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4. Liam.

Capítulo editado.

4 | LIAM.


LIAM.

—Tyler, tienes que parar de dejar olor a tocino en la cocina o esta convivencia no durará mucho más —le aviso cuando paso por su lado. Mi mejor amigo está echado en el sofá con los pies sobre la mesa mientras mira televisión. Gira su cabeza en mi dirección y pone sus ojos en blanco.

A veces me siento como si Tyler tuviera catorce años y yo fuera su padre. O siento que estoy viviendo con un perro desobediente.

—¿Qué tiene? —bufa—.  Me gusta el tocino en el desayuno. ¿Estoy perturbando demasiado tu olfato, Liam? —inquiere en un tono desafiante.

—Solo aprende a abrir las ventanas, Aiken.

Convivir con Tyler es algo normal. Nos conocemos de toda la vida y no es la primera vez que nos toca vivir bajo un mismo techo por mucho tiempo. Antes, Tyler pasaba meses y meses en mi casa o al revés. Es lo que sucede cuando tus padres, o en el caso de Tyler, sus tíos, no se preocupan demasiado por lo que pasa en sus casas.

Sin embargo, la convivencia ahora es permanente y Tyler está acostumbrado a no mover ni un dedo para hacer cosas normales. Como abrir la ventana después de apestar la cocina.

—Sí, seguro —me miente.

Desde el primer instante que nos aceptaron a los dos en Cambridge supimos que teníamos que vivir juntos. Es lo que siempre quisimos. De lo que hablábamos todo el tiempo cuando teníamos trece y pensábamos en cómo luciría nuestro futuro.

Por otro lado, estar lejos de Malcolm no es ninguna novedad. Mi relación con él es extraña. Siempre lo fue. Detesto su trabajo y su arrogancia, porque eso terminó costándonos a una de las personas más importantes de nuestras vidas. Todos los días lo recuerdo y me hace odiarlo. Lo resiento por todas sus decisiones pasadas que nos dejaron en este punto.

Es por eso que el plan era simple. Irme lejos y estudiar exactamente lo contrario a Malcolm. Lo que me llegue lo más lejos posible de su mundo. Entonces el plan es medicina.

Aggie y Nick no viven con nosotros porque pactamos que no queremos vivir con la pareja. Es incómodo, y honestamente prefiero ahorrarme las actividades que suceden en su habitación. Tyler está en la misma página.

Sin embargo esa no es excusa para que nos separemos, están en el departamento de arriba. El lugar que Malcolm nos consiguió es increíble, tengo que aceptar eso.

Está ubicado en la ciudad de Cambridge a tan solo un par de minutos caminando de la universidad. No hay tanta gente de la universidad en este edificio puesto a que el alquiler es bastante caro. La verdad es que no me hubiera molestado vivir en cualquier otro lugar. Ni siquiera en las residencias, pero Malcolm tuvo suficiente con mi drama de venirme aquí y milagrosamente se hizo cargo de encontrarnos un lugar. Una vez que nos enseñó las fotos, fue difícil decir que no.

Es así como terminamos en un gigante departamento con una amplia sala de estar que tiene sofás de cuero negro, televisión gigante y un montón de decoraciones de las cuales ninguno de nosotros se encargó. Simplemente abrimos la puerta por primera vez y ya todo estaba así. Como decía, es complicado odiar a Malcolm por completo. Estos pequeños detalles suman a nuestra relación pero no puede pretender arreglar todo con cosas materiales.

La cocina tiene unos grandes ventanales con vista a la ciudad, creo que es mi parte favorita. Las habitaciones tampoco están nada mal. Hay tres y todavía estamos pensando en qué haremos con la que sobra. No pondremos una habitación de invitados porque no planeo invitar a nadie y Tyler tampoco. Además, las invitadas que traeremos pasarán la noche en nuestras habitaciones. En mi cama, para ser más específicos.

—Oh, oh —murmura Tyler con la mirada fija en su teléfono. Dejo el mío a un lado y espero a que me diga algo—. Mira quién acaba de seguirme en Instagram.

—Si no es Taylor Swift o Messi, no me importa —respondo desinteresado. Repito, estoy viviendo con un adolescente de 14.  Mucha gente nos sigue en Instagram como para que él vaya fijándose en cada uno.

Nuestra historia con nuestros miles y miles de seguidores en Instagram es fácil. Winter Dunne, la chica con la quien supuestamente debía casarme y todo ese rollo de telenovela, tiene muchos seguidores por tener una cara bonita, saber posar y tener dinero. Winter amaba el fiasco de la relación falsa en la que estábamos y subía muchas fotos conmigo de las pocas veces que estábamos juntos. Tyler es un efecto secundario porque está por todo mi perfil. Al igual que Nick y Aggie, aunque Aggie tiene sus propios seguidores por ser la abeja reina de Miami.

—No, pero te va a interesar. ¿Conoces a Scarlett Pierce?

—Uhm, me suena —murmuro intentando hacer memoria en donde he escuchado ese nombre antes. Scarlett... Uhm... —. ¿De dónde la conozco?

—¿Quinn Meyer nunca te habló sobre su mejor amiga de Portland?

Por poco me congelo en mi lugar.

Es la primera vez en todos estos meses que Tyler nombra a Quinn por su cuenta y sin que su voz se rompa. Perdonen la cara de imbécil pero no puedo evitar estar sorprendido. Esto significa que estamos avanzando en el tema. Me gusta que sea así, quiero que mi amigo salga adelante y esté bien.

—Ehm... ¿Su amiga de Portland? —inquiero. ¿Y a mi que demonios me importa la amiga de Quinn?

—Vamos, tiene que haberte hablado de ella.

Me obligo a volcar mi atención a la conversación.

—Sí, lo hizo —respondo asintiendo recordando las veces que me nombró a sus amigos, Scarlett y Harry—. ¿Te ha empezado a seguir?

—Sí. Y mira, es linda. Quinn nunca me mostró fotos actuales y en su Instagram solo tiene viejas con ella.

—Definitivamente estás obsesionándote. Demasiado Instagram para ti —respondo palmeando su hombro—. Me voy, tengo que estar en mi primera clase en quince.

—Uh, suerte con eso —responde arrugando su nariz.

—No la necesito.

Tyler vuelve a poner sus ojos en blanco.

—Cierra Instagram —ordeno—. Y que no se te ocurra hacer algo con esa chica.

—Confía en mí. Sobre mi cadáver —declara luciendo completamente honesto.

***

Me cuesta encontrar la sala en donde tengo clases. Cambridge es una universidad inmensa y es fácil perderse. Entro cuando faltan dos minutos para que comience la lección. He salido con tiempo de sobra porque sabía que algo así me iba a pasar.

Subo los escalones hasta el punto más alto y tomo un asiento allí. Estando solo por primera vez en mucho tiempo, me doy cuenta de que no conozco a nadie.

Nicholas y Tyler estudian Negocios, por lo que comparten casi todas sus clases. Aggie se decidió por Periodismo. Me acostumbré tanto a ellos en mi vida que hacer amigos me parece una idea extraña. En Everdeen todos querían ser mis amigos, solo que yo no quería ser amigos de nadie al menos que sean amigas.

La clase comienza a llenarse rápido. Me distraigo estando en mi celular. Aggie también parece estar en clases y aburrida porque me manda mensajes preguntándome sobre mi día.

El profesor entra y la clase empieza en un parpadeo.

***

—¿Por qué abrimos la boca cada vez que miramos al techo? —suelta Nicholas de repente.

—Porque los músculos del cuello se tensan y tiran la mandíbula hacia abajo —respondo al dejar mi café sobre la mesa.

—Amo tener amigos nerds —aplaude Tyler con ironía. Golpeo su brazo, él me devuelve el golpe. Nick está por meterse a la pelea, seguramente a golpearnos cuando Aggie nos detiene a todos.

—Definitivamente estamos pasando mucho tiempo juntos —afirma. Luce como si nos quisiera matar, lo cual es usual, pero también luce avergonzada. Probablemente porque estamos en un café plagado de universitarios y nosotros estamos peleándonos y hablando demasiado alto.

—Si no nos quieres, ve a buscarte nuevos amigos. Pero te lo advierto, te pierdes de estar con la envidia de esta universidad —dice Tyler y le guiña un ojo.

—Ya lo sé. Apenas llegamos y todo el mundo está hablando de ustedes tres —comenta con enojo.

—¿Qué te puedo decir? —suelta Tyler con una sonrisa egocéntrica.

—Que él —señala a su lado con su pulgar. Nick arquea sus cejas—. Tiene novia y nadie parece entenderlo.

—Solo hace falta que entienda el imbécil de tu novio —aconsejo, ganándome una mirada odiosa por parte de Nick.

—En fin. Eso no importa. No estaba diciendo que necesito amigos nuevos, pero tal vez... Amigas nuevas —resopla cansada.

¿Amigas? ¿Para que quieres amigas si nos tienes a nosotros? —inquiero alzando mis cejas.

—Porque a veces ustedes se ponen muy idiotas —refunfuña arrugando su nariz.

—Pero somos nosotros los que siempre estamos cuando las chicas te traicionan —concluye Tyler. La mesa se sumerge en un silencio incómodo.

Es una bomba dura. La historia de amistades de Aggie no es buena. Riley era una de sus pocas amigas pero nunca tuvieron una conexión muy fuerte a pesar de estar todo el tiempo juntas. Riley se alejó del grupo después de que la haya rechazado hace meses. Todos sabemos que se sintió amenazada y desplazada del grupo por Quinn, pero realmente era su imaginación inventando cosas porque nunca la reemplazamos. Al alejarse, también cortó todo contacto con Aggie.

Y luego Quinn. Ella no le hizo nada a Aggie, pero lastimó a Tyler de una manera muy cruel y, ¿quién quiere seguir cerca de la persona que dañó a propósito a tu amigo?

El resto de sus amigas fueron pasajeras al ser chicas falsas, interesadas en nosotros, con aspiraciones por formar parte de la élite de Everdeen.

Puede que sea cierto que hay cosas que nunca vamos a entender. Las amistades entre chicas son diferentes, pero por lo menos siempre estaremos para ella.

—Gracias por el tacto, Tyler —murmura ella mirándolo mal.

La puerta del café se abre y nosotros, al estar cerca, nos giramos. Son tres chicas, las cuales entran riendo mientras cargan sus libros. Lucen tan en sintonía que se puede sentir su amistad hasta aquí. La escena definitivamente no ayuda a la situación. Es todo lo que Aggie quiere tener.

—Liam, ya mismo. Mira. —Tyler me codea con desesperación y señala con la cabeza a las tres chicas—. Es la misma que estaba en Ibiza.

—Es imposible —digo mirando hacia otro lado. Es exasperante cuando mi mejor amigo intenta sacar su lado gracioso. No le sale, lo siento. Mejor que Nicholas se dedique a ser el amigo chistoso.

—No te estoy bromeando —insiste—. Es ella. La chica de la barra.

—¿Y esa quién demonios es? —interroga Aggie claramente perdida. Nicholas también está igual y busca con la mirada a la chica. Ya no está en nuestro campo de visión, han ido al mostrador a ordenar.

—Nos olvidamos de contarles —aclara su garganta Tyler—. Liam conoció a una chica en Ibiza.

—¿Y? Conoció a cientos —resopla Nick sin encontrarle el punto.

—Esto es diferente —recalca mi mejor amigo.

Y es cuando Aggie estalla.

—¡¿De qué estás hablando?! ¿Por qué es diferente? Dime que es diferente porque tiene un tercer ojo, no porque te gusta Liam Malcolm Hamilton.

—Mi segundo nombre no es Malcolm —declaro. De hecho, no tengo—. Y no es para tanto. Es solo una chica.

—Mhm —murmura Tyler sin creerme.

Aggie sacude su cabeza confundida.

Me levanto de la mesa sin decir nada. ¿Podrá ser cierto eso que dice Tyler? ¿Hay alguna chance que la chica que conocí en Ibiza por unos pocos minutos esté aquí? Aún recuerdo su nombre. Emma. Así también como recuerdo su cabello largo, negro azabache y sus electrizantes ojos azules.

Pretendo estar observando la comida del mostrador. Pongo mis manos en mis bolsillos y paseo mi mirada hasta subirla para poder mirar a las personas de la fila. Alzo mis cejas con sorpresa. En definitiva es ella.

Está junto a dos amigas riéndose como cuando entro. Me pregunto qué carajos será tan gracioso. Lleva su cabello negro y lacio atado en una coleta alta. Viste shorts de jean y un top de colores que se ajusta a su cuerpo y deja ver un poco de su abdomen.

Esto es... Demasiado para ser una coincidencia. Nos conocimos quince minutos en una fiesta en Ibiza, ¿y ahora está aquí?

Aprovecho que ella no se dio cuenta de mi presencia, volteo y vuelvo caminando hacia la mesa donde están mis amigos. Apenas llego, las preguntas comienzan a volar por todos lados.

—No era ella —miento alzándome de hombros—. Aiken, tienes que ir a comprarte nuevas gafas.

—Liam, puedo jurar que era ella —me mira como si estuviera loco.

—Se parecían pero no.

Él bufa y se echa hacia atrás en el sofá.

—Qué pena —comenta Aggie. Realmente no le da pena. Estoy seguro de que está festejando internamente. Siempre fue celosa un poco más de la cuenta conmigo—. Bueno, en otras noticias —vuelve a sonreír como lo usual. Se inclina más a la mesa y golpea sus palmas contra la mesa de manera que suene como un redoble de tambores—. Mañana empezaré un gimnasio.

—¿Está información es importante para nosotros por qué...? —murmura Nick. Deja su batido sobre la mesa y espera a recibir un golpe en el hombro por su novia. Lo recibe. Están tan sincronizados que a veces asusta.

—Van a empezar el gimnasio conmigo. Un chico de mi clase de Comunicación me recomendó uno cerca del campus. Sin excusas, nadie. Mañana vamos.

—Tenía pensado en empezar a ir —digo y asiento. Aggie me sonríe de oreja a oreja con emoción. Tengo que hacer algo con toda la frustración que tengo a diario. Un gimnasio no viene mal.

Nicholas comienza a protestar.

—¿Un gimnasio? No, por favor... Alto, espera. ¿Has dicho que un chico de tu clase te ha contado? ¿Quería invitarte a salir? Por favor, engáñame así no tengo que estar más contigo.

—Imbécil —sisea Aggie y lo golpea. Nick se ríe. Miro a Tyler quien de repente está muy ocupado con la atención en la pantalla de su celular.

Nick y Aggie llevan tres años de relación. Han pasado por sus altibajos, eso es verdad, pero siempre lo hicieron juntos. Al principio, no querían admitir sus sentimientos porque tenían miedo de que si ellos empezaran a salir, nuestro grupo no sería lo mismo pero estaban equivocados.

Se aman tanto que resulta empalagoso. Antes no los entendía en absoluto pero ahora, tras haberme enamorado por primera vez y haber pasado por un corazón roto, entiendo. Entiendo y los envidio de vez en cuando. Tienen todo lo que yo pudiera haber tenido.

***

Es miércoles por la tarde y significa una sola cosa: Día en el que Agustine Monroe nos arrastra a todos a un gimnasio.

—Oye, ¿y si le digo a Ags que estoy enfermo? —me pregunta Tyler desde el sofá mientras abre un envoltorio de chocolate. Esto es demasiado irónico.

—Seguro, porque no se han visto hace dos horas —ruedo mis ojos. Me pongo la camiseta deportiva—. Levanta tu culo del sofá y vamos.

—Mira, yo no tengo ningún problema con mi cuerpo —comienza a decir en busca de una excusa para decirle que "no" al gimnasio.

Resoplo.

—No necesariamente tienes que ir por eso. Es bueno para tu vida. Está científicamente comprobado que realizar actividad física regularmente, ayuda a combatir las enfermedades cardiovasculares, la presión alta y diabetes. También aumenta la densidad ósea, lo cual fortalece los huesos y...—tomo aire para seguir.

—Ya, cállate —interrumpe Tyler. Estiro una sonrisa. Sabía que iba a funcionar. Mi amigo es irritable e impaciente, sé como darle en el clavo—. Iré con tal que te calles.

Una vez logrado mi propósito, nos vamos. Quedamos en encontrarnos en la entrada principal del edificio. Al bajar, Nick y Aggie ya nos estaban esperando.

—Dijimos a las siete, ¿qué demonios hacían tanto? Si van a follar entre ustedes, por lo menos tengan la decencia de bajar a tiempo. Es de mala educación hacer esperar a otros —espeta Agustine al vernos.

Mierda.

Nicholas comienza a reírse. Como siempre, ese chico no puede controlar la risa.

—¿Qué puedo decirte? Me gusta tomarme mi tiempo con Tyler —bromeo y todos se ríen. Aggie se relaja tras casi explotar de la furia porque llegamos solo cinco minutos tarde.

Seguimos las indicaciones de Aggie así que ruego mentalmente no perdernos en el camino. El camino a pie es corto y la pasamos bromeando y molestando a Aggie, quien estar más irritable que cualquier otro día. No mentía cuando dijo que se estaba hartando de nosotros.

Cinco minutos después, estamos al frente del lugar. Entramos y ya puedo sentir el olor que tienen todos los gimnasios. Sudor, máquinas y goma. Nunca falla.

Hay una pequeña recepción donde una dependienta anota cosas mientras escucha música. Llamamos su atención y es cuando Aggie actúa como nuestra representante. La chica nos explica los horarios, las clases que podemos tomar pero que claramente no tomaré y cómo funciona todo. Nos dice que el primer día lo podemos tener gratis al ser de prueba pero la rubia nos obliga a todos a pagar el mes completo con la promesa de que no dejaremos de ir.

Le veo la cara a Tyler y créanme, no le importa pagar las libras necesarias con tal de que Aggie se calle. Probablemente venga hoy y no vuelva nunca más.

El establecimiento no es la gran cosa pero está bastante bien. Tienen todas las máquinas, el espacio es grande y atrás sigue, pero no fui a indagar por allí todavía.

Nunca fui del tipo que va al gimnasio con mucha gente, por lo que me coloco los auriculares y me separo de los otros tres quienes fueron a conocer al entrenador personal. Subo el volumen de la música al máximo y me permito olvidarme de todo por unas horas.

Dos horas después, mi cuerpo pide a gritos una tregua. No entreno hace meses y los entrenamientos tanto en el campo como en el gimnasio de fútbol americano eran muy exigentes. Pasé de hacer mucho a nada, y ahora intentar cuesta. Tres meses yendo de fiesta a fiesta sin hacer nada más están pasando factura.

Mi respiración no se regula como solía y mi resistencia está hecha un desastre para estar solo dos horas.

Ya son las nueve de la noche. Tyler, Nick y Aggie se han ido hace rato pero yo no quise hacerlo. Así que acá me encuentro, con los músculos doloridos y el cuerpo sudado. Era todo lo que necesitaba y no me estaba dando cuenta. Necesito una ducha fría. Es suficiente por hoy.

Me seco con la toalla y tomo agua para regular mis latidos.

Chequeo mi celular ya que lo dejé guardado en mi bolso por dos horas. En dos horas pueden pasar muchas cosas. Tengo mensajes de Tyler preguntándome si puedo comprar comida de pasada y mensajes de papá preguntándome cómo estoy.

Camino con la vista puesta en la pantalla hacia la salida. Esta es una nueva faceta de Malcolm. Enviarme mensajes para chequear cómo estoy. No me quejo, pero me parece extraño.

—Fíjate por donde vas, podrías estrellarte contra una pared —una voz interrumpe mi hilo de pensamientos.

Elevo la mirada y frunzo el ceño, hasta que veo quién es la dueña de la voz. Es ella. Es Emma.

—Liam, ¿verdad? —inquiere y ajusta el bolso que cuelga de su hombro—. Nos conocimos en Ibiza.

Asiento. Por como luce, acaba de llegar. Tiene un top deportivo y unos shorts. Lleva su cabello en una trenza y no tiene maquillaje. Emma es innegablemente atractiva. No solo por su rostro, pero por como se mueve y su personalidad. Es una de esas personas que te absorbe en su orbita.

—Emma. —declaro y aclaro mi garganta—. Esta es mucha coincidencia.

—Mhmh —asiente asombrada—. ¿Por qué no me saludaste ayer en el café? Te quedaste mirando.

—No pensé que te diste cuenta —confieso.

—Es algo imposible ignorarte —responde y se alza de hombros—. Mis amigas hablaron de ti toda la tarde.

Me río.

—La próxima prometo saludar —respondo y luego pregunto—: ¿Hace cuanto estudias aquí?

—Este es mi tercer año. Estudio periodismo —responde ella. Asiento. Si mis cálculos no fallan, Emma tiene 21—. ¿Tú? Alto, déjame adivinar... Estás estudiando economía.

—¿Y por qué piensas eso? —inquiero con una sonrisa.

—No lo sé, luces del tipo de chico que estudia política o economía —se alza de hombros.

—Primer año de Biología. Tengo planeado estudiar medicina —respondo.

Eleva sus cejas con asombro.

—Es lo último que habría imaginado. ¿Hace cuanto vienes a este gimnasio? Es la primera vez que te veo.

—Desde hoy —contesto—. Acabo de terminar.

—¿Ya te vas? —me pregunta. Literalmente acabo de decirle que ya terminé.

Sin embargo, soy bastante experto en leer entre líneas cuando se trata de chicas como Emma.

—Sí, ya no tengo que más hacer —contesto. Lo espero, lo espero...

—¿Alguna vez has probado boxeo? Puedes venir conmigo ahora. Puedo enseñarte.

Y llega.

Esbozo una sonrisa. La verdad es que estoy tan cansado que podría echarme a dormir aquí mismo. Estoy cansado y tengo hambre.

Pero también esta la otra verdad y es que esta chica me resulta extrañamente interesante. Me provoca una cierta curiosidad que quiero saciar. ¿Por qué no empezar ahora?

—Si dices que vas a enseñarme... —comento y hago que Emma sonría. Ya sé lo básico sobre boxeo. Nick, Tyler y yo tuvimos una etapa de cuando éramos más chicos, pero puedo dejar que Emma me enseñe.

—Sígueme —dice y eso hago.


NOTA:

saben que hora es? LAS DOS DE LA MAÑANA. ¿saben que mañana rindo DOS PRUEBAS? pero bueno, ustedes son ustedes y los amo TANTO que hay capítulo. Entiendo lo que es esperar una semana para una dosis de esto.

nos vemos el lunes con un capitulo de Quinn!! saludos,

cande:)

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