, es el mayor tiempo que hemos estado sin hablar durante nuestra increíble tregua convencional.

—Y ha sido una semana grandiosa —le dije, deteniendo mi paso en señal de que quería terminar la conversación.

—Claro... —dijo en tono irónico—. ¿Al final en qué resultó la situación de tu amigo?

Lo miré, esperando a que siguiera la pregunta con algunos de sus chistes. Sin embargo, parecía genuinamente interesado por saber.

—Su familia estará bien, por suerte el accidente no fue nada grave —le contesté—. Ahora, si me disculpas...

Quise hacer el segundo intento de esquivarlo y continuar con mi plan de escape, pero él, como fiel llaga en el culo, dolorosa y molesta, se interpuso antes de que lograra dejarlo atrás.

—No parecí caerle muy bien, ¿cierto? Lo cual es raro, normalmente las personas me aman a primera vista.

Bufé, poniendo los ojos en blanco.

—De hecho, causas el efecto contrario —espeté, impaciente—. Quizá luces como un imbécil a simple vista. Imbécil que necesito desaparezca para poder tener mí tan anhelada paz mental el día de hoy.

Él sonrió.

—¿Estás en tu periodo? Te percibo más perra de lo normal, Lanie.

Tomé una respiración profunda. ¿Por qué la gente seguía preguntándome eso?

—No, pero estás agotando la corta paciencia que me queda, Hunter.

McLaggen volvió a reír entre dientes.

—Entonces, querida Lanie, ¿cuándo te parece correcto retomar nuestras actividades extracurriculares? —indagó, ignorando todos mis ataques—. He tenido muchas propuestas los últimos días que ameritan la ayuda de mi compañera de equipo, pero las he tenido en pausa por respeto a nuestro trato.

—Pensé que quedaba implícito que no seguiría siendo 'tu compañera de equipo' luego de ignorarte estos días. —Me crucé de brazos.

—Nunca perdí la esperanza a que eventualmente regresarías a lo nuestro —confesó, esbozando una amplia sonrisa.

—Lo haces ver como si esto fuese una relación —me burlé, dejando escapar una risa—. ¿Y me ves regresando a ti, McLaggen? Tú eres el que me interceptó en medio del pasillo para molestarme y traer a colación nuestra tregua.

Fue su turno de cruzarse de brazos.

—Ahora que tu amigo Sawyer se fue de la ciudad, ¿sigues manteniendo tu decisión de no seguir divirtiéndote conmigo? —preguntó, sereno.

Maldición. Odiaba al Hunter críptico y no me cansaría de decirlo. Sobre todo cuando el Hunter críptico tenía la razón. Estaba casi segura de que él ya sabía la respuesta a su pregunta y solo estaba regodeándose internamente por haber estado en lo correcto desde el principio.

—¿Tomaré el silencio como un «sí» entonces?

Sentí una punzada que me obligó a retroceder un paso mientras tenía un desagradable déjà vu. Me estremecí, lo menos que quería era escuchar frase que me recordaran a West, saliendo de la boca de Hunter.

Ugh. No vuelvas a decir eso, por favor —le pedí, arrugando el rostro.

—Eres tan rara, Lanie. —Él puso los ojos en blanco, confundido por mi pequeño momento de debilidad.

Debí tomar esa extraña coincidencia como una señal de alejarme de McLaggen y rechazar rotundamente la posibilidad de retomar nuestro emprendimiento. No obstante, aunque no iba a admitirlo en voz alta —mucho menos frente a él—, estaba desesperada por controlar mis emociones y hasta ahora, la única terapia efectiva había sido trabajar con él.

Por lo que me vi diciendo:

—Puedes darles respuesta de nuevo, te ayudaré, ¿feliz?

Como si hubiera dicho alguna palabra mágica, Hunter al fin se movió a un lado, brindándome una sonrisa igual de amplia que la del gato de Alicia en el País de las Maravillas.

—Extasiado —respondió, satisfecho.

—Y nunca tuvimos esta conversación —añadí, firme.

Caminé lejos de él antes de que tuviera otro de mis debates internos entre mi juicio y la Dylan Sensible.

Resoplé.

«Lo siento, Sawyer».

***

A pesar del discurso cargado de desaprobación por parte de Matthew, después de contarle que mis planes con Hunter se habían reanudado, él se mantuvo al margen de cualquier cosa relacionada a lo que McLaggen y yo respectara, lo cual me hizo sentir un poco menos culpable por todo el asunto.

Porque, pues, la terapia de verdad estaba funcionando.

Durante las siguientes semanas, me encontraba en un espacio mental en el cual estaba demasiado ocupada como para siquiera pensar en la Dylan Sensible —o en cualquier otra cosa que no fuese en planear 'misiones' con Hunter—.

Las propuestas que obtenía Hunter no fueron tan arriesgadas como el robo de exámenes en el baile de bienvenida, o el robo de Wolfer, pero eran lo suficientemente entretenidas para mantenernos absortos en nuestra tregua convencional. Una broma por aquí, una venganza por allá, usualmente la gente que se acercaba a pagar por nuestros servicios eran parejas engañadas con sed de venganza.

Y nosotros, por supuesto, nos asegurábamos de que la venganza fuese tan dulce como una increíble malteada de chocolate.

«No, Dylan, no». Sí, me disculpo por eso último, es que eso era lo que Matthew y yo nos encontrábamos tomando luego de unas ajetreadas semanas de salidas clandestinas de mi parte y de la suya, muchas salidas románticas con Theo.

Su relación se había vuelto exclusiva con una rapidez que me encantaba y me alegraba que Matt estuviese pasando mucho tiempo con él. Su conexión iba a un nivel donde ambos estaban hasta organizando una fiesta para Halloween.

Al parecer, el chico también era bastante fanático de las fiestas y hacía unos días atrás, habían tomado la decisión de ser anfitriones de una fiesta de disfraces en casa de Matt. Después del desastre que ocurrió durante el Halloween anterior, había perdido el entusiasmo que sentía al celebrarlo, pero al ver cómo le brillaban los ojos a mi querido amigo mientras me hablaba de todo lo que tenía planeado, era difícil no contagiarse aunque fuese un poco.

—Aprovecharemos que mis padres saldrán a pescar durante el fin de semana, así que podremos hasta ponernos bastante creativos con la decoración —me comentó, radiante.

—Acá tienen una voluntaria por si necesitan ayuda —me ofrecí, alzando una mano—. Dylan Carter al total servicio del par de tórtolos.

Él se echó a reír.

—Podríamos buscar en Internet ideas de disfraces de tríos icónicos, e ir los tres combinados —propuso, haciendo un puchero de anticipación a mi gran "no" a su idea.

—Ya sabes la respuesta a eso, Fitzgerald. —Sacudí la cabeza, aunque esbozando una sonrisa.

—Vamos, Dyl, podríamos ser unos excelentes Harry, Ron y Hermione. O, kétchup, la mayonesa y la mostaza. O, podríamos, no lo sé, ir de cachorros dálmatas y tú de Cruella de Vil. Ese último estaría genial, ¿tal vez considerarías...?

—Matt, no, por favor —lo detuve, sin tener muchas imágenes agradables de cómo resultarían esas ideas hechas realidad—. Usaré el del año pasado.

Él puso los ojos en blanco, decepcionado de que esta vez su poder de convencimiento no había funcionado.

—No lo creo, tu trasero como que se agrandó —señaló, divertido—. Ya no debe quedarte bien.

—Espero que lo estés diciendo por resentimiento —le repliqué, fingiendo indignación.

—Fue un cumplido más que un insulto, Carter —se rio, tomando un sorbo de su malteada—. Puedes usar lo que quieras, solo me dejé llevar un poco por mi emoción.

Sonreí. De verdad parecía bastante emocionado por la dichosa fiesta.

—Es que... la última vez que organicé una fiesta de disfraces... fue con Patrick, así que este es un gran paso a la completa superación de...

Ese imbécil —completé la frase, convirtiendo mi sonrisa en una mueca de fastidio—. No hay otra manera de describirlo, lo siento.

—Lo sé —dijo, sonriéndome con gratitud—, imbécil que ya ni siquiera merece ser mencionado. A partir de ahora, quiero enfocarme en Theo, en la fiesta y en lo bien que la pasaremos. Gracias por ofrecerte a ayudar, porque de hecho, necesitaremos manos extra, tenemos mucho trabajo por hacer y pocos días para que todo quede perfecto.

—Mi trabajo con Hunter me ha facilitado el don de la organización. No pudiste elegir mejor ayudante —me regodeé, al mismo tiempo en que percibí a alguien a mi lado, asiento con demasiada fuerza en el puesto contiguo

Noté cómo Matthew se tensaba al ver de quién se trataba.

—Hablando de imbéciles... —susurró, tan bajo que solo yo pude escucharlo.

Matthew llamando imbécil a otro ser humano solo podía significar una cosa: que mi 'compañero de equipo' se había aparecido en medio de mi tiempo de calidad con mi mejor amigo.

—¡Pero qué sorpresa verlos aquí! —nos saludó Hunter, con una evidente falsa expresión de sorpresa.

Me volví hacia él en un resoplido. Hacer enojar a Matthew con tan solo su presencia era uno de sus tantos pasatiempos favoritos.

—Bueno, esa es mi señal para largarme —anunció mi amigo, levantándose de la silla y comenzando a caminar hacia la zona donde Theo estaba atendiendo esta noche.

No había manera en que ellos pudieran estar en un mismo espacio durante mucho tiempo. Joder, la hostilidad entre ellos era como un constante recordatorio en la especie de doble vida que estaba llevando ahora.

—¿Tienes alguna razón por la cual viniste o fue realmente casualidad, McLaggen? —le pregunté, enarcando una ceja hacia él.

—¿Qué tiene de malo pasar el rato con mi compañera de equipo?

Regresé mi atención a la malteada que estaba tomando, molesta. Aunque hubiésemos estado pasando mucho tiempo juntos las últimas semanas, todavía no había conseguido tolerarlo por más allá de unas cuantas horas de terapia emocional clandestina.

—Nuestra relación es estrictamente profesional —le recordé.

—Eso es lo que te haces pensar, Lanie —sonrió, dándome un suave empujón—. En fin, de hecho, por motivos estrictamente profesionales es que estoy aquí. Y, puede que también me haya acercado para molestar un poco a tu amigo Matthew, soy consciente de que me detesta.

—¿Otra venganza de pareja? —inquirí, sin querer extenderme demasiado con él, en medio de mi salida especial con Matt—. ¿Qué será esta vez? ¿Mierda de perro en el auto? ¿Prueba falsa de embarazo? ¿Llamadas falsas de padres enojados?

—Esa última estuvo buena, ¿cierto? —rememoró Hunter entre risas.

—Estoy segura de que el pobre chico se cagó en los pantalones cuando mencionaste que pertenecías a la Marina —coincidí, uniéndome a sus risas—. Entonces, ¿es otra llamada falsa?

—No —dijo, haciendo un baile extraño de emoción con sus cejas—. Adivina quién será nuestra próxima víctima, y objetivo de la jugarreta que posiblemente nos convierta en leyendas de Sherwood.

Fruncí el ceño.

—Continúa... —lo incentivé, curiosa.

—Timothy, Cabeza de Condón, Gilbert —respondió, sonriendo.

Me ahogué con el sorbo de malteada que había tomado al escuchar ese nombre.

—¿Timothy has dicho? —tosí, dándome unos golpecitos en el pecho para aliviar mis pulmones—. ¿Sí sabes que los que le han intentado jugar bromas no han sobrevivido para contarlo?

—Pero ellos no son 'nosotros', somos un equipo implacable, Lanie, no le tengo miedo al calvo hijo de puta.

—Yo tampoco —me apresuré a decir, irguiéndome en mi asiento—. Es solo que... mierda, es Cabeza de Condón, ¿estás seguro de que quieres arriesgarte a su furia?

Hmmm, por un minuto consideré rechazar el trabajo. Eso, hasta que recordé la vez que me reprobó un examen solo por llevarle la contraria durante una de sus clases —admitió, sus ojos revoloteando en malicia—. Entendí que será más que un honor, será un privilegio para mí ser quien le dará la lección que se merece.

No pude evitar contagiarme de su determinación.

—¿Qué tienes pensado entonces? —le pregunté, levantando una ceja.

—Estoy pensándolo todavía, pero créeme, será algo épico —sonrió.

Le devolví la sonrisa. ¿Enseñarle una épica lección a Timothy Cabeza de Condón? Oh, estaba dentro para la masacre. 

Nota de la autora: Bueno, esto ya superó mi récord, ¿no es cierto? jajajaja Intentaré subir capítulo una vez a la semana, aunque sé que puede ser torturador jijiji.

Espero que lo disfruten y prepárense, porque lo que viene es candanga con burunganda XD

Besitos venezolanos con tequeños. ;)

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