Order 4
Desempacaban las cosas, una semana después de lo sucedido. Seika tenía la mirada perdida. En cambio, Rodrigo leía un libro encima de la cama que se hallaba justo al lado de la chica. Su rostro, que por instantes era dulce y amistoso, se tornaba en uno serio; acompañarla hasta la casa que quedaba frente a la Procuraduría General de la República fue una elección difícil. Más si eso quería decir que sus sentimientos hacia ella irían en aumento, sin la capacidad de confesarse. Sí, él también quería a Seika, pero desde hace un año que no se atrevía a decirle; ruido de pasos se escucharon hasta la entrada de la habitación.
Seika volteó rápidamente, mientras Rodrigo bajaba con un gesto de desagrado la mano con el libro.
-Saldremos a una juerga-dijo la chica con un vestido elegante-, ¿nos acompañan?
-No gracias.
-No me interesa.
-Como ustedes quieran-el grupo los volvió a dejar solos. La niña aún no sabía la razón del visible enfado de su senpai. Este, a su vez, se alegró de que ella prefiriera quedarse; el silencio prevalecía entre los dos.
-Y...
-¿Qué?
-Se me olvidó preguntarte-contestó la chica-, ¿de qué se trata todo esto?
-¿Del Secret Group?
-Sí.
-Mmm...
-Cuando lo dijo el muchacho que... No recuerdo cuál, pero sí recuerdo que mencionó eso. ¿Qué quería decir con eso?
-Bueno-dejó el libro sobre la mesa que estaba a su derecha-, muchos pensarían que se trata de una estafa. Si es que fuera público.
-¿Si es que fuera?
-Así es. En realidad, nadie sabe que siquiera existe dicha organización-posó su mirada con un rostro de seriedad profunda. Ella nunca lo había visto de esa manera, pues literalmente Rodrigo se acostumbró a verla directamente de una forma tierna-, pero ese es el propósito. Ser prácticamente "invisibles" para la sociedad.
-Lo que no entiendo es, ¿por qué lo hacen?
Rodrigo se quedó pensativo por un tiempo. La verdad es que no había mucho que explicarle a la japonesa, pero existían todavía detalles que debía mencionarle; así que hizo lo siguiente. Respiró hondo, suspiró, y luego dirigió su rostro para decirle la verdad:
-Hay una razón para hacerlo. Y no es nada agradable, pero está ocurriendo: este será el primer escuadrón de espionaje que México tiene desde sus inicios.
-¿En serio? Yo creí que era un país arruinado por la corrupción.
Todo volvió a tornarse callado. El comentario de la chica hizo un meollo en Rodrigo.
-Eso ocurre sólo con la población en general-dijo al fin, un poco resignado-. Pocos saben que existen una oligarquía imperialista, y que es la única que no paga impuestos.
-No le veo relación alguna con el grupo-objetó Seika, quien hasta hace poco escuchaba atentamente.
-El gobierno trabaja con ellos. Y la forma de clasificarlos parece una pirámide. El presidente está en segundo lugar, de ahí que necesite de un permiso concedido por las familias reinantes para llevar a cabo un proyecto-desvió su mirada hacia la ventana que estaba a su lado izquierdo-. También involucra a la milicia, pues también ellos están en su poder; sin embargo-se sentó en la cama, con una ligera inclinación y la vista hacia abajo-, este no es uno de ellos.
Estaba sorprendida, nunca antes había escuchado un manejo peculiar de un gobierno a nivel nacional. Ahora estaba claro: las familias con mayores riquezas en el país eran las verdaderas gobernantes, mientras que los gobiernos fungían como máscaras hechas para ocultar dicha verdad. Y el proyecte Secret Group era independiente que, de ser público, generaría incluso la muerte del fundador y sus miembros. Pero algo no le quedaba en claro, una duda vagaba en su mente desde la primera vez.
-Con todo esto-el valor ya cernía encima de ella, sin una pizca de pena-, tengo una pequeña e insignificante duda.
Rodrigo giró su mano, como señal de que continuara.
-Si a todo esto le agrego que son menores que juegan en el mundo de los adultos-ya no sonaba como la típica yandere tímida, sus aires ahora eran de una seguridad ceñida fuertemente-, entonces, ¿por qué tú apareces como uno de ellos?
El silencio se sintió bastante pesado, la duda vagaba por los aires como un mendigo lo hace por los pasillos del metro. El muchacho suspiró y, de paso, vio directo a los ojos a la asiática.
-Porque soy el único civil con entrenamiento militar-respondió al fin.
-¿El único civil?-al decir eso, recordó que los demás vestían de manera elegante e incongruente con el ambiente de la colonia. De hecho, sus ropas tenían aspecto de ser importados por profesionales.
-Así es-tomó el libro que estaba leyendo hace un momento-. El resto son hijos de diputados y senadores reconocidos por el Congreso.
Dichas palabras tuvieron un efecto duro en la muchacha. Sin embargo, aún se mantenía perseverante y firme, lo suficiente para dar con el tiro final.
-Eso quiere decir que...
-Se entregaron a voluntad-respondió de forma abrupta su senpai.
-¿Cómo?
-Hasta yo me quedé sorprendido-sentado sobre la cama, se sirvió un buen vaso de agua-. Esos chicos: Luis Aguirre, Laura Bustamante, Carla Alvarado, Josué Villanueva, Antonio Reynosa, Alondra Jimenez, Brandon López-parecía recordar a cada uno-. Todos ellos se antepusieron a las más duras pruebas de selección.
-Entonces todos ellos... demostraron ser aptos para este oficio-su dulce mirada se desviaba hacia la ventana, fijamente al edificio de la PGR-. Es un tanto increíble.
Rodrigo asentó con la cabeza. El simple hecho de que las pruebas más complicadas fueran pasadas por unos niños ricos, le daba a entender una cosa: no eran unos holgazanes mediocres, sino unos auténticos amos del espionaje.
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