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Capítulo 22: Cierres

Lo seguí hacia el aparcamiento, sintiendo la situación aún más familiar al recordar que ambos habíamos tenido un par de discusiones importantes en este tipo de lugares hacía un año atrás. Al parecer, era una especie de tradición tener discusiones transcendentales de Dylan y Sawyer frente a estacionamientos desolados. Casi reí por la ironía de todo.

Nos quedamos de pie junto al Prius de su padre, en silencio, esperando a que alguno de los dos comenzara a hablar.

Aunque estuviésemos al aire libre e hiciera un poco de frío, la pesada tensión del asunto... estaba haciéndome transpirar.

—Esto es raro —habló él, metiéndose las manos en sus bolsillos—. ¿Cómo es que terminamos siempre hablando de estas cosas en un lugar tan triste como un aparcamiento?

Su comentario me hizo sonreír.

—Justo estaba preguntándome lo mismo —reconocí.

—Supongo que los aparcamientos son «nuestro lugar» —bromeó, haciendo comillas imaginarias con sus dedos.

—Diablos, no. —Arrugué la nariz ante lo tétrico que sonaba eso.

—Sí, estoy de acuerdo contigo —se rio—. No voy a repetirlo... Así como tampoco repetiré algo tan tonto como lo que hice en medio de la épica borrachera de esa noche.

Sacudí la cabeza, dando un paso hacia él.

—No, Saw. Lo que no quiero que repitas es lo de ocultarnos cómo te sientes. Nosotros... nosotros pensamos que todo estaría bien. Es decir, tú te fuiste todo un verano entero a Columbia para tener tu espacio y... yo honestamente pensé que el tiempo alejado te serviría.

—También lo pensé. —Se encogió de hombros—. De hecho, fue un buen viaje, pero... cuando volví a la ciudad y vi cómo West y tú parecían tan felices juntos, todo lo que ocurrió me golpeó con bastante fuerza. Eran... eran como un constante recuerdo de lo que conseguí arruinar, ¿sabes?

—Por eso nos evitabas —intervine.

—Sí —asintió, avergonzado.

—Nunca fue nuestra intención hacerte sentir incómodo —le aseguré en un resoplido.

—Lo sé, aunque de verdad pensé que estaba fingiendo bien —bromeó, alzando sus labios en una media sonrisa.

—No lo estabas —le dije, riendo entre dientes.

—Perdón por pensar que ocultarlo era la única opción —añadió, serio.

—Y yo me disculpo porque todo haya terminado así —respondí, sincera.

Él resopló, sacudiendo la cabeza.

—Dylan, tú fuiste mi primer amor. Cuando le dije a Chase que te había querido en silencio durante seis años, no le estaba mintiendo. Saber que tuve la posibilidad de estar con la persona de la cual siempre estuve enamorado y que lo jodí por ser el peor imbécil de todos, es algo difícil de superar. Ni siquiera un par de meses en Nueva York son suficientes para borrar de mi memoria la forma en que te alejaste de mí ese día en el aparcamiento del paintball. No tienes que disculparte, que haya terminado así es más mi culpa que la tuya.

Tragué saliva con fuerza, intentando hacer desaparecer el nudo que se estaba formando en mi garganta. Escuchar a Sawyer hablar sobre esto me apretaba el corazón.

—Yo... —quise decirle cuánto lo lamentaba, sin embargo, él dio un paso adelante más cerca de mí, y posó sus manos en mis hombros, interrumpiéndome.

—Siempre voy a amarte, Carter —continuó, esbozando otra sonrisa—. Opino que el primer amor nunca se supera por completo, sino que de alguna manera aprendes a hacerlo parte de ti y llevarlo contigo, independientemente de cómo haya resultado.

Parpadeé, absorbiendo cada una de las palabras que acababa de decir. Me tomó un minuto contestarle, ya que estaba preparándome para decirle algo importante también, algo que apenas, en ese instante, me había percatado que él no sabía.

—Brown, tú siempre serás el primer chico que me enseñó de lo que se trataba sentir algo por alguien, ¿sabes? —confesé—. Por pequeño que fuese nuestro momento, eso te lo atribuyo a ti. No a West, ni a ningún otro chico. Quiero que sepas eso, porque ahora que lo pienso, creo nunca te lo dije.

Mi confesión lo llevó a sonreír aún más.

—Sí, es que tiendo a tener ese efecto en las chicas —bromeó, poniendo una exagerada expresión de arrogancia.

—Eres un tonto —me reí, poniendo los ojos en blanco.

—Sí, soy un tonto por torturarme a mí mismo con el «¿Y qué si?» —comentó, tranquilo—. ¿Y qué si nunca se me hubiese ocurrido besar a Becka en tu fiesta de cumpleaños? ¿Y qué si no hubiese tardado tanto en decirte lo que sentía? ¿Y qué si... aquel día en el aparcamiento del campo de paintball, te hubiese seguido en vez de dejarte ir? Créeme, he pensado demasiado en esas preguntas durante los últimos meses.

»Pero, luego de dejar esos pensamientos a un lado, pienso en ustedes, en West y en ti. Antes, cuando te hablaba de cómo me sentía cuando volví de Columbia, hablé en pasado por una razón. Al principio sí, me dolía ver lo felices que lucían juntos, mas tuve tiempo para darme cuenta de cuán egoísta sonaba eso. West y tú son mis mejores amigos, y nunca antes los había visto tan felices como ahora. Y, mi felicidad por verlos así, tiene mucho más peso que mi egoísmo, así que... deja de mirarme así, ya estoy lo suficientemente mortificado por todo lo que acabo de confesarte para que vengas a lanzarme esa mirada de culpa. Estamos bien, ¿de acuerdo? Estaré bien.

Sostuve su mirada durante unos segundos. Supe que necesitábamos tener esta conversación cuando noté un cambio en su semblante. Incluso, yo me sentía más ligera. Era increíble cómo los asuntos incompletos siempre hallaban una forma de anclarte en un mar imaginario.

Los cierren son necesarios, amigos míos, ley de vida.

—Sí, estaremos bien —concordé, sonriendo ampliamente mientras Sawyer se acercaba por un abrazo.

—Gracias, Carter —susurró en mi oído, aliviado, apretándome un poco entre sus brazos antes de dejarme ir.

—¡Oh! ¿Interrumpimos un momento íntimo por aquí? —La voz de Matthew nos hizo dar un sorprendido respingo lejos del otro.

—¡Mierda, hombre, me diste un susto de muerte! —expresó Sawyer, llevándose una mano al corazón y girándose hacia él.

«Hablando de cierres».

Matt se encontraba de pie en la entrada de Mikey's, riéndose de algún chiste inexistente, con su brazo alrededor de los hombros de Theo. Viéndolo de cerca, el chico misterioso de ojos azules era bastante guapo; alto, delgado, sus ojos eran de un tono de azul casi gris y la forma en que combinaban con sus ondas negras le daba un aire sofisticado, como si estuviese hecho para salir en comerciales de perfumes.

La belleza de ambos solo me hacía quererlos juntos todavía más.

—Lo siento —se rio mi querido amigo—. No quise asustarte, e interrumpir su momento íntimo.

—Estás tan borracho —le dije, divertida.

Era primera vez que lo veía tan achispado estando ebrio y no sabía si sentirme mal porque sabía que se encontraba así por lo de Patrick, o sentirme feliz porque estaba logrando anotar con Theo a causa de su evidente estado de ebriedad.

—Sí, quería acercarse hasta acá, pero parecía algo inestable, así que lo ayudé a llegar —intervino Theo, comenzando a colorar sus mejillas de un tono rosa intenso.

—¡Oh, Dyl, Sawyer! ¡Este es Theo, conózcanlo! —Hizo un además para que nos acercáramos a saludar.

Oh, Dios, iba a disfrutar mucho burlándome de esto mañana.

Sawyer y yo nos miramos, aguantándonos las ganas de reírnos. Nos limitamos a obedecer al borracho antes de que se le ocurriera decir otra tontería frente a Theo.

Esto había terminado bien, después de todo.

***

—Espera a ver lo jodidamente genial que fue todo, bebé. —Un ansioso West esperaba ver mi reacción a través de la cámara de Skype.

—Está bien.

Le puse mi completa atención al vídeo que reproducía en mi teléfono, mirando cómo los jugadores del equipo de Princeton y sus rivales se alineaban en la yarda 50, después del último intento de su equipo para avanzar hacia la línea del touchdown, esta era la única oportunidad de anotar puntos para lograr ponerse en ventaja. Iban dos puntos por debajo y faltaba poco para terminar.

Divisé a West en su camiseta negra y naranja con el número 10 en su espalda intercambiando palabras con el quien sabía era su mariscal titular, Noah. Tuvieron una rápida discusión, para que luego tomaran cada uno las posiciones correspondientes.

—¿Qué estabas diciéndole? —le pregunté, con mis ojos puestos en el vídeo.

Shhh, solo mira la jugada —demandó, emocionado.

Gritando indicaciones, Noah se inclinó sobre el césped, preparándose para la ejecución de la jugada. Cuando fue momento de soltar el balón, el jodido chico rápidamente se deshizo de él al lanzárselo a West, quien se encontraba detrás, a su izquierda. Lo que vino después, casi hizo que me metiera a través de la pantalla de mi computadora y hacerle el amor justo ahí en su silla de escritorio.

West se echó a correr tras Noah a una velocidad que en ningún otro partido lo había visto correr —muchas gracias, Princeton—. Noah para ese punto se encontraba ya cerca de la línea del touchdown, mientras que mi chico corría casi con su corazón en la mano entre los tantos jugadores que se proponían taclearlo, lo cual nunca sucedió gracias a sus impecables compañeros de equipo. Cuando estuvo a una distancia razonable, él lanzó el balón con increíble fuerza y puntería hacia su mariscal, quien lo tomó sin problemas, dando una vuelta con su cuerpo completo y cayendo con gracia hacia el touchdown al tiempo en que sonaba el reloj. La multitud estalló en aplausos de tal manera en que no pude ver más allá que eso, ya que la persona que grababa el vídeo había dejado caer su teléfono de la euforia.

—¡Oh por Dios, Collins! —expresé, mirándolo esta vez sin poderlo evitar—. ¡Eso fue una jodida locura!

—¡Lo sé, lo sé! —comentó él, sus ojos brillantes a causa de la emoción—. ¡Nos salió tan perfecto! Había estado practicando con Noah y los chicos esa jugada durante semanas, le partimos el culo a los del otro equipo tan fuerte anoche, el entrenador estuvo tan orgulloso de nosotros que nos dejó libre de nuestra práctica matutina.

—Desearía poder haber estado ahí —solté en medio de mi euforia—. Habríamos celebrado a lo grande por eso. Fue una jugada tan pulcra y bien ejecutada.

—Créeme, hubiera tomado bien esa mañana libre contigo. —Alzó las cejas en un baile sugerente—. Aunque, prepárate, porque esa no es toda la historia. Hay noticias.

Me moví cerca de pantalla, mirándolo expectante, incitándolo en silencio a continuar hablando.

—Luego del partido, el entrenador habló conmigo. Él quería decirme que estaba muy impresionado por mi buen desempeño en el equipo en lo que va de semestre y está considerando colocarme como sustito directo de Noah, lo cual es genial, ya que ahora mismo estoy de tercero, por debajo de David Hawford, un chico de segundo año.

»Entonces, la cosa es que Noah se graduará este año y eso lo tiene un poco pensativo en cuanto al futuro del equipo, así que dijo algo como que quiere probarnos a David y a mí para estar seguro quién está más capacitado para ser su reemplazo, sin embargo, él ve mucho potencial en mí. ¿Qué te parece eso?

¿Qué me parecía? Mis ojos se llenaban de lágrimas al pensar lo duro que West había estado trabajando desde su llegada a la universidad para lograr impresionar en el equipo de Princeton. Era sin duda una excelente noticia que ayudaría a subirle un poco el ánimo.

Tal vez él nunca lo mencionó en voz alta, pero lo conocía lo suficiente para saber que su orgullo había salido aplastado después de haber hecho las pruebas y haber terminado en otra posición que no fuera de mariscal. Incluso si esa posición fuera en la primera división del equipo, West Collins llevaba el liderazgo dentro del campo en sus venas, tener que dejar eso a un lado, sabía que lo había desanimado.

Oh, Dios, sueno totalmente como una novia groupie del fútbol, ¿cierto?

—¿Qué me parece? Me parece que voy ahora mismo a robarle dinero a mamá, tomar un vuelo hasta allá solo para darle un gran abrazo a tu entrenador —comenté, esbozando una amplia sonrisa.

—¿Solo a él? —Enarcó una ceja, pretendiendo estar ofendido—. Yo fui quien trabajó duro para ganarme esa charla, no él. Él solamente nos gritó todo el tiempo.

Luego de abrazar al entrenador tendrás tu premio especial, Collins —le aseguré, haciendo que cambiara su expresión a una traviesa y acercara más su cuerpo a la cámara.

—¿Y no podría tener un poco de ese tan especial premio durante esta llamada? —preguntó, inclinando su cabeza y posándola sobre sus brazos cruzados encima de su escritorio, en un efectivo intento de lucir atrevido—. Realmente te extraño mucho.

Enseguida sentí cómo mi cuerpo se ruborizaba. También lo extrañaba, en todos los sentidos. Nunca me pude haber imaginado que el sexo terminaría siendo algo que pudiese llegar a extrañar. Al menos, eso era lo que consideraba antes de descubrir que el sexo con West Collins podía ser considerado una adicción.

Y eso era algo de lo cual no debieron enterarse nunca, así que... no he dicho nada, ¿bien?

«No es sencillo olvidar que acabas de confesar tu adicción sexual, Carter».

—¡De ninguna jodida manera, Collins, estoy tratando de estudiar aquí! —Nuestro casi momento íntimo fue interrumpido por la voz de Kyle en el fondo.

Miré por encima del hombro de West. Ni siquiera me había percatado que estaba allí.

—¡Oh, vamos, cállate, Kyle! —West salió de su trance, se irguió en su asiento mientras tomaba algún objeto suave que no pude identificar y lo lanzaba hacia su compañero.

—No hay forma de que me saques de este dormitorio, tío, que no puedo reprobar el examen mañana —Kyle le reprochó, lanzándole de vuelta el cojín, el cual aterrizó en su cara.

—Existe una biblioteca, ¿sabes? Ese gran edificio que está hecho para estudiar —le gruñó West y por lo poco nítido que podía ver debido a sus bruscos movimientos en la pantalla, estaba frustrado.

—Sabes que esa mierda de la biblioteca no funciona conmigo, mucha distracción para mis ojos —le respondió su compañero de cuarto.

—Vale, eres tan molesto, joder. —West puso los ojos en blanco, rindiéndose y devolviendo su atención a mí—. Bueno, al menos lo intenté, ¿no?

Me encogí de hombros, sintiéndome de repente un poco fuera de lugar en su discusión con Kyle. Tal vez era que me seguía acostumbrando a la idea de que mis chicos estaban teniendo una vida completamente diferente a la mía, lejos de mí, lejos de la ciudad. Simplemente era extraño verlo tener intercambios tan casuales con otras personas desconocidas.

No sabía por qué esa pequeña cosa me había afectado tanto, pero hizo que me sumergiera en mis pensamientos de tal manera en que West tuvo que llamarme para hacerme reaccionar.

—¿Bebé? —Sacudí la cabeza y lo miré, forzando una sonrisa.

—Descuida, que el jodido Kyle no vaya a irse, no significa que me iré yo entonces —dije, lo suficientemente alto como para que Kyle dejara salir una risa sarcástica.

—¡Yo también te quiero, Dylan! —expresó en el fondo, divertido.

—Igual ya era suficiente de mí por hoy —retomó él—. Oí de Sarah ayer que el señor Brown le compró el boleto a Sawyer de regreso a Columbia sin decírselo. ¿Cómo terminó ayer todo el asunto?

Me removí incómoda en mi asiento, recordando la conversación entre Sawyer y yo en el aparcamiento de Mikey's. Iba a contarle todo en cuanto salió la ventana de su llamada temprano, mas él me había emboscado en el acto para enseñarme el vídeo de la jugada, por lo que no me dejó tiempo para hacerlo.

Sin embargo... ya era el momento.

—Pues, Sawyer tomó el vuelo está mañana sin problemas. Tuvimos que convencerlo de que todo estaría bien para que accediera a irse —le conté—. Después de la visita en el hospital, fuimos a Mikey's en una especie de misión Celebración/Coqueteo de Matthew.

—¿Coqueteo de Matthew? ¿A qué te refieres? —intervino, curioso.

—Sí, Matthew conoció a un chico y este resultó ser un nuevo empleado en Mikey's, así que fuimos para que él pudiera seguir con sus planes de coqueteo —lo puse al tanto, lista para decirle lo demás—. Pero ese no es el verdadero punto de la anécdota en realidad. Verás... Sawyer mencionó lo de la llamada estando ebrio y... terminamos hablando sobre eso.

—Oh —dijo él, sorprendido—. ¿Y bien?

Le conté sobre nuestra esclarecedora conversación en el aparcamiento y cómo Sawyer aseguró que todo estaría bien.

No logramos hablar más allá de eso, ya que Kyle nos volvió a interrumpir, —gruñendo y escuchándose frustrado por no poder estudiar con tranquilidad— para decirle a West que había recibido un mensaje de texto de Noah solicitándolos en el gimnasio del equipo, por lo que tuvimos que despedirnos rápidamente mientras lo veía cambiarse de ropa junto a su compañero de cuarto para salir.

Luego de que colgara la llamada, me quedé viendo la pantalla con la llamada finalizada durante más tiempo que el sano.

La sensación de normalidad y bienestar que había obtenido con la visita de Sawyer a la ciudad ya estaba totalmente extinguida para este punto.

Mierda, de vuelta a la realidad.

Nota de la escritora 2015: Sí, es verdad, no es su imaginación, este es un nuevo capítulo.

Como les comenté hace meses, he tenido muchos obstáculos tanto de recursos, personales como incluso emocionales que me han estado impidiendo ser constante por esta plataforma. Sin embargo, también les comenté que tuvieran paciencia conmigo y que haría todo lo posible para retomar esta historia que tanto me encanta y me apasiona. 

Así que aquí les dejo el capítulo nuevo, espero que les guste y muchas gracias a todas esas personas que se han molestado en escribirme para preguntarme si estoy bien y esas cosas, de verdad que son unas linduras jajaja Espero seguir esta dinámica constante de nuevo.

Gracias y disfruten,

Besitos venezolanos ;)

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