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Capítulo 20


Los días pasaban, las inquietudes en el secretario de empresas Jeon crecían y crecían cada vez más, queriendo que el dichoso sábado no llegara Jamás. Los secretarios estaban para atender todos los mandados de su jefe, mantenerlo al tanto de cualquier tarea y hacerle los respectivos recordatorios, llevando consigo sus armas mas importantes; Un plumón y una agenda.

Pero el tiempo sigue su curso por mas que ruegues que pare, los días pasan sin detenerse siendo cruel y burlándose de ti por ansiar su detención al menos para asimilar, aceptar o poder armar un plan.
Pero Jimin necesita armar un plan de supervivencia, solo viajarán su jefe y él, juntos hasta Japón. No podrá salir ileso de todo esto, algo muy dentro de su ser le decía que le deparaba algo muy fuerte, un presentimiento al cual no entendía si era bueno o malo.

Aunque ya sabemos que con Jeon Jungkook hay una amplia gama de cosas malas, mas que las buenas.

Abarcándolo a él, por supuesto.

Los días pasaron mas rápido que nunca, el tiempo había corrido un maratón. Literalmente. Todo muy apresurado y apenas puede procesar el hecho de que está sentado frente su jefe, dentro de un avión por primera vez, viajando a Japón en primera clase y con mucho miedo por volar alto.

--¿Había subido a un avión antes?--…--La pregunta estaba de más ante lo evidente. Jimin está nervioso y muy seguro de odiar las aviones a partir de hoy.—

Niega.

--Se nota. No se preocupe, luego el temor se disuelve.—

--Tengo nauseas.--…--Hizo una mueca de dolor y se removió en su asiento.—

--Suele pasar la primera vez, a veces.--…--Jeon oprimió un botón que estaba en la separación media de los asientos, no pasó mucho tiempo para que una aeromoza de uniforme azul marino con bordes blancos se acercara. Rubia, alta, bien peinada con su cabello recogido en una bola, llevaba un pañuelo amarrado alrededor de su cuello, muy bien maquillada y sus labios carmesí resaltaban en sobremanera. Claramente es americana --...--¿Me podría traer un medicamento para dolor estomacal, por favor?—

La mujer asiente sonriente y se va por donde vino pero no pasan ni dos minutos cuando regresa manejando un pequeño carrito de dos pisos pequeños. En la parte superior estaba la píldora verde esmeralda y un vaso largo de cristal con agua.

En primera clase todo era tan extraño y delicado, tanto revuelo por una simple píldora.
Jeon agarr6o la pastilla y el vaso con agua ofreciéndolos a su secretario.

--Tome esto, reducirá su malestar.--…--Jimin agarra ambas cosas lentamente, mete la píldora a su boca y bebe dos sorbos de agua pasando la píldora. Jungkook le quita el vaso y lo deja encima del carrito de nuevo.--...--Es todo, muchas gracias.--…--La mujer se aleja.--…--El viaje no es muy largo pero intente dormir lo que resta y no mire tanto hacia la ventana.--…--Jimin asiente nervioso un par de veces y decide seguir el consejo de su jefe, está seguro que sabe lo que dice, se nota que ha viajado mucho.—

Jimin cierra sus ojos pero no tiene en planes dormirse. Solo quiere relajarse.

Revive el momento exacto donde se despedía de Mark hace unas horas, dejándolo con la niñera que Jungkook contrato para su cuidado los dos días que debe estar fuera. La mujer se llama Jess, poseía una cabellera muy bien cuidada y privilegiada que le llega hasta sus muslos, los mechones frontales yacían pintados de morado oscuro, su piel morena. La mujer era mas baja que Jimin por dos cabezas.

Ya no volvería a quejarse de su estatura.

Estuvo casi a punto de llorar mientras se iba alejando de su departamento, sabiendo que solo serán dos días de viaje pero era la primera vez que pasaría una noche lejos de Mark. Mientras que, Mark solo se despedía alegre de él diciendo que lo ama y que no se preocupara, que va a ver todas las pelis de Thor con su nueva amiga Jess.

Jimin a punto de llorar y Mark de lo mas feliz. Qué cosas.

Jungkook estaba despierto jugando Candy crush en su celular muy entretenido, alzando de veces su mirada para observar a su secretario “dormir”. Su respiración calmada y rostro despejado, su saco gris encima de sus piernas y los brazos a cada lado del asiento montados en los soportes.

Hace cuatro días se había masturbado luego de no hacerlo por mucho tiempo, no tenia la necesidad ya que podía abastecerse del sexo suficiente cuando quisiera, donde quisiera y con quien quisiera. ¿para qué masturbarse? Él no lo necesitaba.
Pero esa noche surgió un extraño deseo y una erección no deseada hizo aparición. Lo peor de todo es que no siente remordimiento por descargar el deseo de su cuerpo, pensando en el hombre que está dormido en el asiento de en frente.

Si, él puede tener en su cama a quien le de la gana, sea hombre o mujer, pero a su secretario no, eso no podía pasar, y por ello mismo se masturbó aquella noche, para drenar el deseo tonto e impredecible que se apodero de él un rato llevándolo al acto de desahogo y calmar la calentura causada por alguien inaccesible, que no debe siquiera imaginar tener. Se niega, él no lo quiere, no desea estar con su secretario… ¿verdad que no?

Jimin sentía la mirada profunda de su jefe pero no abrió sus ojos para nada y pensaba en cualquier cosa para no ponerse a temblar, se supone que está dormido.
Jungkook vuelve su atención al juego.

Park Jimin no le gusta, ni puede gustarle.

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Jimin Pov:

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Mi resumen es claro; hoy ha sido un día agotador desde que me subí al avión esta mañana, hasta la última reunión de mi querido jefe. Tampoco fue fácil tolerar las reprochadoras miradas de los empresarios japoneses, dudo mucho que hayan tenido secretario. Es mas, siquiera es mucho considerar el hecho de que hayan escuchado de un secretario, mas que todo… ver a uno.
Hay “secretarias” mujeres, esbeltas, de sonrisa encantadora, simpatía al máximo, llevando faldas ajustadas, camisas que dejan revelar un poco de pechonalidad, zapatos de tacón alto y maquillaje.

Nada como yo.

Iban a ser las nueve de la noche, mi jefe y yo estábamos en una camioneta suya y por lo que me dijo siempre la tiene guardada en el estacionamiento del aeropuerto. Le creo, el que tiene dinero, puede obtener cualquier espacio. Me dijo que no nos vamos a quedar en ningún hotel y que iremos a su casa familiar, solo que lleva como una hora manejando, sin decirme nada, por una carretera llena de vegetación y desolada.
Desde que mi jefe y yo tomamos el rumbo a su “casa familiar” él está mas callado de lo normal, no me ha volteado a ver ni de reojo, está tenso, se nota por su mandíbula apretada, muy ansioso, lo sé por como muerde su labio inferior varias veces.

De tanto verlo debo saber sus manías, señales, ansias y cómo las demuestra ante el mundo sin intención, siendo ajeno a que yo puedo leer su idioma corporal.

El auto se detiene y me abstengo de mirarlo. Mucho por hoy.

--Llegamos.--…--Avisa distante. Saca su cinturón de seguridad y copio su acto saliendo del auto primero que él, con mi maletín y la mochila pequeña que traje con un poco de ropa.--…--Sígame.--…--La camioneta queda en el patio delantero de la casa de dos pisos. El primer piso tenía ventanales de cristal y podías ver el interior de la casa a gusto, la parte de arriba no era muy diferente solo que el techo es blanco y con decoración de madera.--…--La casa tiene tres habitaciones, puede escoger la que guste.—

Las luces de la casa están encendidas. Me pregunto si habrá alguien dentro.

Mi duda desaparece al ver la figura de un hombre alto y moreno con traje, un auricular redondo en su oreja derecha. El tipo tiene apariencia de asesino serial, su mirada fría y dura como el hierro nos analiza cuando llegamos frente a él, aunque yo me cubro ágilmente con el cuerpo de mi jefe. Tengo temor de ese tipo.

--El señor Jeon lo espera en su despacho.--…--Suelta de repente. Su voz helando mis huesos milisegundos. ¿señor Jeon? debe ser el padre de Jungkook, de eso no cabe duda--…--Quiere hablar con usted, a solas.-

Já, tampoco es que quiera escuchar lo que deben decirse padre e hijo, no soy un entrometido.

--No es necesario que lo menciones, Jason.--…--Mi jefe conoce a este hombre. Al menos sé que no va a matarnos.--…--Park…--Yo me alejo un poco para mirar y atender su llamado.--…--Vaya arriba, descanse que hoy ha sido un día muy cansado.--…--Me entrega su celular.--…--Déjelo en cualquiera de las otras dos habitaciones por favor, tengo un asunto que tratar.--

Asiento nervioso y entro a la casa mirando cada cosa fascinado. Apuesto que hasta uno de los jarrones que están aquí cuestan mucho mas que mi departamento (no es mío es alquilado), subo las escaleras con calma llegando al segundo piso viendo tres puertas negras. Entro a la primera y dejo el celular de mi jefe encima de la cama, salgo de allí y entro a la segunda habitación decidiendo que me quedare en esta. Agarro mi maletín, saco la agenda y antes de darle una repasada observo lentamente las paredes blancas; es una habitación sencilla como la de al lado, eso quiere decir que la tercera debe ser igual. Veo mi reflejo en el espejo de la peinadora a mi derecha, un televisor plasma pegado a la pared frente la cama, mas abajo una cajonera, a mi derecha una puerta corrediza de cristal que te dirige a un barandal mediano. Necesito aire fresco.

Agarro mi agenda y corro la puerta para apoyar mis brazos del barandal observando lo poco que puedo del desolado paisaje verde, es de noche y esta siendo la única casa aparentemente, no se puede apreciar nada mas que ramas y oscuridad.
Abro mi agenda y todo lo que teníamos planeado para hoy fue concluido con éxito. Respiro hondo, el aire natural no tiene comparación, muy diferente al ecosistema de la ciudad. No me ha dado tiempo de observar mucho las calles de Japón por el ajetreo, pero lo poco que recuerdo me resulta hermoso. Si algún día pudiese volver sería genial pasear un poco.

Unos gritos en la parte baja de la casa me ponen alerta y me alejo del barandal como si fuera acero caliente.

--¡Ella lleva mas de un año limpia!--…--Era Jungkook. Me agaché y me dedique a mirar desde arriba la figura de mi jefe, el tipo de hace rato y la otra anatomía desconocida para mi.—

--Jeon Jungkook, cállate. Sabes que esto es difícil para mi también.--…--No puedo ver el rostro del hombre que esta hablando, sin embargo se puede ver que tiene una estatura similar a la de mi jefe. Su cabello es grisáceo y viste con traje gris brillante.--…--Helena necesita mas cuidado, aún eres un mocoso que no entiende de estas cosas, quieres sacarla al mundo sin medir las consecuencias.—

--¡Dime donde está!--…--Primera vez que veo a mi jefe tan alterado y me da miedo que esa pelea entre el y su progenitor llegue a mas de los gritos.—

Las peleas con los padres no son del todo pacificas.

--No lo voy a hacer.--…--Me asombra la tranquilidad del hombre cuando habla. Como si su hijo no estuviera alterado y al borde de un ataque de rabia.--…--Tengo algo mas que decirte y espero que te tranquilices.—

No soy entrometido, no soy un chismoso.

Me alejé del barandal gateando de regreso al cuarto y lanzo la agenda encima de la cama.

No puedo seguir escuchando la discusión de los Jeon, no es de mi incumbencia. El asunto que mi jefe tenía que tratar no es nada laboral, es personal y emocional y lo tiene desesperado allí abajo, en ese patio tan fúrico como nunca lo vi. No puedo ayudarle, solo soy su secretario enamorado de él como el mayor idiota de la historia.

Me levanto del suelo y muerdo mi meñique con desesperación una y otra vez nervioso. La habitación esta fría a causa del aire acondicionado pero yo me siento acalorado. No aguanto, debo bajar, la presión y preocupación se apodera de mi completamente y cuando soy consciente ya estoy fuera de la habitación con mi respiración agitada. Los escalones están a dos metros a mi derecha, tan cerca y yo dispuesto a bajar.

¿Para qué?

Solo soy un secretario, no puedo tomar atribuciones que no me pertenecen y aunque mi única intención sea ayudar no hay como, no puedo hacerlo. Con suerte resuelvo mis problemas como para venir a resolver los ajenos. Solo es una discusión de padre e hijo ¿verdad? nada malo puede pasar.

No se cuanto tiempo estuve parado allí concentrado en mi debate pero sé que no fue corto, mas minutos de los normales mirando la puerta negra de al frente, incapaz de reaccionar. Esto ha sido un impulso y debo sucumbir de él antes de que mi “ayuda” se vuelva una estupidez.

Me doy la vuelta y antes de entrar escucho pasos pesados cerca, muy cerca.

¿Será mi jefe?

No entro, solo me quedo parado en el umbral, con un pie dentro y el otro afuera esperando quizás el regaño de mi jefe, su llamado de atención y lo mas seguro es que desquite su rabia conmigo.

Pero su regaño nunca llega. Voltee a mi derecha y mi jefe estaba ahí, terminando de subir el último peldaño con pesadez, su cabeza baja, sus hombros se alzan exageradamente ante una respiración que me pone alerta, se apoya de la pared con su mano libre, la otra tiene agarrado su maletín y cada paso parece ser el ultimo. Jadea, su maletín cae abriendose con el impacto y él ya ha terminado de subir, se apoya en la pared con ambas manos y jadea mas sonoro. Su cuerpo presenta una serie de contracciones. Observo sus uñas cortas arañar la pared y no deja de jadear.

Y finalmente cae al suelo entre temblores y arcadas que me dejan con mis ojos muy abiertos. Corro hacia

Su cuerpo no deja de sacudirse con fuerza, no sé que hacer, sus manos tiesas y en forma de garras. Quiero saber qué le está sucediendo a mi jefe, pero al intentar tomar su rostro entre mis manos las suyas se sacuden sin delicadeza sobre mi rostro y mis lentes van a parar a cualquier parte del pasillo. Me doy cuenta de que a causa de los espasmos su cabeza impacta varias veces contra el suelo. Me quito mi saco y lo coloco con cuidado debajo de esta para evitar que se lastime.

Esto es un ataque de epilepsia, no hay duda.

--¡Se-señor Jeon!--…--Lo llamo pero no me responde y en este momento puedo decir que el tiempo se detuvo para dejarme preso del pánico. Corro rápidamente hacia la habitación que escogí y rebusco mi teléfono notando así que no hay nada de señal, es lógico.--…--Mierda…--Siseo tembloroso.—

Salgo de la habitación y Jungkook sigue convulsionando sacudiéndose con fuerza con sus ojos en blanco. Me acerco para aflojar su corbata lo cual resulta ser una tarea casi imposible por sus incontrolables movimientos y al lograrlo la hice una bola y la metí en su boca evitando que se haga daño, sus arcadas me hacen saltar de puro susto. Con mucho esfuerzo lo giro para que quede de lado. Su cuerpo sigue sacudiéndose como choques eléctricos imparables y siento mis mejillas mojadas a causa de las lagrimas. No puedo quedarme sin hacer nada.

Bajo las escaleras y grito esperando que haya alguien, el tipo Jason o el padre de mi jefe pero no, nadie responde ante mis suplicas y gritos, me dirijo hasta la puerta principal a ver si siguen afuera pero no, ni siquiera la camioneta está. Estoy solo, en medio de la nada, en un país desconocido, sin señal ni ayuda, con mi jefe sufriendo una crisis epiléptica en el segundo piso.

Subo rápidamente y al llegar mi jefe ha dejado de moverse, me apresuro para tomar su pulso, un poco acelerado pero no preocupante, su respiración se modera y sus músculos se relajan.
La crisis ha terminado y parece estar dormido.

No puedo dejarlo aquí.

Mi jefe es pesado, acabo de descubrirlo mientras lo llevo a rastras a mi habitación rodeando con mis brazos su abdomen hasta que caigo en el colchón con mi jefe encima, saco fuerza de donde no creí tenerlas y nos subo a ambos.  Dejo que mi nariz se deleite con el olor de su cabello que huele a acondicionador de almendras, subo mis manos sin poder evitar pasar las yemas de mis dedos por todo su rostro, pasando por su barbilla y deteniéndome en sus labios de cereza comprobando que no se pone labial… sus labios son de un rojizo natural. Nunca antes desee besar tanto una boca como la de el hombre que yace dormido en mis brazos.

Debería odiarlo por ser el amante del novio de mi mejor amigo pero no puedo.

Al recordar ese suceso solo suspiro cansado y dejo que las lágrimas salgan ¿Por qué el amor debe doler? ¿Por qué nos traiciona indirectamente? ¿Por qué lo estoy abrazando cuando debo soltarlo y sentir repulsión?

Ha de ser porque una parte de mi se niega a aceptar que me enamoré de un malvado.

Mis dedos acarician su cabello lacio y castaño, su suavidad como los dientes de león en mis manos es casi irreal y podría volverme adicto a tocarle pero no puedo.

Estoy completamente jodido.

Jeon Jungkook estaba siempre firme, elegante, arrasador, fuerte, imponente y temible. Me costaba creer que hace solo minutos estaba teniendo una crisis epiléptica, y ahora esta aquí, dormido encima de mi cuerpo mientras prácticamente lo tengo abrazado, abrazándole como suelo abrazar a mi hijo al leerle un cuento por las noches. Tengo ganas de protegerlo pero ¿Cómo pretendes proteger a alguien si no puedes protegerte a ti mismo? Es una situación asquerosa y la realidad es cruel.

Y he aquí la pregunta mas grande: ¿protegerlo de qué? Jeon Jungkook es poderoso tanto física, como social y económicamente, mi ayuda seria la menos adecuada. La menos importante pese a ser sincera.

Dejo un beso en el medio de su cabeza y el suspiro mas pesado de mi vida se escapa mientras me voy alejando de su cuerpo y me aseguro de que quede en una posición recta. Nunca antes lo había visto tan de cerca. Tanto tiempo sin que me intimide y me convenzo aun mas de que es el hombre mas hermoso que he visto.

Salgo de la habitación en busca de mis lentes en el pasillo. Los cristales no están rotos pero si una de sus patas. Oh genial.

Voy en busca del maletín de mi jefe que yace abierto con varios papeles regados que me dedico a recoger y ordenar rápidamente, no puedo dejar a Jeon solo. También unas cajitas de pastillas y tarjetas de crédito. Todo eso lo guardo junto con los otros papeles y lo cierro para volver a la habitación. Mi jefe sigue igual a como lo deje… y no da a pensar que estaba discutiendo como un loco con su padre y que luego estaba convulsionando en el pasillo por casi tres minutos. Sé que esto le puede pasar a cualquier ser humano pero no te lo imaginarias de una persona como Jeon Jungkook, tan vigoroso y saludable que… esto es sorprendente.

Intento una vez mas buscar señal pero es en vano, decido rendirme y me siento en la esquina del colchón para seguir mirando el rostro de mi jefe lo mas que pueda. No puedo tocarlo de nuevo, ya lo hice y lo mantendré como un tesoro, es más de lo que imaginaba pero no en las condiciones adecuadas.

Ahora solo debo esperar a que despierte y mi burbuja mágica explote.

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Pasó una hora y no me alejé de mi jefe en ningún momento.

Sus ojos se abrieron lentamente y yo me quede quieto, tengo entendido que luego de las crisis, quien la ha sufrido tiene un tiempo fuera de si, debe adaptarse y recobrar el conocimiento.
Jungkook miraba al techo pestañeando pocas veces totalmente ido y yo pues, muerto de miedo por su reacción.

--¡Ash!--…--Frunce el ceño quejándose. Se sienta sobando su cabeza—

--Señor Jeon ¿le duele algo?—

--¿Qué me pasó?—

Bueno, debo decírselo de todas formas.

--U-usted tuvo un ataque de epilepsia.—

Tuerce su boca con disgusto.

--Páseme mi maletín.--…--Hago lo que me pide, el lo abre y saca una de las cajitas que vi anteriormente. Saca una pastilla y se la mete a la boca pasándola solo con saliva.--…--¿Cuánto tiempo estuve dormido luego?—

--Aproximadamente una hora. Intenté llamar a emergencias pero no hay señal, la camioneta no está y los otros dos hombres se fueron.—

--Entiendo, gracias por quedarse conmigo.--…--Alzo la mirada y mis ojos dan justo contra los suyos. Él me ve raro ¿tengo algo en la cara o qué?--…--¿Qué le pasó aquí?.--…--Se acerca y sus dedos tocan mi pómulo, me quejo de dolor.--…--Tiene un moretón.—

No me había dado cuenta .

Voy hacia la peinadora y si, en efecto… tengo un lindo moretón.

--¿Y sus anteojos?--…--Los saco de mi bolsillo y se los muestro. Intento sonreír para que sepa que no hay nada malo pero él no se mueve.--…--No debió acercarse en la crisis.—

--Y-yo… no supe que hacer.--…--Era la verdad, luego fue que supe lo que le pasaba pero para ese entonces ya me había llevado un buen golpe.—

--Le creo pero mire ahora, usted está lastimado por mi culpa.—

--No estaba consciente en ese momento, señor Jeon.--…--Si yo no voy a sentirme mal por el golpe él tampoco debe, el golpeado soy yo pero fue un accidente.--…--No se preocupe, ya pasará.—

Sonríe ladino y se levanta de la cama estirando su cuerpo pero con tensión en su cuerpo. No se ha recuperado del todo.

--Señor Jeon.—

--¿Mhm?—...--Se gira hacia mi. La sonrisa dibujada en la curvatura de sus rojizos labios. Quiero tocarlos una vez mas.—

--¿Puedo preguntar algo?—

--Si, puede.—

--¿Quién es Helena?--…--Su sonrisa desaparece. Yo si soy imbécil, ¡¿QUÉ ACASO NO PIENSAS ANTES DE ABRIR TU BOCOTA, PARK JIMIN?! Eso ni siquiera era lo que ibas a preguntar--…--Lo siento, no debí preguntar.—

--¿Qué tanto escuchó de la conversación que tuve con mi padre?—

Mis sospechas fueron acertadas. Era su padre.

--No quise hacerlo.--…--Me coloco erguido. Lo menos que deseo es que piense lo que no es.--…--Estaba tomando aire mientras revisaba la agenda y escuche gritos. Usted gritaba y discutía con su padre. Cuando él pronunció el nombre de la mujer usted se puso peor, luego de eso volví a la habitación hasta que me topé con usted en el pasillo convulsionando.--…--Esa es la verdad y espero que mi jefe la crea ya que no hay otra versión de los hechos.--…--Eso es todo.—

--Esa es una pregunta muy personal.--…--Echa su cabello hacia atrás, está despeinado pero hasta aquí siento de nuevo esas suaves hebras deslizarse entre mis dedos.--…--Hagamos algo ya que ando muy aburrido. Agarre su agenda.--…--Yo hago lo mandado. Me están temblando las piernas.--…--Las familias con un alto estatus social tienden a tener secretos muy oscuros y turbios que nadie puede saber. Cuidar la reputación es esencial, si es de mentir se miente y a veces se engaña.--…--Saca sus zapatos y calcetines quedando descalzo.--…--Tienes que saber cuidar tus espaldas, conocer bien a quien le otorgas tu confianza y secretos. Es como una caja fuerte andante que no necesita un código, solo lealtad para no entregar los secretos.--…--No se a que viene todo esto, yo solo pregunte quien era Helena.--…--Pero, si vas a confiarle a alguien tus secretos… asegúrate de conocer los suyos.--

--No estoy entendiendo, señor.--

--¡Ay Dios! Odio que me digan señor. Se lo estoy confesando pero ahora usted debe confesarme algo. No es bueno que solo usted sepa de mis asuntos. Mis secretos.--

Tengo muchos secretos, si, pero aún no agarro el hilo de esto.

--No me gusta que me llame por mi apellido.--

Se ríe. Tiene una risa tan bella que lo hace ver como un adolescente.

--¿Ve? No es tan difícil.--

--Eso creo.--…--Abrazo la agenda mirando al suelo. Mi jefe me intimida de una forma abismal.--

--Las familias como la mía son una cajita de sorpresas, no es necesario ser asesinos o mafiosos para tener un lado oscuro que nadie debe conocer. Pero, ¿usted estaría dispuesto a cargar con mis secretos? ser un secretario no solo laboral, sino personal. El secretario que trabajara para mi en todo sentido; saber mis mentiras, pesares, secretos, engaños y razones. Todo esto para llevárselos a la tumba. Claro, si usted me hace cargar con los suyos.—

Quedo atónito sin poder hablar. Esto es extraño y llámenme loco pero es emocionante y peligroso. Es mi oportunidad para conocer mejor al hombre que me tiene por los cielos ya sea para bien o para mal.

--En ese sentido ¿quiere ser mi secretario, Jimin?—

Estuve pensando tanto que no fui consiente de la cercanía de mi cuerpo y el suyo. Levanté mi mirada por curiosidad de sus ojos, para buscar indicio de juego o burla pero no, estaba serio y penetrando mi ser con la potente y oscura mirada que posee. Humedezco mis labios sin alejar mis ojos de los suyos, y así, adquiero la fuerza suficiente para responder:








































--Si. Acepto, jefe—

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