Capítulo 17: De "terapia emocional" clandestina
—No es nada, en serio, así que deja de disculparte —le repetí a West a través del teléfono mientras terminaba de colocarme mi otro zapato.
—Lo siento —volvió a decir, haciéndome sacudir la cabeza, divertida.
—West... —lo reprendí.
—Prometí que hablaría contigo y... —resopló, todavía oyéndose decepcionado de sí mismo.
—No te exijas tanto —lo corté, atando las agujetas de mis zapatillas—. Te quedaste dormido porque tuviste un día pesado, son cosas que pasan.
Él volvió a resoplar.
—Quería verte la cara, pretendía descansar la vista por unos minutos mientras esperaba la hora.
—Siempre estuviste perdonado, Collins, estás desperdiciando tiempo valioso que podríamos usar para hablar de cualquier otro tema —opiné, maniobrando con el teléfono para tomar mi mochila y bajar a la cocina.
Estaba saliendo de la ducha cuando West llamó esta mañana para disculparse por haberse quedado dormido en nuestra cita. Nunca fue mi intención culparlo o reclamarle al respecto incluso cuando admitía haberme decepcionado con la cancelación de la cita virtual. No quería que se disculpara por ser humano y no un robot. Y hasta ahora, ya había perdido la cuenta de las veces en que sus «Lo siento» salieron de su boca en el trayecto en que me vestía y arreglaba para salir a la escuela.
A ese paso, iba a llegar tarde. No era como si me importara reservar unos minutos más por él, pero no me apetecía continuar rememorando ninguna parte del día de ayer. Su llamada me había alegrado la mañana, no quería volver al humor oscuro de anoche.
—Está bien —accedió, rindiéndose—. Entonces, ¿quieres empezar hablando de Sawyer?
Me detuve, con la mano puesta en el picaporte de la puerta.
—Directo al grano, ¿no? —le dije en tono de broma.
—No quiero desperdiciar tiempo valioso —me citó en mí mismo tono.
—¿De verdad quieres hablar de ello tan temprano en la mañana? —inquirí.
—O también podemos hablar primero de por qué tu mamá te hizo llorar —propuso, provocándome una mueca.
—De repente siento que es muy temprano para las dos opciones —admití, abandonando mi habitación.
—Carter, necesito colaboración, ya me siento lo suficientemente mal por estar preguntándote estas cosas porque lo escuché de Chase y no de ti —insistió, serio—. Siento que estoy haciendo un desastroso trabajo como novio a distancia, ¿sabes? Nunca soy el primero en enterarme de lo que mierda ocurre.
Reprimí un resoplido. Aunque experimentar una relación a distancia no estaba siendo un paseo romántico en el parque, West estaba lejos de ser un mal novio. Me daban ganas de darle un manotón por subestimarse, y luego abrazarlo para hacerlo sentir mejor.
—Honestamente, sí apestamos como el mismísimo infierno en lo de la relación a distancia, pero eso no quiere decir que apestas como novio, ¿bien? —lo consolé—. No te subestimes, mariscal.
—Gracias —Casi pude verlo sonreír de oreja a oreja—. Entonces, ¿cuál será la primera opción?
—Sawyer —respondí sin pensarlo—. Sabía que existía una incomodidad, pero no pensé que fuese tan grave hasta que Chase habló conmigo.
—¿Lo sabías? —inquirió, sorprendido.
—¿Acaso no te dabas cuenta cómo huía de nosotros cuando estábamos solos?
—Uh... no —confesó en un tono de vergüenza—. ¿Huía de nosotros?
—¡Lo hacía! —le dije, exasperada.
—Nunca vi algo extraño en él hasta que lo dijo en la llamada y luego Chase me lo explicó —comentó—. Ahora pienso en todas las veces que te he besado frente a él y me siento como la mierda.
—Sí, yo también... —reconocí mientras bajaba las escaleras.
—Sé que dijimos que eras tú quien podría hablar con él, pero... puedo estar en esa conversación también —se ofreció.
—Eso solo empeoraría la incomodidad del asunto, puedo hacerlo sola —le aseguré, firme.
—Me encanta cuando te pones determinada, Carter —ronroneó con voz juguetona, robándome una risa.
—¿Determinada o mandona? —bromeé, dirigiéndome hacia el vestíbulo. No habría tiempo para comer, necesitaba irme o llegaría tarde.
—Hmm... Diría que determinada en la vida, y mandona en la cama —dijo, tan casual que eso solo provocó un rubor más intenso en mis mejillas.
—Es una pena que ayer quería ponerme mandona —le tomé el pelo, intentando provocar lo mismo que él estaba provocando.
—Joder... —airó, tomando una respiración profunda—. ¿De verdad?
Sonreí.
—Me había puesto el conjunto de...
—¿El conjunto de encaje negro que te regalé? —cortó la pregunta, haciendo que soltara una carcajada porque su tono de voz se había elevado a un gracioso chillido—. Definitivamente voy a matar a Kyle por no haberme despertado.
—Tenemos tiempo de sobra para eso —le dije, restándole importancia.
—Está bien, tienes razón, pediría más detalles de lo que vestiste anoche, pero la curiosidad por saber qué hizo tu mamá para que lloraras puede más. —Hubiera preferido seguir con el tema cachondo.
Sobre todo porque la mención de mamá se mezcló con el hecho de que ya había llegado hasta el portallaves de la entrada y... las llaves del jeep no estaban. Mi sonrisa cayó instantáneamente.
—¿Qué mierda...? —murmuré, olvidándome de West por una fracción de segundo.
Busqué en los cajones de la mesita junto al portallaves y tampoco se encontraban dentro de ella. Volví a revisar en el portallaves en caso de que mis ojos estuviesen jugándome una broma, sin embargo, las únicas colgadas eran las del sótano y las de la puerta del garaje. Ni las del auto de mamá, ni las del jeep.
—Bebé, ¿sigues ahí? —La voz de West se escuchaba lejana comparado con el zumbido del cabreo en mis oídos.
—Mamá se ha llevado las llaves del jeep —le expliqué histérica, entrando a la cocina a zancadas.
—Espera, ¿qué? ¿Por qué haría eso?
—¡No lo sé, se ha vuelto loca! —expresé.
Visualicé la nota pegada en el refrigerador enseguida que entré en la cocina. La arranqué con fiereza, preparándome mentalmente para no entrar en crisis con lo que dijera.
—¡No puede ser! —grité de frustración al leer lo que mamá había escrito—. ¡Buena jodida jugada, madre!
—Cálmate, Dyl —me pidió West, preocupado.
—¡Voy a llegar tarde a la escuela debido a su estupidez parental! ¡¿Cómo mierda voy a calmarme?! —le gruñí, furiosa.
Tomé una profunda y lenta respiración en un intento de calmarme. Él ni siquiera tenía la culpa de esto.
—Perdón, esto no es tu culpa, pero tengo que colgar, necesito irme ahora o más llegaré tarde de lo previsto. —Revisé el reloj de la sala, asegurándome que todavía tenía tiempo de llamar a Matthew y preguntarle si podía darme el aventón.
—Está bien, no dejes que se meta en tu cabeza y te arruine el día, ¿de acuerdo? —intentó reconfortarme—. Te amo, hablaremos luego.
—También te amo —respondí, colgando la llamada.
Rompí la nota que sostenía en mi mano y la tiré en el bote de basura.
"Sin auto por una semana. Lo siento, cariño, no me dejaste opción.
Ten un buen día,
Mamá".
Eso era lo que decía la maldita nota.
***
—Tu madre es un Nivel Dios de...
—De loca, Nivel Dios de loca —completé la frase, intentando canalizar la rabia que a pesar de los veinte minutos de camino a la escuela, no se había disipado todavía.
—Iba a decir Nivel Dios de inexperta en disciplina parental, pero ya que mencionas eso... —dijo en tono burlón, dedicándome una media sonrisa.
A diferencia de mi cabreo, él encontraba divertida la anécdota de mamá siendo un completo genio en aplicar castigos. Sus burlas al respecto fueron el precio que tuve que pagar por el aventón.
—Hasta consideré quedarme en casa para enseñarle que es un gravísimo error quitarle el transporte que una adolescente de dieciocho años utiliza para llegar a la escuela, pero preferí venir aquí que discutir de nuevo con ella. Terminaré volviéndome loca igual que ella si sigo teniendo más dosis de Stephanie Hassen.
Me masajeé las sienes cuando me comenzaron a palpitar otra vez.
Si no había muerto por odio a Hunter, muerte por estrés era entonces la segunda alternativa.
—Ve el lado positivo de tu comienzo del día, Dyl, pudiste hablar con West, ¿no? —comentó, tratando de hacerme sentir mejor.
—No más de treinta minutos —recalqué entre dientes.
—Suficiente. —Matthew me tomó por los hombros y me giró hacia él para que pudiera verlo a la cara—. Esta es una intervención.
—¿De qué hablas? —Enarqué una ceja.
—Mientras que estés cerca de mí no quiero que hablemos nada que tenga que ver con tu madre o con tu relación amorosa por el día de hoy, así podrás relajarte un poco y dejar de hacerme creer que necesitas seriamente ayuda emocional.
«Ayuda emocional». Por más que odiara sentirme tan desesperada por drenar las emociones malas, por olvidarme de todo y simplemente relajarme, mi mente no pudo evitar relacionar la ayuda emocional con mi trato con Hunter. De repente, me encontré a mí misma buscando alguna excusa para arrollar mis principios y enterrarlos muy, pero muy profundo en una parte que no amenazasen con salir. Al menos no pronto.
Estaba ciento por cierto segura de que Matthew tenía una idea muy diferente de lidiar con su intervención que el intento de terapia emocional intensiva que estaba considerando.
Aunque, en sus palabras, él me había asegurado que me dejaría hacer cualquier cosa, ¿cierto?
—No mamá, ni West por un día —le aseguré, forzando una sonrisa.
—Esa es mi chica. —Me devolvió la sonrisa, apretándome cariñosamente los hombros.
Necesitaba encontrar a Hunter.
***
No saben cuánto agradecí cuando la jornada escolar terminó. El día transcurrió con incesantes conversaciones sobre el partido contra Thorton. Si perderíamos, si ganaríamos igual que año pasado, si Brett haría un buen trabajo, si nos condenaría al fracaso.
Evidentemente, los dioses estaban enojados conmigo. ¿Qué les había hecho? No sé.
Si escuchaba una vez más hablar del «triunfo seguro» de Sherwood contra Thorton, les iba a gritar en su cara que nuestro equipo apestaba tanto que debería darnos vergüenza.
Me concentré en mi terapia. Logré encontrar a Hunter entre el segundo y el tercer período, mientras Matt estaba en su clase de Trigonometría. De verdad, preferí dejarlo fuera de esto. Tan egoísta como sonara, la desesperación me llevó a mantener el asunto bajo cuerda, ya que sabía que si se lo decía, iba tratar de impedirlo.
No me encontraba en mi mejor momento, ¿de acuerdo?
No me sentía demasiado orgullosa de admitir que estaba mentalizándome en que secuestrar a Wolfer no sería otra cosa más que ayudar a que el equipo que West dejó atrás no sufriera de una mala racha.
Horas después del ajetreado día, me encontraba disfrutando la paz de tener la casa sola, sin mamá atosigándome. Hunter pasaría por mí en cualquier momento para irnos al partido y hacerle el trabajo sucio a Brett.
Resoplé, hundiéndome en el sofá. La verdad es que no me sentía ni un poco en paz. No solo estaba ocultándole cosas a West, sino que ahora a Matthew también.
«Todavía hay tiempo para desistir, Dyl».
Sacudí la cabeza. No iba a acobardarme, otra de las intenciones por las que estaba accediendo a esto era porque quería comprobar si realmente trabajar con McLaggen funcionaría igual que la noche del baile de bienvenida. Si no tendría la misma experiencia, iba a dejar de hacerlo.
El sonido del timbre hizo que diera tal respingo que apenas logré salvarme de una bastante patética caída en mi camino hacia la puerta principal.
—¿Lista para irnos? ¿O te acobardarás de nuevo? —me preguntó Hunter en cuanto abrí la puerta. Venía con un casco extra y una de sus características sonrisas de triunfo.
Apreté los labios y le arrebaté uno de los cascos, no quería que arruinara mi experimento cuando ni siquiera había comenzado.
—Claro que no —farfullé, cerrando la puerta tras de mí y esquivando su cuerpo.
—Pensé que David Bowie iba a acompañarnos —comentó Hunter a mis espaldas—. Espero que no sea celoso y sepa compartir, porque a este paso, estás pasando más tiempo conmigo que con él.
Inconscientemente, bajé la cabeza con vergüenza, recordando lo clandestino de la salida de esta noche.
—Joder, que no le has dicho —dijo en tono burlón, mirándome con diversión—. Te estás dejando corromper más rápido de lo que creí, Lanie.
—Eres un idiota —le gruñí, colocándome el casco como señal de que la conversación había terminado.
Hunter se echó a reír.
—Cálmate, Carter, prometo que será nuestro pequeño secreto —me aseguró, imitando mi acción.
—Ya que si lo cuentas, tendrás entonces que explicarle a tu futura esposa cómo es que no puedes tener hijos —lo amenacé mientras subía al asiento de atrás de su moto.
McLaggen trepó en el puesto del conductor y llevó una de sus manos hacia su espalda, como si estuviese invitándome en silencio a tomarla.
—¿Qué? —indagué, confundida por el gesto.
—Que me pases tus brazos para que te sostengas —contestó, impaciente.
—Prefiero caerme de la moto y rasparme todo el cuerpo que enroscar mis brazos en ti como si fueras el jodido latin lover de película romántica —le espeté, enganchando mis manos en el asiento debajo de mí—. Así estoy bien, gracias.
—Como quieras —se rio, sacudiendo la cabeza y arrancando la moto con tanta fuerza que mis uñas se clavaron en el cuero del asiento para evitar chocar contra su espalda.
—¡Ten cuidado, imbécil! —le grité, sabiendo que lo había hecho a propósito.
Él soltó una carcajada mientras aceleraba. Casi quedo sin uñas el resto del camino.
Nota de la autora 2014: Como voy a ser breve ya que mi laptop está muriendo, haré los comentarios rápido:
Primero, quedé sorprendida por muchas lectoras que comentaron en el capítulo anterior, que estaban seguras que West estaba engañando a Dylan. GUAT? xD ¿En serio creen que West es capaz de eso? Bueee, allá ustedes.
Okis, al segundo; Dylan, ¿QUÉ MIERDAAA? Es como si te dijera: "Anda, hazlo, haz lo que quieras." Pero bue, Dylan es Dylan donde la pongan, siempre mete la pata AKJKSJAK. Ok, dejen el bullying.
Matthew... Matthew... Mejor no comento más.
Otra noticia que les quería dar es que pronto saldrá el booktrailer de The Senior Year, que lo está haciendo la misma que hizo el de SIOOTB, Dafne Muñoz. Sólo puedo decirles... QUEDARÁ MI AMOR CON TE QUIERO XD.
De acuerdo, los dejaré comentar, ahora sí. Procuren no matarme, ¿bien? Saben que los quiero muchote <3
Saludos :D
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro