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23. Quinn

Capítulo editado.

23 | QUINN

Nuevamente estoy en la habitación con olor a marihuana y quién sabe qué más.

Nada cambió desde que me fui. Las mismas personas se ríen escandalosamente y la botella vacía de vodka sigue en la mesa. Mis ojos vuelan hacia Mackenzie. Está sentada en el mismo sillón. Tiene sus piernas cruzadas y está riéndose. A su alrededor, todos se ríen y es por algo que la niña dijo.

—Quinn es buena. ¡Un ángel! No se merece toda la mierda que le pasa pero, ¡¿vieron todo lo que le pasa?! —se ríe ella y niega con la cabeza.

Cruzo miradas con Nick, quien alza sus cejas en sorpresa.

La atención de todos en la ronda vuelve a mí cuando notan que estoy entre ellos, y me siento incómoda, porque me miran como si ahora supieran algo sobre mí que antes no. Lo cual es probable, dado a la bocota de la niña.

Si antes tenía dudas, fueron aclaradas. Traerla fue una idea terrible.

—Meyer, ¿estuviste con el mejor amigo de tu novio? —se ríe una chica que nunca antes vi.

Parpadeo confundida. ¿Cómo Mack sabe esto? Eso no es algo que aparece en Instagram.

Zack me da una mirada extraña. Mi hermanastro no sabe de toda la historia sobre Liam y Tyler. La sabe a pedazos. Conoce las consecuencias. Lo destruida que me dejó, y que ahora él me detesta... Ambos me detestan, pero nunca le conté todo con lujo de detalles.

—Y por si no saben, —suelta unas risitas. Observo sus mejillas acaloradas y como sus ojos chispean por el efecto del alcohol en ella, Es obvio que siguió bebiendo cuando me fui. No debería haberme ido en primer lugar—. También...

De repente, se calla. Y no, no es porque la detuve al lanzarle uno de mis tacones. Es peor. Se tambalea un poco en su lugar y lleva una mano a su boca. Mierda. Lo que me faltaba.

El chico a su lado, Spencer, se mueve rápidamente y la voltea al otro costado del sofá. Mackenzie vomita en el suelo.

No tenía expectativas para esta noche, y de todas maneras logró decepcionarme.

—¡Ahg, que asco! —exclama Adelaide.

—¿Te da asco? —Miller interviene con una carcajada, muy borracho como para importarle que haya vomito a su lado—. Tú lo provocaste. Le diste de beber incluso cuando ella te dijo que no quería más. Estas son las consecuencias.

—Meh, por lo menos tuvimos historias interesantes —comenta Spencer, ignorando a Mackenzie que parece estar al borde del llanto. Spencer me mira y sonríe maliciosamente, como si supiera cosas de mi que nadie debería.

Me quedo paralizada sin saber qué hacer. La fachada de chica madura y adulto responsable de Mackenzie, se fue volando. ¿Qué dijo Mackenzie? ¿Qué tan mal me hizo quedar? ¿Cuántas cosas que ni siquiera son verdad habrá dicho? ¿Cuántas cosas Adelaide puede usar en mi contra ahora? ¿Qué sabe Zack ahora?

Miro a Nick en busca de ayuda, él sabrá qué hacer. Se adelanta y se hace espacio entre las personas de la ronda a empujones. Cuando está cerca de Mackenzie, pasa un brazo por debajo de sus rodillas y otro por su espalda. La carga con facilidad, Nick es alto y fuerte, Mackenzie pesa lo mismo que una pluma.

La niña —podría dejar de llamarla niña, tiene quince años— llora desconsoladamente. Asumo que es por la vergüenza. Esconde su rostro en el pecho de Nick.

—Es momento que la devuelvan al preescolar —bromea uno de los chicos mientras enciende un cigarrillo. Mack lo oye y solloza con más fuerzas.

Esquivo la mirada de Zack y le hago un ademán a Nick para que nos larguemos de aquí. Suficiente fiesta para nosotros.

—Shh, Mackenzie —murmuro mientras caminamos entre la gente aunque es inútil, la música está muy alta y no puede oírme.

Por más que haya dicho lo que haya dicho, no puedo evitar sentirme mal por ella.

Nos hacemos paso entre la masa de universitarios borrachos que bailan y festejan. Nunca sabremos qué, ellos festejan todos los días.

Una vez en la calle, me apresuro a caminar el tramo hacia el auto. Nos toca esquivar a unas cuantas chicas borrachas que mientras se abrazan intentan volver a sus casas o residencias.

Cuando llegamos a mi auto, Nick sube a Mackenzie al asiento trasero y se queda con ella. Solo ruego que no le den ganas de vomitar de nuevo.

Apoyo mi huella, el auto la detecta y estamos listos para irnos. En el camino a casa, Nick intenta calmar los llantos de la niña, pero es inútil.

Escucho las palabras de Nick intentando tranquilizarla, y una sensación de deja vu me llena el cuerpo. La situación me resulta familiar, puesto que hace dos años, era yo la que iba en el asiento de atrás llorando porque los "amigos" de Zack me dieron la paliza de mi vida.

—Soy una tonta —murmura entre sollozos—. Perdón Quinn, perdón. No quise decir eso sobre ti. Adelaide seguía insistiendo por información y... —no puede continuar porque sigue llorando.

Hago contacto visual con Nick a través del espejo retrovisor y él me devuelve una mirada preocupada.

Apuesto a que no muchas personas terminan así después de su primera borrachera.

Las calles están vacías por el horario. Llego a casa en menos de veinte minutos. Cinco después, estamos saliendo del auto. Mackenzie no vomitó en el auto, eso es una buena señal. Digamos.

Utilizamos la escalera caracol que da directo a las habitaciones para ahorrarnos causar un escándalo al atravesar la casa. Nick lleva a Mack en sus brazos.

—Oh, perdón. Perdón, perdón, perdón por todo esto —suplica ella a medida que caminamos por los pasillos.

Agradezco en mi cabeza que mamá y Matthew no estén en la ciudad porque sería un verdadero desastre si los despierto con todo este circo.

Abro una habitación para invitados que tiene baño y le indico a Nick que entre.

Él sabe que hace cuando pasa directamente al baño. No es tan grande como los del resto de la casa pero algo es algo.

—Mack, tienes que dejar de llorar —le pido corriendo algunos mechones de cabello pegados a su rostro por las lágrimas.

Sus ojos están rojos e hinchados, tiene la máscara de pestañas corrida lo cual empapa con negro sus ojos. Las lágrimas siguen empapando toda su cara. Luce terrible, pero aún así conserva esa inocencia.

—No puedo —murmura y lloriquea aún más, pero esta vez es como si le faltara aire—. Hice el ridículo... Y odio a mis padres.

Nick, que aún la carga con sus brazos como si fuera una princesa, me da una mirada de confusión ante la mención de sus padres. Me alzo de hombros.

—Ey, ey  —tomo su rostro con mis manos delicadamente y hago que me mire—. Mackenzie, necesito que te concentres y dejes de llorar.

—¿Concentrarme para qué? —espeta y llora aún con más fuerzas.

Estoy a punto de perder la poca paciencia que me queda.

—Mackenzie, aún no has expulsado todo el alcohol que tomaste —le dice Nick en un tono más comprensivo que el mío—. Te hará mal si no vomitas todo lo que has bebido.

—Pero yo no quiero vomitar, ¡qué asco! —exclama ella mientras niega con la cabeza. Afortunadamente, ya no llora.

—Tendrás que hacerlo —sentencio sin rodeos—. Nick, bájala.

Me obedece y la deja en el suelo. Hago que se arrodille y levanto la tapa del váter. Me siento a su lado y sostengo su cabello corto con mi mano, con la otra acaricio su brazo de forma de consuelo.

—Debo lucir como una jodida estúpida —murmura rompiendo el silencio. Nick se sentó en una esquina del baño, con la espalda recargada en la pared. A juzgar por su rostro, esta no era la noche que se esperaba. Tampoco era la que yo esperaba, pero aquí estamos. Improvisando como siempre.

—Es que Adelaide me dio de beber demasiado —continúa en un tono de vergüenza—. Pensé que si le seguía el juego, seríamos amigas. Ella es muy popular, y Jenna, mi mejor amig... No lo sé, estamos peleadas por ahora. Quería demostrarle que puedo hacer amigas sin ella. ¡Ahg, qué estúpida!

De reojo, observo como Nick tiene que morderse el labio para no reír. Lo fulmino con la mirada, mamá Quinn ha vuelto.

—Mack, no tienes por qué impresionar a nadie —le digo suavemente y con todas mis buenas intenciones—. Eres una chica muy buena, tal como eres. No cambies para caerles bien a personas que luego no se preocupan por ti. No eres estúpida.

—¿Sabes lo difícil que es la secundaria para mí? —se ríe sarcásticamente pero termina en un pequeño llanto—. Nop, no creo que lo sepas. Siempre fuiste popular, incluso antes de Zack. Tenías tu puesto entre las porristas, la mejor mesa en la cafetería, todas siempre querían ser como Scarlett y tú. Yo no soy nada de eso. Soy un desastre.

Paso mi mano por su espalda y resoplo. Quizás tiene razón.

—Me creía demasiado por todas esas cosas —confieso sin saber cómo darle en clavo con lo que ella necesita escuchar. No sé si voy a terminar arruinando más las cosas—. Los chicos, las fiestas, tener cientos de amigos, muchos seguidores en Instagram... Pero la verdad es que estando ahí es cuando te das cuenta de que nada de eso verdaderamente sirve. Lo único que me importaba con honestidad, eran mis mejores amigos, Harry y Scarlett. Ellos hacían mis días y eran más importantes que cualquier concurso de popularidad. Nada en la secundaria es muy malo si tienes a verdaderos amigos a tu lado, y si aún no sabes quienes son, no te preocupes, Mack. Los vas a encontrar, porque tarde o temprano la vida se encarga de acomodar a todos en su lugar.

Encuentro a Nick mirándome seriamente y como si él también estuviera aprendiendo de mis palabras. Mi estómago se revuelve, aún no sé qué ha pasado con él y porqué se presentó en mi casa así. Ni mucho menos porque siguen en Portland. Quiero hablarlo, pero Mack está siendo un verdadero obstáculo.

—Perdóname, Quinn —pide ella mirándome a los ojos—. Todas las cosas que dije de ti... No son verdad, lo siento. Eres muy buena, ¿lo sabes?

—¿Y qué has dicho de mí? —inquiero cuando veo mi rayito de esperanza por saber las cosas que soltó sobre mi vida en esa ronda llena de imbéciles.

—Meeeh, solo que... —comienza a decir pero una arcada la interrumpe. Voltea su cabeza rápidamente al váter y vomita. Arrugo mi nariz del asco, solo hice esto dos veces. Una para Scarlett —Harry era el que se encargaba de esas cuestiones—, otra para Aggie y me dieron ganas de vomitar, incluso si no había bebido.

Miro para otro lado mientras sujeto su cabello. Nick suelta una carcajada.

—Ahg, qué asco —murmura ella.

Totalmente, qué asco.

La ayudo a levantarse del suelo y ella solita va hacia el lavamanos para cepillar sus dientes. No hay un cepillo de más, al menos no en este baño, por lo que tiene que poner la pasta con sus dedos.

—¿Volverás a beber, Mackenzie? —pregunta Nick levantándose del suelo. Acomoda su camiseta y pasa una mano por su cabello.

—¡No, nunca! —chilla con pasta dental en su boca.

—Sí... Eso decimos todos —le dice él con diversión.

Mack acomoda su cabello con sus dedos y suspira frustrada al mirarse al espejo. Se ayuda con agua y se quita lo restante de su máscara de pestañas hasta que tiene una mejor apariencia.

—Ven, tienes que dormir un poco —sugiero una vez que ha terminado.

—¿Dormir? —espeta Nick metiéndose entre las dos—. ¿Cuántas veces te has emborrachado, Meyer? ¿Dos?

Las tengo contadas, gracias.

—Tiene que beber mucha agua y ya —habla como todo un experto. Y lo es, cuando se trata de fiestas y alcohol—. Ven, Mack. Te haré conocer al amigo «agua».

La toma de la muñeca y la guía afuera del baño. Solo quiero poner a dormir a Mack y hablar con mi amigo, ¿es mucho pedir? Si la niña tiene una resaca conmemorativa mañana, se lo merece. Dicen que de los errores se aprende.

—No tengo seis —repone Mackenzie y se suelta del agarre de Nick—. Y sé caminar.

No vamos hasta la cocina porque de verdad, queda lejos.  En cambio, nos movemos por los pasillos oscuros y los guío hacia la sala de juegos. Más que sala de juegos, debería llamarse "segunda habitación de Zack Gallagher" porque pasa mucho tiempo aquí ahora que no estudia. Solo va por las mañanas a "ayudar" a la oficina de su padre y tiene el resto del día libre.

—¡Esta sala es muy cool! —exclama Mack entre risitas mientras pasa su mirada por la gran pantalla plana y las luces de colores que salen del suelo. Corre hacia la mesa de pool y juega con el triángulo de bolas perfectamente alineadas.

Abro el refrigerador que está escondido al simular ser parte de la pared, encontrando más que nada refrescos y comida no muy saludable. Atrás de todo, hay dos botellas de agua sin abrir.

—Toma —me acerco y le extiendo una de las botellas frías a ella. La acepta con gusto y bebé hasta que casi no queda nada—. Nick, ¿quieres algo?

—Lo que tú te sirvas —responde alzándose de hombros.

Me decido por una lata de Twisted Tea. Cuando le entrego la suya a Nick, no puede esconder su carcajada.

—¿Twisted Tea? —lee la etiqueta y niega con la cabeza—. Recuerdo cuando teníamos trece y nos creíamos dioses por beber esto a escondidas... Liam las conseguía y Tyler... —su sonrisa melancólica se borra de repente.

—¿Y Tyler qué? —pido con un poco de miedo. Su rostro acaba de confirmármelo todo, algo ha pasado entre él y Tyler. ¿Quizás Liam tiene algo que ver?

Y si no fuese ese el caso, ¿por qué vendría conmigo en vez de su lugar seguro, que es con sus mejores amigos? Ellos lo entienden mejor que nadie, Aggie también. Es su novia, la persona que más lo conoce. Nick es capaz de mirarla y ella ya sabrá absolutamente todo lo que le está pasando en su cabeza. Son perfectos.

—Nada —contesta y se encoge de hombros—. Pasó hace mucho, ya no importa.

Me limito a asentir al notar que Mack nos mira intrigada mientras bebe de su segunda botella de agua.

—Tengo sueño —declara ella al bajar la botella vacía—. Uhm... Quinn, ¿hay algún lugar donde pueda dormir? Si es que no es mucha molestia...

—No es molestia —me apresuro a decir, emocionada porque vaya a dormir así puedo hablar con Nick—. Ven.

Hago que me siga de nuevo hacia la habitación de invitados en donde ya estuvimos.

—Quédate aquí —le digo—. Iré a traerte algo para que duermas.

Nick nos estuvo siguiendo con su lata de Twisted Tea en la mano. Se apoya en la pared del pasillo de afuera y asiente antes de que le explique a dónde voy.

En mi habitación, encuentro un pijama de invierno perfecto para la ocasión ya que hace frío. Aún conserva la etiqueta porque nunca lo usé, supongo que se lo puede quedar luego.

Vuelvo con Mack sintiéndome toda una mamá oso y le entrego el pijama. Ella me agradece con una sonrisa y vuelve a pedirme disculpas por lo que me hizo pasar.

—Son cosas que pasan —me río genuinamente—. Es normal, no hay problema. ¿Quieres algo para comer?

Mackenzie arruga su nariz y niega con la cabeza. Eso pensé.

Me desea buenas noches y eleva la voz para saludar a Nick, quién la saluda desde afuera con un «Dulce sueños, Mackenzie».

Una vez que cierro la puerta de la habitación y me alejo, resoplo casi aliviada de que todo haya salido... bien, lo que sea que la palabra «bien» sea para Quinn Meyer. Con la suerte que manejo, el escenario más probable hubiera sido perder a la niña y que me caiga un rayo del cielo.

—Nunca hubiese pensado verte así —comenta Nick a mi lado mientras caminamos por uno de los tantos pasillos de la casa—. Creo que la Quinn de hace un año hubiese sido la que le da de beber a Mackenzie. Estás madurando.

No voy a afirmarlo con seguridad, pero creería que es el mejor cumplido que me han hecho en años.

—Simplemente sentí la necesidad de cuidarla. Es una buena chica, solo que el mundo se esmera mucho en decirle que no lo es. La misma historia de casi toda la población adolescente del mundo. —me alzo de hombros.

Abro una de las puertas de mi habitación y me hago a un lado para que Nick pase. Lo hace con seguridad, porque sabe que nada extraño va a pasar entre nosotros y porque también sabe lo que se le viene.

Enciendo las luces. Nick mira mi habitación atento para hacer tiempo.

—Casi no hay nada de ti —habla. Me quito los zapatos dejándolos tirados en el suelo y me siento en mi cama.

Vuelvo a mirar mí alrededor con nuevos ojos. Todo fue perfectamente acomodado por un diseñador de interiores, desde los muebles hasta la posición exacta de los adornos sobre estos. No elegí nada, ni siquiera el edredón con el que duermo. Todos los productos sobre mi tocador son nuevos y la ropa en mi vestidor está casi toda sin estrenar.

—Solo esto —señala y levanta mi copia favorita de Cumbres Borrascosas de mi mesa de luz. Es vieja y podría desintegrarse en poco. Perteneció a mi abuelo y ahora está conmigo.

Es mi libro favorito, y el único que se encuentra a la vista. Parece que a mi madre nunca le llegó la noticia de que me gusta leer desde que tengo uso de razón porque no hizo hacer una estantería. Todos mis libros están apilados en una esquina de mi vestidor.

—Cargabas esta cosa a todos lados —alza el libro y lo hojea con cuidado—. Es uno de los favoritos de Liam también... Pero eso ya lo sabes.

Sube la cabeza y me mira cómplice.

Respiro hondo.

—Nick, ¿qué pasó? —voy directo al grano cuando entiendo que quiere tornar la conversación hacia mí. No, no señor.

Un resoplido se escapa de sus labios y la expresión de su rostro cambia al recordarlo. Deja el libro en la mesa y se cruza de brazos. Lo espero atenta mientras ladea su cabeza y tensiona su mandíbula.

—Que no pasó —se ríe sarcástico. Se sienta en el borde de la cama y me apresuro a sentarme a su lado. Hay una cierta distancia entre nosotros, lo suficiente para que gire mi cuerpo y mire su perfil con atención.

Nick pasa sus manos por su cabello y tira de él con frustración.

—Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? —murmuro con inseguridad. Realmente no sé con exactitud lo que él piensa de mí después de todo lo que pasó, pero por algo me buscó y no se fue a otro hotel o tomó un vuelo directo a Inglaterra.

—Lo sé —responde y deja su lata de Twisted Tea en mi mesita de luz. La mía quedó bien olvidada en la sala de juegos—. Es solo que... Todo es tan reciente. Sigo intentando procesarlo. Creo que sigo en shock.

Trago saliva. Siento el miedo escalar en mi interior. Quiero saber, pero por otro lado, no quiero. Porque sé con seguridad que Nick no es un tipo que exagera las cosas. Sea lo que sea, es muy malo.

—No importa que es, Nick —respondo en un intento de reconfortarlo. No me gusta verlo así, casi sin vida y decaído. Se merece mucho más—. Estoy aquí para lo que sea.

Coloco una mano en su hombro y le doy un leve apretón. Él voltea a verme y asiente.

—Hoy... Bueno, ayer, me enteré de que Aggie estaba embarazada —confiesa evitando mis ojos.

Mi estómago da un vuelco. ¿Estaba? Me quedo sin habla mientras miles de preguntas comienzan a formarse en mi cabeza, no sé ni siquiera por dónde empezar, pero a juzgar por cómo Nick lo cuenta, no quiere que haga preguntas.

—Tuvimos una pelea, ya ni recuerdo por qué era. Ella se fue de la habitación muy enojada y al parecer, se comenzó a sentir muy mal. Liam estaba allí cuando pasó y la llevó a Urgencias. Estuvieron ahí por horas, apenas volvieron me lo contó todo. Perdió el bebé. Ni siquiera sabía que estaba embarazada. Yo. Yo no lo sabía, ella sí. Tenía poco tiempo.

Parpadeo.

Empiezo a sentirme terrible. Es una sensación que crece en mi estómago, un mal sentimiento. ¿Aggie pasó por todo esto sola? La conozco lo suficiente como para estar segura de que no le dijo a nadie en ningún momento. Además, ¿en quién confiaría? Tyler y Liam probablemente le harían decirle a Nicholas y, ¿cómo demonios estar lista para decirle al padre?

Me siento culpable, porque en cierto sentido, debería haber estado para ella.

—Todo va a estar bien, Nick —murmuro a pesar del nudo en la garganta—. Lo van a superar juntos. No creo que haya visto una relación tan fuerte como la que tú tienes con Aggie. Se aman demasiado, van a poder superarlo.

Resopla sonando sarcástico.

—No creo que superemos esto, Quinn —me contesta negando con la cabeza—. No creo que pueda volver a verle el rostro de nuevo. El bebé que perdió no era mío. Era de Tyler.

Parpadeo con sorpresa. Si pensé que antes me quedé sin poder hablar, ahora es peor.

¿Qué dijo?

¿Era de Tyler?

Una vez cuando era niña estaba corriendo para escaparme de Rick y Nate, era la época en la que les gustaba gastar bromas a todo el mundo. Miré hacia atrás para ver si seguían detrás de mí, y cuando volví a girar, me choqué con una columna de cemento. Esa columna siempre había estado en mi casa, la había aprendido a esquivar centenares de veces. Pero cuando menos lo esperaba, me di de lleno con ella. Toda mi cara dolía, mi nariz tenía este punzante dolor del que nunca puedes olvidarte. Fue duro, fuerte y de la nada. Tuvieron que llevarme al hospital.

Es lo más cercano que tengo para explicar cómo me siento ahora mismo.

—¿De... Tyler? —balbuceo. Lo miro paciente, esperando a que se eche a reír y me diga que es una broma, que eso nunca pasaría, ni en mis sueños más locos. Sin embargo, no lo hace.

Se muerde el labio inferior como si estuviese evitando quebrarse frente a mis ojos y llorar.

Asiente.

—Tyler—repite furioso.— Mi mejor amigo. Le confiaba absolutamente todo. Crecimos juntos, pasaba más tiempo con él que con mi propia familia. Es... Era el hermano que nunca tuve.  Nunca... Nunca pensé que podría hacerme algo así.

—¿Cómo... Cómo sabes que era de él?

—Lo sé porque haciendo los cálculos, ese tiempo, cuando estuvimos en Ibiza... Solo digamos que tiene sentido que nos sea mío —determina.

Hay demasiadas cosas que no me cierran por completo. ¿Por qué Aggie se acostaría con Tyler? ¿Por qué Tyler se acostaría con Aggie? E incluso más allá, Tyler es un chico inteligente, sabe que tiene que usar protección. Ella también lo sabe.

Y en serio, ¿en qué situación Agustine Monroe le sería infiel a su novio con su mejor amigo?

—Lo odio tanto, Quinn. A ella también. Mierda. Me parte el corazón odiarlos cuando los amo tanto. Pensé que lo nuestro era inquebrantable y para siempre.

Su voz se quiebra y hace lo que nunca vi a Nicholas Ackerman hacer antes, llora. Las lágrimas comienzan a deslizarse por sus mejillas y mi corazón se estruja. No se merece nada de esto.

Me acerco y lo rodeo con mis brazos. Él no me devuelve el abrazo, pero apoya su cabeza en mi hombro y se descarga. Toda esa frustración y dolor que estaba aguantando desde que llegó a mi casa inesperadamente.

Muevo una mano por su espalda. Estoy tan confundida ahora mismo, pero tengo que ahorrarme la curiosidad, las preguntas y las ganas de conducir hasta el hotel y exigir respuestas. Tengo que ser fuerte para Nick, tengo que ser la amiga que necesita.

Su mundo acaba de darse vuelta por completo, dos de las mejores personas de su vida lo traicionaron, acaban de destrozarle el corazón, y se enteró de la peor manera que existe.

Entiendo lo que se siente, soy una experta en el tema. Y si tengo que abrazarlo por toda la noche hasta que las lágrimas se agoten de su cuerpo, eso haré.

—Juro que no lo creo aún. Estaba en la fiesta y lograba olvidarme de ello por instantes porque parece un sueño. Una pesadilla. Los odio tanto —murmura en una voz rota y desesperanzada que tanto detesto—. ¿Cómo demonios se supone que debo vivir ahora?

No le digo que todo estará bien, porque no me siento segura de ello. A mí también me lo dijeron y no hace efecto aún.

—A medida que pasa el tiempo, deja de doler tanto —hablo en voz baja—. El dolor se vuelve parte de ti, se mezcla tanto que no notas la diferencia. Entonces, llega un día en el que estás bien con ese dolor que puedes seguir adelante, aún cargándolo. No sé si pasa por completo, aún no estoy allí. Solo sé que parece el fin del mundo, pero realmente no lo es. Es solo un corazón roto.

Dejo de oír su respiración irregular. Toma una gran bocanada de aire y suspira.

—Me siento perdido —confiesa cuando ha dejado de llorar—. Solo quiero que todo esto pase.

Eso es lo que todos queremos, Nick. Lamentablemente, no hay atajos para el dolor y los malos momentos, solo nos queda aprender a lidiar con ello de la mejor manera que podamos.

No respondo.

Pasan unos cuantos minutos en los que parpadeo muy poco al tener la vista perdida en el edredón de mi cama. Nick ha logrado tranquilizarse hace tiempo, su respiración ahora es tan relajada y profunda que temo que se haya dormido.

Deshago el abrazo con cuidado y afirmo mis sospechas, está dormido.

En mi mejor intento por no despertarlo, lo dejo sobre mi cama para que su cabeza esté en las almohadas. Subo sus piernas y me sorprende que no se despierte, de verdad está en un profundo sueño. Eso me reconforta un poco. Con el tiempo aprendes que dormir es el mejor alivio para el dolor, porque por unas cuantas horas, dejas de pensar y de sentir. Es una realidad distinta. Una muerte momentánea, por más crudo que suene.

Quito sus zapatillas y busco un nuevo edredón en mi vestidor para taparlo, volviéndome a sentir como una mamá oso. Me aseguro de que esté cómodo entre las almohadas y me quedo mirándolo por unos momentos una vez que he terminado.

Pobre Nick, se merece cosas mejores. Espero que el dolor no lo haga hacer cosas que realmente no quiere hacer. Pero, ¿cómo prevenir eso? Una persona herida es impredecible. Lo sé mejor que nadie. Hará lo que sea con tal de sentirse un poco mejor y es aterrador hasta donde uno es capaz de llegar.

Vuelvo a mi vestidor y busco un poco de ropa para llevarme a otra habitación de invitados. Dejaré a Nick durmiendo aquí para no lo molestarlo.

Saco un pijama color negro, que consiste en shorts y una blusa de tirantes. También una sudadera que en realidad es de Nate, pero se la dejó aquí la última vez que estuvo aquí, para la boda de mamá y Matthew. Se siente como si hubiese sido hace una eternidad.

Silenciosamente, recojo mi celular de mi mesita de luz y salgo de la habitación teniendo cuidado al cerrar la puerta.

Observo el pasillo vacío. Zack no regresó, seguro no lo hará por toda la noche. Ya son cerca de las cuatro de la mañana, debe estar en casa de Adelaide.

Estoy por abrir la puerta de la habitación para invitados en frente de la de Mackenzie cuando mi celular vibra. Suspirando molesta, lo saco de mi bolsillo.

Elevo mis cejas con sorpresa al ver quien es el dueño del mensaje.

Liam Hamilton:

Sal, estoy afuera.


Nota:

Y una vez más, los dejo colgando.

Antes de ir a los detalles, quiero contarles que me sentí bastante identificada escribiendo la escena de Quinn y Nick. Realmente, las palabras de Quinn son mis palabras (na, no me digas fua). Es como me siento y me sentí alguna vez hace poco.

Creo que mientras Quinn madura yo también lo hago. Es el personaje más parecido a mi en cuanto a sentimientos que creé. Y eso que yo le di luz a Alex Foster y a Logan Palmer.

No entiendo exactamente porqué les cuento esto, solo pensé que les gustaría saber.

ESTEN ATENTOS A MI PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN QUE VA A SER NO SÉ CUANDO PERO VA A SER UN CAPÍTULO DIEZ PUNTOS.

PD: esto es Twisted Tea

Es té helado pero con 5% de alcohol. aaY ESTOS YANKEES Y SUS COSAS RARAS. tomense un fernet, ¿Dale?





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